Navidad compartiendo : "Aquel que tiene la soberanía sobre todas las cosas" El poder de Dios

Imagen de la Iglesia de Dios Todopoderoso
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La Navidad se acerca, cuando todos están felices, ¿aún recuerda el amor del Señor Jesús por la humanidad? El Señor Jesús sacrificó todo por la salvación de toda la humanidad y sufrió toda la humillación. Sabía que iba a sufrir una gran humillación y dolor, y se dirigió resueltamente hacia la crucifixión, por una parte, para la redención. Los seres humanos que vivieron en pecado y sufrieron por Satanás, tienen la oportunidad de venir a Dios por medio de la redención de Dios, no de estar atados por el pecado; lo que es más importante, allanar el camino para el siguiente paso de Dios al gestionar a la humanidad: los seres humanos que viven bajo el poder de las tinieblas de Satanás se salvaron por completo, por lo que completó  la obra de crucifixión a toda costa y esta ansioso. ¡El amor de Dios por la humanidad es realmente muy profundo! ¿Quién más, además del Creador, tiene un amor tan profundo por la humanidad?

Comparte un documental a todos, y nos hará saber cómo Dios ha guiado y salvado a toda la humanidad desde la creación hasta el presente, y nos hará conocer amor de Dios por la humanidad: "Aquel que tiene la soberanía sobre todas las cosas".






Cuántas criaturas existen viviendo y reproduciéndose en la vasta expansión del universo, siguiendo la ley de la vida una y otra vez, ciñéndose a una norma continua. Los que mueren se llevan con ellos las historias de los vivos, y estos repiten la misma trágica historia de los que han muerto. Y así, la humanidad no puede evitar preguntarse: ¿por qué vivimos? ¿Y por qué tenemos que morir? ¿Quién domina este mundo? ¿Y quién creó a esta humanidad? ¿Fue la humanidad realmente creada por la Madre Naturaleza? ¿Controla realmente la humanidad su propio destino?… Durante miles de años, la humanidad ha hecho estas preguntas, una y otra vez. Desgraciadamente, cuanto más se ha obsesionado con ellas, más se ha desarrollado una sed por la ciencia. Esta ofrece una breve gratificación y un disfrute temporal de la carne, pero está lejos de ser suficiente para liberar a la humanidad de la soledad, el aislamiento, el terror y el desamparo apenas encubiertos en lo profundo de su alma. La humanidad usa simplemente el conocimiento científico que el ojo humano puede ver y el cerebro comprender para anestesiar su corazón. No obstante, ese conocimiento científico no puede hacer que la humanidad deje de explorar misterios. La humanidad no sabe quién es el Soberano de todas las cosas en el universo, y mucho menos el principio y el futuro de sí misma. Simplemente vive, forzosamente, en medio de esta ley. Nadie puede escapar de ello y nadie puede cambiarlo, porque entre todas las cosas y en los cielos sólo hay uno desde la eternidad hasta la eternidad que tiene la soberanía sobre todas las cosas. Él es Aquel que el hombre nunca ha visto, que la humanidad nunca ha conocido, en cuya existencia nunca ha creído, pero que sopló aliento en sus ancestros y dio vida a la humanidad. Él es Aquel que provee y alimenta a la humanidad para su existencia, y la guía hasta el día presente. Además, Él y sólo Él es de quien depende la humanidad para su supervivencia. Tiene la soberanía sobre todas las cosas y domina a todos los seres vivos debajo del universo. Domina las cuatro estaciones, y es quien convoca al viento, la escarcha, la nieve y la lluvia. Él da el sol a la humanidad y trae la venida de la noche. Él fue quien estableció los cielos y la tierra, proveyendo al hombre montañas, lagos y ríos, así como todas las cosas vivientes en ellos. Sus hechos están en todas partes, Su poder está en todas partes, Su sabiduría está en todas partes y Su autoridad está en todas partes. Cada una de estas