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¿Entonces, por qué no vino el Señor como dice la Biblia? ¿Qué tiene que ver la obra de juicio de Dios Todopoderoso en los últimos días con que seamos llevados al reino de los cielos?


Dijeron que el Señor regresó y apareció y obró en China, y yo lo creo, porque es lo que el Señor Jesús profetizó en la Biblia: “Porque así como el relámpago sale del oriente y resplandece hasta el occidente, así será la venida del Hijo del Hombre” (Mateo 24:27). Pero pensamos que el Señor regresará en los últimos días para llevarnos al reino de los cielos, o al menos, que nos elevará a las nubes para encontrarlo en el aire. Como dijo Pablo en la Biblia: “Entonces nosotros, los que estemos vivos y que permanezcamos, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes al encuentro del Señor en el aire, y así estaremos con el Señor siempre” (1 Tesalonicenses 4:17). ¿Entonces, por qué no vino el Señor como dice la Biblia? ¿Qué tiene que ver la obra de juicio de Dios Todopoderoso en los últimos días con que seamos llevados al reino de los cielos?

Respuesta: Muchos creen que cuando el Señor regrese, levantará a los creyentes y se encontrará con ellos en el aire. Muchos lo creen. Pero eso se basa en la palabra de Pablo, no del Señor. No podemos saber si la palabra de Pablo provenía de la imaginación del hombre o la iluminación del Espíritu Santo. Esto es lo que el Señor Jesús dijo sobre Su regreso: “Pero de aquel día y hora nadie sabe, ni siquiera los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino solo el Padre” (Mateo 24:36). Cuando Él regrese, nadie lo sabrá. Ni siquiera los ángeles lo sabrán. Solo Dios lo sabrá, Según su idea, quienes creen en el Señor serán levantados en el aire para encontrarse con Él en las nubes. ¿Esto se basa en la palabra de Dios? Hermanos y hermanas, si se guían por la palabra de Pablo y no por la del Señor, están totalmente equivocados. Pablo era solo un hombre, no representaba al Señor Jesús. ¿Cómo podría saber Pablo que el Señor levantaría a Sus creyentes hasta las nubes a Su regreso? ¿En qué se basaban las palabras de Pablo? ¿Debemos esperar el regreso del Señor según las palabras de Pablo? ¿Por qué no recibimos al Señor de acuerdo a la palabra del Señor Jesús? Esto es lo que dijo el Señor Jesús al profetizar Su regreso: “Por tanto, si no velas, vendré como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti” (Apocalipsis 3:3). ¿Qué significa que alguien se guíe solo por la palabra de Pablo y no por la del Señor Jesús al creer en el Señor? ¿Significa que Pablo era el Señor y Cristo? ¿Ustedes creen en Pablo o en el Señor Jesús? ¿No amerita que reflexionemos seriamente? La segunda venida del Señor es para recibir a los santos en el reino de los cielos. Pero nadie puede adivinar cómo recibirá el Señor a sus seguidores en el reino de los cielos. Guiarnos por las ideas y la imaginación del hombre para entenderlo, suponiendo que el Señor levantará gente para encontrarse con ella en el aire, sería muy poco realista. Todos vimos y creemos que Dios Todopoderoso aparece en China en los últimos días y expresa todas las verdades para la purificación y salvación del hombre. Está purificando y perfeccionando a todas las vírgenes prudentes llevadas ante Su trono. Dios está decidido a hacerlas vencedoras antes de la catástrofe. Después de hacerlas vencedoras, Dios desata la catástrofe para destruir a esta humanidad malvada que se resiste a Él. Después de la catástrofe, Dios se aparecerá a todos los pueblos y naciones. ¿No es realmente así como el Señor llevará a Sus seguidores al reino de Cristo cuando regrese? La obra de Dios Todopoderoso en los últimos días cumplió las profecías del Señor Jesús. “porque voy a preparar un lugar para vosotros. Y si me voy y preparo un lugar para vosotros, vendré otra vez y os tomaré conmigo; para que donde yo estoy, allí estéis también vosotros” (Juan 14:2-3). Como el Señor ya está en la tierra, si seguimos queriendo ir al cielo, ¿no vamos en la dirección equivocada? Como el Señor vino a la tierra, Dios también predestinó que nosotros naciéramos en los últimos días, que seamos llevados ante Su trono, recibamos Su obra de juicio en los últimos días, seamos purificados y hechos perfectos por Él y entremos al reino de Cristo. ¿Qué tipo de lugar nos preparó el Señor? Esto se refiere al reino de Cristo materializado en la tierra, cumpliendo la profecía: “para que donde yo estoy, allí estéis también vosotros”. Esto prueba que cuando el Señor regrese en los últimos días, vendrá a Su reino. La obra de juicio de Dios que comienza por la casa de Dios es para hacer un grupo de vencedores de las vírgenes prudentes, las primeras en recibir la obra de Dios en los últimos días, y luego aparecerá públicamente descendiendo en una nube. Así se materializa el reino de Cristo en la tierra. Los hechos de la obra de Dios en los últimos días cumplen completamente las profecías del Señor Jesús. Solo experimentando la obra de juicio de Dios en los últimos días, podemos ver que se cumplen las profecías bíblicas. Confiar en las ideas e imaginación del hombre para especular sobre las profecías es tonto y absurdo. Debemos guiarnos por la palabra de Dios y no la del hombre para recibir el regreso del Señor. Si nos guiamos por la palabra del hombre, no podremos ser arrebatados en la venida del Señor ni encontrarnos con Él. Y nosotros tendremos la culpa.

Extracto del guion de la película de “Mi sueño del reino celestial”

Las escrituras tomadas de LA BIBLIA DE LAS AMERICAS® (LBLA) Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation usado con permiso. www.LBLA.com.




¿Qué es el arrepentimiento sincero? ¿Únicamente orar a Dios y admitir los propios pecados?


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 ¿Qué es el arrepentimiento sincero? ¿Únicamente orar a Dios y admitir los propios pecados?

Las palabras relevantes de Dios:

