“Los Verdaderamente Obedientes Seguramente Serán Ganados por Dios”. Pero, ¿qué ha de ganarse? ¿Cómo haces para conseguir ser ganado por Dios? Muchos hermanos y hermanas han experimentado la obra de Dios durante más de veinte años, pero desde el principio no han sido obedientes, siempre hablan de sus razones y siguen sus propias concepciones e imaginaciones. Cada vez que se les trata y poda, saltan y se rebelan, dejando al descubierto su naturaleza y después nadie les presta atención. Pasan un par de días y se tranquilizan, se sienten mal y se preguntan: “¿Cómo te has comportado durante estos últimos días? Te resistías como el diablo, no estabas siendo obediente. ¿Qué hiciste para ser desobediente? Hablaste de tus razones, tomaste tus propias concepciones e imaginaciones como la verdad, refutaste la palabra de Dios y contradijiste la palabra de Dios, y de este modo te estabas resistiendo a Dios”. ¿Es posible no sentir remordimientos después de esto? ¿Es posible no arrepentirse? Durante estos últimos días no había nadie que te tratara, ¡pero te sentías tan mal que te quedaste sin palabras! ¿Sabes cuáles son las consecuencias de resistirse a Dios? Experimentarás el sufrimiento. Esta mala sensación dentro de ti no desaparece, sufres porque sientes odio hacia ti mismo, así que después declaras: “Oh, Dios, si me tratas la próxima vez, prometo que me someteré a Ti, Te reconfortaré por completo con mi verdadera obediencia, no me resistiré a Ti, no explicaré mis razones, y si vuelvo a hacerlo, que Tú me maldigas y me castigues”. Después de orar de este modo, las cosas parecerán haberse calmado. Pero cuando hayan pasado unos días, el juicio y el castigo de Dios caerán de pronto sobre ti y antes de que hayan pasado tres minutos siquiera, volverás a saltar y a entablar un debate para intentar razonar con Dios. Debatiendo y razonando de esta manera, otros no te prestarán atención y dirán: “Eres racional, eso está bien; y si eres racional entonces debes de ser una buena persona”. Luego, pasado un tiempo, volverás a sentirte paralizado; te sentirás como si estuvieras siendo refinado como antes, como si estuvieras siendo castigado, y te sentirás desagradable durante varios días. El dolor no te lo inflige otra persona, se debe a ti. Sentirás que estás sufriendo mucho. Entonces, ¿qué sentirás en tu interior? “¿Cómo he podido rebelarme de nuevo? ¿Acaso no lo entendí la última vez que oré y decidí que sería obediente? ¿Cómo he podido descarriarme de nuevo? ¿Qué está pasando aquí? Esta es la naturaleza de Satanás, que no cambia. Ni siquiera me arrepiento a las puertas de la muerte. ¡Ay! ¡Este es un problema muy arraigado! ¡Es más fácil cambiar ríos y montañas que alterar la naturaleza de una persona!”. Cuando llegues a este entendimiento empezarás a gimotear y después a sollozar. Entonces sentirás la necesidad de volverte otra vez a Dios y orar: “¡Oh, Dios! Ahora lo sé, ahora lo veo claramente, la naturaleza de Satanás yace en lo más profundo de mi ser, no existe cura. Oh, Dios, no intentes tratarme. Más vale que pases directamente a castigarme, porque si Tú me castigas al menos me sentiré un poco mejor”. Te sentirás un poco mejor después de orar de este modo, pensando: “Entonces volveré a meterme en una pelea a muerte con la carne, el viejo Satanás, ¡y debe ser castigado hasta la muerte!”. Entonces volverás a sentir paz en tu corazón. Pero, pasados sólo unos meses, volverás a enfrentarte a una circunstancia inusual en la que tendrás que ser tratado y podado, y volverás a resistirte. Te preguntarás: “¿Qué está pasando aquí? ¿Cómo es posible que no se produzca un cambio ninguna vez?”. ¿Crees que esta clase de experiencia es normal? ¿Puede eliminarse a esa clase de personas? Esta es una experiencia normal.