leyes y normas es la representación de Sus hechos, y cada una de ellas revela Su sabiduría y autoridad. ¿Quién puede eximirse de Su soberanía? ¿Y quién puede liberarse de Sus designios? Todas las cosas existen bajo Su mirada, y además todas viven bajo Su soberanía. Sus hechos y Su poder dejan a la humanidad con la única elección de reconocer el hecho de que Él existe realmente y tiene soberanía sobre todas las cosas. Ninguna otra cosa aparte de Él puede dominar el universo, y menos aún proveer incesantemente para esta humanidad. Al margen de que seas capaz de reconocer los hechos de Dios, y creer en Su existencia, no hay duda de que tu destino se encuentra en la ordenación de Dios, y de que Él siempre tendrá soberanía sobre todas las cosas. Su existencia y autoridad no se predican en función de que el hombre pueda o no reconocerlas y comprenderlas. Sólo Él conoce el pasado, el presente y el futuro del hombre, y sólo Él puede determinar el destino de la humanidad. Independientemente de que seas capaz de aceptar este hecho, no pasará mucho tiempo antes de que esta presencie todo esto con sus propios ojos, y esta es la realidad que Dios pronto sacará a la luz. La humanidad vive y muere bajo los ojos de Dios. Vive para la gestión de Dios, y cuando sus ojos se cierran para el tiempo final, también es por esa misma gestión. Una y otra vez, el hombre va hacia atrás y hacia adelante. Sin excepción, todo forma parte de la soberanía y de los designios de Dios. Su gestión siempre está avanzando y nunca ha cesado. Él hará a la humanidad consciente de Su existencia, que confíe en Su soberanía, vea Sus hechos, y vuelva a Su reino. Este es Su plan, y la obra que Él ha estado llevando a cabo durante miles de años.

Dios creó este mundo, creó a esta humanidad, y además fue el arquitecto de la antigua cultura griega y la civilización humana. Sólo Dios consuela a esta humanidad, y sólo Él cuida de ella noche y día. El desarrollo y el progreso humanos son inseparables de la soberanía de Dios, y la historia y el futuro de la humanidad son inextricables de los designios de Dios. Si eres un cristiano verdadero, creerás sin duda que el auge y la caída de cualquier país o nación ocurren de acuerdo con los designios de Dios. Sólo Él conoce el destino de un país o nación, y sólo Él controla el curso de esta humanidad. Si esta desea tener un buen destino, si un país desea un buen destino, entonces el hombre debe postrarse a Dios para adorarle, arrepentirse y confesar delante de Él, si no, la suerte y el destino del hombre acabarán inevitablemente en catástrofe.
Echa un vistazo a la época del arca de Noé: la humanidad era profundamente corrupta, se había desviado de la bendición de Dios, Él ya no cuidaba más de ella, y había perdido Sus promesas. Vivía en las tinieblas, sin la luz de Dios. Así pues, los hombres se volvieron licenciosos por naturaleza, abandonados a sí mismos a una depravación horrible. Tales hombres ya no podían recibir la promesa de Dios; no eran dignos de ver el rostro de Dios, ni de oír Su voz, porque lo habían abandonado, habían dejado de lado todo lo que Él les había concedido, y se habían olvidado de las enseñanzas de Dios. Su corazón se apartaba más y más de Dios, y conforme lo hacía, se volvieron depravados más allá de toda razón y humanidad, y cada vez más malvados. Así pues, cada vez se acercaron más a la muerte, y cayeron bajo la ira y el castigo de Dios. Sólo Noé adoró a Dios y se apartó del mal, y por eso fue capaz de oír Su voz, y Sus instrucciones. Él construyó el arca siguiendo las instrucciones de la palabra de Dios, y reunió a toda forma de criaturas vivientes. Y de esta manera, una vez que todo se había preparado, Dios desató Su destrucción sobre el mundo. Sólo Noé y los siete miembros de su familia sobrevivieron a la destrucción, porque Noé adoró a Jehová y se apartó del mal.
