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Pregunta 2: ¿Cuál es la diferencia entre la obra de Dios y el trabajo realizado por el hombre? ¿Y cuál es la diferencia esencial que existe entre el Dios encarnado y la gente utilizada por Dios?

 Respuesta: Es una pregunta importante. Él hombre debe conocer la obra de Dios y Su esencia si quiere conocer a Dios mismo. Si somos incapaces de distinguir la obra de Dios del trabajo del hombre, y si no vemos la diferencia entre el hombre utilizado por Dios y Dios encarnado, seremos muy proclives a considerar al hombre que admiramos como el hombre que es utilizado por Dios, y a considerar el trabajo del hombre como la obra hecha por Dios. Nosotros seguimos al hombre, pero creemos que estamos siguiendo a Dios. Al mismo tiempo, no nos damos cuenta de que nos estamos alejando de Él, de El y ofendemos a su carácter. Durante más de dos mil años nadie pudo ver claramente la diferencia entre la obra y la esencia de Dios encarnado y el hombre que Dios utilizó. Cuando los últimos días lleguen, Dios Todopoderoso vendrá a explicarlo. Vamos a leer algo de la palabra de Dios sobre a la diferencia entre la obra hecha por Dios encarnado y la del hombre utilizado por Dios.

Dios Todopoderoso dice: “La obra de Dios mismo involucra la obra de toda la humanidad y también representa la obra de toda la era, lo que significa que la propia obra de Dios representa toda la dinámica y la tendencia de la obra del Espíritu Santo, mientras que la obra de los apóstoles viene después de la propia obra de Dios y la continúa, y no lidera la era ni tampoco representa las tendencias de la obra del Espíritu Santo en una era completa. Ellos solo hacen la obra que el hombre debe hacer, que nada tiene que ver con la obra de gestión. La obra que hace Dios mismo es un proyecto dentro de la obra de gestión. La obra del hombre es solo el deber que cumplen las personas que están siendo usadas y no tiene relación con la obra de gestión” (‘La obra de Dios y la obra del hombre’ en “La Palabra manifestada en carne”).

La obra de Dios encarnado da inicio a una nueva era y los que continúan Su obra son los que Él usa. Toda la obra hecha por el hombre está dentro del ministerio de Dios en la carne y no puede ir más allá de esta esfera. Si Dios encarnado no hubiese venido a hacer Su obra, el hombre no sería capaz de dar fin a la era antigua y no sería capaz de dar inicio a la nueva era” (‘La humanidad corrupta necesita más que nadie la salvación del Dios encarnado’ en “La Palabra manifestada en carne”).

El Dios encarnado es esencialmente diferente de las personas usadas por Dios. El Dios encarnado puede hacer la obra de la divinidad, mientras que las personas usadas por Dios no pueden. Al principio de cada era, el Espíritu de Dios habla personalmente e inicia la nueva era para llevar al hombre a un nuevo comienzo. Cuando Él ha terminado de hablar, esto significa que la obra de Dios dentro de Su divinidad está completa. A partir de entonces, todas las personas siguen la guía de aquellos usados por Dios para entrar en su experiencia de vida” (‘La diferencia esencial entre el Dios encarnado y las personas usadas por Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”).

Todo lo que Dios expresa es lo que Él mismo es, y esto está fuera del alcance del hombre; es decir, está fuera del alcance de su pensamiento. Él expresa Su obra de liderar a toda la humanidad, y esto no tiene relación con los detalles de la experiencia humana, pero sí tiene que ver con Su propia gestión. Lo que el hombre expresa es su experiencia, mientras que Dios expresa Su ser, que es Su carácter inherente fuera del alcance del hombre. La experiencia del hombre es su perspectiva y el conocimiento que adquiere basándose en la expresión que Dios hace de Su ser. Tal perspectiva y conocimiento se llaman el ser del hombre, y la base de su expresión es el carácter inherente del hombre y su calibre; por este motivo también se le llama el ser del hombre. […] Las palabras que habló Dios encarnado son expresión directa del Espíritu, y expresan la obra que ha hecho el Espíritu, que la carne no ha experimentado ni visto, pero aun así expresa Su ser, porque la esencia de la carne es el Espíritu, y Él expresa la obra del Espíritu” (‘La obra de Dios y la obra del hombre’ en “La Palabra manifestada en carne”).

La obra de las personas que son utilizadas también es la obra del Espíritu Santo. Aun así, la obra de Dios es la expresión completa del Espíritu Santo, que es absolutamente verdadera, mientras que la obra de las personas que están siendo usadas se mezcla con muchas cosas humanas y no es expresión directa del Espíritu Santo, mucho menos Su expresión completa” (‘La obra de Dios y la obra del hombre’ en “La Palabra manifestada en carne”).

La obra del hombre representa su experiencia y su humanidad. Lo que el hombre ofrece y la obra que hace lo representan a él. La perspectiva del hombre, el razonamiento del hombre, su lógica y su rica imaginación, todo se incluye en su obra. En particular, la experiencia del hombre puede representar su obra, y las experiencias de una persona se convierten en los componentes de su obra. La obra del hombre puede expresar su experiencia” (‘La obra de Dios y la obra del hombre’ en “La Palabra manifestada en carne”).

La obra que hace Dios no es representativa de la experiencia de Su carne; la obra que el hombre hace es representativa de la experiencia del hombre. Todos hablan de su experiencia personal. Dios puede expresar directamente la verdad mientras que el hombre sólo puede expresar la experiencia que corresponde a haber experimentado de la verdad. La obra de Dios no tiene reglas y no está limitada por el tiempo o los límites geográficos. Puede expresar lo que Él es en cualquier momento, en cualquier lugar. Obra como le place. La obra del hombre tiene condiciones y contexto; sin ello, sería incapaz de obrar y es incapaz de expresar su conocimiento de Dios o su experiencia de la verdad. Solo tienes que comparar las diferencias que hay entre ellas para saber si es la propia obra de Dios o la obra del hombre” (‘La obra de Dios y la obra del hombre’ en “La Palabra manifestada en carne”).

A partir de estas palabras, entendemos que tanto la obra de Dios encarnado como el trabajo de la gente utilizada por Dios son aparentemente el trabajo y la palabra del hombre, pero que sigue habiendo diferencias sustanciales en su trabajo. En apariencia, el Dios encarnado es un hombre normal y ordinario, pero Él es la carne que lleva el Espíritu de Dios y Su esencia es divina, por lo que Él puede expresar directamente la verdad y expresar el carácter justo de Dios y lo que Dios tiene y es. Él puede revelar el misterio del plan de gestión de Dios, iniciar una nueva era y finalizar la vieja era. Toda la humanidad está avanzando con la obra que Dios realiza. Con la obra de Dios viene una nueva era y la vieja finaliza, y toda la humanidad avanza hacia esa nueva era. Esto es prueba suficiente de que la obra de Dios encarnado guía la era entera para avanzar. Sin embargo, el trabajo del hombre no puede iniciar una nueva era ni terminar la vieja. Además, otra diferencia sustancial es que la obra de Dios encarnado y Su palabra son expresiones de divinidad, que no se mezclan con el pensamiento, la lógica y el razonamiento humanos. Este es el significado original del Espíritu de Dios, que no está mezclado con la voluntad humana. Las palabras que Dios encarnado ha expresado son la verdad, con poder y autoridad, de modo que puedan ser la vida del hombre y cambiar su carácter. Pueden purificarle, perfeccionarle y salvarle. Finalmente, el hombre puede ser llevado a buen destino. Las personas utilizadas por Dios, sin embargo, son humanas y no Dios encarnado, por lo que no pueden iniciar una nueva era ni terminar una vieja, ni pueden conducir al hombre en la dirección de una nueva era. Su trabajo no está relacionado con la gestión de Dios. En cambio, colaboran con la humanidad según la obra de Dios y compartir su experiencia. Esta experiencia y el conocimiento representan lo que el hombre tiene y es, con la fantasía, la lógica, el razonamiento con la fantasía, la lógica, el razonamiento, las lecciones del hombre, etc. Aunque la mayoría concuerdan con la verdad y puede suminstrar y apoyar al hombre. no son la verdad y no pueden ser la vida del hombre. Solo si el trabajo del hombre colabora con la obra de Dios puede dar como resultado la purificación, la salvación y el perfeccionamiento del hombre. Esta es la diferencia entre la obra de Dios encarnado y la del hombre que es utilizado por Dios.

