81. La fuente de oposición y rebeldía del hombre contra Dios es el haber sido corrompido por Satanás. Debido a la corrupción de Satanás, la conciencia del hombre se ha insensibilizado; se ha vuelto inmoral, sus pensamientos son degenerados, y ha desarrollado una actitud mental retrógrada. Antes de ser corrompido por Satanás, el hombre de manera natural seguía a Dios y obedecía Sus palabras después de escucharlas. Por naturaleza tenía un razonamiento y una conciencia sólidos y una humanidad normal. Después de haber sido corrompido por Satanás, el razonamiento, la conciencia y la humanidad originales del hombre se fueron insensibilizando y fueron mermados por Satanás. Debido a ello, el hombre ha perdido su obediencia y amor a Dios. El razonamiento del hombre se ha vuelto aberrante, su carácter se ha vuelto como el de un animal y su rebeldía hacia Dios es cada vez más frecuente y grave. Sin embargo, el hombre todavía no conoce ni reconoce esto, y meramente se opone y se rebela a ciegas. El carácter del hombre se revela en las expresiones de su razonamiento, su percepción y su conciencia; debido a que su razonamiento y su percepción son endebles, y su conciencia se ha vuelto sumamente insensible, su carácter se rebela contra Dios. Si el razonamiento y la percepción del hombre no pueden cambiar, entonces los cambios en su carácter son imposibles de lograr, como también lo es ajustarse a la voluntad de Dios. Si el razonamiento del hombre es endeble, entonces no puede servir a Dios y no es apto para ser usado por Él. Un “razonamiento normal” se refiere a ser obediente y fiel a Dios, anhelar a Dios, ser incondicional hacia Él y tener una conciencia hacia Él. Se refiere a ser de un solo corazón y una sola alma con Dios y a no oponerse a Él deliberadamente. Tener un razonamiento aberrante no es así. Desde que el hombre fue corrompido por Satanás ha inventado nociones acerca de Dios y no ha sido leal hacia Dios ni lo ha anhelado, por no hablar de que no tiene una conciencia hacia Dios. El hombre se opone deliberadamente a Dios y lo juzga; es más, le lanza improperios a Sus espaldas. El hombre juzga a Dios a Sus espaldas con el conocimiento claro de que es Dios; el hombre no tiene intención de obedecer a Dios, y se limita a hacerle exigencias y solicitudes ciegas. Tales personas —la gente que tiene un razonamiento aberrante— son incapaces de conocer su propio y despreciable comportamiento o de lamentar su rebeldía. Si la gente fuese capaz de conocerse a sí misma, entonces recuperaría un poco de su razonamiento; cuanto más rebeldes contra Dios sean las personas que no se conocen a sí mismas todavía, menos sensatas serán.
Extracto de ‘Tener un carácter inalterado es estar enemistado con Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”
82. Después de varios miles de años de corrupción, el hombre es insensible y torpe; se ha convertido en un demonio que se opone a Dios; tan es así que la rebeldía del hombre hacia Dios ha sido documentada en los libros de historia e incluso el hombre mismo es incapaz de dar una explicación completa de su comportamiento rebelde, porque el hombre ha sido profundamente corrompido por Satanás y se ha dejado engañar por Satanás al punto de que no sabe a dónde acudir. Todavía hoy, el hombre sigue traicionando a Dios: cuando el hombre ve a Dios, lo traiciona, y cuando no puede verlo, también lo traiciona. Hay incluso quienes, aun habiendo sido testigos de las maldiciones de Dios y de Su ira, lo traicionan. Y por eso digo que el razonamiento del hombre ha perdido su función original y que también la conciencia del hombre ha perdido su función original. El hombre que Yo veo es una bestia con traje humano, una serpiente venenosa, y no importa lo lastimoso que pretenda parecer ante Mis ojos, nunca seré misericordioso con él, porque el hombre no ha comprendido la diferencia entre lo negro y lo blanco o entre la verdad y lo que no es verdad. El razonamiento del hombre está en extremo entumecido, pero aun así sigue deseando obtener bendiciones; su humanidad es en extremo innoble, pero aun así sigue deseando poseer la soberanía de un rey. ¿De quién podría ser rey con un razonamiento como ese? ¿Cómo podría alguien con una humanidad como esa sentarse sobre un trono? ¡El hombre en verdad no tiene vergüenza! ¡Es un desgraciado engreído! A aquellos de vosotros que deseáis obtener bendiciones, os sugiero que primero encontréis un espejo y miréis vuestro propio horrible reflejo. ¿Posees lo que se requiere para ser un rey? ¿Acaso tienes el rostro de alguien