Después, mira la era presente: hombres tan justos como Noé, que podían adorar a Dios y apartarse del mal, han dejado de existir. Aun así Dios sigue siendo misericordioso con esta humanidad, y la absuelve durante esta era final. Dios busca a aquellos que anhelan que Él aparezca. Busca a aquellos que son capaces de oír Sus palabras, los que no han olvidado Su comisión y le ofrecen su corazón y su cuerpo. Él busca a aquellos que son tan obedientes como bebés delante de Él, y no se resisten a Él. Si ninguna fuerza te obstaculiza en tu devoción a Dios, Él te mirará con favor, y te concederá Sus bendiciones. Si tienes una posición alta, una reputación honorable, posees un conocimiento abundante, tienes muchas propiedades, y muchas personas te apoyan, pero estas cosas no evitan que vengas delante de Dios para aceptar Su llamamiento y Su comisión, que hagas lo que Él pide de ti, entonces todo lo que haces será lo más significativo sobre la tierra y lo más justo de la humanidad. Si rechazas la llamada de Dios por causa de tu estatus o tus propios objetivos, todo lo que hagas será maldito e incluso detestado por Dios. Quizás seas un presidente, o un científico, un pastor, o un anciano, no importa cuán elevado sea tu oficio, si te apoyas en tu conocimiento y capacidad en tus empresas, entonces siempre serás un fracaso, y serás un hombre sin las bendiciones de Dios, porque Él no acepta nada de lo que haces, ni admite que tu carrera sea justa, ni acepta que estés trabajando para el beneficio de la humanidad. Él dirá que lo único que haces es usar el conocimiento y la fuerza de la humanidad para despojar al hombre de la protección de Dios, y para negar Sus bendiciones. Él dirá que estás llevando a la humanidad hacia las tinieblas, hacia la muerte y hacia el comienzo de una existencia sin límites en la que el hombre ha perdido a Dios y Su bendición.
Desde que el hombre tuvo ciencias sociales por primera vez, la ciencia y el conocimiento ocuparon su mente. Después, estos pasaron a ser herramientas para gobernar a la humanidad, y ya no hubo espacio suficiente para que el hombre adorara a Dios ni más condiciones favorables para Su adoración. La posición de Dios se hundió aún más abajo en el corazón del hombre. El mundo dentro de este, sin lugar para Dios, es oscuro, vacío sin esperanza. Y así surgieron muchos científicos sociales, historiadores y políticos, que expresaron teorías de ciencia social, la de la evolución humana y otras que contravienen la verdad de que Dios creó al hombre, para llenar el corazón y la mente del hombre. Así, cada vez son menos los que creen que Dios lo creó todo, y más quienes creen en la teoría de la evolución. Más y más personas tratan los relatos de la obra de Dios y Sus palabras durante la era Antiguo Testamento como mitos y leyendas. En sus corazones, las personas se vuelven indiferentes a la dignidad y a la grandeza de Dios, al principio de que Él existe y que domina todas las cosas. La supervivencia de la humanidad y el destino de países y naciones ya no son importantes para ellas. El hombre vive en un mundo vacío, que se preocupa sólo con comer, beber, y buscar el placer… Pocas personas asumen el buscar dónde lleva a cabo Dios Su obra hoy, o cómo preside y organiza el destino del hombre. De esta forma, la civilización humana se vuelve inconscientemente más incapaz de satisfacer los deseos del hombre, e incluso muchos sienten que, viviendo en un mundo así, son menos felices que los que se han muerto. Incluso personas de países que solían ser altamente civilizados ventilan estas quejas. Y es que sin la dirección de Dios, por mucho que los gobernantes y sociólogos se devanen los sesos para preservar la civilización humana, todo es inútil. Nadie puede llenar el vacío en el corazón del hombre, porque nadie puede ser su vida, y ninguna teoría social puede liberarlo del vacío que lo aflige. Ciencia, conocimiento, libertad, democracia, ocio, comodidad, todas estas cosas no son sino un consuelo temporal. Incluso teniendo esto, el hombre pecará inevitablemente y se quejará de las injusticias de la sociedad. Estas cosas no pueden aliviar el anhelo y el deseo del hombre por explorar. Porque la humanidad fue creada por Dios, y sus sacrificios y sus exploraciones sin sentido sólo pueden llevarla a una angustia mayor. El hombre existirá en un estado constante de miedo, no sabrá cómo afrontar el futuro de la humanidad ni cómo hacer frente a la senda que tiene por delante. El hombre incluso llegará a temer a la ciencia y al conocimiento, y más aún al sentimiento de vacío dentro de sí. En este mundo, vivas en un país libre o en uno sin derechos humanos, eres totalmente incapaz de escapar al destino de la humanidad. Seas gobernador o gobernado, eres totalmente incapaz de escapar del deseo de explorar el sino, los misterios, y el destino de la humanidad. Mucho menos eres capaz de escapar al desconcertante sentimiento de vacío. Tales fenómenos, comunes a toda la humanidad, son llamados fenómenos sociales por los sociólogos, pero ningún gran hombre puede salir a resolver estos problemas. Después de todo, el hombre es hombre. Ninguno de ellos puede reemplazar la posición y la vida de Dios. La humanidad no sólo requiere una sociedad justa en la que todos estén bien alimentados, y que sea igualitaria y libre, sino la salvación de Dios y Su provisión de vida para ella. Sólo cuando el hombre recibe la salvación de Dios y Su provisión de vida para él pueden resolverse las necesidades, el anhelo de explorar y el vacío espiritual. Si las personas de un país o nación son incapaces de recibir la salvación y el cuidado de Dios, ese país o nación pisará el camino de la ruina hacia las tinieblas, y Dios lo aniquilará.