Toda persona, en mayor o menor medida, ha cometido transgresiones. Cuando no sabes que algo es una transgresión, lo consideras con cierta confusión en tu mente o, tal vez, continúas aferrándote a tus propias opiniones, prácticas y formas de comprensión, pero, un día, ya sea a través de hablar con tus hermanos y hermanas o por una revelación de Dios, te das cuenta de que es una transgresión, una ofensa contra Dios. ¿Qué actitud vas a tener, entonces? ¿Seguirás firme, razonando y discutiendo, aferrándote a tus propias ideas, creyendo que lo que estás haciendo es conforme a la verdad? Esto incluye tu actitud hacia Dios. ¿Qué actitud tuvo David con respecto a sus transgresiones? (Remordimiento). Remordimiento: ya no volvería a cometerlas. Entonces, ¿qué hizo? Oró pidiéndole a Dios que lo castigara: “¡Si vuelvo a cometer este error, que Dios me castigue y haga que me muera!”. Esa fue su decisión; era verdadero remordimiento. ¿Puede la gente común lograr esto? En el caso de las personas comunes, está bien si no tratan de discutir o admiten tácitamente su responsabilidad, pero, en su corazón, todavía piensan: “Espero que nadie vuelva a mencionar esto. Me sentiría humillado”. ¿Es esto verdadero remordimiento? Para arrepentirte de verdad, debes descartar el mal que hayas hecho en el pasado, dejarlo y no volver a hacerlo. Bueno, ¿qué se debe hacer entonces? ¿Servirá solo descartar el mal, no hacerlo y no pensar en ello? ¿Cuál es tu actitud hacia Dios? ¿Cómo tomarás el hecho de que Dios te exponga? (Aceptaremos el castigo de Dios). Aceptar el castigo de Dios, Su juicio y Su castigo, es una parte. La otra es aceptar el escrutinio de Dios mientras aceptas Su castigo. Cuando hayas aceptado ambas partes, ¿cuál será tu determinación? Cuando te encuentres con circunstancias y asuntos de ese tipo en el futuro, ¿qué harás? Sin verdadero remordimiento, uno no puede descartar un mal, y, en cualquier lugar, en cualquier momento, podría volver a lo mismo de siempre, a hacer el mismo mal, a cometer la misma transgresión y el mismo error una y otra vez. ¿No es esta la actitud que uno tiene hacia la verdad? Esto revela la actitud del hombre hacia la verdad y hacia Dios. Entonces, ¿qué puede hacer alguien para desechar por completo una transgresión? ¿Practicar la verdad? Uno debe tener la actitud correcta hacia la verdad. ¿Y qué actitud debe tener alguien y cómo debe practicar para demostrar su actitud correcta hacia la verdad? ¿Qué harás si caes en la tentación cuando te encuentres con este problema nuevamente? Una palabra: “¡Alejarte!”. Al mismo tiempo, uno debe tomar la determinación de ser castigado por Dios si vuelve a cometer el mismo tipo de error. Hacerlo es odiar el problema desde el fondo del corazón, verlo como lo más abominable; como algo malo, algo que ofende a Dios, una mancha eterna. La Biblia dice: “El prudente ve el mal y se esconde, mas los simples siguen adelante y son castigados” (Proverbios 22:3). Eso no es simplicidad; es estupidez, lisa y llanamente. “Alejarte”: ¿cómo es como forma de práctica? (Es buena). Sin embargo, ¿acaso no hay ocasiones en las que uno no puede mantenerse alejado? ¿Qué vas a hacer, entonces? Debes orar a Dios con fervor en tu corazón y pedirle que disponga las cosas. Algunas pruebas también son tentaciones. ¿Por qué permite Dios que te sucedan tales cosas? No ocurren por casualidad; es Dios que te hace exigencias y te pone a prueba. Si no aceptas la prueba de Dios y tratas de ignorarla, ¿no revela esto tu actitud hacia Él? Que le des la espalda a las circunstancias que Dios dispone para ti y a las pruebas que pone en tu camino, ¿no habla de la actitud del hombre hacia Dios, así como que tengas una actitud impertinente, y que no ores ni busques ni intentes encontrar en esas circunstancias y pruebas la senda de práctica? Hay quienes dicen: “No he tenido esos pensamientos y no tengo esa intención”. Si no tienes intención, ¿cuál es tu actitud hacia Dios? Algunas actitudes son deliberadas e intencionadas, mientras que otras, no. ¿Cuál es la tuya? ¿Alguien que es impertinente y no toma a Dios en serio es alguien que ama la verdad? Está establecido que quien trata a la verdad y a Dios como juegos de niños, como aire vacío, no es alguien que ama la verdad.

Extracto de La comunión de Dios

¿Cómo se puede medir si alguien ama la verdad o no? Fíjate en lo que viven normalmente, si hacen lo que dicen, si sus palabras coinciden con sus acciones. Si no es así, si lo que dicen suena bien y hablan muy claramente, pero son incapaces de reconocer que revelan algún carácter corrupto cuando más adelante les sucede algo, entonces son personas que no aman la verdad. Puede que sean conscientes, por ejemplo, de que son astutos y calculadores, y puede que sean capaces de notar cuando otros están siendo astutos. Pero cuando, después de decir que son astutos, se encuentran de nuevo con el mismo problema, obsérvalos y fíjate en si son capaces de abandonar tal comportamiento, si se arrepienten, si tienen un sentimiento reprobatorio en sus corazones después de lo que hicieron, y si tienen un sentimiento de vergüenza. Si no sienten vergüenza, entonces el reconocimiento de su propio engaño es despreocupado y superficial, no es genuino. Por el contrario, creen que no son los más astutos, que todos los demás lo son más que ellos, así que no importa si dicen que son astutos. Eso es lo que piensan en su interior. Entonces, ¿cómo se puede discernir si alguien ama la verdad, si busca realmente la verdad? Observa si hay algún cambio en ellos. Si después de revelar y reconocer su propia astucia, continúan como siempre; si solo hacen referencia de pasada a su propia astucia, como si estuvieran contando un chiste o simplemente soltando algunas frases tipo; si no revelan su astucia con una actitud de repugnancia y odio, o con una actitud de arrepentimiento y reconocimiento que proviene de lo más profundo de su corazón, sino que solo se abren superficialmente, entonces no son alguien que busque auténticamente la verdad. Algunas personas solo van en piloto automático en su autoconocimiento: “Todo el mundo dice que son astutas, así que yo también lo diré; será incómodo si no lo hago”. Lo dicen alegremente, como si estuvieran apuntándose un tanto a su favor. Eso es actuar con el piloto automático. Entonces, ¿existe alguna deuda en este conocimiento que proviene de actuar en piloto automático? No la hay. No importa cómo reconozcan su propio engaño y su carácter corrupto, no es un reconocimiento verdadero. ¿Y por qué digo que no es un reconocimiento verdadero? La suya no es una verdadera revelación y un desprecio hacia sí mismos que provenga de lo más profundo de su corazón. No sienten odio, no se sienten en deuda cuando hacen algo malo; no se sienten en deuda cuando tratan de engañar a Dios o blasfeman o se rebelan contra Él, ni tampoco cuando engañan a otras personas. Si no se sienten en deuda, ¿son capaces de arrepentirse? ¿Y puede la gente sin remordimientos arrepentirse? ¿Pueden revertirse las personas que no se arrepienten y rechazar los intereses de la carne para practicar la verdad? No pueden… esto es un asunto del corazón. En su interior, algunas personas se conocen de verdad y se arrepienten. Aunque no lo digan en alto, se avergüenzan, sienten que han mentido y no se atreven a decírselo a los demás; en sus corazones, saben que son astutos y malvados, que no son personas íntegras, que son completamente falsos y astutos, que están engañando a los hermanos y hermanas y a Dios. En sus corazones se odian a sí mismos, y luego se arrepienten. Aunque todos tienen la misma esencia-naturaleza, una vez descubren su propia ignominia se sienten deshonrados, reconocen que todo lo que Dios revela es correcto, y comienzan a aceptar el juicio y el castigo. Sienten un verdadero remordimiento en lo más profundo de sus corazones. Esta es la verdadera percepción y conocimiento. Aquellos que carecen de verdadera percepción, mientras tanto, también son capaces de repetir ciertas formalidades, como si estuvieran contando un chiste o cantando una canción infantil; son solo muletillas. Sus engaños traen lágrimas a los ojos de la gente, pero no significan nada para ellos. ¿Hay mucha gente así? (Sí). La gente como esta es la más engañosa de todas.

