Por Xieli, Estados Unidos
Vine a Estados Unidos a trabajar muy duro en busca de una vida feliz con un nivel de vida alto. Aunque en los primeros años sufrí mucho, con el tiempo pude comenzar mi propia compañía, tener mi propio auto, mi propia casa, etcétera. Finalmente estaba viviendo la vida “feliz” que había soñado. En este periodo, hice varios amigos; en nuestro tiempo libre salíamos a comer, a beber y a divertirnos. Nos llevábamos muy bien y pensé que había encontrado a un buen grupo de personas, pero luego me di cuenta de que solo eran amigos de juerga que no tenían nada substancial que decir y cuando yo estaba preocupado o deprimido no podía compartir mis problemas con ninguno de ellos. Y, no solo eso, sino que planearon estafarme: uno de ellos me mintió acerca de que su madre, que se encontraba en China, estaba sumamente enferma y, cuando le presté algo de dinero, desapareció sin dejar rastro. Otro, que era de mi ciudad natal, dijo un montón de mentiras acerca de que necesitaba financiamiento para un proyecto y me sacó dinero con engaños. E, incluso, la persona más querida y cercana para mí, mi novia, me traicionó y me sacó una suma grande de dinero que me había costado sangre, sudor y lágrimas reunir. La crueldad de estas personas y la indiferencia de la sociedad me dejaron deprimido y desanimado. Durante un tiempo, perdí la confianza para seguir viviendo; había un vacío en mi corazón y me sentía apesadumbrado e impotente. Después de eso, recurrí a menudo a la comida, la bebida y la diversión para llenar el vacío que había en mi interior, pero yo sabía que estos placeres físicos temporales no podían resolver, en absoluto, mi sufrimiento espiritual.