Esto tendrá sentido cuando nos fijemos en la obra de Dios y en la del hombre. Cuando el Señor Jesús vino a hacer Su obra, Él dijo que el reino de los cielos estaba cerca y el hombre debía arrepentirse. Él hizo una etapa de la obra para redimirnos cuando inició la Era de la Gracia y finalizó la Era de la Ley. Así pues, la nueva era del hombre comenzó con la Era de la Gracia. Él Señor Jesús expresó Su carácter de misericordia y amor para que el hombre pudiera ser redimido a través de la ofrenda por el pecado. Entonces el hombre ya no era maldito ni estaba condenado, sino que era apto para venir ante Dios a orar y clamar ante Él, y para disfrutar de la verdad y la gracia concedidas a él por Dios. Cuando Jesús terminó Su obra y ascendió al cielo, Sus apóstoles continuaron la labor de suministrar y servir al hombre según la obra y las palabras de Jesús. Compatieron su experiencia y conocimiento de la palabra de Dios con el fin de guiara los elegidos a practicar la palabra del Señor y difundir Su salvación; fundaron iglesias y servieron a los creyentes. Colaboraron con la obra de Dios según la palabra del Señor Jesús. Hicieron lo que Él les había enseñado, que era cumplir con el deber del hombre. Las cartas que escribieron y lo que decían nos relataron sus conocimientos y experiencias acerca de la palabra y la obra del Señor Jesús. Sin duda estaban en consonancia con la verdad y “sin embargo” todavía no eran consideradas como la obra y a la palabra del Señor. Cristo de los últimos días, Dios Todopoderoso, llega para comenzar la Era del Reino y terminar la Era de la Gracia. La Era del Reino comienza con la obra de Dios Todopoderoso “como sabemos”. Dios Todopoderoso ha llevado a cabo la obra del inicio del juicio por la casa de Dios. Él ha revelado todos los misterios del plan de gestión de Dios a seis mil años, ha expresado toda la verdad de la purificación y la salvación de la humanidad, ha revelado Su esencia sagrada y justa a la humanidad, así como Su majestad, Su ira y Su carácter que no admite ofensa, con el fin de liberar al hombre de su carácter pervertido y de la influencia de Satanás y acabar llevando al hombre a su hermoso destino. La obra de Dios Todopoderoso culmina el plan de gestión de Dios y finalizará por completo la vieja era. Toda Su palabra se cumplirá y verificará y, al final, toda la humanidad reconocerá que Dios Todopoderoso es el único Dios verdadero y verá cómo se cumple la palabra de Dios Todopoderoso y finaliza a la vieja era. Después de que Dios Todopoderoso haya hecho un grupo de vencedores, caerán todo tipo de desastres, y la humanidad pasará por desastres y adversidades y, entonces, Dios descenderá del cielo en una nube y se aparecerá a la gente de todas las naciones. Esto es suficiente para demostrar que la obra de Dios Todopoderoso en los últimos días es comenzar y terminar una era. El trabajo del hombre utilizado por Dios se basa en tanto en la obra como en la palabra de Dios Todopoderoso, para que Él pueda compartir Su conocimiento de ellos y, de esta manera, pueda pastorear al pueblo escogido de Dios, guiarlo a través de la búsqueda de la verdad, y adentrarle en la realidad de la palabra de Dios. Él puede llevarlos a testimoniar públicamente el evangelio de la venida del reino. ante todo el mundo y toda la humanidad. Él hombre utilizado por Dios sólo colabora con la obra de Dios y cumple con su deber según la obra de Dios. Así es cómo la obra de Dios encarnado se diferencia fundamentalmente del trabajo del hombre utilizado por Dios. Cada uno de ellos tiene una esencia específica que lo determina.

La diferencia entre el trabajo del hombre utilizado por Dios y la obra de Dios encarnado. Creo que todos lo tenemos claro. Además, hay otra diferencia entre ellos, la diferencia esencial entre Dios encarnado y el hombre utilizado por Dios. Vamos a leer la palabra de Dios Todopoderoso y veamos qué podemos aprender acerca de los dos.

El Dios encarnado se llama Cristo y Cristo es la carne vestida con el Espíritu de Dios. Esta carne es diferente a cualquier hombre que es de la carne. La diferencia es porque Cristo no es de carne y hueso; Él es la personificación del Espíritu. Tiene tanto una humanidad normal como una divinidad completa. Su divinidad no la posee ningún hombre. Su humanidad normal sustenta todas Sus actividades normales en la carne, mientras que Su divinidad lleva a cabo la obra de Dios mismo” (‘La esencia de Cristo es la obediencia a la voluntad del Padre celestial’ en “La Palabra manifestada en carne”).

Al ser un hombre con la esencia de Dios, Él está por encima de todos los humanos creados y de cualquier hombre que pueda desarrollar la obra de Dios. Por tanto, entre todos los que tienen un caparazón humano como el suyo, entre todos los que poseen humanidad, solo Él es el Dios mismo encarnado, todos los demás son humanos creados. Aunque todos poseen humanidad, los humanos creados no tienen más que humanidad, mientras que Dios encarnado es diferente. En Su carne, no sólo tiene humanidad sino que, más importante aún, también tiene divinidad” (‘La esencia de la carne habitada por Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”).

La divinidad de Cristo está por encima de todos los hombres; por lo tanto, Él es la autoridad suprema de todos los seres creados. Esta autoridad es Su divinidad, es decir, el carácter y el ser de Dios mismo, que determina Su identidad” (‘La esencia de Cristo es la obediencia a la voluntad del Padre celestial’ en “La Palabra manifestada en carne”).

Como Dios es santo y puro, y real y verdadero, Su carne procede del Espíritu. Esto es definitivo e incontrovertible. No sólo ser capaz de dar testimonio de Dios mismo, sino también ser capaz de dedicarse por completo a hacer la voluntad de Dios: esto representa un aspecto de la esencia de Dios. Que la carne proceda del Espíritu con una imagen significa que la carne con la que el Espíritu se viste es, esencialmente, diferente a la carne de los seres humanos, y esta diferencia radica, principalmente, en su espíritu” (‘Capítulo 9’ de Interpretaciones de los misterios de las palabras de Dios al universo entero en “La Palabra manifestada en carne”).

Aquel que es Dios encarnado poseerá la esencia de Dios, y Aquel que es Dios encarnado tendrá la expresión de Dios. Puesto que Dios se hace carne, manifestará la obra que pretende llevar a cabo y puesto que se hace carne expresará lo que Él es; será, asimismo, capaz de traer la verdad al hombre, de concederle la vida y de señalarle el camino. La carne que no contiene la esencia de Dios definitivamente no es el Dios encarnado; de esto no hay duda. […]

[…] A final de cuentas, Dios es Dios, y el hombre es el hombre. Dios tiene la esencia de Dios y el hombre la del hombre” (‘Prefacio’ en “La Palabra manifestada en carne”).

Dios Todopoderoso ha dejado muy claro que Dios encarnado es el Espíritu de Dios hecho carne. Aunque Él tiene humanidad normal, Su esencia es la divinidad. No obstante, la esencia del hombre utilizado por Dios es humana. Eso es todo lo que es. No tiene ni un poquito de esencia divina. Que Cristo tenga esencia divina significa que lo que posee el Espíritu de Dios: Su carácter innato, Su justa y santa esencia, lo que Dios tiene y es, Su omnipotencia y Su sabiduría, así como Su autoridad y poder se materializan en la carne. Esta carne es la que tiene la esencia divina, es el Dios real que ha venido a la tierra para obrar y salvar a la humanidad. Porque Cristo tiene la esencia divina, Su estado emocional, Sus actitudes, puntos de vista y opiniones sobre distintas personas, hechos y cosas, y Sus pensamientos todos son la verdad y la expresión de Su carácter de vida junto con Su esencia sagrada. Cristo puede representar totalmente a Dios, puede expresar directamente la voz de Dios, Su carácter y lo que Él tiene y es a través de Su identidad. Él puede otorgar al hombre la verdad, el camino y la vida, y esto es inalcanzable para cualquier ser humano creado. Como Cristo tiene plena divinidad, Él puede expresar directamente la palabra de Dios en cualquier momento o lugar, en vez de transmitirla como los profetas que solo expresan unas pocas palabras de Dios cada tanto. Cristo sólo expresa la verdad y la obra de Dios en la nueva era. Él no habla sobre Su conocimiento y experiencia de las palabras de Dios. Porque Cristo tiene plena divinidad, Él puede expresar la verdad en cualquier momento y lugar para abastecer, regar, pastorear y conducir a toda la humanidad. Y como Cristo tiene plena divinidad, Él puede asumir la obra de Dios. Puede conducir a la humanidad y redimirla; puede conquistarla y salvarla y poner fin a toda la era anterior. Pero los hombres utilizados por Dios tienen esencia humana. No poseen ninguna divinidad, sólo humanidad, por lo que sólo pueden hacer el trabajo del hombre y cumplir con el deber del hombre. Aunque tienen el esclarecimiento, la iluminación, la obra y la perfección del Espíritu Santo, en el mejor de los casos sólo pueden ayudar en la obra de Dios y expresar su conocimiento y experiencia. Sus palabras podrían concordar con la verdad y beneficiar a los demás la mayor parte del tiempo, pero no son la verdad ni son equiparables con la palabra de Dios. Lo que hace Dios encarnado es iniciar y concluir una era. Él puede expresar directamente la verdad y conducir a toda la humanidad. Pero los hombres utilizados por Dios o los que tienen la obra del Espíritu Santo, en el mejor de los casos sólo están colaborando en la obra de Dios y cumpliendo con el deber del hombre. Lo que expresan es simplemente su propio conocimiento y experiencia de la palabra de Dios, y lo que dicen concuerda con la verdad. Independientemente de cuánto tiempo hayan trabajado para Dios y cuánto hayan hablado, ellos sólo comparten la experiencia y el conocimiento de la palabra de Dios. Solo exaltan y dan testimonio de Dios. Esta es la diferencia fundamental entre Dios encarnado y los hombres utilizados por Dios o aquellos que tienen la obra del Espíritu Santo.

