Las personas se obsesionan con cada movimiento mío, como si estuviera a punto de hacer caer los cielos y siempre están desconcertadas por Mis acciones, como si Mis obras fueran completamente insondables para ellas. Por consiguiente, siguen Mi ejemplo en todo lo que hacen, profundamente asustadas de que ofenderán al Cielo y serán lanzadas al “mundo de los mortales”. No trato de encontrar nada que pueda usar en contra de las personas, sino hacer de sus deficiencias el blanco de Mi obra. En este momento, están muy contentas y vienen para confiar en Mí. Cuando le doy al hombre, las personas me aman como aman sus propias vidas, pero cuando les pido cosas, me rehúyen. ¿Por qué es esto? ¿Ni siquiera pueden poner en práctica la “equidad y razonabilidad” del mundo del hombre? ¿Por qué hago tales demandas de las personas una y otra vez? ¿Realmente es el caso de que no tengo nada? Las personas me tratan como un mendigo. Cuando les pido cosas, sostienen en alto sus “sobras” ante Mí para que Yo los “disfrute” y hasta dicen que me están cuidando de manera especial. Miro sus horribles rostros y rarezas y una vez más me aparto del hombre. Bajo tales circunstancias, las personas siguen sin comprender y, una vez más, vuelven a tomar las cosas que les he negado, esperando Mi regreso. He gastado mucho tiempo y pagado un gran precio por el bien del hombre, pero en este momento, por una razón desconocida, las conciencias de las personas siempre permanecen incapaces de cumplir su función original. Como resultado, enumero sus persistentes dudas entre las “palabras de misterio”, para que sirvan como “referencia” para futuras generaciones, porque estos son los “resultados de la investigación científica” nacidos del “duro trabajo” de las personas; ¿cómo podría eliminarlas como si nada? ¿No sería esto “decepcionar” las buenas intenciones de las personas? Porque Yo sí tengo, después de todo, una conciencia, no me involucro con el hombre en actos astutos y manipuladores, ¿no son así Mis obras? ¿No es esto la “equidad y razonabilidad” de la que habla el hombre? Entre el hombre, he obrado incesantemente hasta el presente. Con la llegada de tiempos como hoy, las personas todavía no me conocen, todavía me tratan como a un extraño e, incluso, porque las he llevado a un “callejón sin salida”, se vuelven más odiosas hacia Mí. En este momento, el amor en sus corazones hace mucho tiempo que ha desaparecido sin dejar rastro. No estoy exagerando, mucho menos le estoy restando importancia al hombre. Puedo amar al hombre por la eternidad y también lo puedo odiar por la eternidad, y esto nunca cambiará porque tengo perseverancia. Pero el hombre no posee esta perseverancia, siempre es tibio hacia Mí, siempre me presta sólo un poco de atención cuando abro Mi boca, y cuando cierro Mi boca y no digo nada, pronto se pierde entre las ondas del gran mundo. Por lo tanto, resumo esto en otro aforismo: Las personas carecen de perseverancia y, por consiguiente, son incapaces de satisfacer Mi corazón.