Extracto de ‘Sólo cuando te conoces a ti mismo puedes buscar la verdad’ en “Registros de las pláticas de Cristo”

El arrepentimiento del rey de Nínive se gana el elogio de Jehová Dios

Cuando el rey de Nínive oyó estas noticias, se levantó de su trono, se quitó su túnica, se vistió de cilicio y se sentó sobre cenizas. Después proclamó que no se permitiría comer nada a nadie en la ciudad, y que ni a los corderos, los bueyes o cualquier otra cabeza de ganado se le permitiría pastar o beber agua. Los hombres y el ganado por igual debían vestir de cilicio, y las personas harían fervientes ruegos a Dios. El rey también proclamó que cada uno de ellos se volviese de sus caminos malvados y abandonase la violencia en sus manos. A juzgar por esta serie de acciones, el rey de Nínive albergaba un arrepentimiento sincero en su corazón. Esta serie de acciones que llevó a cabo —levantarse de su trono, quitarse su túnica de rey, vestir de cilicio y sentarse sobre cenizas— le revelan a la gente que el rey de Nínive estaba dejando de lado su estatus real y vestía de cilicio junto al pueblo llano. Es decir, el rey de Nínive no ocupaba su puesto real para continuar con su camino malvado o la violencia en sus manos después de oír el anuncio de Jehová Dios; en su lugar, dejó de lado la autoridad que ostentaba y se arrepintió delante de Jehová Dios. En este momento, el rey de Nínive no se estaba arrepintiendo como un rey; había venido delante de Dios para arrepentirse y confesar sus pecados como un súbdito ordinario de Dios. Además, también dijo a toda la ciudad que se arrepintiese y confesase sus pecados delante de Dios de la misma forma que había hecho él; adicionalmente, tenía un plan específico en cuanto a cómo hacerlo, como se ve en las Escrituras: “Que ningún hombre ni bestia, manada o bandada, coman nada, ni siquiera que beban agua. […] y que clamen con todas sus fuerzas a Dios; que todos se arrepientan de sus caminos de maldad y se despojen de toda la violencia de sus manos”.* Como gobernador de la ciudad, el rey de Nínive poseía un estatus y un poder supremo y podía hacer cualquier cosa que desease. Cuando se enfrentó al anuncio de Jehová Dios, podía haber ignorado el asunto o simplemente haberse arrepentido y confesado sus pecados él solo; en cuanto a si el pueblo de la ciudad decidía o no arrepentirse, podía haber ignorado por completo el asunto. Sin embargo, el rey de Nínive no hizo esto en absoluto. No solo se levantó de su trono, se vistió de cilicio y cenizas, se arrepintió y confesó sus pecados delante de Jehová Dios, sino que también ordenó que todas las personas y el ganado de la ciudad hiciesen lo mismo. Incluso ordenó a las personas “clamar con todas sus fuerzas a Dios”. A través de esta serie de acciones, el rey de Nínive cumplió verdaderamente con su deber. Su serie de actos resulta difícil de realizar para cualquier rey en la historia humana y, de hecho, ningún otro rey logró tales cosas. Estas acciones pueden definirse como sin precedentes en la historia humana y son dignas de ser tanto conmemoradas como imitadas por la humanidad. Desde los albores del hombre, cada rey había llevado a sus súbditos a resistirse y oponerse a Dios. Nadie había guiado nunca a sus súbditos a rogar a Dios en busca de redención por su maldad, a recibir el perdón de Jehová Dios y evitar el castigo inminente. Sin embargo, el rey de Nínive fue capaz de llevar a sus súbditos a volverse a Dios, dejar atrás sus respectivos caminos malvados y abandonar la violencia en sus manos. Además, también fue capaz de dejar de lado su trono y, en respuesta, Jehová Dios cambió de idea, sintió arrepentimiento, se retractó de Su ira, permitiendo que las personas de la ciudad sobreviviesen, guardándolas de la destrucción. Las acciones del rey sólo pueden calificarse como un milagro raro en la historia humana e incluso como un ejemplo modélico de humanidad corrupta, al arrepentirse y confesar sus pecados delante de Dios.

Extracto de ‘Dios mismo, el único II’ en “La Palabra manifestada en carne”

El arrepentimiento verdadero en los corazones de los ninivitas obtiene para ellos la misericordia de Dios y cambia su propio fin

¿Había alguna contradicción entre el cambio de opinión de Dios y Su ira? ¡Por supuesto que no! Esto es porque la tolerancia de Dios en ese momento en particular tenía su razón. ¿Qué razón podía ser? Es la que se da en la Biblia: “todos se arrepintieron de su propio camino de maldad” y “se despojaron de toda la violencia de sus manos”.

Este “camino de maldad” no se refiere a un puñado de actos malvados, sino a la fuente de mal de la que emana el comportamiento de las personas. “Arrepentirse de su propio camino de maldad” significa que aquellos en cuestión nunca cometerán estos actos de nuevo. En otras palabras, nunca se comportarán de esa forma malvada de nuevo; el método, la fuente, el propósito, la intención y el principio de sus acciones han cambiado todos; nunca más usarán esos métodos y principios para traer disfrute y felicidad a sus corazones. El “despojarse” en “despojarse de toda la violencia de sus propios manos” significa deponer o desechar, romper totalmente con el pasado y nunca volver atrás. Cuando el pueblo de Nínive abandonó la violencia que había en sus manos, esto demostraba y representaba su arrepentimiento verdadero. Dios observa la apariencia exterior de las personas, así como sus corazones. Cuando Dios observó el arrepentimiento verdadero en los corazones de los ninivitas sin dudarlo y también observó que habían dejado sus caminos malvados y abandonado la violencia que había en sus manos, cambió de opinión. Es decir, la conducta y el comportamiento de estas personas, sus diversas formas de hacer las cosas, así como su verdadera confesión y arrepentimiento de los pecados en su corazón provocaron que Dios cambiase Su opinión, Sus intenciones, se retractase de Su decisión y no los castigase ni destruyese. Así pues, las personas de Nínive consiguieron un fin diferente para ellas. Redimieron sus propias vidas y al mismo tiempo obtuvieron la misericordia y tolerancia de Dios, punto en el cual Dios también replegó Su ira.

Extracto de ‘Dios mismo, el único II’ en “La Palabra manifestada en carne

Fragmentos de sermones y comunicaciones para referencia:

Cuando las personas admiten sus errores y confiesan sus pecados, ¿es eso igual que conocerse a sí mismos? ¿Puede conllevar semejante admisión y confesión un verdadero arrepentimiento? Para las personas que solo admiten el hecho de su pecado pero no conocen sus raíces ni su esencia, a pesar de admitir tal pecado, y por buena que sea su actitud, son incapaces de un verdadero arrepentimiento. Los hechos del mundo religioso lo demuestran: la gente del mundo religioso confiesa con frecuencia sus pecados ante Dios, pero luego vuelven a pecar a menudo, no logran librarse del pecado hasta el momento de la muerte. ¿Por qué razón sucede esto? Se debe a que carecen de un verdadero conocimiento de sí mismos. Han confesado sus pecados, pero no se han arrepentido ni cambiado. Si realmente hubiera existido arrepentimiento y cambio, sus pecados deberían haber sido cada vez menos frecuentes y, en última instancia, no deberían pecar más en su fe en el Señor. Entonces, ¿por qué persisten en el pecado y sus vidas nunca escapan del círculo vicioso de pecar y confesar, confesar y pecar? Esto demuestra que no se han arrepentido verdaderamente. No han cambiado. Así, cuando las personas solo admiten superficialmente sus pecados pero no conocen la esencia de estos, el verdadero arrepentimiento es imposible y no puede producirse un verdadero cambio.