Algunas personas preguntarán: “Es posible que una experiencia normal se produzca una o dos veces, pero ¿sigue siendo normal después de tres o cuatro veces?”. Depende. Si vais de flor en flor promiscuamente se considera una falta; se limita a una o dos veces, pero no está permitido que suceda tres o cuatro veces. Cuando se trata de la resolución de un carácter corrupto, no podéis hablar de ello en estos términos; esta clase de fórmula no es adecuada. ¿Entendéis? Las personas deben ser limpiadas de su naturaleza satánica, pero esto no es algo que sólo sucede una, dos, tres o cuatro veces, sino que es algo que se consigue con muchos años de esfuerzos laboriosos, pruebas y tribulaciones. Fíjate en la manera en que esposo y esposa viven sus vidas. Cuando son jóvenes se casan, son buenos el uno con el otro y se aman, pero pronto las cosas empiezan a empeorar. Al principio empiezan a discutir y pronto las cosas empiezan a calentarse hasta que al final pelean todo el tiempo. Pero incluso después de pelear durante tantos años no se abandonan. ¿Hasta qué edad seguirán peleando hasta dejar de hacerlo? A los sesenta años dejarán de pelear, dejarán de regañarse, ninguno de ellos empezará una pelea ni regañará al otro. ¿Dirías que en este momento esta pareja está verdaderamente comprometida el uno con el otro? Son capaces de vivir en armonía y ya no discuten. ¿Por qué? Porque ya no les quedan fuerzas, ¿verdad? Entonces, cuando las personas llegan a los sesentas, ya lo han experimentado todo en la vida, ya han sufrido todas las dificultades que hay que sufrir y en ese momento son capaces de someterse a la voluntad de Dios y a ser equipados con una humanidad normal. Ahora bien, al recordar cuando eras jóven y expresabas tu naturaleza satánica y fogoso temperamento, sentirás náuseas. “¡Qué es eso!”. Sea lo que sea, no estás dispuesto a pensar en el pasado. Pero ahora todo está bien, te sometes a todo. Independientemente de lo que diga la gente o de cómo te traten, en tu corazón eres obediente. Al sentirte así, piensas: “¡Ah, por fin sé lo que son la humanidad normal, la conciencia y la racionalidad!”. Las palabras que dices son ciertas, las cosas que haces son verdaderas y hay humanidad en las cosas que piensas. Son compatibles con los pensamientos de las personas, y todo parece ir según tus deseos. Entonces, ¿qué esta pasando aquí? ¿Es esta una vida madura? Cuando eras jóven te percataste de muchas verdades a través de la obra de Dios, y después de experimentar incontables fracasos ahora puedes poner en práctica la verdad. No cuesta ningún esfuerzo. Ser obediente a Dios es fácil. Coordinarse con las personas, juntarse en armonía, obedecer a vuestros hermanos y hermanas, todas estas cosas son fáciles. Ser paciente con tus hermanos y hermanas y perdonarlos es fácil. Esperar pacientemente es fácil. Manejar tus asuntos siguiendo unos principios es fácil. Parece que nada de esto supone ningún esfuerzo. Y ahora, cuando se te pide que hagas algunas cosas malas, que hagas algunas cosas por fama y beneficios, por estatus o vanidad, no las haces, sientes que es vergonzoso. Abandonar tu carne, renunciar a esas cosas que atañen a la carne es aún más fácil. Practicar la verdad es fácil, rebelarte contra tu carne es aún más fácil. ¿De verdad es esto lo que está ocurriendo aquí? Practicar la verdad y abandonar la carne es más difícil cuando empiezas a creer en Dios. Un día es fácil abandonar la carne, lo cual es algo que has conseguido poniendo en práctica la verdad. Cuando ir en contra de tu carne es fácil, también te resulta fácil poner en práctica la verdad; cuando pones en práctica la verdad fácilmente, abandonar la carne también te resulta fácil. Ambas cosas se asemejan. Cuando tu experiencia de vida alcanza cierto nivel, sientes que poner en práctica la verdad e ir en contra de la carne no es difícil, y que renunciar a tu carne es aún menos difícil. No es difícil deleitarse ayudando a otros. Todo esto es fácil de hacer. Tampoco es difícil amar a los demás como te amas a ti mismo; simplemente se trata de hacer algo por alguien; sólo se trata de cumplir parte de la responsabilidad que tienes hacia los demás. Ves a alguien que está empezando a creer y piensas: “Okey, veamos cómo podemos ayudar a esta persona, la ayudaremos en cualquier aspecto en el que necesite ayuda, ¡fácil!”. En este momento, si se te pide que hagas cosas para ti mismo o que hagas cosas para alcanzar tus propios objetivos, eso te hace sentir avergonzado y te deja intranquilo, porque piensas que actuar de ese modo es despreciable. Cuando tu experiencia de vida te lleva a este nivel, ¿se consigue esto siendo obediente a Dios? Este es el resultado que alcanzas al someterte a Dios. Si siempre eres obediente, ser obediente a Dios no será difícil; si siempre pones en práctica la verdad, poner en práctica la verdad no será difícil; si siempre intentas ser una persona honesta que no dice mentiras, llegará un día en que eso tampoco te resulte difícil. Todo esto será fácil.
