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Palabras diarias de Dios | Fragmento 57 | "Sólo el Cristo de los últimos días le puede dar al hombre el camino de la vida eterna"


Palabras diarias de Dios | Fragmento 57 | "Sólo el Cristo de los últimos días le puede dar al hombre el camino de la vida eterna"

Cristo de los últimos días trae la vida y trae el camino de la verdad, duradero y eterno. Esta verdad es el camino por el que el hombre obtendrá la vida, y el único camino por el cual el hombre conocerá a Dios y por el que Dios lo aprobará. Si no buscas el camino de la vida que el Cristo de los últimos días provee, entonces nunca obtendrás la aprobación de Jesús y nunca estarás calificado para entrar por la puerta del reino de los cielos, porque tú eres tanto un títere como un prisionero de la historia. Aquellos que son controlados por los reglamentos, las letras y están encadenados por la historia, nunca podrán obtener la vida y nunca podrán obtener el camino perpetuo de la vida. Esto es así porque todo lo que tienen es agua turbia que ha estado estancada por miles de años en vez del agua de vida que fluye desde el trono. Aquellos que no son provistos con el agua de la vida siempre seguirán siendo los cadáveres, juguetes de Satanás e hijos del infierno. ¿Cómo pueden, entonces, contemplar a Dios? Si sólo tratas de aferrarte al pasado, si sólo tratas de mantener las cosas como están quedándote quieto, y no tratas de cambiar el estado actual y descartar la historia, entonces, ¿no siempre estarás en contra de Dios? Los pasos de la obra de Dios son vastos y poderosos, como olas agitadas y fuertes truenos, pero te sientas y pasivamente esperas la destrucción, apegándote a tu locura y sin hacer nada. De esta manera, ¿cómo puedes ser considerado alguien que sigue los pasos del Cordero? ¿Cómo puedes justificar al Dios al que te aferras como un Dios que siempre es nuevo y nunca viejo? ¿Y cómo pueden las palabras de tus libros amarillentos llevarte a una nueva era? ¿Cómo pueden llevarte a buscar los pasos de la obra de Dios? ¿Y cómo pueden llevarte al cielo? Lo que sostienes en tus manos son las palabras que sólo pueden darte consuelo temporal, no las verdades que pueden darte la vida. Las escrituras que lees son eso que sólo pueden enriquecer tu lengua, no las filosofías vitales que te pueden ayudar a conocer la vida humana, mucho menos los caminos que te pueden llevar a la perfección. Esta discrepancia, ¿no te lleva a reflexionar? ¿No te permite entender los misterios que contiene? ¿Eres capaz de entregarte tú mismo al cielo para encontrarte con Dios? Sin la venida de Dios, ¿te puedes llevar tú mismo al cielo para gozar la felicidad familiar con Dios? ¿Todavía sigues soñando? Sugiero entonces que dejes de soñar y observes quién está obrando ahora, quién está llevando ahora a cabo la obra de salvar al hombre durante los últimos días. Si no lo haces, nunca obtendrás la verdad y nunca obtendrás la vida.

Los que quieren obtener la vida sin confiar en la verdad de la que Cristo habló son las personas más absurdas de la tierra, y los que no aceptan el camino de la vida que Cristo trajo están perdidos en la fantasía. Y así digo que las personas que no aceptan al Cristo de los últimos días Dios las detestará para siempre. Cristo es la puerta para que el hombre entre al reino durante los últimos días, que nadie puede evitar. Nadie puede ser perfeccionado por Dios excepto por medio de Cristo. Tú crees en Dios y por tanto debes aceptar Sus palabras y obedecer Su camino. No debes simplemente pensar en obtener bendiciones sin recibir la verdad o sin aceptar la provisión de la vida. Cristo viene en los últimos días para que a todos los que verdaderamente creen en Él les pueda proveer la vida. Su obra es en aras de concluir la era antigua y entrar en la nueva, y es el camino que deben tomar todos los que entrarán a la nueva era. Si no eres capaz de reconocerlo y en cambio lo condenas, blasfemas y hasta lo persigues, entonces estás destinado a quemarte por la eternidad y nunca entrarás al reino de Dios. Porque este Cristo es Él mismo la expresión del Espíritu Santo, la expresión de Dios, Aquel a quien Dios le ha confiado hacer Su obra en la tierra. Y por eso digo que si no puedes aceptar todo lo que el Cristo de los últimos días hace, entonces blasfemas contra el Espíritu Santo. La retribución que deben sufrir los que blasfeman contra el Espíritu Santo es obvia para todos. También te digo que si te opones al Cristo de los últimos días y lo niegas, entonces no hay nadie que pueda soportar las consecuencias en tu lugar. Además, a partir de este día no tendrás otra oportunidad para obtener la aprobación de Dios; incluso si tratas de redimirte tú mismo, nunca más volverás a contemplar el rostro de Dios. Porque al que tú te opones no es a un hombre, lo que niegas no es algún ser diminuto, sino a Cristo. ¿Eres consciente de estas consecuencias? No has cometido un pequeño error, sino que has cometido un crimen atroz. Y así les aconsejo a todos que no tengan una reacción violenta contra la verdad, o hagan críticas descuidadas, porque sólo la verdad te puede dar la vida y nada excepto la verdad te puede permitir volver a nacer y contemplar el rostro de Dios.