Extracto de “Sermones y enseñanzas sobre la entrada a la vida”

¿Por qué conocerse a sí mismo es una verdadera experiencia de vida? Porque cuanto más se conoce uno a sí mismo, más capaz es de un verdadero arrepentimiento y un cambio real, y solo la experiencia de ser capaz de lograr un verdadero arrepentimiento y conseguir cambios en el carácter vital de uno es la verdadera experiencia de vida. Y así, solo conocerse a sí mismo es la verdadera experiencia de vida. Aquellos creyentes religiosos en el Señor —esa gente que pasa toda su vida esforzándose por el Señor, difundiendo el evangelio y dando testimonio del Señor, pero que aun no conocen su propia esencia corrupta, y simplemente oran al Señor cada día, confesando sus pecados y pidiendo Su perdón—, al final, ¿se arrepentirán de verdad? No. Puede que gran parte de su comportamiento sea bueno, pero aun así a menudo mienten y pecan, lo que demuestra que en realidad no se han arrepentido en absoluto. La profunda corrupción de la humanidad se manifiesta principalmente en sus mentiras, sus intentos de engañar a Dios y su oposición a Él. El verdadero arrepentimiento solo se logra cuando se ha convertido realmente en un niño, cuando no miente ni intenta engañar a Dios, y su corazón es honesto. Entonces, ¿por qué la gente no se arrepiente de verdad ni cambia por mucho que se arrepienta y confiese sus pecados al Señor? Después de experimentar el juicio y castigo de Dios, está claro para nosotros que esto se debe a que la gente carece de conocimiento sobre su esencia-naturaleza; esa es la raíz del problema. Cuando, visto que mienten, se rebelan contra Dios y no practican la verdad, la gente insiste en confesarse a Dios, esto no cuenta como conocerse a sí mismos. Esto no es más que contemplar el hecho de su pecado y admitir que son pecadores; mientras tanto, la esencia y la raíz de su capacidad para cometer estos pecados, las cuestiones esenciales de por qué la gente miente y trata de engañar a Dios, permanecen invisibles para ellos, lo que les impide alcanzar el verdadero conocimiento de sí mismos y el verdadero arrepentimiento. Y así, independientemente de cómo las personas religiosas oren al Señor y confiesen sus pecados, nunca se conocen verdaderamente a sí mismas. El verdadero conocimiento de uno mismo no consiste solo en identificar los pecados que has cometido; lo más importante es tener clara la raíz y la esencia de tus pecados, de dónde proceden estas actitudes corruptas del hombre y cómo deben abordarse para ser purificado. Si la gente no tiene claras tales cuestiones y se limitan a admitir que han pecado, entonces nada puede resolverse.

Extracto de “Sermones y enseñanzas sobre la entrada a la vida”

Recomendación: Oración cristiana

Unas citas bíblicas son tomadas de LA BIBLIA DE LAS AMERICAS® (LBLA) Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation usado con permiso. www.LBLA.com.



resurrección de Jesús | La conducta de Tomás que creyó tras ver al Señor nos da cierta advertencia para nuestro recibimiento al Señor


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resurrección de Jesús | La conducta de Tomás que creyó tras ver al Señor nos da cierta advertencia para nuestro recibimiento al Señor


Los desastres son frecuentes en los últimos días, es precisamente el momento en que damos la bienvenida a la aparición del Señor. Ahora muchas personas están prestando atención al tema de cómo recibir el regreso del Señor. Algunos dicen: “Si escuchemos la noticia de la venida del Señor, tendremos que buscar con humildad para no ser abandonados por Él. Otros piensan: “No importa lo que digan los demás, mientras no veamos al Señor venir sobre nubes con nuestros propios ojos, no podemos creer que el Señor haya vuelto”. ¿Es correcto ceñirse a este punto de vista? ¿La razón por la que creemos en el Señor y lo seguimos es porque lo vimos con nuestros propios ojos? Definitivamente no. Creemos y aceptamos al Señor Jesús como nuestro Salvador porque vimos los hechos de Su obra a través de leer Sus palabras. De manera similar, al recibir el regreso del Señor Jesús, ¿por qué insistimos en ver Su venida con nuestros propios ojos antes de que reconozcamos el hecho de que Él haya regresado? ¿No comete esto el error de Tomás?

Mirando atrás el momento en que el Señor Jesús se apareció a Sus discípulos después de Su resurrección, Tomás no creyó que Él había resucitado, sino que lo creyó tras ver las marcas de los clavos en Sus manos, le dijo a Tomás: “¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que no vieron, y sin embargo creyeron” (Juan 20:29)

Dios Todopoderoso dice: “Antes de que el Señor Jesús fuera crucificado, Tomás siempre dudó de que Él fuera Cristo y era incapaz de creer. Su fe en Dios solo se cimentaba en aquello que podía ver con sus propios ojos, en lo que podía tocar con sus propias manos. El Señor Jesús entendía muy bien cómo era la fe de este tipo de personas. Solo creían en el Dios del cielo y no creían en absoluto en el enviado por Dios ni en el Cristo encarnado y no lo aceptaban. Con el fin de que Tomás reconociera y creyera en la existencia del Señor Jesús, y de que creyera que de verdad era Dios encarnado, Él permitió que Tomás le tocara el costado. ¿Acaso cambió la duda de Tomás antes y después de la resurrección del Señor Jesús? Siempre estaba dudando y, excepto por el cuerpo espiritual del Señor Jesús que se le apareció personalmente y le permitió a Tomás tocar las marcas de los clavos en Su cuerpo, nadie pudo resolver sus dudas ni consiguió que se deshiciera de ellas. Por tanto, desde el momento en que el Señor Jesús le permitió tocar Su costado y le dejó palpar la existencia de las marcas de los clavos, las dudas de Tomás desaparecieron y supo realmente que el Señor Jesús había resucitado y reconoció y creyó que Él era el verdadero Cristo y Dios encarnado. Si bien Tomás dejó de dudar en ese preciso momento, ya había perdido para siempre la oportunidad de encontrarse con Cristo, de estar con Él, de seguirle, de conocerle; había perdido la oportunidad de que Cristo lo perfeccionara. La aparición del Señor Jesús y Sus palabras brindaron una conclusión y un veredicto sobre la fe de quienes estaban repletos de dudas. El Señor Jesús usó Sus palabras y Sus actos prácticos para decirles a los que dudaban, a los que solo creían en el Dios del cielo y no en Cristo: Dios no elogió que creyeran ni que le siguieran llenos de dudas. El día en que creyeron por completo en Dios y en Cristo solo sería el día en el que Dios completara Su gran obra. Por supuesto, también sería el día en el que su duda recibiría un veredicto. Su actitud hacia Cristo determinó su destino, y su obstinada duda fue muestra de que su fe no había producido resultados, y su rigidez fue muestra de que sus esperanzas eran en vano. Como su creencia en el Dios del cielo se alimentaba de ilusiones y su duda en relación a Cristo era, en realidad, su verdadera actitud en relación a Dios, aunque tocaran las marcas de los clavos en el cuerpo del Señor Jesús, su fe seguía siendo inútil y su resultado solo podía describirse como coger agua con una cesta de bambú: todo en vano”.

Extracto de “La Palabra manifestada en carne”

Por la Palabra de Dios, vemos que independientemente de cuán alta y beneficiosa fuera la predicación del Señor Jesús para el hombre, Tomás no buscó Sus palabras para ver si eran la verdad, la voz de Dios, durante el tiempo que siguió a Él. No importa cuántos años creyera en Dios, no reconoció la verdadera identidad del Señor Jesús, por lo que siempre tenía dudas sobre Su identidad y no creía que era Cristo.