que puede obtener bendiciones? No ha habido el más mínimo cambio en vuestro carácter ni habéis puesto ninguna verdad en práctica, pero aun así deseáis un maravilloso mañana. ¡Os estáis engañando a vosotros mismos! Nacido en una tierra tan inmunda, el hombre ha sido gravemente arruinado por la sociedad, influenciado por una ética feudal y educado en “institutos de educación superior”. Un pensamiento retrógrado, una moral corrupta, una visión mezquina de la vida, una filosofía despreciable para vivir, una existencia completamente inútil y un estilo de vida y costumbres depravados, todas estas cosas han penetrado fuertemente en el corazón del hombre, y han socavado y atacado severamente su conciencia. Como resultado, el hombre está cada vez más distante de Dios, y se opone cada vez más a Él. El carácter del hombre se vuelve más agresivo día tras día, y no hay una sola persona que voluntariamente renuncie a algo por Dios; ni una sola persona que voluntariamente obedezca a Dios, y, menos aún, una sola persona que busque voluntariamente la aparición de Dios. En vez de ello, bajo el campo de acción de Satanás, el hombre no hace más que buscar el placer, entregándose a la corrupción de la carne en la tierra del lodo. Incluso cuando escuchan la verdad, aquellos que viven en la oscuridad no consideran ponerla en práctica ni tampoco muestran interés en buscar a Dios, aun cuando hayan contemplado Su aparición. ¿Cómo podría una humanidad tan depravada tener alguna posibilidad de salvación? ¿Cómo podría una humanidad tan decadente vivir en la luz?
Extracto de ‘Tener un carácter inalterado es estar enemistado con Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”
83. El origen de la revelación del carácter corrupto del hombre no es otro que su conciencia insensibilizada, su naturaleza malévola y su razonamiento endeble. Si la conciencia y el razonamiento del hombre pueden volver a ser normales, entonces él se volverá apto para ser usado ante Dios. Es simplemente debido a que la conciencia del hombre ha estado siempre insensibilizada y a que el razonamiento del hombre, que nunca ha sido sólido, se está haciendo cada vez más torpe, que el hombre se ha vuelto cada vez más rebelde hacia Dios, hasta el punto, incluso, de clavar a Jesús en la cruz y negarle a Dios encarnado en los últimos días la entrada a su casa, de condenar la carne de Dios y verla como inferior. Si el hombre tuviese al menos un poquito de humanidad, no sería tan cruel en su trato hacia la carne de Dios encarnado; si tuviese al menos un poco de razonamiento, no sería tan agresivo en su trato hacia la carne de Dios encarnado; si tuviese un poco de conciencia, no “agradecería” a Dios encarnado de esta manera. El hombre vive en la era de Dios hecho carne; sin embargo, es incapaz de dar gracias a Dios por haberle dado una oportunidad tan buena, y en vez de ello, maldice la venida de Dios o ignora por completo el hecho de la encarnación de Dios y aparentemente está en contra de ella y hastiado de ella. Independientemente de cómo trate el hombre la venida de Dios, Él, en resumen, siempre ha seguido adelante pacientemente con Su obra, a pesar de que el hombre no haya sido en lo más mínimo acogedor hacia Él y le hace exigencias ciegas. El carácter del hombre se ha vuelto extremadamente violento, su razonamiento se ha vuelto sumamente insensibilizado, y su conciencia ha sido aplastada por completo por el maligno, por lo que hace ya tiempo que dejó de ser la conciencia original del hombre. El hombre no solo no es agradecido con Dios encarnado por otorgarle tanta vida y gracia a la humanidad, sino que, incluso, se ha resentido con Dios por haberle dado la verdad; es debido a que el hombre no tiene el menor interés en la verdad que se ha vuelto resentido con Dios. El hombre no solo es incapaz de dar su vida por Dios encarnado, sino que también trata de obtener favores de Él y reclama un beneficio que es decenas de veces mayor que lo que el hombre le ha dado a Dios. Las personas que poseen este tipo de conciencia y razonamiento consideran que no es un asunto importante y todavía creen que han invertido demasiado de ellas mismas en Dios, y que Él les ha dado muy poco. Hay personas que, habiéndome dado un tazón con agua, extienden las manos y exigen que yo les pague por dos tazones de leche, o habiéndome dado una habitación por una noche, exigen que les pague renta por varias noches. Con una humanidad como esta, y una conciencia así, ¿cómo podríais desear aún obtener la vida? ¡Qué desgraciados y despreciables sois!