Extracto de “La Palabra manifestada en carne”

Para conocer más: Que es la vida eterna

La palabra de Dios | En el tercer día, las palabras de Dios dan origen a la tierra y los mares, y la autoridad de Dios provoca que el mundo rebose de vida

Leamos seguidamente la primera frase de Génesis 1:9-11: “Entonces dijo Dios: Júntense en un lugar las aguas que están debajo de los cielos, y que aparezca lo seco”. ¿Qué cambios ocurrieron después de que Dios dijese simplemente: “Júntense en un lugar las aguas que están debajo de los cielos, y que aparezca lo seco”? ¿Y qué había en ese espacio lejos de la luz y el firmamento? Está escrito en las Escrituras: “Y llamó Dios a lo seco tierra, y al conjunto de las aguas llamó mares. Y vio Dios que era bueno”. Es decir, ahora había tierra y mares en aquel espacio, y fueron separados. La aparición de estas nuevas cosas siguió al mandato de la boca de Dios, “Y fue así”. ¿Describen las Escrituras a Dios ocupado mientras estaba haciendo esto? ¿Le describen involucrado en una labor física? ¿Cómo hizo Dios, pues, todo esto? ¿Cómo causó Dios que estas nuevas cosas se produjesen? Evidentemente, Él se sirvió de las palabras para lograr todo aquello, para crearlo todo en su totalidad.

En los tres pasajes anteriores hemos conocido la aparición de tres grandes acontecimientos. Los tres aparecieron y se materializaron a través de las palabras de Dios, y por ellas fueron manifestándose uno tras otro ante los ojos de Dios. Por tanto, se ve que “Dios habla, y será cumplido; Él manda, y permanecerá” no son palabras vacías. Esta esencia divina se confirma en el instante en que Él concibe Sus pensamientos, y cuando Él abre Su boca para hablar, Su esencia se refleja plenamente.

Continuemos hasta la frase final de este pasaje: “Y dijo Dios: Produzca la tierra vegetación: hierbas que den semilla, y árboles frutales que den fruto sobre la tierra según su género, con su semilla en él. Y fue así”. Mientras Dios estaba hablando, todas estas cosas nacieron siguiendo los pensamientos divinos, y en un instante una variedad de pequeñas formas de vida delicadas sacaban vacilantes la cabeza a través del suelo; antes incluso de haberse sacudido la tierra del cuerpo se saludaban con entusiasmo, asintiendo y sonriéndole al mundo. Daban gracias al Creador por la vida que les había concedido, y anunciaban al mundo que formaban parte de todas las cosas, y que cada una de ellas dedicaría su vida a evidenciar la autoridad del Creador. Cuando Dios pronunció Sus palabras, la tierra se volvió exuberante y verde; todas las clases de hierbas de las que los hombres podrían disfrutar surgieron y brotaron de la tierra; las montañas y las llanuras se poblaron copiosamente de árboles y bosques… Este mundo árido, en el que no había existido rastro alguno de vida, se cubrió con rapidez de abundancia de pasto, hierbas y árboles, y desbordó de vegetación… La fragancia del pasto y el aroma de la tierra se extendieron por el aire, y toda una serie de plantas comenzó a respirar en tándem con la circulación del aire, y se inició el proceso del crecimiento. Al mismo tiempo, gracias a las palabras de Dios y siguiendo Sus pensamientos, todas las plantas iniciaron los ciclos de vida perpetua en los que crecen, florecen, dan fruto, y se multiplican. Empezaron a adherirse a sus respectivas trayectorias vitales, y comenzaron a desempeñar sus respectivos papeles entre todas las cosas… Todas nacieron, y vivían por las palabras del Creador. De Él recibirían provisión incesante y alimentación, y siempre sobrevivirían tenazmente en cada rincón de la tierra para mostrar Su autoridad y Su poder, y siempre mostrarían la fuerza vital que Él les había concedido…

La vida del Creador es extraordinaria, Sus pensamientos son extraordinarios, y Su autoridad es extraordinaria; por tanto, cuando pronunció Sus palabras, el resultado final fue: “Y fue así”. Claramente, Dios no necesita trabajar con Sus manos cuando actúa; simplemente usa Sus pensamientos para mandar, y Sus palabras para ordenar, y así se logran las cosas. En ese día, Dios reunió las aguas en un lugar, y dejó que apareciese la tierra seca; a continuación hizo que el pasto brotara de la tierra, y allí crecieron las hierbas que daban semillas, y los árboles que llevaban fruto, y Dios los clasificó según su especie, e hizo que cada uno contuviese su propia semilla. Todo esto se realizó de acuerdo con los pensamientos divinos y las órdenes pronunciadas por Dios; y cada cosa apareció, una tras otra, en este nuevo mundo.

