Ahora el Evangelio del reino se está extendiendo a todos los países y en todas direcciones, y más adelante la Iglesia de Dios Todopoderoso estará en todos los países. La Iglesia de Dios Todopoderoso se extenderá más y más rápido, y cuando este Evangelio del reino se haya extendido ampliamente a lo largo y ancho de la tierra, habrá llegado el fin del mundo. Cuando la Iglesia de Dios Todopoderoso se haya establecido en todos los países, acontecerá la gran calamidad y Dios empezará a demoler todos los países satánicos del mundo. Al final, el Reino de Cristo aparecerá en la tierra y esa es la venida del Reino Milenario, la realización del Reino Milenario. ¿Cómo nos habló Dios de esto en Sus decretos administrativos proclamados a todo el universo? “Mi fuego ardiente abatirá a todos los que adoran a Satanás ‒es decir que, excepto los que están ahora dentro de la corriente, el resto quedará reducido a cenizas”. ¡Todo el mundo quedará reducido a cenizas! ¿Sabéis lo que significa quedar reducido a cenizas? Algunas personas dicen que todo el mundo va a morir y eso es cierto (todo el mundo va a morir), pero incluso en la muerte no serán destruidos, sino que también serán reducidos a cenizas. Cuando decís que quedarán reducidos a cenizas, quiere decir que todos arderán hasta quedar convertidos en cenizas. Algunas personas preguntan si estas palabras son verdaderas o falsas. Aclaraos la vista y esperad a ver, pues con el tiempo lo sabréis. Aquí hay personas que todavía condenan salvajemente a Dios, que juzgan a Dios con arrogancia, lo que puede llamarse “no llorar hasta que veis el ataúd”. ¡Esta gente está cavando su propia tumba! ¿Sabéis a qué se le llama “cavar su propia tumba”? Si no lo hacéis, es posible que tengáis muchos más días de vida, y después de haber terminado, una vez que hayáis terminado esta mala acción, no habrá nadie que pueda venir a salvaros. Ya habréis sido condenados y vuestra muerte ya se habrá hecho realidad. Dios dice: “¡Quien quiera que se resista, morirá!”. Estas palabras se han cumplido y a eso se le llama cavar vuestra propia tumba. ¿Entendéis? Decidme, ¿puede recuperarse de nuevo el agua que se ha derramado? Si las personas pronuncian palabras de condena contra Dios, ¿pueden retirarlas? No pueden retirarlas. Una vez que han pronunciado las palabras, las personas ya están condenadas y, una vez condenadas, su muerte ya se habrá hecho realidad. Algunas personas dicen: “Cuando terminó de pronunciar esas palabras, él no murió; sigue vigorosamente vivo”. Entonces, decidme: cuando se corta la rama de un árbol de un hachazo, ¿se marchitan sus hojas de inmediato? Las hojas siguen estando en la rama, pero esa rama ya está muerta en el momento en que se corta. Se ha separado de su fuente, por lo que puede decirse que es una rama muerta. Aunque en el exterior sus hojas sigan verdes, una rama muerta sigue estando muerta porque una vez que se ha cortado ya no se puede volver a unirla al árbol. Esto quiere decir que en cuanto una persona pronuncia palabras de condena contra Dios de su propia boca, ya ha sido condenada y la conclusión ineludible de esta condena es la muerte. Podéis ver cómo el mundo religioso sigue condenando a Dios y, ¿qué están haciendo con ello estas personas? Están cavando sus propias tumbas. Ya han sido condenadas y se ha terminado. ¿Siguen siendo hermanos y hermanas? No lo son. Son cadáveres eternos, acabados.