Extracto de ‘Tener un carácter inalterado es estar enemistado con Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”
84. Si no sacara a la luz la fealdad que existe en lo profundo de vuestro corazón, cada uno os colocaríais una corona sobre la cabeza y os daríais toda la gloria. Vuestra naturaleza altiva y arrogante os impulsa a traicionar vuestra propia conciencia, a rebelaros contra Cristo y a resistiros a Él, y a revelar vuestra fealdad, poniendo de manifiesto, así, vuestras intenciones, nociones, deseos excesivos y ojos llenos de codicia. Y, sin embargo, continuáis parloteando sobre lo apasionados que habéis sido toda la vida en relación con la obra de Cristo y repetís una y otra vez las verdades dichas por Cristo hace mucho tiempo. Esta es vuestra “fe”. Esta es vuestra “fe sin impurezas”. He impuesto al hombre un estándar muy estricto todo este tiempo. Si tu lealtad viene acompañada de intenciones y condiciones, entonces preferiría no tener tu supuesta lealtad, porque Yo aborrezco a los que me engañan por medio de sus intenciones y me chantajean con condiciones. Solo deseo que el hombre me sea absolutamente leal y que haga todas las cosas en aras de una sola palabra, la fe, y para demostrar esa fe. Desprecio vuestro uso de halagos para alegrarme, porque Yo siempre os he tratado con sinceridad, por lo que deseo que vosotros también actuéis con una fe verdadera hacia Mí. Cuando se trata de la fe, muchos quizá piensen que siguen a Dios porque tienen fe y, de no ser así, no soportarían tal sufrimiento. Entonces, te pregunto esto: si crees en la existencia de Dios, ¿por qué no lo veneras? Si crees en Su existencia, ¿por qué no sientes ningún temor de Dios en tu corazón? Tú aceptas que Cristo es la encarnación de Dios, entonces ¿por qué lo desprecias? ¿Por qué actúas de manera irreverente hacia Él? ¿Por qué lo juzgas abiertamente? ¿Por qué siempre espías Sus movimientos? ¿Por qué no te sometes a Sus disposiciones? ¿Por qué no actúas de acuerdo con Su palabra? ¿Por qué intentas extorsionarlo y robarle Sus ofrendas? ¿Por qué hablas desde la posición de Cristo? ¿Por qué juzgas si Su obra y Su palabra son correctas? ¿Por qué te atreves a blasfemar contra Él a Sus espaldas? ¿Son estas, y otras cosas, lo que constituye vuestra fe?
Extracto de ‘¿Eres un verdadero creyente en Dios?’ en “La Palabra manifestada en carne”
85. Si usáis vuestras propias nociones para medir y delimitar a Dios, como si Dios fuera una estatua de barro inmutable, y si delimitáis completamente a Dios dentro de los parámetros de la Biblia y lo encerráis dentro de un limitado ámbito dónde obrar, entonces esto prueba que habéis condenado a Dios. Porque los judíos de la era del Antiguo Testamento tomaron a Dios como un ídolo de forma fija que tenían en sus corazones, como si a Dios solo se le pudiera llamar Mesías y solo aquel que fuera llamado el Mesías pudiera ser Dios, y porque la humanidad sirvió y adoró a Dios como si Él fuera una estatua de barro sin vida, clavaron al Jesús de ese tiempo en la cruz, sentenciándolo a muerte; el Jesús inocente fue así condenado a muerte. Dios era inocente de cualquier ofensa; sin embargo, el hombre rehusó perdonar a Dios e insistió en sentenciarlo a muerte, y así Jesús fue crucificado. El hombre siempre cree que Dios es inmutable y lo define de acuerdo con un único libro, la Biblia, como si el hombre tuviera un perfecto entendimiento de la gestión de Dios, como si todo lo que Dios hace estuviera en la palma de la mano del hombre. Las personas son absurdas hasta el extremo, de una arrogancia extrema y todas tienen un don para la hipérbole. No importa lo grande que sea el conocimiento que tienes de Dios, todavía digo que no conoces a Dios, que te opones a Dios al máximo y que lo has condenado porque eres totalmente incapaz de obedecer la obra de Dios y caminar la senda de ser perfeccionado por Dios. ¿Por qué Dios nunca está satisfecho con las acciones del hombre? Porque el hombre no conoce a Dios, porque tiene demasiadas nociones y porque su conocimiento de Dios no concuerda en absoluto con la realidad, sino que repite monótonamente el mismo tema sin variación y usa el mismo enfoque para toda situación. Y entonces, habiendo