Dios encarnado tiene la esencia divina. Entonces, Su palabra y Su obra no están contaminadas por los pensamientos, las nociones, la imaginación y la lógica del hombre, y Él expresa directamente todo lo que la divinidad tiene y es y el significado original del espíritu de Dios. Al igual que en la Era de la Gracia, el Señor Jesús reveló los misterios del reino de los cielos, trajo el camino del arrepentimiento y manifestó Su carácter de amor y misericordia, etcétera. Todo esto son las expresiones directas del Espíritu de Dios, son todas revelaciones naturales de Su carácter y todo lo que Él tiene y es. Todo esto está fuera del alcance del pensamiento humano. En los últimos días, Dios Todopoderoso expresa toda la verdad para purificar, salvar y perfeccionar al hombre. Él muestra el carácter santo y justo de Dios que no tolera ninguna ofensa, y revela todos los misterios de Su plan de gestión, como el misterio de Su encarnación, la diferencia entre la obra de Dios y del hombre, el propósito del plan de gestión de Dios, la realidad de las tres etapas de la obra de Dios, la fuente de la corrupción del hombre, cómo este debe liberarse del pecado para alcanzar la salvación de Dios, el futuro destino de la humanidad, etcétera. Todo lo que hace Dios Todopoderoso es la expresión directa de la divinidad y el significado original del Espíritu de Dios, lo que no puede imaginar la mente del hombre. La obra y la palabra de Dios encarnado y su carácter expreso son suficientes para demostrar que la esencia de Dios encarnado es la esencia divina y que Él no es otro que el propio Dios, el Único. Sin embargo, los hombres usados por Dios no pueden reemplazarlo para hacer Su obra divina, ni pueden expresar directamente el significado original de Su espíritu. Sólo pueden hacer la obra humana de cooperar sobre la base de la obra de Dios, compartir su conocimiento y experiencia, guiar al pueblo escogido de Dios para que entre en la realidad de la verdad de las palabras de Dios, dando testimonio y sirviéndole, como es el deber del hombre. Hacen la obra alcanzable por la mente del hombre, la obra que el hombre puede experimentar, la obra que es esencialmente lo que el hombre tiene y es. Como Dios encarnado y los hombres que Él utiliza son diferentes en esencia, la naturaleza de sus trabajos es completamente diferente. La diferencia fundamental entre los hombres utilizados por Dios y Dios encarnado es la diferencia misma entre Dios y el hombre. Uno tiene la esencia de Dios, mientras que el otro tiene la esencia del hombre. Sólo el que tiene esencia divina puede hacer la obra de Dios, mientras que los de esencia humana sólo pueden hacer el trabajo del hombre. Esto es algo que todos los creyentes en Dios deben entender.

Ahora entendemos cómo la obra de Dios y el trabajo del hombre son tan diferentes, así como el modo en que Dios encarnado se diferencia substancialmente del hombre utilizado por Dios. Pero hay más. Nosotros todavía debemos determinar la diferencia entre el trabajo de los hombres utilizados por Dios y el trabajo de los líderes religiosos y otras figuras importantes. Esto también es muy importante. Si no sabemos distinguir la obra de Dios de la del hombre, ni tampoco a los hombres que utiliza Dios de esos fariseos hipócritas, seremos proclives a adorar y seguir a los hombres ¡y nos desviaremos fácilmente del camino verdadero! Será como cuando el Señor Jesús vino a realizar Su obra y el pueblo judío elegido por Dios siguió a los fariseos hipócritas y lo rechazó. En los últimos días, Dios Todopoderoso lleva a cabo la obra de juicio. En el mundo religioso, los pastores y líderes, los fariseos actuales, engañan, inhiben y limitan a muchísima gente, provocando así que rechacen al Cristo de los últimos días. Esta es una apremiante lección que debemos aprender. Para seguir a Dios, debemos saber discernir la esencia de los líderes religiosos y los fariseos hipócritas. Obran con sus dones y talentos, interpretando la Biblia según sus nociones, sus fantasías y su razonamiento lógico. Lo que realmente predican son teorías teológicas y estudios bíblicos. Solo se preocupan de interpretar y predicar las palabras de los hombres contenidas en la Biblia, en lugar de enaltecer y dar testimonio de las palabras de Dios incluidas en ella. Con las palabras de los hombres sustituyen las palabras del Señor Jesús, al que así convierten en mero figurante. Esta obra es totalmente contraria a la voluntad de Dios. Esta es la clave de la oposición de los fariseos a Dios. Las personas religiosas se creen el liderazgo y el pastoreo de los fariseos y los siguen a ciegas. Siguen a Dios durante años y años, pero jamás reciben ningún sustento de la verdad ni la vida. En el mejor de los casos, solo pueden esperar recibir algo de conocimiento de la Biblia y teorías teológicas. Se vuelven cada vez más arrogantes, santurronas e insolentes de carácter y carecen de la más mínima veneración por Dios. Poco a poco, Dios pierde Su lugar en sus corazones y, sin saberlo, siguen la senda de oposición a Dios de los fariseos. En concreto, muchos líderes y personajes religiosos sacan la Biblia de contexto y la malinterpretan, difundiendo herejías y falacias acordes a las nociones y fantasías del hombre, y satisfacen sus ambiciones y deseos con el fin de engañar, aprisionar y manipular a las personas religiosas. Muchos consideran estas herejías y falacias palabra de Dios, la verdad. Los llevan por el camino equivocado. Estos líderes religiosos y presuntos hombres ilustres son precisamente los anticristos que Dios ha dejado al descubierto con Su obra de juicio en los últimos días. Estos hechos son suficientes para demostrar que el trabajo de estos presuntos líderes religiosos y figuras espirituales no proviene de la obra del Espíritu Santo. Más bien, son unos simples fariseos y anticristos que nos engañan y hacen daño. Todos ellos se oponen a Dios y lo traicionan. Son los que crucifican a Dios una vez más ¡y Él los ha maldecido!

Algunas personas no han sido conscientes. Consideran que las personas que mandan en las iglesias, los impostores, son los hombres utilizados por el Espíritu Santo, y consideran que lo que dicen, todas sus palabras falaces, son la luz del Espíritu Santo incluso como la palabra de la verdad de Dios. Esta es gente que sigue a Dios de palabra, pero que, en esencia, adora a los seres humanos. En el fondo de su corazón no hay lugar para Dios. Ellos se han alejado y han traicionado a Dios ciegamente. Es realmente lamentable que hagan esto. Por esta razón, el mundo religioso es eliminado y abandonado por la obra de Dios. Si nunca podemos discernir del trabajo del hombre de la obra de Dios, tendremos problemas. Y si no podemos averiguar si es el trabajo de los hombres utilizados por Dios o el de los hipócritas fariseos. nunca escaparemos del control de los anticristos o del engaño de los impostores religiosos. Si continuamos siguiendo a Dios de esta manera, independientemente de cuánto tiempo trabajemos en ello, será en vano. Nunca tendremos la oportunidad de obtener Su aprobación. Vamos a leer algo más de la palabra de Dios Todopoderoso. “Sería mejor que aquellas personas que dicen que siguen a Dios abrieran los ojos y miraran bien para ver exactamente en quién creen: ¿Realmente es en Dios en quien crees o en Satanás? Si sabes que no es en Dios en quien crees sino en tus propios ídolos, entonces sería mejor que no afirmaras que eres un creyente. Si realmente no sabes en quién crees, entonces, una vez más, sería mejor que no dijeras que eres un creyente. ¡Decirlo sería una blasfemia! Nadie te está obligando a creer en Dios. No digáis que creéis en Mí; ya que he oído bastante esa plática y no deseo volver a oírla, porque en lo que creéis es en los ídolos que están en vuestro corazón y en los bravucones locales que están entre vosotros. Aquellos que sacuden la cabeza cuando oyen la verdad, que sonríen cuando oyen hablar de la muerte son la simiente de Satanás, y son quienes serán eliminados” (‘Una advertencia a los que no practican la verdad’ en “La Palabra manifestada en carne”).

Extracto del guion de la película de “Ser arrebatados en el peligro”

Leer más: Reflexiones cristianas

Fuente: Iglesia de Dios Todopoderoso

Job después de sus pruebas


(Job 42:7-9) Y fue así que después de que Jehová había dicho estas palabras a Job, Jehová dijo a Elifaz el temanita: Mi ira es grande contra ti y contra tus dos amigos, porque vosotros no habéis dicho lo correcto sobre Mí como lo ha hecho Mi siervo Job. Por lo tanto, tomad siete becerros y siete carneros, e id donde Mi siervo Job para ofrecer un holocausto por vosotros mismos; y Mi siervo Job orará por vosotros, porque de él lo aceptaré; y mucho menos os trataré después de vuestras estupideces, porque no habéis dicho lo correcto sobre Mí, como Mi siervo Job. Entonces Elifaz el temanita, Bildad el suhita y Zofar el naamatita, fueron e hicieron lo que Jehová les había ordenado y Jehová también aceptó a Job.

