Esto fue lo que Jehová Dios dijo a Satanás por segunda vez. Los que se familiarizan con la Biblia saben que Job maldijo su propio cumpleaños cuando estaba en un sufrimiento tremendo. Pero, todos los que pertenecemos vienen de Dios, incluso nuestro nacimiento fue predestinado por Él, todo lo que Dios ha organizado es bueno, debemos alabarlo. Sin embargo, Job maldijo su propio cumpleaños en el sufrimiento, ¿no fue algo irrespetuoso hacia Dios? Entonces, ¿por qué todavía Dios le dio a Job una evaluación alta y diciendo que Job fue un hombre perfecto y recto, fue uno que temía a Dios y se apartaba del mal?
En un libro se dice: “Cuando Satanás extendió su mano para afligir los huesos de Job, este cayó en sus garras, sin medios para escapar ni fuerza para resistir. Su cuerpo y su alma sufrieron un dolor enorme, y este dolor le hizo tomar profunda consciencia de la insignificancia, la fragilidad y la impotencia del hombre que vive en la carne. Adquirió, asimismo, un profundo entendimiento de por qué Dios quiere preocuparse por la humanidad y cuidar de ella. En las garras de Satanás, Job se dio cuenta de que el hombre, de carne y hueso, es realmente impotente y débil. Cuando se arrodilló y oró a Dios, sintió que Él se tapaba la cara, y se escondía, porque lo había dejado por completo en las manos de Satanás. Al mismo tiempo, Dios también lloró y se sintió acongojado por él; a Dios le dolía su dolor, le herían sus heridas… Job sentía el dolor de Dios, y lo insoportable que aquello era para Él… No quería acarrear más pesar sobre Dios ni que este llorara por él, y mucho menos que sufriese por él. En aquel momento sólo quería despojarse de su carne para no soportar más el dolor que esta traía sobre él, porque esto haría que Dios dejara de sentirse atormentado por su dolor; pero no podía, y no sólo tenía que tolerar el dolor de la carne, sino también el tormento de no querer inquietar a Dios. Estos dos dolores —el de la carne y el del espíritu— produjeron un sufrimiento desgarrador y devastador sobre Job, y le hicieron sentir que las limitaciones del hombre, que es de carne y hueso, pueden hacer que uno se sienta frustrado e inútil. Bajo estas circunstancias, su anhelo de Dios fue más ardiente, y su aborrecimiento hacia Satanás más intenso. En aquel momento, Job habría preferido no haber nacido nunca en este mundo del hombre, no existir, antes que ver a Dios llorar o sentir dolor por su causa. Comenzó a aborrecer profundamente su carne, a sentirse asqueado y cansado de sí mismo, del día de su nacimiento e incluso de todo lo relacionado consigo mismo. No quería que ya se hiciera mención alguna de su día de nacimiento ni de nada que tuviera algo que ver con ello, así que abrió su boca y maldijo el día de su nacimiento: ‘Que muera el día cuando nací y la noche en que se dijo: Que se conciba un niño. Que ese día sea oscuridad; que Dios no lo tenga en cuenta desde lo alto ni que tampoco brille la luz sobre él’ (Job 3:3-4). Las palabras de Job trasmiten su aborrecimiento de sí mismo, ‘Que muera el día cuando nací y la noche en que se dijo: Que se conciba un niño’, así como la sensación de su reprobación y endeudamiento por causarle dolor a Dios, ‘Que ese día sea oscuridad; que Dios no lo tenga en cuenta desde lo alto ni que tampoco brille la luz sobre él’”.
Cuando Dios le permitió a Satanás tentó a Job una vez más, Satanás torturó cruelmente el cuerpo de Job, procuraba hacerle negar a Dios. En ese momento, aunque Job sufrió mucho y su capacidad de resistir había alcanzado su límite, no negó a Dios por los sufrimientos que experimentó, por el contrario, sintió que Dios estaba afligido por la causa de sus sufrimientos. Job no quiso, ni soportó dejar que Dios sentía doloroso por sus sufrimientos carnales, por lo tanto se odió a sí mismo y maldijo su propio cumpleaños, prefirió nunca nacer en este mundo, de ser así, Dios no sentiría doloroso por él. Cuando Job estaba sufriendo, todavía pensaba en Dios. La obediencia de Job a Dios se elevó al nivel del amor y la preocupación, solo tenía un lugar para Dios en su corazón, ¡él amaba a Dios que sobrepase a sí mismo! Job estaba echando la culpa a Dios ni irrespetuoso hacia Dios cuando estaba en las pruebas, sino que estaba amándolo y preocupándolo. Todo lo que Job demuestró, ¡que honesto y recto! Lo que hizo no es algo que todos puedan hacerlo.
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