Algunas personas se preguntan: “¿Por qué creo a medias y dudo a medias?”. Cuando no conocéis a Dios, creéis a medias y dudáis a medias. Algún día, cuando conozcáis a Dios, entenderéis esta cuestión y en ese momento creeréis verdaderamente. Vosotros os preguntáis: ¿Qué es creer en Dios con sinceridad? ¿Es fácil explicarlo o no? Algunas personas dicen: “Yo reconozco a Dios, lo reconozco a Él absolutamente, de modo que creo verdaderamente”. No es sostenible decir esto. ¿Por qué puede decirse que es insostenible? Cuando reconocéis la existencia de Dios, reconocéis que el cielo, la tierra y todo lo que hay en ella es creado por Dios, y pensáis que creéis en Dios con sinceridad. Yo os pregunto, ¿creéis que el carácter de Dios es justo? Puesto que creéis que Dios es justo, ¿por qué hay tanta gente buena que cree en el Señor y que muere? ¿Comprendéis esto? ¿Os atrevéis a decir que no tenéis ninguna concepción al respecto? Cuando el gran desastre acontezca súbitamente , independientemente de si la gente del mundo es buena, poderosa o de gran prestigio, todos morirán a la misma vez. Partiendo de esta cuestión, ¿creéis que Dios es justo? ¿Cómo conocéis la justicia de Dios? ¿Conocéis a Dios o no? Si muriera una mala persona que conocéis, exclamaríais: “¡Dios es justo, muy justo! Era una persona malvada, así que ha recibido su castigo. Mirad, ha recibido su retribución. Dios es justo”. Si de pronto también murieran vuestra madre y vuestro padre que no creen, ¿diríais estas mismas palabras? Es posible que dijerais: “Bueno, mi madre y mi padre eran malas personas y también debían morir. Dios ha impartido retribución y es justo”. ¿Podéis decir esto? Si vuestros padres os impidieran realmente creer en Dios, diríais: “Dios ha impartido retribución. Ellos me han impedido creer en Dios durante mucho tiempo, son verdaderos demonios. Los demonios han recibido su retribución”. Eso está bien. Si tu madre y tu padre también fueran personas que creen en Dios, puede que también mueran de repente. ¿Qué os parecería esto? ¿Sería fácil dar testimonio? Todo el que diga que sería fácil dar testimonio simplemente está fanfarroneando. No son más que bravatas. ¿Qué necesita uno para eso? Uno debe saber que el carácter de Dios es la justicia. ¿Es conocer realmente a Dios tan sencillo como imagináis? Cuando os suceden estas cuestiones, os revelan qué clase de persona sois. Dios dice: “En todo el universo, todo, sin excepción, es decidido por Mí. ¿Acaso hay algo que no esté en mi mano?”. ¿Cómo entendéis estas palabras? En todas las cuestiones, Dios tiene la última palabra. Dios tiene la última palabra en las elecciones de EE. UU. Cuando dos países entran en guerra, Dios tiene la última palabra sobre la victoria o la derrota. Dios lo dispone todo y solo Él conoce la conclusión final. Dios tiene la última palabra sobre si hay guerra o no, así como si se produce una epidemia. Dios tiene la última palabra en todas estas cuestiones y en todo lo que ocurre en el universo. ¿Lo creéis? Algunos dicen que lo creen. En vuestras palabras, lo creéis, pero ¿tendréis sabiduría cuando sucedan estas cosas? ¿Seréis capaces de dar testimonio? Creer y ser capaz de dar testimonio son dos cosas distintas. Cuando creéis en Dios, reconocéis que Dios es el Soberano, que es el verdadero Dios y que de verdad hay un Dios, rotundamente. Esto es algo real, pero ¿podéis tener fe en que el carácter de Dios es la justicia? ¿Podéis tener fe en que toda palabra de Dios se cumplirá en sus tiempos señalados? ¿Podéis tener fe en que la palabra de Dios lo alcanzará todo? En esto os falta fe; por tanto, ¿puede estar a la altura de los estándares de Dios? ¿Cómo se considera vuestra fe? ¿Se considera como una fe verdadera? No cumple con los estándares.
Al empezar la obra de los últimos días, Dios utilizó los ejemplos de Pedro y Job. Las personas que creen en el Señor y leen la Biblia conocen el ejemplo de Pedro y el de Job, pero ¿por qué utiliza Dios estos dos ejemplos? ¿Qué preguntas pretende responder el uso de estos dos ejemplos? ¿Qué exigencias tiene Dios con la gente? Quienes buscan la verdad deberían ser capaces de entender un poco de esto. Las personas que no buscan la verdad solo serán capaces de proporcionar un par de doctrinas, pero no de entenderlas. ¿Cómo era la fe de Job? ¿Qué nivel había alcanzado? ¿Por qué elogió Dios a Job por su fe? Pedro experimentó la obra de Dios y fue perfeccionado; ¿y qué resultados consiguió? ¿Cuál fue el testimonio que Pedro dio al final? Este fue someterse hasta la muerte; amar a Dios hasta el extremo de estar dispuesto a ser crucificado cabeza abajo. Esta forma de dar testimonio es una forma de amor a Dios; es dar testimonio de obediencia hasta la muerte. Las personas ven y entienden esto; que Dios alabó a Pedro por ser el que mejor conocía a Dios de entre los santos de todas las generaciones. La obra de Dios en los últimos días tiene el objetivo de perfeccionar al hombre. Pero, ¿perfeccionar al hombre para alcanzar qué resultado? Dar el testimonio de Pedro. ¿Acaso no ha sido perfeccionado el pueblo de Dios? Como mínimo, debéis estar equipados con la fe de Job para cumplir con los estándares. Si no tenéis la fe de Job, no penséis que podréis pasar la prueba ni penséis que podréis seguir entrando en el reino de Dios. Los decretos administrativos de Dios son severos, y nadie puede entrar dando un rodeo. Independientemente de la riqueza que gastéis, no servirá de nada. Al aceptar con honestidad el juicio y el castigo frente al trono de Cristo conseguiréis ser limpiados y ser capaces de someteros a Dios hasta la muerte. Este es el único camino por el que entrar en el reino de los cielos. ¿Lo entendéis?