(Job 42:10) Y Jehová cambió la amargura de Job cuando él oró por sus amigos; Jehová también le dio a Job dos veces lo que tenía antes.

(Job 42:12) Entonces Jehová bendijo la situación actual de Job más que al comienzo, ya que él tuvo catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil burras.

(Job 42:17) Entonces Job murió cuando ya era viejo y después de una larga vida.

Dios mira con cariño a los que le temen y se apartan del mal, pero considera despreciables a los insensatos

En Job 42:7-9, Dios dice que Job es Su siervo. Su uso del término “siervo” en alusión a él demuestra la importancia de este en Su corazón; aunque Dios no le dio un sobrenombre de mayor estima, este apelativo no influía en la importancia que Job tenía en Su corazón. “Siervo” es aquí el sobrenombre que Dios le asigna. Sus múltiples referencias a “mi siervo Job” muestran lo mucho que este le agradaba, y aunque no se estaba refiriendo al sentido subyacente a este término, Su definición de la misma puede verse en Sus palabras, en este pasaje de la escritura. Dios se dirigió primero a Elifaz temanita: “Mi ira es grande contra ti y contra tus dos amigos, porque vosotros no habéis dicho lo correcto sobre Mí como lo ha hecho Mi siervo Job”. Por primera vez Dios pronunciaba abiertamente estas palabras, indicando que aceptaba todo lo que Job afirmó e hizo, tras superar las pruebas de Dios, y es también la primera ocasión en que confirmaba en público la precisión y lo adecuado de todo ello. Dios estaba enojado con Elifaz y los demás por su discurso incorrecto y absurdo, porque, como Job, ellos no pudieron ver la aparición de Dios ni oír las palabras que Él habló en sus vidas; sin embargo, Job tenía un conocimiento exacto de Él, mientras ellos sólo podían hacer suposiciones ciegas sobre Él, violando Su voluntad y poniendo a prueba Su paciencia en toda su forma de comportarse. Por consiguiente, a la vez que aceptaba todo lo hecho y dicho por Job, Dios se enfureció hacia los demás, porque en ellos no sólo no pudo ver en ellos realidad alguna de su temor de Él, sino que tampoco oyó nada del mismo en sus palabras. Así, Dios les planteó después las siguientes exigencias: “Por lo tanto, tomad siete becerros y siete carneros, e id donde Mi siervo Job para ofrecer un holocausto por vosotros mismos; y Mi siervo Job orará por vosotros, porque de él lo aceptaré; y mucho menos os trataré después de vuestras estupideces”. En este pasaje, Dios les está diciendo a Elifaz y a los demás que hagan algo que redima sus pecados, porque su insensatez era un pecado contra Jehová Dios, y por tanto tenían que ofrecer holocaustos a fin de remediar sus errores. Los holocaustos se ofrecen a menudo a Dios, pero lo que no es habitual en este caso es que se ofrecieron a Job. Dios lo aceptó, porque dio testimonio de Él durante sus pruebas. Entretanto, estos amigos de Job translucieron su forma de ser mientras duraron las mismas; Dios los condenó por su insensatez. Ellos habían incitado Su ira, y Él debía castigarlos —castigados con ofrecer holocaustos delante de Job—, tras lo cual Job oró por ellos para disipar el castigo y la ira de Dios hacia ellos. El propósito divino consistía en avergonzarlos, porque no eran personas que le temieran y se apartaran del mal; además, habían condenado la integridad de Job. En un aspecto, Dios les estaba diciendo que no aceptaba sus acciones, mientras aprobaba en gran medida a Job y se deleitaba en él; por otra parte, les indicaba que Su aceptación eleva al hombre delante de Él, que Él aborrece al hombre por su imprudencia que lo ofende, y que este es bajo y vil a Sus ojos. Así define Dios a dos tipos de personas, Sus actitudes hacia ellas y Su articulación de la valía y la posición de las mismas. Aunque Dios llamaba a Job Su siervo, a Sus ojos era un “siervo” amado, y Él le concedió la autoridad para orar por otros y perdonar sus errores. Este “siervo” podía hablar directamente con Él y presentarse del mismo modo ante Él. Su estatus era más elevado y honorable que el de los demás. Este es el verdadero significado de la palabra “siervo” que Dios usó. Job recibió este honor especial por temer a Dios y apartarse del mal, y la razón por la que Él no llamó siervos a los otros es que no le temían ni se apartaban del mal. Estas dos actitudes claramente diferentes de Dios son las que Él muestra hacia dos tipos de personas: acepta a los que le temen y se apartan del mal, y a Sus ojos son preciosos, mientras aborrece y condena con frecuencia a los insensatos que no le temen, y son incapaces de apartarse del mal y de recibir Su favor, que son bajos a Sus ojos.

Dios le concede autoridad a Job

Job oró por sus amigos y, después, gracias a sus oraciones, Dios no se ocupó de ellos como correspondía a su insensatez; no los castigó ni tomó retribución alguna de ellos. ¿Por qué? Porque las oraciones de Su siervo Job por ellos habían llegado a Sus oídos; Dios los perdonó porque aceptó las oraciones de Job. ¿Y qué se ve en esto? Cuando Dios bendice a alguien, le otorga muchas recompensas, no sólo materiales, sino que le da autoridad, y lo faculta para que ore por otros; olvida, y pasa por alto las transgresiones de las personas porque oye estas oraciones. Esta es la autoridad que Dios le dio a Job. A través de sus plegarias para detener su condenación, Jehová Dios acarreó vergüenza sobre aquellos insensatos; por supuesto, este fue Su castigo especial para Elifaz y los demás.

De "La Palabra manifestada en carne (Continuación)"

Leer más: Libro de Job

Las diez plagas de Egipto - La autoridad de Dios



Versículos de la Biblia:

La primera plaga: Sangre (Éxodo7:14-25)

Entonces Jehová dijo á Moisés: El corazón de Faraón está agravado, que no quiere dejar ir al pueblo. Ve por la mañana á Faraón, he aquí que él sale á las aguas; y tú ponte á la orilla del río delante de él, y toma en tu mano la vara que se volvió culebra, Y dile: Jehová el Dios de los Hebreos me ha enviado á ti, diciendo: Deja ir á mi pueblo, para que me sirvan en el desierto; y he aquí que hasta ahora no has querido oir. Así ha dicho Jehová: En esto conocerás que yo soy Jehová: he aquí, yo heriré con la vara que tengo en mi mano el agua que está en el río, y se convertirá en sangre: Y los peces que hay en el río morirán, y hederá el río, y tendrán asco los Egipcios de beber el agua del río. Y Jehová dijo á Moisés: Di á Aarón: Toma tu vara, y extiende tu mano sobre las aguas de Egipto, sobre sus ríos, sobre sus arroyos y sobre sus estanques, y sobre todos sus depósitos de aguas, para que se conviertan en sangre, y haya sangre por toda la región de Egipto, así en los vasos de madera como en los de piedra.

Y Moisés y Aarón hicieron como Jehová lo mandó; y alzando la vara hirió las aguas que había en el río, en presencia de Faraón y de sus siervos; y todas las aguas que había en el río se convirtieron en sangre. Asimismo los peces que había en el río murieron; y el río se corrompió, que los Egipcios no podían beber de él: y hubo sangre por toda la tierra de Egipto. Y los encantadores de Egipto hicieron lo mismo con sus encantamientos: y el corazón de Faraón se endureció, y no los escuchó; como Jehová lo había dicho. Y tornando Faraón volvióse á su casa, y no puso su corazón aun en esto. Y en todo Egipto hicieron pozos alrededor del río para beber, porque no podían beber de las aguas del río. Y cumpliéronse siete días después que Jehová hirió el río.

La segunda plaga: ranas(Éxodo8:1-15)

ENTONCES Jehová dijo á Moisés: Entra á Faraón, y dile: Jehová ha dicho así: Deja ir á mi pueblo, para que me sirvan. Y si no lo quisieres dejar ir, he aquí yo heriré con ranas todos tus términos: Y el río criará ranas, las cuales subirán, y entrarán en tu casa, y en la cámara de tu cama, y sobre tu cama, y en las casas de tus siervos, y en tu pueblo, y en tus hornos, y en tus artesas: Y las ranas subirán sobre ti, y sobre tu pueblo, y sobre todos tus siervos. Y Jehová dijo á Moisés: Di á Aarón: Extiende tu mano con tu vara sobre los ríos, arroyos, y estanques, para que haga venir ranas sobre la tierra de Egipto. Entonces Aarón extendió su mano sobre las aguas de Egipto, y subieron ranas que cubrieron la tierra de Egipto. Y los encantadores hicieron lo mismo con sus encantamientos, é hicieron venir ranas sobre la tierra de Egipto.