Antes de la crucifixión, el Señor Jesús dijo a Sus discípulos que resucitaría después de Su muerte. Tomás no creyó que esto se cumpliría, sino hasta que vio el cuerpo espiritual resucitado del Señor Jesús apareciendo ante él con sus propios ojos. Como resultado, cuando vio el cuerpo espiritual del Señor Jesús, tocando las marcas de Sus clavos y confirmando que era Cristo, en ese momento fue condenado por Él y perdió Su bendición para siempre. Ahora, en este momento crítico para dar la bienvenida al Señor, ¿quiere ser una persona como Tomás, que cree después de ver el descenso del cuerpo espiritual del Señor sobre nubes o como las vírgenes prudentes que aceptan y siguen tan pronto como oigan la voz de Dios? Esto está relacionado con si podemos o no recibir al Señor, y aún más con nuestro destino.

Hermanos y hermanas, si tienen alguna pregunta, contáctennos por Messenger, quedamos a la espera de discutir con ustedes juntos.


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La esencia de Cristo es Dios


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 La esencia de Cristo es Dios


Dios dice: “El Dios que se hizo carne se llama Cristo, y así el Cristo que les puede dar a las personas la verdad se llama Dios. No hay nada excesivo en esto, porque Él posee la esencia de Dios, y posee el carácter de Dios, y posee la sabiduría en Su obra, que el hombre no puede alcanzar. Los que así mismos se llaman Cristo, pero que no pueden hacer la obra de Dios, son fraudes. Cristo no es sólo la manifestación de Dios en la tierra, sino que también es la carne particular asumida por Dios a medida que lleva a cabo y completa Su obra entre los hombres. Esta carne no puede ser suplantada por cualquier hombre, sino que es una carne que puede soportar adecuadamente la obra de Dios en la tierra, expresar el carácter de Dios y representarlo bien, y proveer la vida al hombre. Tarde o temprano, aquellos que suplantan a Cristo caerán porque, aunque afirman ser Cristo, no poseen nada de Su esencia. Y así digo que la autenticidad de Cristo, el hombre no la puede definir, sino que Dios mismo la contesta y la decide”.

Extracto de “La Palabra manifestada en carne”

Hermanos y hermanas, podéis escribir vuestras opiniones por el área de comentarios o enviar vuestros mensajes por Messenger.


Reflexión cristiana: ¿Cuál es el significado de la Navidad y estás realmente adorando al Señor Jesús?

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Reflexión cristiana: ¿Cuál es el significado de la Navidad y estás realmente adorando al Señor Jesús?

Al ver el título, tal vez muchos hermanos y hermanas dirán: “El libro de Juan 3: 16 registra: 'Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, mas tenga vida eterna' (Juan 3:16). El Señor Jesús fue clavado en la cruz para redimir a toda la humanidad, para recordar y celebrar el nacimiento del Señor Jesús, hemos tenido las fiestas de la Navidad, todo lo que hacemos es para agradecerlo, ¿lo hicimos mal?” No hay nada mal con nuestras intenciones, pero ¿conocemos realmente el amor y la voluntad de Dios hacia nosotros que se ocultan en el nacimiento del Señor Jesús cuando agradecemos a Él? ¿Qué requisitos Él tiene hacia nosotros? ¿Y cómo debemos hacer para que seamos conformes a Su corazón?

Muchos hermanos y hermanas que realmente creen en el Señor tienen tales problemas: Aunque llevan muchos años creyendo en el Señor, aún viven en el ciclo de pecado y confesión, confesándose al Señor todos los días y queriendo arrepentirse, pero no pueden cambiar. Les preocupa de no poder ver el rostro del Señor sin alcanzar la santidad. Se puede ver que Qué es el arrepentimiento es un problema que necesitamos resolver urgentemente. Puede haga clic en el siguiente botón para discutir y comunicarse con nosotros en línea.


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¿De dónde viene el Relámpago Oriental?

 La mayoría de los seguidores del Señor Jesucristo oyen hablar del Relámpago Oriental a sus pastores, ancianos o predicadores, pero en realidad nadie sabe de dónde vino el Relámpago Oriental. En lo referente al origen del Relámpago Oriental cada cual tiene su propia opinión: unos creen que no es más que una nueva denominación dentro del cristianismo, otros denuncian que es una “herejía” o una “secta satánica”. La gente tiene estas ideas absurdas porque no conoce la obra de Dios.

La obra de Dios siempre avanza. El hombre no conoce el principio de que la obra de Dios es siempre nueva y nunca vieja ni que el propósito de la obra de Dios es salvar al hombre y, además, este tiene un carácter satánico arrogante y testarudo. Por eso, siempre que Dios comienza una nueva obra sufre la blasfemia, la persecución y las acusaciones del mundo religioso, que se empeña en aferrarse al viejo camino. Aquellos que aceptan la nueva obra de Dios y difunden el camino verdadero reciben toda clase de acusaciones sin fundamento e insultos. El Nuevo Testamento de la Biblia recoge esta verdad: para salvar al hombre del riesgo de ser castigado por no ser capaz de cumplir la ley, Dios se encarnó y comenzó la obra de redención en la Era de la Gracia. En aquel momento en que el Señor Jesús llevaba a cabo Su obra en Judea y hacía muchos milagros, como sanar a los enfermos y expulsar a los demonios, Él otorgó a la gente abundantes gracias y expresó muchas verdades, lo que bastó para demostrar que Él era verdadera y plenamente Dios mismo, el Mesías que se había profetizado. Pero los sumos sacerdotes y escribas judíos, así como los fariseos, no creían que Él fuera su ansiado Mesías y, por el contrario, lo calumniaron y juzgaron, además de condenar la obra del Señor Jesús como “herejía” y “secta”. Fue en Nazaret donde se crio y comenzó Su obra el Señor Jesús y por eso Él y todos Sus seguidores recibieron el apodo de “secta de los nazarenos” y se acusó al apóstol Pablo de ser uno de los cabecillas (ver Hechos 24:5). ¿Qué nos indica esto? Los hermanos y hermanas que creen en el Señor saben que en Judea llevó a cabo Su obra de plena conformidad con el plan de gestión de Dios mismo, a fin de iniciar la Era de la Gracia y comenzar la nueva obra de redimir al hombre. Fuera judío o gentil, zelote o saduceo, cualquiera que de verdad tuviera sed del camino verdadero y lo buscara podía recibir la absolución por seguir al Señor Jesús, el único Dios verdadero. Dios nunca tuvo necesidad de fundar, ni jamás lo hizo, ninguna denominación, organización o secta, y menos esa “secta de los nazarenos”. Por lo tanto, la herejía, es decir, esa “secta de los nazarenos”, es en realidad un rumor inventado para atacar e incriminar al Señor Jesús y condenar Su obra; un rumor ideado por los sumos sacerdotes, los escribas y los fariseos “que servían” a Jehová Dios en el templo. Al final, engañado y controlado por estas “personas que servían a Dios”, el pueblo judío capturó al Señor Jesús y lo clavó en una cruz, lo que ofendió el carácter de Dios e hizo que Él castigara a Israel a aproximadamente 2000 años de destrucción.

