En aquel momento, el Señor Jesús preguntó a Sus discípulos quién era Él, solo Pedro recibió el esclarecimiento del Espíritu Santo reconociendo que Él era Cristo, el Hijo del Dios viviente. Además, cuando el Señor Jesús dijo que Él era el pan de la vida, que el hombre sólo obtendría la vida eterna con que comiera Su carne y bebiera Su sangre, muchas personas se echaron atrás y dejaron de seguirlo teniendo nociones sobre Sus palabras, Pedro fue el único que dijo: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Santo de Dios” (Juan 6:68-69). De estos dos casos, podemos ver que Pedro tenía un verdadero conocimiento del Señor Jesús por Sus palabras y Su obra, confirmaba que el Señor Jesús era Cristo quien poseía el camino de la vida eterna. Así que no importaba cómo lo juzgaban, lo condenaban y lo atacaban los fariseos al Señor, él no fue engañado por ellos; ni importaba cómo los demás abandonaban al Señor Jesús, no se impuso restricciones, aún mantenía su lealtad a Él y lo seguía hasta el final.
Dios dice: “Pedro siguió a Jesús durante un número de años, y vio en Él muchas cosas que las personas no tienen. [...] Cada movimiento de Jesús actuaba como un ejemplo para él en su vida, y Sus sermones se grabaron particularmente en su corazón. Era muy considerado con Jesús, era fiel a Él, y nunca tuvo quejas de Él. Por esta razón, se convirtió en el compañero fiel de Jesús adondequiera que Él iba. Pedro observaba las enseñanzas de Jesús, Sus amables palabras, y lo que Él comía, vestía, Su vida diaria y Sus viajes. Seguía el ejemplo de Jesús de todas las maneras. No era un santurrón, sino que desechó todas sus cosas obsoletas anteriores, y siguió el ejemplo de Jesús en palabra y hecho. Fue entonces cuando sintió que los cielos, la tierra y todas las cosas estaban en las manos del Todopoderoso, y por ello no hizo su propia elección, sino que absorbió a todo lo que Jesús era para que actuara como su ejemplo”.
“Tras un periodo de experiencia, Pedro vio en Jesús muchas de las obras de Dios, vio la hermosura de Dios y vio mucho del ser de Dios en Jesús. Por consiguiente, también vio que las palabras de Jesús no podían ser palabras de hombre, y que la obra que Él hizo no podría haberla realizado un hombre. En las palabras y los hechos de Jesús, Pedro vio además gran parte de la visión de Dios y mucha obra divina. Durante sus experiencias, no llegó simplemente a conocerse a sí mismo, sino que también se centró en observar las acciones de Jesús, de las que descubrió muchas cosas nuevas; es decir, que eran muchas expresiones del Dios práctico en la obra que Él hizo por medio de Jesús, y que las palabras y los actos de este, las formas en que pastoreó a las iglesias y la obra que realizó diferían de los de un hombre corriente. Así, de Jesús aprendió muchas lecciones que se suponía que debía de aprender y para cuando Jesús estaba a punto de ser clavado en la cruz, había obtenido algún conocimiento de Él, un conocimiento que fue la base de su lealtad de por vida a Él, y de su crucifixión boca abajo por amor a Él”.
Extracto de “La Palabra manifestada en carne”
A partir de las palabras de Dios, podemos ver que Pedro estaba ansioso por conocer al Señor Jesús. En el tiempo en que lo siguió, él prestó atención a cada palabra lo que dijo y Su acción, como resultado, acabó conociendo en el Señor Jesús la esencia de Dios. Por ejemplo, las palabras que expresaba eran la verdad, poseían la autoridad y poder, podían ofrecer las necesidades del espíritu del hombre; nadie podía exhibir milagros ni mostrar la autoridad y la omnipotencia de Dios al igual que el Señor Jesús; El Señor Jesús salvó y mostraba misericordia a los pecadores, perdonaba todos pecados del hombre trayéndolo abundantes gracias. Pedro vio que el carácter santo y justo de Dios no permitía ser ofendido a través de los reproches del Señor Jesús a los fariseos; El dolor físico y dificultades que soportaba el Señor mientras realizaba Su obra, e incluso sacrificó Su propia vida para cumplir la comisión de Dios también lo hicieron estar al corriente de la esencia obediente de Cristo a la voluntad del Padre celestial, etc. Todos estos permitieron que Pedro tuviera el verdadero y práctico conocimiento del Señor Jesús. Además, Pedro tenía muy presente lo que le dijo el Señor Jesús y a menudo lo meditaba, buscaba entender Su voluntad de él para que pudiera alcanzar requisitos de Dios hacia la humanidad. Tal como el Señor Jesús le preguntó tres veces: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?” (Juan 21:16). Pedro solía pensar en estas palabras, finalmente, se dio cuenta de que él sólo amaba a Dios el que estaba en el cielo, no a Cristo práctico de la tierra, que no tenía el idéntico amor a Dios. El amor verdadero a Dios significaba ser capaz de amar a Cristo de la tierra. Desde entonces oraba y procuraba con frecuencia estar al tanto sobre cómo amar al Señor Jesús. Al final, fue crucificado en la cruz por la causa de Dios, alcanzó el amor supremo a Dios y la obediencia hasta la muerte, y convirtiéndose en un hombre que amaba verdaderamente a Dios. Esta es la razón por la cual el Señor Jesús lo aprobó.
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