venido a la tierra en la actualidad, una vez más el hombre ha clavado a Dios en la cruz. ¡Humanidad cruel! La confabulación y la intriga, robarse y raptarse entre ellos, la lucha por la fama y la fortuna, la masacre mutua, ¿cuándo se van a terminar? A pesar de que Dios ha hablado cientos de miles de palabras, nadie ha entrado en razón. La gente actúa por el bien de sus familias, hijos e hijas, por sus carreras, perspectivas de futuro, posición, vanidad y dinero, por comida, ropa y por la carne. Pero ¿existe alguien cuyas acciones sean verdaderamente por el bien de Dios? Incluso entre aquellos que actúan por el bien de Dios, sólo hay unos cuantos que conozcan a Dios. ¿Cuántas personas no actúan por sus propios intereses? ¿Cuántos no oprimen ni condenan al ostracismo a los demás con el propósito de proteger su propia posición? Así, Dios ha sido condenado a muerte contundentemente en innumerables ocasiones; innumerables jueces bárbaros han condenado a Dios y una vez más lo han clavado en la cruz. ¿Cuántos se pueden llamar justos porque en verdad actúan para Dios?
Extracto de ‘Los malvados deben ser castigados’ en “La Palabra manifestada en carne”
86. ¿Acaso no se oponen muchos a Dios y obstruyen la obra del Espíritu Santo, porque no conocen la obra variada y diversa de Dios, y, además, porque no poseen sino una pizca de conocimiento y doctrina con los que medir la obra del Espíritu Santo? Aunque las experiencias de tales personas son superficiales, ellas son arrogantes y permisivas en su naturaleza y consideran la obra del Espíritu Santo con desprecio, ignoran Sus disciplinas y, además, usan sus viejos argumentos triviales para “confirmar” la obra del Espíritu Santo. También hacen una escena y están plenamente convencidas de su propio conocimiento y erudición, y de que son capaces de recorrer todo el mundo. ¿No son tales personas las que el Espíritu Santo desprecia y rechaza, y no serán eliminadas antes de la nueva era? ¿No son los que vienen delante de Dios y se oponen abiertamente a Él, pequeñas personas ignorantes y mal informadas, que simplemente intentan demostrar lo brillantes que son? Con tan solo un ínfimo conocimiento de la Biblia, tratan de abarcar la “academia” del mundo; con tan solo una doctrina superficial que enseñar a las personas, intentan revertir la obra del Espíritu Santo, y tratan de hacerla girar alrededor de su propio proceso de pensamiento. Aun siendo tan cortos de miras, intentan observar con una sola mirada 6000 años de obra de Dios. ¡No tiene sentido mencionar a estas personas! De hecho, cuanto mayor es el conocimiento de Dios por parte de las personas, más tardan en juzgar Su obra. Además, solo hablan un poco de su conocimiento de la obra de Dios hoy, pero no son imprudentes en sus juicios. Cuanto menos conocen a Dios las personas, más soberbias y arrogantes son, y con mayor displicencia proclaman el ser de Dios, pero solo hablan de teorías y no ofrecen evidencias reales. Tales personas no tienen ningún valor en absoluto. ¡Quienes ven la obra del Espíritu Santo como un juego son frívolos! Los que no son cautos cuando se encuentran con la nueva obra del Espíritu Santo, que hablan hasta por los codos, que son rápidos para juzgar, que dan rienda suelta a su instinto natural de negar la idoneidad de la obra del Espíritu Santo y que también la insultan y blasfeman contra ella, ¿no ignoran estas personas irrespetuosas dicha obra? ¿No son, además, personas de gran arrogancia, inherentemente soberbias e ingobernables? Aunque llegue el día en el que tales personas acepten la nueva obra del Espíritu Santo, Dios seguirá sin tolerarlas. No solo miran por encima del hombro a aquellos que trabajan para Dios, sino que blasfeman contra Él mismo. Tales personas insensatas no serán perdonadas ni en esta era ni en la venidera, ¡y perecerán para siempre en el infierno! Estas personas irrespetuosas y permisivas están fingiendo creer en Dios y, cuanto más sean así, más probable es que ofendan Sus decretos administrativos. ¿No caminan por esta senda todos esos arrogantes, desenfrenados innatos, que nunca han obedecido a nadie? ¿Acaso no se oponen a Dios día tras día, a Él, que siempre es nuevo y nunca viejo?