Del mismo modo, y a fin de que el hombre rompa el círculo de cometer pecados sólo para confesarlos y luego seguir pecando otra vez, a fin de que se deshaga completamente del carácter corrupto de Satanás, a fin de que se desprenda de su naturaleza pecaminosa y alcance la santidad y a fin de que logre verdaderamente la salvación de Dios, en los últimos días Dios se ha vuelto a encarnar y ha expresado la verdad para juzgar y castigar a la humanidad corrupta. Con Su nueva obra purifica a fondo y salva al hombre. Mediante el juicio, el castigo, las pruebas y el refinamiento de las palabras de Dios, los hermanos y hermanas que aceptan el evangelio de Dios de los últimos días y siguen Su nueva obra ven claramente que el Dios Todopoderoso que otorga estas verdades en los últimos días es el regreso del Señor Jesús y desde el fondo del corazón se regocijan y alaban, sintiendo hondamente la asombrosa grandeza de ser elevados y de Su salvación. Así pues, para devolver el amor de Dios y para que aún más personas puedan seguir la huella de Dios y regresar a Su casa, ellos salen a contar la buena nueva a todos aquellos que han estado esperando con ansia el regreso del Señor Jesús. Les dicen que el Señor Jesús ya se ha encarnado una vez más y que ha regresado al mundo en China, en Oriente, con lo que concluye la Era de la Gracia y da lugar a la Era del Reino. Él ha comenzado una obra nueva y más elevada de juicio y purificación del hombre. Les dicen que Dios ya ha cumplido el capítulo 24, versículo 27 del Evangelio de Mateo: “Porque así como el relámpago sale del oriente y resplandece hasta el occidente, así será la venida del Hijo del Hombre”. La verdad que Dios ha traído esta vez es todavía más elevada que nunca, pues descubre los misterios de Su obra desde la creación hasta los últimos días, recoge todas las verdades de la purificación y salvación de la humanidad y se las otorga al hombre; y los hermanos y hermanas que verdaderamente creen en Dios vienen a la luz de forma multitudinaria. En los últimos días la obra de cosecha de Dios dura poco, el ritmo es veloz y, como un relámpago, en poco más de diez años el evangelio del reino de Dios se ha extendido ampliamente por la China continental y se está expandiendo a todos los países y regiones del mundo. Y sin embargo, frente a la nueva obra de Dios, que no coincide con los conceptos del hombre, esas personas arrogantes y santurrones de varias sectas religiosas se empeñan en aferrarse al viejo camino. Los que son incapaces de seguir la nueva obra de Dios no sólo no buscan ni investigan el camino verdadero, sino que, por el contrario, arman revuelo por la profecía bíblica que relatan los hermanos y hermanas que dan testimonio de la obra de Dios de los últimos días. Lanzan acusaciones disparatadas y juzgan y calumnian a la Iglesia de Dios Todopoderoso llamándola “Secta del Relámpago Oriental”. Y en todos los sentidos hacen exactamente lo que antes hicieron los círculos religiosos judaicos que atacaban, difamaban y condenaban a los discípulos y apóstoles del Señor Jesús llamándolos “la secta de los nazarenos”. Que puedan oponerse y atacar así la obra de Dios de los últimos días, que puedan impedir que la gente siga la huella de Dios y obedezca Su obra, ¿no es así exactamente como los fariseos se opusieron y condenaron a Cristo en el pasado? ¿Acaso no va la esencia de estas acciones más allá del mero odio a la verdad y de la blasfemia contra el Espíritu Santo?

Si Dios Todopoderoso no manifestara Su palabra ni revelara los misterios, nunca comprenderíamos verdaderamente lo que significa la profecía “Porque así como el relámpago sale del oriente y resplandece hasta el occidente”. Dios Todopoderoso dice: “Cuando todas las personas prestan atención, cuando todas las cosas son renovadas y revividas, cuando cada persona se somete a Dios sin reparos y está dispuesta a asumir la pesada responsabilidad de la carga de Dios, es cuando el relámpago oriental surge, iluminando todo desde el Este hasta el Oeste, aterrorizando a toda la tierra con la llegada de esta luz; y en este momento, Dios una vez más comienza Su nueva vida […]. Que es decir, en el este del mundo, desde que el testimonio de Dios mismo comienza hasta que Él comienza a obrar, hasta que la divinidad comienza a ejercer el poder soberano a través de la tierra, este es el rayo brillante del relámpago oriental, que siempre ha brillado hacia todo el universo. Cuando los países en la tierra se convierten en el reino de Cristo es cuando todo el universo es iluminado. Ahora es el tiempo en que el relámpago oriental surge: Dios encarnado comienza a obrar y, además, habla directamente en divinidad. Se puede decir que cuando Dios comienza a hablar en la tierra es cuando el relámpago oriental surge. Más precisamente, cuando el agua viva fluye del trono, cuando las declaraciones del trono comienzan, es precisamente cuando las declaraciones del séptuple Espíritu comienzan formalmente” (‘Interpretación de la doceava declaración’ en “La Palabra manifestada en carne”). “Por todo el universo estoy llevando a cabo Mi obra, y en el Este, estallidos atronadores sucederán en una secuencia sin fin, sacudiendo a todas las denominaciones y grupos. Es Mi voz que ha traído a todos los hombres al presente. Provocaré que todas las personas sean conquistadas por Mi voz, que caigan dentro de esta corriente y que se sometan ante Mí, porque hace mucho tiempo he retirado Mi gloria de toda la tierra y la he enviado de nuevo en el Este. ¿Quién no anhela ver Mi gloria? ¿Quién no espera ansiosamente Mi regreso? ¿Quién no tiene sed de Mi reaparición? ¿Quién no añora Mi belleza? ¿Quién no vendrá a la luz? ¿Quién no verá la riqueza de Canaán? ¿Quién no anhela el regreso del Redentor? ¿Quién no adora al Gran Todopoderoso? Mi voz debe difundirse sobre toda la tierra; deseo hablar más a Mi pueblo elegido. Como los truenos poderosos que hacen temblar las montañas y los ríos, Yo hablo a todo el universo y a la humanidad. De ahí que Mis palabras se conviertan en un tesoro para el hombre, y todas las personas las estimen. Los relámpagos alumbran desde el Oriente hasta el Occidente. Mis palabras son tales que el hombre detesta renunciar a ellas y las encuentra insondables, pero lo que es más, el hombre se regocija en ellas. Como un bebé recién nacido, todas las personas están contentas y alegres, celebrando Mi venida. A causa de Mi voz, traeré a todas las personas ante Mí. A partir de ese instante, entraré formalmente entre las personas para que ellas vengan a adorarme. La gloria que emano y Mis palabras causan que todas las personas comparezcan ante Mí y vean que los relámpagos alumbran desde el Oriente […]. Porque hace ya mucho que he resucitado, que he desaparecido de entre las personas y luego reaparecido entre los hombres con gloria. Yo soy aquel que ha sido adorado por eras innumerables antes que ahora, y también soy el ‘niño’ abandonado por los israelitas por eras innumerables antes que ahora. Más aún, ¡Yo soy el todo glorioso Dios Todopoderoso de la era presente!” (‘El repique de los siete truenos: profetizando que el evangelio del reino se extenderá por todo el universo’ en “La Palabra manifestada en carne”). En las palabras de Dios Todopoderoso podemos ver que la obra y la palabra de Dios en los últimos días son el relámpago que brilla desde Oriente. El “relámpago” es la gran luz, es decir, la palabra de Dios, el camino por el que Dios juzga y castiga en los últimos días. La expresión “sale de Oriente” significa que viene de China y “resplandece hasta Occidente” significa que llega hasta Occidente. Por último, “así será la venida del Hijo del Hombre” se refiere a que Dios se encarna y en primer lugar se aparece y comienza Su obra en China, en Oriente. Allí forma un grupo de personas que verdaderamente conocen a Dios y que son los vencedores profetizados en el Libro del Apocalipsis. Luego, a través de estas personas, el evangelio de los últimos días se extenderá a Occidente para que todo el mundo pueda recibir la salvación de Dios en los últimos días. ¡Esto ya se ha logrado y es un hecho que está a la vista de todos! El relámpago de Oriente (es decir, la obra del juicio de Dios durante los últimos días en China) nos permite recibir todo el amor y la salvación que Dios otorga al hombre, así como conocer el verdadero rostro de Dios, y suscita en nosotros una veneración y adoración verdaderas hacia Él. Al igual que un relámpago, la palabra de Dios da luz y esperanza al hombre. Todos los que aceptan el relámpago de Oriente —la obra de Dios de los últimos días— pueden dar testimonio de esto.