Algunas personas dicen: “No estoy dispuesto a sufrir el juicio ni el castigo”. “¿Por qué?”. “Porque es muy doloroso, y estoy preocupado y sufriendo en mi corazón”. Si no podéis aceptar ese sufrimiento, ¿podéis alcanzar la felicidad? Si no aceptáis el juicio ni el castigo ante el trono de Cristo, debéis soportar el sufrimiento de descender a los infiernos y disfrutar del tormento eterno del infierno. Por eso, la Biblia dice: “Porque esta pequeña aflicción, que es momentánea, obra en nosotros un peso de gloria que sobrepasa todo y que es eterno” (2 Corintios 4:17). Esto se refiere al sufrimiento final frente al trono de Cristo. Si sois capaces de soportar este sufrimiento por completo, conseguiréis ser limpiados. Alcanzaréis la verdad y conoceréis el carácter de Dios, y os convertiréis en una persona como Job que teme a Dios y se aparta del mal. Formaréis parte del pueblo del reino; esta es la fe con la que debe estar equipado el pueblo del reino celestial. ¿Entendéis? ¿De qué manera destacaba la fe de Job? Algunas personas afirman que es bastante sencillo. La fe de Job consiste en que él creía que toda la riqueza que había obtenido y que todo lo que poseía se lo había otorgado Dios. Tenía la clara convicción de que todo esto le había sido entregado por Dios, ¡podéis estar seguros! Si alguien le decía: “Job, ¿de dónde procede todo esto que posees? Eres muy capaz y tienes grandes aptitudes. ¡Ciertamente sabes cómo hacer negocios y realmente tienes cabeza para el comercio!”. Job le respondía: “¡Incorrecto! No es eso. Todo lo otorga Dios. Hay muchas personas con buenas cabezas, así que, ¿por qué no lo han conseguido?”. Si Dios no os lo ha dado, aunque seáis inteligentes, no sirve para nada. Si Dios quiere dároslo, aunque seáis torpes y estúpidos, lo conseguiréis. Este es vuestro destino, el “destino” del que hablan los gentiles. ¿Es posible que Job solo tuviera mucha fe? Después de todo, ¿dónde residía la fe de Job? Él reconocía que todo lo que poseía lo había otorgado Dios y no tenía la más mínima duda. ¿Basta únicamente con entender la fe de Job hasta este punto? ¿Qué más hay? “El que quita también es Jehová, también es Dios”. Es difícil aceptar esto y la gente corriente no puede aceptarlo. Job dijo: “El que quita no lo hace como un robo. Todo esto ha sido permitido por Dios y uno no puede quejarse de que sea un robo”. Algunas personas dicen: “Persíguelo, ¡recupéralo de nuevo!”. “No es así. No persigáis lo que Dios os quita. Es inútil. ¡Someteos a Dios!”. ¿Es esto fe verdadera? La gente corriente no posee una fe así. Si me sucediera algo así, tendría que reflexionar sobre ello. “¿Cuántos bandidos han venido?”. “Veinte”. “¡Reúne a treinta hombres para ir a arrebatárselo! Coged nuestras armas e id a recuperarlo. ¿Puedo permitir que huyan con las cosas que yo me he ganado?”. Sin embargo, Job no actuó de esta manera; conocía a mucha gente y era de una familia rica del oeste, y también tenía cierto poder. Además, eran muchas las personas que se relacionaban con él y que querían tener negocios con él. Así que, ¿le habría sido fácil encontrar gente si hubiese querido hacerlo? Entonces, ¿por qué no actuó Job de esa manera? Job lo vio con claridad: “Todo esto fue arrebatado por Dios y no se trata de ningún robo. ¡Vosotros solo lo analizáis de manera externa y ciertamente no entendéis el espíritu! Esto es una cuestión del mundo espiritual y ha sido permitido por Dios; si no estuviera permitido por Dios, ¿se habrían atrevido a venir esos ladrones? ¿Por qué esto no ha ocurrido en todos estos años? Ha llegado un tiempo señalado por Dios y lo que tenga que suceder, sucederá. Esto es Dios que quita. ¡Someteos!”