Extracto de ‘Conocer las tres etapas de la obra de Dios es la senda para conocer a Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”
87. Sabed que os oponéis a la obra de Dios o usáis vuestras propias nociones para medir la obra de hoy, porque no conocéis los principios de Su obra, y porque no os tomáis lo bastante en serio la obra del Espíritu Santo. Vuestra oposición a Dios y la obstrucción de la obra del Espíritu Santo están causadas por vuestras nociones y por vuestra arrogancia inherente. No se debe a que la obra de Dios sea errónea, sino a que sois demasiado desobedientes por naturaleza. Después de encontrar su creencia en Dios, algunas personas ni siquiera pueden afirmar con certeza de dónde vino el hombre, pero se atreven a hacer discursos públicos evaluando lo bueno y lo malo de la obra del Espíritu Santo. Incluso sermonean a los apóstoles que tienen la nueva obra del Espíritu Santo y hacen comentarios fuera de lugar; su humanidad es demasiado baja y no hay el más mínimo razonamiento en ellos. ¿Acaso no llegará el día en que tales personas sean rechazadas por la obra del Espíritu Santo y quemadas por los fuegos del infierno? No conocen la obra de Dios, pero la critican, y también intentan ordenarle a Dios cómo obrar. ¿Cómo pueden conocer a Dios personas tan irrazonables? El hombre llega a conocer a Dios durante el proceso de buscarlo y experimentarlo; no es a través de criticarlo a su antojo que llegará a conocerlo por medio del esclarecimiento del Espíritu Santo. Cuanto más preciso es el conocimiento que las personas tienen de Dios, menos se oponen a Él. Por el contrario, cuanto menos saben de Él, más probable es que se opongan a Él. Tus nociones, tu vieja naturaleza y tu humanidad, tu personalidad y tu perspectiva moral son el “capital” con el que te resistes a Dios, y cuanto más corrupto, degradado y bajo te vuelves, más enemigo eres de Dios. Quienes poseen unas nociones firmes y tienen un carácter santurrón son aún más enemigos del Dios encarnado; estas personas son los anticristos. Si no rectificas tus nociones, siempre serán contrarias a Dios; nunca serás compatible con Él y siempre estarás separado de Él.