Quizás tu país prospere actualmente, pero si dejas que tu pueblo se aparte de Dios, aquel se verá cada vez más lejos de Sus bendiciones. La civilización de tu país se verá cada vez más pisoteada, y no pasará mucho tiempo antes de que las personas se levanten contra Dios y maldigan el cielo. Y así, se habrá llevado inconscientemente a la ruina el destino de un país. Dios levantará países poderosos para ocuparse de aquellos otros que Él ha maldecido, y puede incluso barrerlos de la faz de la tierra. El auge y la caída de un país o nación se basa en si sus gobernantes adoran a Dios, y si llevan a su pueblo más cerca de Dios y lo adoran. Pero en esta era final, como los que buscan sinceramente a Dios y lo adoran son cada vez más escasos, Él concede un favor especial a los países en los que el cristianismo es la religión del estado. Los reúne para formar el campamento del mundo relativamente justo, mientras que los países ateos o que no adoran al Dios verdadero pasan a ser los oponentes del campamento justo. De esta forma, Él no sólo tiene un lugar entre la humanidad en el que lleva a cabo Su obra, sino que también gana países que pueden ejercer autoridad justa con el fin de imponer sanciones y restricciones a las naciones que resisten a Dios. Pero a pesar de esto, sigue sin haber más personas que se presenten a adorar a Dios, porque el hombre se ha alejado demasiado de Él, y se ha olvidado de Él durante demasiado tiempo. En la tierra sigue habiendo países que sólo ejercen la justicia y resisten la injusticia. Sin embargo, esto está lejos de los deseos de Dios, porque ningún gobernante en ninguno de ellos permitirá que Él presida su pueblo, y ningún partido político reunirá a su gente para adorar a Dios; Él ha perdido Su lugar legítimo en el corazón de cada país, nación, partido gobernante, e incluso de cada persona. Aunque las fuerzas justas existen en este mundo, el gobierno en el que Dios no ocupa un lugar en el corazón del hombre es frágil. Sin Su bendición, el ámbito político caerá en el desorden y se volverá vulnerable al ataque. Para la humanidad, estar sin la bendición de Dios es como no tener el sol. Independientemente de la asiduidad con la que los gobernantes hagan contribuciones a su pueblo, del número de conferencias justas que celebre la humanidad, nada de esto cambiará las cosas ni alterará el destino de la humanidad. El hombre cree que un país en el que las personas están alimentadas y vestidas, en el que viven juntas pacíficamente, es un buen país, y tiene buen liderazgo. Pero Dios no piensa así. Él cree que un país en el que nadie le adora es uno que Él aniquilará. La forma de pensar del hombre está muy en conflicto con la de Dios. Si la cabeza de un país no adora a Dios, su destino será trágico, y el país no tendrá un lugar a donde llegar.
Dios no participa en las políticas del hombre, pero controla el destino de un país o nación. Él controla este mundo y todo el universo. El destino del hombre y el plan de Dios están íntimamente relacionados, y ningún hombre, país o nación está exento de la soberanía de Dios. Si el hombre desea conocer su destino, debe venir ante Dios. Él hará que los que le siguen y adoran prosperen, y traerá declive y extinción sobre los que le resisten y lo rechazan.
De "La Palabra manifestada en carne"
Fuente: Iglesia de Dios Todopoderoso 

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