. Él habló de cómo había actuado Jehová y de cómo lo había tratado Jehová. Fijaos en esto: en todo caso, él reconoció que había sido Jehová quien había permitido que se viera despojado de sus bienes y que había sido Él quien se los había quitado. ¿No es esto fe verdadera? Esta fe en la segunda frase es algo que la gente corriente no puede entender. ¿Hay una tercera frase? ¿Cuál es la tercera frase? “bendito sea el nombre de Jehová” (Job 1:21). ¡No es fácil decir estas palabras! Otras personas dicen: “Reconoces que es Dios quien permitió que te vieras despojados de tus bienes, que es Jehová quien permitió que esos ladrones vinieran, te robaran y se llevaran todo lo que poseías, ¿y después de eso alabas el nombre de Dios? ¿Acaso no estás en buenas condiciones mentales?”. Dicen que Job estaba loco, que no pudo soportar el golpe cuando le aconteció todo esto, que perdió la cabeza y empezó a decir sinsentidos. ¿Es eso lo que ocurrió? Entonces, ¿cómo pudo decir esas palabras? ¿Creéis que estas palabras se escribieron acríticamente? ¿Os atrevéis a decir que estas palabras se dijeron como una hipérbole? Ahora, cuando las personas dan testimonio, es posible que exageren, pero en la historia de Job no había ninguna exageración. Las cosas documentadas en el Antiguo Testamento son todas muy ciertas. “bendito sea el nombre de Jehová”. ¿Qué conocimiento de Dios debe haber aquí para decir estas palabras? Pensadlo bien. ¿Por qué podía seguir alabando a Dios? ¿Pueden decir los estudiosos de la Biblia cuál es el significado interno o el origen de estas palabras? No. ¿Por qué? Por lo que respecta a estas dos frases de Job, nadie en las generaciones posteriores de santos fue capaz de comprenderlas, nadie pudo comprenderlas. Solo Dios sabe lo que ocurrió, así que en la historia de Job varios de esos buenos amigos suyos que dijeron todas esas palabras necias estaban juzgando a Job. ¿Eran personas que conocían a Dios? Solo eran expertas en palabras y doctrinas; solo eran teóricos verbales que solo analizaban las cosas exteriormente. Nadie entendía el corazón de Job. Por eso Job sintió una pena extrema en su corazón, sintió que ninguno de sus amigos lo entendían y que lo que decían no coincidía con su corazón. ¡Qué difícil fue soportarlo para él! Especialmente, cuando Job oyó a su mujer decir esas palabras rebeldes, fue muy duro y le provocó un gran dolor en su corazón. ¿Qué dijo su mujer? ¿Todavía mantienes tu integridad? Maldice a Dios y muérete (Job 2:9). Decidme, ¿qué clase de palabras son estas? Antes, la mujer de Job también creía en Dios; iba por el mismo camino que él y este se sintió sorprendido de que ella pudiera decir semejantes palabras. ¿Cuál era la esencia de las palabras que pronunció su mujer? Eran palabras que traicionaban a Dios. ¿Entendéis? Su significado es: “Si crees en Dios, este es el resultado. ¿Por qué sigues creyendo en este Dios? Maldice a Dios y muérete. Has creído en vano. Es mejor no creer en Dios”. Esto es lo que significan; son palabras de traición. ¡También son palabras que revelan quién era ella realmente después de pasar aquella prueba! ¿Qué dijo Job? “Tú hablas como habla una mujer tonta” (Job 2:10). Los necios no reconoce que Dios existe y estas palabras la describían a ella. “Mujer necia, tú no crees en Dios”.