Al leer esto ahora, creo que todos tenéis una respuesta clara a la pregunta de cuál es el origen del Relámpago Oriental. Dios es el Creador de los cielos y la tierra y de todas las cosas. Puesto que Satanás corrompió al hombre, Dios comenzó Su obra de salvarlo. Dios desea que todos los hombres del universo vean Sus obras, que todas las religiones se conviertan en una sola que adore al Creador. Entonces Él permitirá que alcancen la purificación y la salvación todos aquellos que verdaderamente busquen la aparición de Dios y sigan Su huella. Llevará al reino a esas personas obedientes al corazón de Dios para que descansen con Él. Por lo tanto, todos y cada uno de los hermanos y hermanas que verdaderamente creéis en Dios y esperáis con ansia el regreso del Señor Jesús debéis dejar de lado vuestros conceptos religiosos y estudiar el camino verdadero. No prestéis atención a los rumores ni os opongáis ciegamente al camino verdadero, pues terminaréis perdiendo la salvación de Dios en los últimos días. Debemos ir a la par de los pasos de la obra de Dios y seguir de cerca Su huella. Esta es la única manera de que al final podamos recibir la salvación de Dios y de que nos lleve a Su reino.

Fuente: Iglesia de Dios Todopoderoso

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¿Qué es un devocional? : ¿Adoras a Dios en Espíritu y en verdad?

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¿Qué es un devocional? : ¿Adoras a Dios en Espíritu y en verdad? 

Por Xianxin

El Señor dijo: “Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que le adoren. Dios es espíritu, y los que le adoran deben adorarle en espíritu y en verdad” (Juan 4:23-24). El Señor requiere que adoremos a Dios en espíritu y en verdad, porque sólo de esa manera podemos ganar Su aprobación. Pero, ¿qué implica exactamente adorar a Dios en espíritu y en verdad? Algunos hermanos y hermanas creen que orar diligentemente y leer la Biblia todos los días es adorar a Dios, y algunas personas creen que asistir a las reuniones a tiempo e ir a la Iglesia cada semana es adorar a Dios, todavía hay otros que creen que trabajar duro, sacrificarse y dedicándose al Señor es adorar a Dios, y así sucesivamente. Hay muchas maneras de practicar la adoración a Dios, pero ¿lo estamos adorando en espíritu y en verdad? ¿Aprecia Dios este tipo de práctica? Vamos a compartir esto juntos.

1. ¿Estamos practicando la verdad, o aferrándonos a reglas y rituales?

Desde el momento en que comenzamos a creer en el Señor, aunque podamos orar, leer la Biblia y cantar himnos todos los días, e ir a la iglesia, alabar al Señor y escuchar sermones cada semana, ¿adorar a Dios en espíritu y en verdad implica sólo estas prácticas externas? Podemos recordar que cuando la mujer samaritana le preguntó al Señor Jesús dónde debía adorar a Dios, y el Señor Jesús respondió: “[...] la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. […] cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que le adoren. Dios es espíritu, y los que le adoran deben adorarle en espíritu y en verdad” (Juan 4:21, 23-24). El Señor Jesús claramente le dijo a la gente la voluntad y los requisitos de Dios: No importa dónde uno adore a Dios, ni debe seguir ninguna regla o ceremonia, sino más bien uno debe adorar a Dios en espíritu y en verdad. Este es también nuestro principio de práctica para adorar a Dios. Pero la mayoría de las veces sólo centramos nuestro esfuerzo en nuestras prácticas externas; tenemos cuidado de orar un poco más y decir un poco más; leemos versículos en la Biblia una y otra vez, tratando de memorizarlos; asistimos a la iglesia todo el tiempo, haya viento o lluvia, esté caliente o frío; organizamos todo tipo de actividades u organizamos diversos espectáculos para alabar al Señor, y siempre participamos con una actitud positiva; y así sucesivamente. Desde el exterior, parece que estamos realizando mucho esfuerzo y estamos pagando un alto precio para alabar al Señor, y que sufrimos mucho, pero ¿cuántas veces hablamos lo que hay en nuestro corazón cuando oramos a Dios? ¿Cuántas veces durante el tiempo en que leemos la Biblia, cantamos himnos o asistimos a la Iglesia y escuchamos sermones, hacemos esfuerzos para estar cerca de Dios y meditar las palabras del Señor? ¿Cuántas veces, al adorar a Dios, buscamos la voluntad del Señor y comprendemos las palabras del Señor? Algunos hermanos y hermanas han practicado de esta manera durante muchos años, sin embargo, todavía no entienden la verdad, no tienen conocimiento del Señor, y cuando las cosas les suceden, todavía pecan con frecuencia y viven dentro de la esclavitud y las limitaciones del pecado. En esto nos enfrentamos a un problema serio, que es que la mayor parte del tiempo que pasamos orando, leyendo la Biblia, yendo a la Iglesia y escuchando sermones, simplemente estamos pasando yendo con la corriente. En realidad, no estamos adorando a Dios en espíritu y en verdad, ni estamos practicando la verdad para satisfacer a Dios. No importa lo bien que podamos mantener estas prácticas externas, Dios no lo aprueba.

Entonces, ¿cómo podemos adorar a Dios en espíritu y en verdad al orar o leer la Biblia? Leamos un pasaje de las palabras de Dios juntos. Las palabras de Dios dicen: “Una vida espiritual normal es vivir una vida ante Dios. Cuando uno ora, puede acallar su corazón ante Él y, a través de la oración, puede buscar el esclarecimiento del Espíritu Santo, entender las palabras de Dios, y entender la voluntad de Dios. Al comer y beber las palabras de Dios, se puede ser más claro y más lúcido respecto a lo que Dios quiere hacer ahora mismo, tener una nueva senda de práctica y no ser conservador de manera que toda la práctica de uno tenga el propósito de lograr el progreso en la vida. Por ejemplo, la oración de uno no tiene como propósito pronunciar algunas palabras bonitas o llorar a gritos delante de Dios para expresar la deuda propia, sino, más bien, practicar ejercitando el espíritu propio, acallar el propio corazón delante de Dios, practicar la búsqueda de la guía de las palabras de Dios en todas las cosas, hacer del corazón propio un corazón que sea atraído hacia la nueva luz cada día; no ser pasivo ni perezoso y entrar en la senda correcta de practicar las palabras de Dios” (‘Respecto a una vida espiritual normal’ en “La Palabra manifestada en carne”).