Extracto de ‘Conocer las tres etapas de la obra de Dios es la senda para conocer a Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”
88. Cualquiera que no entienda el propósito de la obra de Dios es alguien que está contra Él, y alguien que ha llegado a entender el propósito de la misma pero que todavía no busca satisfacer a Dios se considera aún más un oponente de Dios. Hay algunos que leen la Biblia en grandes iglesias y la recitan todo el día, pero ninguno de ellos entiende el propósito de la obra de Dios. Ninguno de ellos es capaz de conocer a Dios y mucho menos es conforme a la voluntad de Dios. Son todos personas inútiles y viles, que se ponen en alto para enseñar a Dios. Se oponen deliberadamente a Él mientras llevan Su estandarte. Afirman tener fe en Dios, pero aun así comen la carne y beben la sangre del hombre. Todas esas personas son diablos que devoran el alma del hombre, demonio jefes que estorban a aquellos que tratan de entrar en la senda correcta y obstáculos que amenazan a los que buscan a Dios. Pueden parecer de “buena constitución”, pero ¿cómo van a saber sus seguidores que no son más que anticristos que llevan a la gente a levantarse contra Dios? ¿Cómo van a saber sus seguidores que son diablos vivientes dedicados a devorar a las almas humanas? Los que se tienen en alta estima a sí mismos en presencia de Dios son los más bajos de los hombres, mientras que los que se humillan son los más honorables. Y aquellos que piensan que conocen la obra de Dios y son capaces de proclamarla a otros a bombo y platillo mientras lo miran directamente son los hombres más ignorantes. Tales personas no tienen el testimonio de Dios, son arrogantes y están llenas de soberbia. Los que creen que tienen muy poco conocimiento de Dios a pesar de tener experiencia real y conocimiento práctico de Él, son los más amados por Él. Solo estas personas tienen un testimonio verdadero y son verdaderamente capaces de ser perfeccionadas por Dios. Los que no entienden la voluntad de Dios son Sus oponentes; los que la entienden pero no practican la verdad son Sus oponentes; los que comen y beben las palabras de Dios y aun así van contra su esencia son oponentes de Dios; los que tienen nociones sobre el Dios encarnado y, además, se dedican a rebelarse, son oponentes de Dios; los que juzgan a Dios son Sus oponentes, y cualquiera que sea incapaz de conocer a Dios o dar testimonio de Él es Su oponente. Así pues, os insto: si verdaderamente tenéis fe en que podéis andar por esta senda, entonces continuad siguiéndola. Pero si sois incapaces de absteneros de oponeros a Dios, más vale que os alejéis antes de que sea demasiado tarde. De lo contrario, las probabilidades de que las cosas os vayan mal son extremadamente altas, porque vuestra naturaleza es simplemente demasiado corrupta. No tenéis ni una pizca de lealtad u obediencia ni un corazón sediento de justicia y verdad, ni amor por Dios. Podría decirse que vuestra situación delante de Él es un desastre absoluto. No podéis acatar lo que debéis acatar y sois incapaces de decir lo que debe decirse. No habéis puesto en práctica lo que debéis poner en práctica y habéis sido incapaces de cumplir la función que debéis cumplir. No tenéis la lealtad, la conciencia, la obediencia o la determinación que deberíais. No habéis soportado el sufrimiento que os corresponde soportar, y no tenéis la fe que deberíais. Simplemente estáis completamente desprovistos de todo mérito. ¿No estáis avergonzados de seguir viviendo? Dejad que os convenza de que sería mejor para vosotros que cerraseis los ojos en el descanso eterno, liberando de esta forma a Dios de preocuparse por vosotros y de sufrir por vuestra causa. Creéis en Dios, pero aún no conocéis Su voluntad; coméis y bebéis las palabras de Dios, pero sois incapaces de hacer lo que Dios exige al hombre. Creéis en Dios, pero aún no lo conocéis, y seguís vivos sin un objetivo por el que luchar, sin ningún valor, sin ningún significado. Vivís como seres humanos, pero no tenéis conciencia, integridad o credibilidad en lo más mínimo. ¿Os podéis considerar seres humanos? Creéis en Dios, pero le engañáis; es más, tomáis Su dinero y coméis de las ofrendas que se le hacen a Él. Pero, al final, no mostráis la mínima consideración por Sus sentimientos ni una pizca de conciencia hacia Él. Ni siquiera podéis cumplir la más trivial de Sus exigencias. ¿Todavía os podéis llamar seres humanos? Coméis los alimentos que Dios os proporciona y respiráis el oxígeno que Él os da, disfrutando de Su gracia, pero al final no tenéis el más mínimo conocimiento de Él. Todo lo contrario, os habéis convertido en unos inútiles que se oponen a Dios. ¿No os hace esto bestias peores que un perro? ¿Hay algún animal más malicioso que vosotros?