Entonces Faraón llamó á Moisés y á Aarón, y díjoles: Orad á Jehová que quite las ranas de mí y de mi pueblo; y dejaré ir al pueblo, para que sacrifique á Jehová. Y dijo Moisés á Faraón: Gloríate sobre mí: ¿cuándo oraré por ti, y por tus siervos, y por tu pueblo, para que las ranas sean quitadas de ti, y de tus casas, y que solamente se queden en el río?

Y él dijo: Mañana. Y Moisés respondió: Se hará conforme á tu palabra, para que conozcas que no hay como Jehová nuestro Dios: Y las ranas se irán de ti, y de tus casas, y de tus siervos, y de tu pueblo, y solamente se quedarán en el río. Entonces salieron Moisés y Aarón de con Faraón, y clamó Moisés á Jehová sobre el negocio de las ranas que había puesto á Faraón. E hizo Jehová conforme á la palabra de Moisés, y murieron las ranas de las casas, de los cortijos, y de los campos. Y las juntaron en montones, y apestaban la tierra. Y viendo Faraón que le habían dado reposo, agravó su corazón, y no los escuchó; como Jehová lo había dicho.

La Tercera Peste: piojos(Éxodo8:16-19)

Entonces Jehová dijo á Moisés: Di á Aarón: Extiende tu vara, y hiere el polvo de la tierra, para que se vuelva piojos por todo el país de Egipto. Y ellos lo hicieron así; y Aarón extendió su mano con su vara, é hirió el polvo de la tierra, el cual se volvió piojos, así en los hombres como en las bestias: todo el polvo de la tierra se volvió piojos en todo el país de Egipto. Y los encantadores hicieron así también, para sacar piojos con sus encantamientos; mas no pudieron. Y había piojos así en los hombres como en las bestias. Entonces los magos dijeron á Faraón: Dedo de Dios es este. Mas el corazón de Faraón se endureció, y no los escuchó; como Jehová lo había dicho.

La cuarta plaga: moscas (Éxodo 8:20-32)

Y Jehová dijo á Moisés: Levántate de mañana y ponte delante de Faraón, he aquí él sale á las aguas; y dile: Jehová ha dicho así: Deja ir á mi pueblo, para que me sirva. Porque si no dejares ir á mi pueblo, he aquí yo enviaré sobre ti, y sobre tus siervos, y sobre tu pueblo, y sobre tus casas toda suerte de moscas; y las casas de los Egipcios se henchirán de toda suerte de moscas, y asimismo la tierra donde ellos estuvieren. Y aquel día yo apartaré la tierra de Gosén, en la cual mi pueblo habita, para que ninguna suerte de moscas haya en ella; á fin de que sepas que yo soy Jehová en medio de la tierra. Y yo pondré redención entre mi pueblo y el tuyo. Mañana será esta señal. Y Jehová lo hizo así: que vino toda suerte de moscas molestísimas sobre la casa de Faraón, y sobre las casas de sus siervos, y sobre todo el país de Egipto; y la tierra fué corrompida á causa de ellas.

Entonces Faraón llamó á Moisés y á Aarón, y díjoles: Andad, sacrificad á vuestro Dios en la tierra. Y Moisés respondió: No conviene que hagamos así, porque sacrificaríamos á Jehová nuestro Dios la abominación de los Egipcios. He aquí, si sacrificáramos la abominación de los Egipcios delante de ellos, ¿no nos apedrearían? Camino de tres días iremos por el desierto, y sacrificaremos á Jehová nuestro Dios, como él nos dirá. Y dijo Faraón: Yo os dejaré ir para que sacrifiquéis á Jehová vuestro Dios en el desierto, con tal que no vayáis más lejos: orad por mí. Y respondió Moisés: He aquí, en saliendo yo de contigo, rogaré á Jehová que las diversas suertes de moscas se vayan de Faraón, y de sus siervos, y de su pueblo mañana; con tal que Faraón no falte más, no dejando ir al pueblo á sacrificar á Jehová.

Entonces Moisés salió de con Faraón, y oró á Jehová. Y Jehová hizo conforme á la palabra de Moisés; y quitó todas aquellas moscas de Faraón, y de sus siervos, y de su pueblo, sin que quedara una. Mas Faraón agravó aún esta vez su corazón, y no dejó ir al pueblo.

La Quinta Plaga: ganado(Éxodo9: 1-7)

ENTONCES Jehová dijo á Moisés: Entra á Faraón, y dile: Jehová, el Dios de los Hebreos, dice así: Deja ir á mi pueblo, para que me sirvan; Porque si no lo quieres dejar ir, y los detuvieres aún, He aquí la mano de Jehová será sobre tus ganados que están en el campo, caballos, asnos, camellos, vacas y ovejas, con pestilencia gravísima: Y Jehová hará separación entre los ganados de Israel y los de Egipto, de modo que nada muera de todo lo de los hijos de Israel. Y Jehová señaló tiempo, diciendo: Mañana hará Jehová esta cosa en la tierra. Y el día siguiente Jehová hizo aquello, y murió todo el ganado de Egipto; mas del ganado de los hijos de Israel no murió uno. Entonces Faraón envió, y he aquí que del ganado de los hijos de Israel no había muerto uno. Mas el corazón de Faraón se agravó, y no dejó ir al pueblo.

La sexta plaga: tumores (Éxodo9: 8-12)

Y Jehová dijo á Moisés y á Aarón: Tomad puñados de ceniza de un horno, y espárzala Moisés hacia el cielo delante de Faraón: Y vendrá á ser polvo sobre toda la tierra de Egipto, el cual originará sarpullido que cause tumores apostemados en los hombres y en las bestias, por todo el país de Egipto. Y tomaron la ceniza del horno, y pusiéronse delante de Faraón, y esparcióla Moisés hacia el cielo; y vino un sarpullido que causaba tumores apostemados así en los hombres como en las bestias. Y los magos no podían estar delante de Moisés á causa de los tumores, porque hubo sarpullido en los magos y en todos los Egipcios. Y Jehová endureció el corazón de Faraón, y no los oyó; como Jehová lo había dicho á Moisés.

La Séptima Plaga: Granizo (Éxodo9:13-35)

Entonces Jehová dijo á Moisés: Levántate de mañana, y ponte delante de Faraón, y dile: Jehová, el Dios de los Hebreos, dice así: Deja ir á mi pueblo, para que me sirva. Porque yo enviaré esta vez todas mis plagas á tu corazón, sobre tus siervos, y sobre tu pueblo, para que entiendas que no hay otro como yo en toda la tierra. Porque ahora yo extenderé mi mano para herirte á ti y á tu pueblo de pestilencia, y serás quitado de la tierra. Y á la verdad yo te he puesto para declarar en ti mi potencia, y que mi Nombre sea contado en toda la tierra. ¿Todavía te ensalzas tú contra mi pueblo, para no dejarlos ir?

He aquí que mañana á estas horas yo haré llover granizo muy grave, cual nunca fué en Egipto, desde el día que se fundó hasta ahora. Envía, pues, á recoger tu ganado, y todo lo que tienes en el campo; porque todo hombre ó animal que se hallare en el campo, y no fuere recogido á casa, el granizo descenderá sobre él, y morirá. De los siervos de Faraón el que temió la palabra de Jehová, hizo huir sus criados y su ganado á casa: Mas el que no puso en su corazón la palabra de Jehová, dejó sus criados y sus ganados en el campo.

Y Jehová dijo á Moisés: Extiende tu mano hacia el cielo, para que venga granizo en toda la tierra de Egipto sobre los hombres, y sobre las bestias, y sobre toda la hierba del campo en el país de Egipto. Y Moisés extendió su vara hacia el cielo, y Jehová hizo tronar y granizar, y el fuego discurría por la tierra; y llovió Jehová granizo sobre la tierra de Egipto. Hubo pues granizo, y fuego mezclado con el granizo, tan grande, cual nunca hubo en toda la tierra de Egipto desde que fué habitada. Y aquel granizo hirió en toda la tierra de Egipto todo lo que estaba en el campo, así hombres como bestias; asimismo hirió el granizo toda la hierba del campo, y desgajó todos los árboles del país. Solamente en la tierra de Gosén, donde los hijos de Israel estaban, no hubo granizo.

Entonces Faraón envió á llamar á Moisés y á Aarón, y les dijo: He pecado esta vez: Jehová es justo, y yo y mi pueblo impíos. Orad á Jehová: y cesen los truenos de Dios y el granizo; y yo os dejaré ir, y no os detendréis más. Y respondióle Moisés: En saliendo yo de la ciudad extenderé mis manos á Jehová, y los truenos cesarán, y no habrá más granizo; para que sepas que de Jehová es la tierra. Mas yo sé que ni tú ni tus siervos temeréis todavía la presencia del Dios Jehová. El lino, pues, y la cebada fueron heridos; porque la cebada estaba ya espigada, y el lino en caña. Mas el trigo y el centeno no fueron heridos; porque eran tardíos. Y salido Moisés de con Faraón de la ciudad, extendió sus manos á Jehová, y cesaron los truenos y el granizo; y la lluvia no cayó más sobre la tierra. Y viendo Faraón que la lluvia había cesado y el granizo y los truenos, perseveró en pecar, y agravó su corazón, él y sus siervos. Y el corazón de Faraón se endureció, y no dejó ir á los hijos de Israel; como Jehová lo había dicho por medio de Moisés.