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Dios Todopoderoso dice :"Hay un hecho al que nunca se hace referencia en las historias de Job en las Escrituras, y hoy nos centraremos en él. Aunque Job nunca había visto a Dios ni había oído Sus palabras con sus propios oídos, Él tenía un lugar en su corazón. ¿Y cuál era la actitud de Job hacia Dios? Era, como ya mencionamos anteriormente, “bendito sea el nombre de Jehová”. Bendecía el nombre de Dios de manera incondicional, sin reservas y sin razones. Vemos que le había entregado su corazón, permitiendo que Él lo controlara; todo lo que pensaba, lo que decidía, y lo que planeaba en su corazón estaba expuesto abiertamente para Dios y no cerrado a Él. Su corazón no se oponía a Él, y nunca le pidió que hiciera algo por él, que le concediera algo ni albergó deseos extravagantes de conseguir alguna cosa por su adoración a Dios. Job no habló de negocios con Dios, y no le pidió ni le exigió nada. Alababa Su nombre por el gran poder y autoridad de este en Su dominio de todas las cosas, y no dependía de si obtenía bendiciones o si el desastre lo golpeaba. Job creía que, independientemente de que Dios bendiga a las personas o acarree el desastre sobre ellas, Su poder y Su autoridad no cambiarán; y así, cualesquiera que sean las circunstancias de la persona, debería alabar el nombre de Dios. Que Dios bendiga al hombre se debe a Su soberanía, y también cuando el desastre cae sobre él. El poder y la autoridad divinos dominan y organizan todo lo del hombre; los caprichos de la fortuna del ser humano son la manifestación de estos, e independientemente del punto de vista que se tenga, se debería alabar el nombre de Dios. Esto es lo que Job experimentó y llegó a conocer durante los años de su vida. Todos sus pensamientos y sus actos llegaron a los oídos de Dios, y a Su presencia, y Él los consideró importantes. Dios estimaba este conocimiento de Job, y le valoraba a él por tener un corazón así, que siempre aguardaba el mandato de Dios, en todas partes, y cualesquiera que fueran el momento o el lugar aceptaba lo que le sobreviniera. Job no le ponía exigencias a Dios. Lo que se exigía a sí mismo era esperar, aceptar, afrontar, y obedecer todas las disposiciones que procedieran de Él; creía que esa era su obligación, y que era precisamente lo que Él quería. Nunca había visto a Dios ni le había oído hablar palabra alguna, emitir mandato alguno, comunicar una enseñanza o instruirlo sobre algo. En palabras actuales, que fuera capaz de poseer semejante conocimiento de Dios y una actitud así hacia Él, aun cuando Él no le había facilitado esclarecimiento, dirección ni provisión respecto a la verdad, era algo valioso; que demostrara estas cosas bastaba para Dios, que elogió y apreció su testimonio. Job nunca le había visto ni oído pronunciar personalmente ninguna enseñanza para él, pero para Dios su corazón y él mismo eran mucho más preciados que esas personas que, delante de Él, sólo podían hablar de profundas teorías, jactarse, y departir sobre ofrecer sacrificios, pero nunca habían tenido un conocimiento verdadero de Dios ni le habían temido en realidad. Y es que el corazón de Job era puro, no estaba escondido de Dios, su humanidad era honesta y bondadosa, y amaba la justicia y lo que era positivo. Sólo un hombre así, con un corazón y una humanidad semejante era capaz de seguir el camino de Dios, de temerle y apartarse del mal. Este tipo de hombre podía ver la soberanía, la autoridad y el poder de Dios, a la vez que tenía la capacidad de lograr la obediencia a Su soberanía y a Sus disposiciones. Sólo un hombre así podía alabar realmente el nombre de Dios, porque no consideraba si Él lo bendecía o traía el desastre sobre él, porque sabía que Su mano lo controla todo, y la preocupación del hombre es señal de necedad, ignorancia e insensatez, de dudas hacia la realidad de la soberanía de Dios sobre todas las cosas, y de no temerle. El conocimiento de Job era precisamente lo que Dios quería. ¿Acaso tenía Job un mayor conocimiento teórico de Dios que vosotros? La obra y las declaraciones divinas en aquella época eran muy pocas, y no resultaba fácil adquirir el conocimiento de Dios. Ese logro de Job no era una nimiedad. Él no había experimentado la obra de Dios ni le había oído hablar, ni había visto Su rostro. Que fuera capaz de tener esa actitud hacia Él era la consecuencia de su humanidad y su búsqueda personal, que las personas no poseen hoy. De ahí que, en aquel tiempo, Dios declaró: “no hay ningún otro como él en la tierra, un hombre perfecto y recto”. Él ya había efectuado esa valoración de Job y había llegado a esa conclusión. ¿Cuánto más cierta sería hoy?" De "Declaraciones de Cristo de los últimos días (Selecciones)"
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