Las palabras de Dios nos muestran el camino de la práctica. Cuando oramos, debemos prestar mucha atención para hablar a Dios desde el corazón, para hablar honestamente y para confiar en Dios nuestras dificultades prácticas y nuestro estado real. Y, cuando leemos la Biblia, cantamos himnos, vamos a la iglesia o escuchamos sermones, nuestros corazones siempre deben centrarse en buscar la verdad, buscar la guía y la iluminación del Espíritu Santo, contemplando las palabras de Dios, para que podamos entender la voluntad de Dios a través de Sus palabras, conocer a Dios y tener un camino de práctica y entrada. Sólo esto es adorar a Dios en espíritu y en verdad. Si practicamos a menudo de esta manera, experimentaremos un crecimiento continuo en la vida.

2. ¿Nos dedicamos a Dios por el bien de amarlo y satisfacerlo?

Después de creer en el Señor, muchos hermanos y hermanas renuncian y gastan para el Señor y llevan a cabo sus tareas en medio de grandes adversidades. Algunos hacen donaciones frecuentes, algunos están ocupados con la difusión del Evangelio, otros dan sermones dondequiera que van, y algunos incluso abandonan sus matrimonios y sirven al Señor por el resto de sus vidas... Muchos hermanos y hermanas creen que esto es adorar a Dios en espíritu y en verdad. Pero, ¿alguna vez hemos considerado si pagamos este precio para amar y satisfacer al Señor? Si lo pensamos detenidamente, aunque trabajemos y prediquemos el Evangelio para el Señor, a veces todavía nos mostramos y testificamos a nosotros mismos a través de compartir la Biblia para ganar la estima y el apoyo de los demás, y para establecer nuestra propia posición e imagen. Aunque algunos hermanos y hermanas abandonan, gastan, se dedican y trabajan, poseen muchas impurezas, y hacen estas cosas por el bien de obtener recompensas y coronas, y para que puedan disfrutar de las bendiciones del reino celestial... Entonces podemos ver que pagamos un precio y no nos dedicamos con un corazón sincero por consideración a la carga de Dios y para satisfacer la voluntad de Dios, sino que trabajamos, predicamos el Evangelio, entregamos las cosas y nos dedicamos para satisfacer nuestros propios deseos egoístas, y luchamos por nuestro propio futuro y posiciones. Esto no es adorar a Dios en espíritu y en verdad. Pagar un precio y depender de esta manera es negociar con Dios, y no puede ganar la aprobación del Señor. El Señor Jesús dijo: “Muchos me dirán en aquel día: «Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?». Y entonces les declararé: «Jamás os conocí; apartaos de mí, los que practicáis la iniquidad»” (Mateo 7:22-23). El Señor condenó a las personas que predicaban y trabajaban para Él como personas que trabajaban en la iniquidad. Esto se debió a que no adoraban a Dios en espíritu y en verdad, ni se ofrecían sinceramente por Dios. En cambio, deseaban trabajar por el Señor a cambio de recompensas y bendiciones. Lucharon y trabajaron por el bien de sus propios destinos finales, y por la fama, la fortuna y el estatus. En última instancia, no sólo no ganaron la aprobación del Señor por el precio que pagaron, sino que, por el contrario, fueron condenados por el Señor. Tomemos como ejemplo a los fariseos de la época. Durante generaciones, leyeron la Escritura y asistieron al templo con todos los climas para adorar a Jehová Dios. Viajaron por tierra y mar para difundir el evangelio de Jehová, se entregaban al renunciar a sus familias y negocios, y sufrieron mucho. Pero nada de lo que hicieron se hizo por amor a Dios o satisfacer a Dios, sino que se hizo por el bien de sus propias posiciones y medios de vida. Cuando el Señor Jesús vino a realizar Su obra, sabían perfectamente que las obras y las palabras del Señor Jesús poseían autoridad y poder, y que todo provenía de Dios, pero que no buscaban ni investigaban en absoluto. En cambio, definieron al Señor de acuerdo con sus propias nociones e imaginaciones, creyendo que un hombre que no era llamado Mesías no podía ser Dios. En particular, cuando vieron el creciente número de personas comunes que seguían al Señor Jesús, tuvieron miedo de que ya nadie los siguiera, y de que sus posiciones y medios de vida fueran insostenibles. Y así, aprovechaban todas las oportunidades para atacarlo, juzgarlo, condenarlo y blasfemarlo, hasta que finalmente crucificaron al Señor Jesús. A partir de esto, podemos ver que los fariseos no adoraron a Dios en espíritu y en verdad. Parecían piadosos por fuera, pero su esencia era hipócrita y engañosa, y por lo tanto el Señor Jesús les reprendió, diciendo: “Pero, ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! [...]” (Mateo 23:13).

El Señor Jesús dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente” (Mateo 22:37). Dios requiere que persigamos el amor de Él, y que cuando gastamos para Dios y nos ocupamos trabajando por Dios, se debe hacer sobre el fundamento de amar a Dios y satisfacer a Dios. Debemos ser sinceramente considerados de la carga de Dios y satisfacer Su voluntad, libres de cualquier impureza o negociación personal, y no hacer estas cosas para obtener bendiciones o coronas, sólo esto es adorar al Señor en espíritu y en verdad. Tomemos a Pedro, por ejemplo. Después de que el Señor Jesús resucitó, le preguntó a Pedro tres veces: “[...] Simón, hijo de Juan, ¿me amas? [...] Pastorea mis ovejas” (Juan 21:16). De Su pregunta, Pedro comprendió los requisitos del Señor y la tarea que el Señor le había confiado: perseguir convertirse en alguien que amaba y satisfacía a Dios, hacer todo lo que estuviera en su poder para alimentar a las ovejas de Dios y completar la comisión de Dios. Pedro grabó la tarea que el Señor le había confiado en su corazón, y en su obra posterior, buscó aún más amar y satisfacer a Dios con todo su corazón y alma. Difundió el evangelio del Señor en todas las direcciones, y testificó las palabras y la voluntad del Señor a más personas. En su obra, exaltó y testificó al Señor en todos los sentidos, y dirigió a sus hermanos y hermanas utilizando la verdad que entendía, los llevó a todos ante el Señor y les enseñó a respetar al Señor por encima de todo. Además, cuando Pedro encontró persecución y adversidad, pudo jurar lealtad al Señor hasta la muerte, de modo que, al final, sacrificó todo lo que tenía, incluso su vida, por el Señor. Fue crucificado colgado boca abajo, dando así testimonio de su amor extremo por Dios y su voluntad de obedecer hasta la muerte. Pedro adoraba a Dios en espíritu y en verdad, se dedicó con un corazón que amaba a Dios y, al final, se convirtió en alguien que deleitaba al Señor, y a quien el Señor alabó.

De la comunión anterior, podemos ver que, si queremos adorar a Dios en espíritu y en verdad, debemos usar nuestro corazón para acercarnos a Dios, procurar entender la voluntad y los requisitos de Dios de Sus palabras, practicar las palabras de Dios en nuestra vida diaria y no aferrarnos a rituales y reglas. Al mismo tiempo, debemos ser capaces de abandonar sinceramente y dedicarnos a Dios sin pedir nada a cambio ni establecer ninguna condición, sino que debemos amar y satisfacer al Señor con todo nuestro corazón y alma. De esta manera, podemos adorar a Dios en espíritu y en verdad. Sólo practicando de esta manera podemos entender la verdad y lograr el crecimiento en nuestras vidas, y sólo entonces ganaremos la aprobación de Dios a través de la dedicación.

Traducido del original en inglés al español por Xinia Arias Quirós

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