La octava plaga: langostas(Éxodo10:1-20)

Y JEHOVA dijo á Moisés: Entra á Faraón; porque yo he agravado su corazón, y el corazón de sus siervos, para dar entre ellos estas mis señales; Y para que cuentes á tus hijos y á tus nietos las cosas que yo hice en Egipto, y mis señales que dí entre ellos; y para que sepáis que yo soy Jehová.

Entonces vinieron Moisés y Aarón á Faraón, y le dijeron: Jehová, el Dios de los Hebreos ha dicho así: ¿Hasta cuándo no querrás humillarte delante de mí? Deja ir á mi pueblo para que me sirvan. Y si aún rehusas dejarlo ir, he aquí que yo traeré mañana langosta en tus términos, La cual cubrirá la faz de la tierra, de modo que no pueda verse la tierra; y ella comerá lo que quedó salvo, lo que os ha quedado del granizo; comerá asimismo todo árbol que os produce fruto en el campo: Y llenarse han tus casas, y las casas de todos tus siervos, y las casas de todos los Egipcios, cual nunca vieron tus padres ni tus abuelos, desde que ellos fueron sobre la tierra hasta hoy. Y volvióse, y salió de con Faraón. Entonces los siervos de Faraón le dijeron: ¿Hasta cuándo nos ha de ser éste por lazo? Deja ir á estos hombres, para que sirvan á Jehová su Dios; ¿aun no sabes que Egipto está destruido? Y Moisés y Aarón volvieron á ser llamados á Faraón, el cual les dijo: Andad, servid á Jehová vuestro Dios. ¿Quién y quién son los que han de ir? Y Moisés respondió: Hemos de ir con nuestros niños y con nuestros viejos, con nuestros hijos y con nuestras hijas: con nuestras ovejas y con nuestras vacas hemos de ir; porque tenemos solemnidad de Jehová. Y él les dijo: Así sea Jehová con vosotros como yo os dejaré ir á vosotros y á vuestros niños: mirad como el mal está delante de vuestro rostro. No será así: id ahora vosotros los varones, y servid á Jehová: pues esto es lo que vosotros demandasteis. Y echáronlos de delante de Faraón.

Entonces Jehová dijo á Moisés: Extiende tu mano sobre la tierra de Egipto para langosta, á fin de que suba sobre el país de Egipto, y consuma todo lo que el granizo dejó. Y extendió Moisés su vara sobre la tierra de Egipto, y Jehová trajo un viento oriental sobre el país todo aquel día y toda aquella noche; y á la mañana el viento oriental trajo la langosta: Y subió la langosta sobre toda la tierra de Egipto, y asentóse en todos los términos de Egipto, en gran manera grave: antes de ella no hubo langosta semejante, ni después de ella vendrá otra tal; Y cubrió la faz de todo el país, y oscurecióse la tierra; y consumió toda la hierba de la tierra, y todo el fruto de los árboles que había dejado el granizo; que no quedó cosa verde en árboles ni en hierba del campo, por toda la tierra de Egipto. Entonces Faraón hizo llamar apriesa á Moisés y á Aarón, y dijo: He pecado contra Jehová vuestro Dios, y contra vosotros. Mas ruego ahora que perdones mi pecado solamente esta vez, y que oréis á Jehová vuestro Dios que quite de mí solamente esta muerte. Y salió de con Faraón, y oró á Jehová. Y Jehová volvió un viento occidental fortísimo, y quitó la langosta, y arrojóla en el mar Bermejo: ni una langosta quedó en todo el término de Egipto. Mas Jehová endureció el corazón de Faraón; y no envió los hijos de Israel.

La novena plaga: Tinieblas(Éxodo10:21-29)

Y Jehová dijo á Moisés: Extiende tu mano hacia el cielo, para que haya tinieblas sobre la tierra de Egipto, tales que cualquiera las palpe. Y extendió Moisés su mano hacia el cielo, y hubo densas tinieblas tres días por toda la tierra de Egipto. Ninguno vió á su prójimo, ni nadie se levantó de su lugar en tres días; mas todos los hijos de Israel tenían luz en sus habitaciones. Entonces Faraón hizo llamar á Moisés, y dijo: Id, servid á Jehová; solamente queden vuestras ovejas y vuestras vacas: vayan también vuestros niños con vosotros. Y Moisés respondió: Tú también nos entregarás sacrificios y holocaustos que sacrifiquemos á Jehová nuestro Dios. Nuestros ganados irán también con nosotros; no quedará ni una uña; porque de ellos hemos de tomar para servir á Jehová nuestro Dios; y no sabemos con qué hemos de servir á Jehová, hasta que lleguemos allá. Mas Jehová endureció el corazón de Faraón, y no quiso dejarlos ir. Y díjole Faraón: Retírate de mí: guárdate que no veas más mi rostro, porque en cualquier día que vieres mi rostro, morirás. Y Moisés respondió: Bien has dicho; no veré más tu rostro.

La décima plaga:La plaga en el primogénito (Éxodo 11-12)

Y JEHOVA dijo á Moisés: Una plaga traeré aún sobre Faraón, y sobre Egipto; después de la cual él os dejará ir de aquí; y seguramente os echará de aquí del todo. Habla ahora al pueblo, y que cada uno demande á su vecino, y cada una á su vecina, vasos de plata y de oro. Y Jehová dió gracia al pueblo en los ojos de los Egipcios. También Moisés era muy gran varón en la tierra de Egipto, á los ojos de los siervos de Faraón, y á los ojos del pueblo.

Y dijo Moisés: Jehová ha dicho así: A la media noche yo saldré por medio de Egipto, Y morirá todo primogénito en tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón que se sienta en su trono, hasta el primogénito de la sierva que está tras la muela; y todo primogénito de las bestias. Y habrá gran clamor por toda la tierra de Egipto, cual nunca fué, ni jamás será. Mas entre todos los hijos de Israel, desde el hombre hasta la bestia, ni un perro moverá su lengua: para que sepáis que hará diferencia Jehová entre los Egipcios y los Israelitas. Y descenderán á mí todos estos tus siervos, é inclinados delante de mí dirán: Sal tú, y todo el pueblo que está bajo de ti; y después de esto yo saldré. Y salióse muy enojado de con Faraón.

Y Jehová dijo á Moisés: Faraón no os oirá, para que mis maravillas se multipliquen en la tierra de Egipto. Y Moisés y Aarón hicieron todos estos prodigios delante de Faraón: mas Jehová había endurecido el corazón de Faraón, y no envió á los hijos de Israel fuera de su país.

Éxodo 12:29-33

Y aconteció que á la medianoche Jehová hirió á todo primogénito en la tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón que se sentaba sobre su trono, hasta el primogénito del cautivo que estaba en la cárcel, y todo primogénito de los animales. Y levantóse aquella noche Faraón, él y todos sus siervos, y todos los Egipcios; y había un gran clamor en Egipto, porque no había casa donde no hubiese muerto. E hizo llamar á Moisés y á Aarón de noche, y díjoles: Salid de en medio de mi pueblo vosotros, y los hijos de Israel; é id, servid á Jehová, como habéis dicho. Tomad también vuestras ovejas y vuestras vacas, como habéis dicho, é idos; y bendecidme también á mí. Y los Egipcios apremiaban al pueblo, dándose priesa á echarlos de la tierra; porque decían: Todos somos muertos.

Queridos hermanos y hermanas, la paz en el Señor, “Historias bíblicas” es familiar para todos los cristianos, pero cada historia contiene los misterios que no conocemos. “Estudios bíblicos profundos” Te ofrece más contenidos. ¡Léelo por favor!

¿Qué es el camino de la vida eterna? Y ¿lo has logrado?

 Zhong Cheng

Como creyentes en el Señor, ¿tenemos el camino de la vida eterna?

El Señor Jesús dijo: “pero el que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le daré se convertirá en él en una fuente de agua que brota para vida eterna” (Juan 4:14). Muchos hermanos y hermanas en el Señor leen la palabra del Señor y creen que Él tiene el camino de la vida eterna y que nos lo otorgó hace mucho tiempo. A lo largo de nuestros años de fe en el Señor hemos continuado confesando nuestros pecados y arrepintiéndonos de acuerdo con Sus enseñanzas, hemos sufrido y pagado las consecuencias de difundir Su evangelio, hemos pastoreado Sus iglesias, hemos cargado cruces para seguirlo, hemos sido pacientes y tolerantes con los demás y no hemos rechazado Su nombre cuando nos han sobrevenido desastres o persecuciones. Somos capaces de guardar la senda del Señor, por lo que ya tenemos el camino de la vida eterna y, cuando venga el Señor, nos elevará al reino de los cielos, donde recibiremos la vida eterna. No obstante, ¿es correcto este punto de vista? ¿Concuerda con la verdad?