Ahora bien, ¿qué significa tener esta clase de resultados? Significa que esa persona ha sido obtenida por Dios. Ser obtenido por Dios significa: 1. Esta persona es verdaderamente obediente a Dios; 2. Esta persona es capaz de poner en práctica la verdad en todo y no le resulta difícil; 3. Esta persona es capaz de hacer cosas reales por su amor a Dios y para satisfacer a Dios. Ahora bien, ¿serían capaces de abandonar a Dios esta clase de personas? 1. Son incapaces de abandonar a Dios, son inseparables de Dios; 2. Nunca volverán a ser capaces de rebelarse contra Dios; 3. Es más, no serán capaces de hacer cosas que se resistan a Dios. ¿Es esta clase de persona alguien que ha sido obtenido por Dios? Es alguien que ha sido obtenido por Dios. Después de ser obtenido por Dios, todo tu cuerpo se sentirá relajado; ¡sentirás que por fin has sido ganado a través de tu fe en Dios! ¿A qué se refiere exactamente la palabra “obtenido”? En términos concretos, significa que has obtenido gran parte de la verdad y que has obtenido vida. En términos más generales, significa que has obtenido a Dios y que has sido ganado por Dios. Cuando alguien es obtenido o ganado por Dios, significa que no sólo es inseparable de Dios, sino también que sólo es capaz de vivir para Dios y para cumplir Su voluntad. La única manera en que esta persona puede vivir una vida significativa es honrando a Dios y siendo Su testigo. Ahora bien, estos tipos de personas están viviendo las vidas más significativas. Entonces, cuando estas personas digan o hagan algo y Dios las mire desde lo alto, ¿cómo se sentirá Él? Dios se sentirá satisfecho; Dios se sentirá reconfortado. Pensará en que así es como Él lo había visionado cuando creó a la raza humana. Pensará en cómo esto cumple con la condición que Él quiere que la raza humana alcance al final. Cuando las palabras del hombre son completamente compatibles con Dios, independientemente de lo que sea dicho por Dios, el hombre escuchará con paciencia y atención, intentará descifrarlo y llevará a cabo sus acciones siguiendo las palabras de Dios y las órdenes de Dios, sin sus propias elecciones o preferencias. Esta es la condición en la que Dios quiere que se encuentren las personas. Así pues, ¿cómo pueden las personas llegar a esta condición? Estos resultados pueden alcanzarse experimentando la obra de Dios y siendo realmente obedientes a la misma. Mira a tu alrededor y piensa en cómo muchos de tus hermanos y hermanas intentan cumplir con su deber todos los días, que comen y beben la palabra de Dios todos los días, que se reúnen en comunión para hablar de la verdad todos los días. ¿No es esto ser obediente a la obra de Dios? Si así es cómo experimentas las cosas y llevas a cabo tus acciones, entonces dentro de diez o veinte años serás recompensado y serás capaz de obtener ciertos resultados. Si eres de buen calibre, entonces tendrás buenos resultados, pero si eres de pobre calibre, tus resultados también serán pobres. Experimentar un año es tener un año de resultados; experimentar diez años es tener diez años de resultados; así son las cosas.
Fuente: Iglesia de Dios Todopoderoso
Fuente: Iglesia de Dios Todopoderoso
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