Extracto de ‘Todas las personas que no conocen a Dios son las que se oponen a Él’ en “La Palabra manifestada en carne”
89. El mayor problema del hombre es que a él sólo le gustan las cosas que no puede ver ni tocar, las cosas que son supremamente misteriosas y asombrosas, que son inimaginables por el hombre y que son inalcanzables por simples mortales. Cuanto menos realistas sean estas cosas, más las analiza la gente, que incluso las persigue haciendo caso omiso de todo lo demás e intenta obtenerlas. Cuanto menos realistas sean estas, más profundamente las somete a escrutinio y las analiza la gente, incluso yendo tan lejos como para crear sus propias ideas exhaustivas sobre ellas. Por el contrario, mientras más realistas sean las cosas, más las desdeña la gente; simplemente las mira con altivez, y hasta las desprecia. ¿No es esta precisamente vuestra actitud hacia la obra realista que Yo realizo hoy? Mientras más realistas sean las cosas, más prejuiciosos sois contra ellas. Vosotros no dedicáis tiempo a examinarlas, sino que, sencillamente, las ignoráis; miráis con altivez estos requisitos realistas y mínimos, e incluso albergáis numerosas nociones acerca de este Dios que es práctico en sobremanera, y simplemente sois incapaces de aceptar Su realidad y normalidad. De esta manera, ¿no tenéis una creencia vaga? Vosotros mantenéis una creencia inquebrantable en el Dios vago de los tiempos pasados, y no tenéis interés en el Dios práctico de hoy. ¿No se debe esto a que el Dios de ayer y el Dios de hoy corresponden a dos épocas diferentes? ¿No es también debido a que el Dios de ayer es el Dios exaltado de los cielos, mientras que el Dios de hoy es un ser humano pequeño en la tierra? ¿No es, además, porque el Dios adorado por el hombre es producto de sus nociones, mientras que el Dios de hoy es carne verdadera hecha sobre la tierra? A fin de cuentas, ¿no es porque el Dios de hoy es tan real que el hombre no lo busca? Porque lo que el Dios de hoy pide a la gente es precisamente lo que la gente está menos dispuesta a hacer, y que le produce vergüenza. ¿No es esto hacerle las cosas más difíciles a las personas? ¿No pone esto en evidencia sus cicatrices? De esta manera, muchos de los que no buscan la actualidad se vuelven enemigos de Dios encarnado, se convierten en anticristos. ¿No es esto un hecho evidente? En el pasado, cuando Dios aún no se había hecho carne, quizá tú eras una figura religiosa, o un creyente devoto. Después que Dios se hizo carne, muchos de estos devotos creyentes, sin saberlo, se convirtieron en anticristos. ¿Sabes tú lo que está pasando aquí? En tu creencia en Dios, no te concentras en la realidad o en la búsqueda de la verdad, sino que en cambio te obsesionas con falsedades. ¿No es esto la fuente más clara de tu enemistad con Dios encarnado?
Extracto de ‘Sólo los que conocen a Dios y Su obra pueden satisfacer a Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”
90. Antes del contacto con Cristo, tal vez creas que tu carácter ha sido totalmente transformado, que eres un leal seguidor de Cristo, que nadie es más digno que tú de recibir las bendiciones de Cristo y que, habiendo recorrido muchos caminos, realizado mucha obra y dado mucho fruto, indudablemente serás uno de los que recibirán la corona al final. Sin embargo, hay una verdad que no conoces: el carácter corrupto del hombre y su rebeldía y resistencia son expuestos cuando este ve a Cristo, y la rebeldía y resistencia que se exhiben en ese momento son expuestas absoluta y completamente, más que en cualquier otro momento. Esto se debe a que Cristo es el Hijo del hombre —un Hijo del hombre que posee una humanidad normal—, a quien el hombre ni honra ni respeta. Es gracias a que Dios vive en la carne que la rebeldía del hombre sale a la luz de una forma tan completa y con tan vívido detalle. Así pues, Yo digo que la venida de Cristo ha sacado a la luz toda la rebeldía de la humanidad y ha puesto en claro relieve su naturaleza. A esto se le llama “tentar a un tigre a que baje de la montaña” o “tentar a un lobo a que salga de su cueva”. ¿Te atreves a decir que eres leal a Dios? ¿Te atreves a decir que manifiestas una obediencia total a Dios? ¿Te atreves a decir que no eres rebelde? Algunos dirán: cada vez que Dios me pone en un nuevo entorno, invariablemente me someto sin queja alguna y, además, no albergo ningún concepto acerca de Dios. Otros dirán: cualquier cosa que Dios me