En realidad, aunque seamos capaces de afanarnos, trabajar, abandonarlo todo, entregarnos, abrazar cruces y seguir al Señor, es innegable que aún somos esclavos controlados por el pecado y a menudo traicionamos las enseñanzas del Señor y hacemos cosas opuestas a Él. Por ejemplo, el Señor nos exige sencillez y honestidad, pero solemos mentir y engañar para proteger nuestros intereses, nuestra dignidad o nuestro estatus; el Señor nos exige tolerancia y paciencia hacia los demás y amarlos como a nosotros mismos, pero, cuando algo atenta contra nuestros intereses, discutimos por minucias e incluso nos ofendemos o envidiamos a los demás. El Señor nos exige que lo amemos con todo nuestro corazón, nuestra mente y nuestra alma, pero, cuando predicamos y trabajamos, con frecuencia no hacemos todo lo posible por enaltecer al Señor y dar testimonio de Él, por tener en consideración Su carga y hacer que nuestros hermanos y hermanas comprendan la voluntad de Dios; por el contrario, solemos presumir y exhibirnos, intentamos que nuestros hermanos y hermanas nos respeten y admiren y procuramos atraer a los demás ante nosotros. Y pese a abandonar nuestro hogar y profesión y difundir el evangelio allá donde podamos, a menudo llevamos la cuenta de nuestros afanes como vía para negociar con el Señor y asegurarnos una parte de las bendiciones del reino de los cielos. Aunque muchas veces lloremos de agonía al confesar nuestros pecados al Señor, después seguimos pecando con frecuencia y vivimos atrapados en un círculo vicioso de pecado y confesión, incapaces de vencer la esclavitud del pecado. Con ello, ¿no estamos todavía en nuestro estado corrupto por naturaleza? El Señor Jesús dijo: “En verdad, en verdad os digo que todo el que comete pecado es esclavo del pecado; y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí permanece para siempre” (Juan 8:34-35). La Biblia afirma: “Porque la paga del pecado es muerte […]” (Romanos 6:23). Dios es santo y los inmundos y corruptos tienen prohibida la entrada en Su reino. Aunque aparentemente lo abandonemos todo y nos entreguemos al Señor, continuamos siendo esclavos del pecado y nuestro destino final sigue siendo el olvido y la aniquilación. ¿Cómo podemos decir que hemos recibido el camino de la vida eterna?

Por qué aún no tenemos el camino de la vida eterna

Puede que algunos hermanos y hermanas estén confundidos a estas alturas, pues el Señor Jesús manifestó: “Pero el que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le daré se convertirá en él en una fuente de agua que brota para vida eterna” (Juan 4:14). El Señor Jesús es la fuente del agua viva, tiene el camino de la vida eterna y nosotros creemos en el Señor, leemos Su palabra y practicamos Sus enseñanzas, pero ¿por qué aún nos falta el camino de la vida eterna, que puede purificarnos y transformarnos?

Para comprender esta cuestión, primero debemos entender la obra del Señor Jesús y su resultado. Cuando el Señor Jesús apareció para obrar, los israelitas vivían en pecado, eran incapaces de guardar las leyes de Jehová y corrían el riesgo de ser condenados a muerte en virtud de ellas. El Señor Jesús vino, enseñó la senda de “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 4:17), enseñó a la gente a confesar sus pecados y arrepentirse y, al final, a semejanza de la carne pecadora, fue crucificado en sacrificio por los pecados de la humanidad, culminando así Su obra de redención de la misma. Con ello vemos que, aunque sin duda el Señor Jesús tenía el camino de la vida eterna, sólo nos otorgó, según la estatura espiritual y las necesidades de la gente de aquel tiempo, el camino del arrepentimiento y no expresó el camino de la vida eterna, por el que las personas pueden ser libradas del pecado y purificadas completamente.

Tal como dice la palabra de Dios: “En su momento, Jesús solo les dio a Sus discípulos una serie de sermones en la Era de la Gracia relativos a cómo practicar, cómo reunirse, cómo suplicar en oración, cómo tratar a los demás, etc. La obra que Él llevó a cabo fue la de la Era de la Gracia y solo explicó cómo debían practicar los discípulos y los que lo seguían. Él realizó únicamente la obra de la Era de la Gracia y nada de la obra de los últimos días. […] La obra de Dios en cada era tiene límites claros; Él sólo realiza la obra de la era presente, no la de la siguiente era de antemano. Solo así puede ponerse de manifiesto Su obra representativa de cada era. Jesús solo habló de las señales de los últimos días, de cómo ser paciente y cómo ser salvado, de cómo arrepentirse y confesar, y de cómo cargar la cruz y soportar el sufrimiento; Él nunca habló de cómo debe el hombre lograr la entrada en los últimos días ni de cómo debe buscar satisfacer la voluntad de Dios” (‘¿Cómo puede el hombre que ha delimitado a Dios con sus nociones recibir Sus revelaciones?’ en “La Palabra manifestada en carne”). “Por todo lo que el hombre pueda haber sido redimido y perdonado de sus pecados, sólo puede considerarse que Dios no recuerda sus transgresiones y no lo trata de acuerdo con estas. Sin embargo, cuando el hombre, que vive en un cuerpo de carne, no ha sido liberado del pecado, sólo puede continuar pecando, revelando, interminablemente, su carácter satánico corrupto. Esta es la vida que el hombre lleva, un ciclo sin fin de pecado y perdón. La mayor parte de la humanidad peca durante el día y se confiesa por la noche. Así, aunque la ofrenda por el pecado siempre sea efectiva para el hombre, no podrá salvarlo del pecado. Sólo se ha completado la mitad de la obra de salvación, porque el hombre sigue teniendo un carácter corrupto” (‘El misterio de la encarnación (4)’ en “La Palabra manifestada en carne”).

En la palabra de Dios vemos que el Señor Jesús sólo nos exigió cosas como confesar los pecados y arrepentirnos, dejar de pecar, abandonarnos, abrazar la cruz y seguirlo a Él, amarlo con todo nuestro corazón, nuestra mente y nuestra alma, amar al prójimo como a nosotros mismos, ser humildes, tolerantes y pacientes con los demás y perdonarlos “setenta veces siete”. Cuando empezamos a creer en el Señor, siempre y cuando le oremos, confesemos nuestros pecados y nos arrepintamos, se nos perdonan los pecados. Sin embargo, es innegable que las actitudes satánicas que nos hacen pecar están hondamente arraigadas en nosotros: la arrogancia, el egoísmo, la malicia, la codicia, la maldad… Estas actitudes satánicas nos controlan y, aunque aparentemente podamos hacer buenas acciones, esto no supone una transformación de carácter. Al relacionarnos con otras personas, por ejemplo, aún somos capaces de ser maliciosos y engañar. O cuando suceden cosas que no concuerdan con nuestras nociones, solemos culpar y juzgar a Dios. En 2000 años, todos los creyentes en el Señor han sido incapaces de escapar a la esclavitud del pecado por muy bien que hayan confesado, arrepentido, afanado y trabajado, y ninguno ha logrado transformar su carácter de vida. Esto es innegable. Así pues, ni hemos sido librados del pecado y purificados completamente ni hemos recibido el camino de la vida eterna.

El camino de la vida eterna no es algo que simplemente hace que confesemos nuestros pecados y nos arrepintamos, sino el camino de la verdad que nos permite vivir eternamente. Esto significa que puede corregir completamente nuestra naturaleza pecaminosa; salvarnos al permitir que escapemos a la influencia de Satanás y nos deshagamos de nuestro carácter corrupto; posibilitar que nos purifiquemos y alcancemos la salvación completa de Dios, por la que nos hacemos compatibles con Él y Él nos conquista plenamente. Esta clase de senda es el camino de la vida eterna. Quienes reciben el camino de la vida eterna como su vida, tienen auténtico conocimiento de Dios, son capaces de temer a Dios y evitar el mal, de obedecer, adorar y amar verdaderamente a Dios, son plenamente compatibles con Él y hacen Su voluntad son los que recibirán la promesa y las bendiciones de Dios y serán aptos para entrar en el reino de los cielos.

Cómo recibir el camino de la vida eterna

Entonces, ¿cómo podemos recibir el camino de la vida eterna? En realidad, el camino de la vida eterna es lo que nos trae el Señor Jesús a Su regreso. El Señor Jesús ha profetizado muchas veces que regresará y lo hará para traernos el camino de la vida eterna para que podamos recibirla. El Señor Jesús profetizó: “Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando Él, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir” (Juan 16:12-13). “Si alguno oye mis palabras y no las guarda, yo no lo juzgo; porque no vine a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. El que me rechaza y no recibe mis palabras, tiene quien lo juzgue; la palabra que he hablado, esa lo juzgará en el día final” (Juan 12:47-48). Estas profecías nos advierten que, en los últimos días, el Señor Jesús regresará para expresar la verdad, realizar la obra del juicio, que comienza por la casa de Dios, corregir nuestra naturaleza pecaminosa y posibilitar que escapemos totalmente a la esclavitud del pecado, vivamos las realidades de la palabra de Dios y recibamos vida eterna. En otras palabras, antes de que Dios nos salve y otorgue la vida, primero nos redimió del pecado al permitirnos recibir la redención del Señor Jesús y, sobre esta base, de nuevo nos otorgará una verdad con la que ya no padeceremos la esclavitud y las limitaciones de nuestra naturaleza pecaminosa, nos purificaremos, transformaremos nuestro carácter corrupto y nos convertiremos en personas recién creadas. Por tanto, si deseamos recibir el camino de la vida eterna, debemos aceptar la obra del Señor Jesús retornado y la verdad expresada por Él en los últimos días y seguir las huellas del Cordero.