Cuando aún no había iniciado Su obra, Dios ya tenía en mente una imagen de lo que pretendía lograr, y cuando Dios emprendió la consecución de estas cosas, momento en el que también abrió Su boca para reproducir el contenido de dicha imagen, empezaron a producirse cambios en todas las cosas gracias a la autoridad y el poder de Dios. Independientemente de cómo lo hiciera, o de cómo ejerciera Su autoridad, todo se logró paso a paso, de acuerdo a Su plan y por Sus palabras; así se produjeron también los cambios entre el cielo y la tierra gracias a las palabras y a la autoridad de Dios. Todas estas modificaciones y apariciones mostraron la autoridad del Creador, lo extraordinario y la grandeza del poder de Su vida. Sus pensamientos no son meras ideas o una imagen vacía, sino una autoridad poseedora de vitalidad y de una energía excepcional; son el poder que provoca que todas las cosas cambien, revivan, se renueven y perezcan. Y, debido a ello, todas las cosas funcionan a causa de Sus pensamientos, y, al mismo tiempo, se realizan por las palabras de Su boca…

Antes de que aparecieran todas las cosas, hacía mucho que en los pensamientos de Dios se había formado un plan completo, y se había constituido un nuevo mundo. Aunque el tercer día aparecieron toda clase de plantas sobre la tierra, Dios no tenía razones para detener los pasos de Su creación de este mundo; Su intención era seguir pronunciando Sus palabras, llevando a cabo la creación de cada cosa nueva. Él hablaría, emitiría Sus mandatos, ejercería Su autoridad y mostraría Su poder; y preparó todo lo que había planeado a fin de que estuviera dispuesto para todas las cosas y para la humanidad que pretendía crear…

Extracto de ‘Dios mismo, el único I’ en “La Palabra manifestada en carne”

Fuente: Iglesia de Dios Todopoderoso

“El amor de Dios se extiende como el agua de una fuente, y se te da a ti y a mí y a él y a todos los que verdaderamente buscan la verdad y esperan la aparición de Dios” Exacto de “La Palabra manifestada en carne”. Las declaraciones de Dios en los últimos días pueden hacer que disfrutes de una provisión sin fin de agua viva y encontrar el camino hacia la vida eterna. Que todos escuchemos las palabras que dice el Espíritu Santo a las iglesias y conozcamos la obra de Cristo en los últimos días y Sus declaraciones. Te invitamos a comunicarte y explorar con nosotros a través de WhatsApp.

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En el primer día, el día y la noche de la humanidad nacen y permanecen gracias a la autoridad de Dios

Veamos el primer pasaje: “Entonces dijo Dios: Sea la luz. Y hubo luz. Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas. Y llamó Dios a la luz día, y a las tinieblas llamó noche. Y fue la tarde y fue la mañana: un día” (Génesis 1-5). Este pasaje describe el primer acto de Dios al principio de la creación, y el primer día que Dios pasó en el que hubo una noche y una mañana. Pero fue un día extraordinario: Dios empezó a preparar la luz para todas las cosas, y, además, la separó de las tinieblas. En ese día, Dios comenzó a hablar, y Sus palabras y autoridad existieron una al lado de la otra. Su autoridad comenzó a manifestarse entre todas las cosas, y Su poder se extendió entre ellas como consecuencia de Sus palabras. Desde este día en adelante, todas las cosas se hicieron y permanecieron gracias a las palabras de Dios, la autoridad de Dios, y el poder de Dios; de la misma manera, comenzaron a funcionar a través de Su palabra, Su autoridad y Su poder. Cuando Dios pronunció la frase “Sea la luz”, fue la luz. Dios no inició empresa alguna; la luz había aparecido como resultado de Sus palabras. A la luz Dios la llamó día, y el hombre sigue dependiendo de ella hoy para su existencia. Por la orden de Dios, su sustancia y su valor nunca han cambiado ni desaparecido. Su existencia muestra la autoridad y el poder de Dios, proclama la existencia del Creador, y confirma una y otra vez Su identidad y Su estatus. No es intangible ni ilusoria, sino una luz real que el hombre puede ver. Desde ese momento, en este mundo vacío en el que “la tierra estaba sin orden y vacía, y las tinieblas cubrían la superficie del abismo”, se produjo la primera cosa material. Esta cosa surgió de las palabras de la boca de Dios, y apareció en el primer acto creador de todas las cosas por la autoridad y las declaraciones de Dios. Poco después, Él ordenó que la luz y las tinieblas se separaran… Todo cambió y se completó por las palabras de Dios… Él llamó a esta luz “Día”, y a las tinieblas “Noche”. Desde ese momento, la primera noche y la primera mañana se produjeron en el mundo que Dios pretendía crear, y Él determinó que este fuera el primer día. Fue el primero en que el Creador hizo todas las cosas, y el comienzo de la creación de todas las cosas; fue la primera vez que la autoridad y el poder del Creador se manifestaban en este mundo que Él había creado.

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La totalidad del mundo religioso cree que todas las palabras y la obra de Dios están en la Biblia y que, salvo en ella, no hay más palabras de Dios ni de Su obra. Por tanto, si eres fiel a la Biblia, seguro que podrás entrar en el reino de los cielos.