Demos gracias a Dios por Su esclarecimiento y guía. Que todos nos esforcemos por orar a Dios y buscar la verdad más a menudo y que con Su guía podamos recibir el camino de la vida eterna. ¡Amén!

Para conocer más: Que es la vida eterna

Las escrituras tomadas de LA BIBLIA DE LAS AMERICAS® (LBLA) Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation usado con permiso. www.LBLA.com.

Fuente: Iglesia de Dios Todopoderoso

Dios promete dar un hijo a Abraham

 

1. Dios promete dar un hijo a Abraham

Génesis 17:15-17 Y Dios dijo a Abraham: En cuanto a Sarai, tu esposa, no la llamarás Sarai, sino que Sara será su nombre. Y Yo la bendeciré, y te daré un hijo también de ella. Sí, la bendeciré y ella será la madre de naciones; reyes de naciones saldrán de ella. Entonces Abraham cayó con su rostro sobre la tierra, y se río diciendo en su corazón: ¿Nacerá un hijo de quien tiene cien años? ¿Y engendrará Sara quien tiene noventa años?*Génesis 17:21-22 Pero haré Mi pacto con Isaac, quien Sara engendrará de ti para este tiempo el año que viene. Y dejó de hablar con él, y Dios se fue del lado de Abraham.*

2. Abraham ofrece a Isaac

Génesis 22:2-3 Y dijo: Trae ahora a tu hijo, tu único hijo Isaac, a quien tú amas, y ve a la tierra de Moriah donde lo ofrecerás ahí como holocausto en una de las montañas que te indicaré. Y Abraham se levantó temprano por la mañana y preparó su asno; tomó dos de sus hombres jóvenes con él y a Isaac su hijo, y partió la madera para el holocausto. Se levantó y se fue al lugar que Dios le había indicado.*

Génesis 22:9-10 Llegaron al lugar que Dios le había indicado y Abraham construyó un altar ahí; acomodó la madera y ató a Isaac su hijo, colocándolo sobre la madera del altar. Y Abraham estiró su mano y tomó el cuchillo para matar a su hijo.*

Nadie puede obstaculizar la obra que Dios se decide a hacer

Acabáis de oír la historia de Abraham. Dios lo escogió después de que el diluvio destruyese el mundo, su nombre era Abraham, y cuando tenía cien años de edad, y su esposa Sara noventa, la promesa de Dios vino a él. ¿Cuál fue esa promesa? Dios prometió aquello a lo que hacen referencia las Escrituras: “Y Yo la bendeciré, y te daré un hijo también de ella”.* ¿Cuál era el trasfondo de la promesa de Dios de darle un hijo? Las Escrituras proveen el siguiente relato: “Entonces Abraham cayó con su rostro sobre la tierra, y se río diciendo en su corazón: ¿Nacerá un hijo de quien tiene cien años? ¿Y engendrará Sara quien tiene noventa años?”.* En otras palabras, esta pareja de ancianos era demasiado mayor para tener hijos. ¿Y qué hizo Abraham después de que Dios le hiciese esta promesa? Cayó con su rostro sobre la tierra, y se río diciendo en su corazón: “¿Nacerá un hijo de quien tiene cien años?”.* Abraham creía que era imposible, lo que significa que pensó que la promesa divina para él debía de ser una broma. Desde la perspectiva del hombre, era algo inalcanzable, e igual de inalcanzable e imposible para Dios. A Abraham quizás le pareciera ridículo: Dios creó al hombre, pero resulta que no sabe que alguien tan viejo es incapaz de tener hijos; piensa que puede permitirme tener un hijo, dice que me dará un hijo; ¡sin duda es imposible! Y así, Abraham se postró sobre su rostro y se rio, pensando para sí: Imposible; Dios se está burlando de mí, ¡esto no puede ser verdad! No tomó en serio las palabras de Dios. ¿Qué clase de hombre era Abraham, pues, a los ojos de Dios? (Justo). ¿Dónde se ha enunciado que él era un hombre justo? Pensáis que todos aquellos a los que Dios llama son justos y perfectos, y personas que andan con Dios. ¡Os atenéis a la doctrina! Debéis ver con claridad que cuando Dios define a alguien, no lo hace arbitrariamente. Aquí, Dios no dijo que Abraham fuese justo. En Su corazón, Él tiene estándares para medir a cada persona. Aunque no dijo qué clase de persona era Abraham, en lo que se refiere a su conducta, ¿qué tipo de fe tenía Abraham en Dios? ¿Era un poco abstracta? O ¿tenía una gran fe? ¡No, no la tenía! Su risa y sus pensamientos mostraron quién era; por tanto, que penséis que Abraham era justo no es sino un producto de vuestra imaginación, la aplicación ciega de la doctrina, una opinión irresponsable. ¿Vio Dios la risa de Abraham y sus pequeñas expresiones? ¿Las conocía? Sí. ¿Cambiaría Dios lo que tenía decidido hacer? ¡No! Cuando Él planeó y decidió que escogería a este hombre, el asunto ya se había cumplido. Ni los pensamientos del hombre ni su conducta influirían o interferirían en lo más mínimo en Dios; Él no cambiaría Su plan de forma arbitraria ni modificaría o alteraría Su plan por la conducta del hombre, que incluso podría ser insensata. ¿Qué dice, pues, Génesis 17:21-22? “Pero haré Mi pacto con Isaac, quien Sara engendrará de ti para este tiempo el año que viene. Y dejó de hablar con él, y Dios se fue del lado de Abraham”.* Dios no prestó la más mínima atención a lo que Abraham pensó o dijo. ¿Y cuál fue la razón de Su indiferencia? Fue que, en aquella época, Dios no pedía que el hombre tuviese una gran fe ni un gran conocimiento de Dios, ni que pudiese entender además lo que Dios hacía y decía. Por consiguiente, no requería que el hombre entendiese por completo lo que Él decidía hacer, las personas que determinaba escoger, o los principios de Sus acciones, porque la estatura del hombre era simplemente deficiente. En aquel tiempo, Dios consideraba que lo que Abraham hacía y su forma de comportarse era algo normal. No condenó ni reprendió, sino que se limitó a afirmar: “Sara engendrará de ti para este tiempo el año que viene”.* Para Dios, después de proclamar estas palabras, este asunto se hizo realidad paso a paso; a Sus ojos, lo que debía cumplirse según Su plan ya se había logrado. Y después de completar las disposiciones para ello, Dios partió. Lo que el hombre hace o piensa, lo que entiende, sus planes, nada de esto tiene relación con Dios. Todo tiene lugar según Su plan, de acuerdo con los tiempos y las etapas que ha establecido. Ese es el principio de la obra de Dios. Él no interfiere en lo que el hombre piensa o sabe, pero tampoco renuncia a Su plan ni abandona Su obra, porque el hombre no cree ni entiende. Los hechos se cumplen, por tanto, según el plan y los pensamientos divinos. Esto es precisamente lo que vemos en la Biblia: Dios hizo que Isaac naciese en el momento que Él había decidido. ¿Demuestran los hechos que el comportamiento y la conducta del hombre obstaculizaran la obra de Dios? ¡En absoluto! ¿Afectaron a Su obra la poca fe del hombre en Él, y sus conceptos e imaginación sobre Él? ¡No, no lo hicieron! ¡Ni en lo más mínimo! El plan de gestión de Dios no se ve afectado por ningún hombre, asunto, o entorno. Todo lo que Él decide hacer se completará y cumplirá en Su tiempo, y según Su plan, y ningún hombre puede interferir en Su obra. En ocasiones, Dios no presta atención a ciertas insensateces e ignorancia del hombre, e incluso ignora algo de su resistencia y de sus conceptos con respecto a Él; en vez de ello, lleva a cabo sin escrúpulos la obra que debe hacer. Este es el carácter de Dios, un reflejo de Su omnipotencia.

Extracto de “La Palabra manifestada en carne


Palabras diarias de Dios | Fragmento 70 | "La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo III"

 



Parábola de la oveja perdida

(Mateo 18:12-14) ¿Qué pensáis? Si un hombre tiene cien ovejas y una de ellas se pierde, ¿no deja las noventa y nueve y va a las montañas y busca la que se ha perdido? Y si la encuentra, de verdad os digo, se alegra más por esa oveja que por las noventa y nueve que no se perdieron. Es así la voluntad del Padre que está en los cielos, que ninguno de estos pequeñitos muera.