encomiende, yo lo hago lo mejor posible y nunca soy negligente. En ese caso, os pregunto lo siguiente: ¿Podéis ser compatibles con Cristo cuando vivís junto a Él? Y ¿por cuánto tiempo seréis compatibles con Él? ¿Un día? ¿Dos días? ¿Una hora? ¿Dos horas? Vuestra fe puede muy bien ser encomiable, pero no tenéis mucho en lo relativo a la constancia. Una vez estés viviendo realmente con Cristo, tu santurronería y prepotencia quedarán poco a poco al descubierto mediante tus palabras y acciones, y también tus deseos arrogantes y tu mentalidad desobediente y descontenta se pondrán de manifiesto de forma natural. Finalmente, tu arrogancia se volverá aún más grande, hasta que estés tan en conflicto con Cristo como el agua lo está con el fuego, y luego tu naturaleza quedará completamente expuesta. En ese momento tus nociones ya no podrán permanecer ocultas, tus quejas también saldrán de manera natural y tu naturaleza humana despreciable saldrá completamente a la luz. Sin embargo, aun entonces continúas negándote a reconocer tu propia rebeldía, creyendo, en cambio, que un Cristo como este no es fácil de aceptar para el hombre, que es demasiado estricto con él y que te someterías plenamente si Él fuera un Cristo más amable. Creéis que la rebeldía está justificada, que solo os rebeláis contra Él cuando os empuja demasiado. Ni una sola vez habéis pensado que no consideráis a Cristo como Dios y que no tenéis intención de obedecerle. Más bien, insistes tercamente en que Cristo actúe de acuerdo con tus deseos y tan pronto como Él hace alguna cosa que no esté de acuerdo con tus ideas, entonces tú crees que Él no es Dios, sino un hombre. ¿No hay acaso muchos entre vosotros que habéis luchado contra Él en estos términos? Después de todo, ¿en quién creéis y de qué manera buscáis?
Extracto de ‘Quienes son incompatibles con Cristo indudablemente se oponen a Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”
91. Siempre deseáis ver a Cristo, pero Yo os exhorto a que no os tengáis en tan alta estima; todo el mundo puede ver a Cristo, pero Yo digo que nadie es apto para ver a Cristo. Debido a que la naturaleza del hombre está llena de maldad, arrogancia y rebeldía, en el momento en el que veas a Cristo, tu naturaleza te destruirá y te condenará a muerte. Tal vez tu relación con un hermano (o una hermana) no muestre mucho sobre ti, pero no es tan simple cuando te relacionas con Cristo. En cualquier momento, tus conceptos pueden echar raíces, tu arrogancia puede comenzar a germinar y tu rebeldía puede comenzar a dar frutos. ¿Cómo puedes tú, con esa clase de humanidad, ser apto para relacionarte con Cristo? ¿Eres verdaderamente capaz de tratarlo como Dios en cada momento de cada día? ¿Tendrás verdaderamente la realidad de la sumisión a Dios? Adoráis al Dios excelso dentro de vuestro corazón como Jehová, al tiempo que consideráis al Cristo visible como un hombre. ¡Vuestro sentido es muy inferior y vuestra humanidad es demasiado vil! Sois incapaces de considerar a Cristo siempre como Dios; solo ocasionalmente, cuando os apetece, os aferráis a Él y lo adoráis como Dios. Es por eso que os digo que no sois creyentes de Dios, sino una pandilla de cómplices que lucha contra Cristo. Hasta los hombres que son bondadosos con otros son recompensados; sin embargo, Cristo, que ha hecho tal obra entre vosotros, no ha recibido ni el amor del hombre ni su recompensa y sumisión. ¿Acaso no es eso algo sumamente desgarrador?
Extracto de ‘Quienes son incompatibles con Cristo indudablemente se oponen a Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”
92. Tal vez en todos tus años de fe en Dios, nunca hayas maldecido a nadie ni cometido una mala acción, sin embargo, en tu relación con Cristo, no puedes decir la verdad, actuar honestamente u obedecer la palabra de Cristo. En ese caso, Yo digo que tú eres la persona más siniestra y malévola del mundo. Quizás eres excepcionalmente amable y dedicado a tus parientes, tus amigos, tu esposa (o esposo), tus hijos e hijas y tus padres, y nunca te aprovechas de nadie, pero si eres incapaz de ser compatible con Cristo, si eres incapaz de relacionarte en armonía con Él, entonces, aun si gastas todo lo que tienes ayudando a tus vecinos, o si le brindas a tu padre, a tu madre y a los miembros de tu casa un cuidado meticuloso, te diría que sigues siendo un ser malvado y, más aún, lleno de trucos astutos. No pienses que solo porque te llevas bien con los demás o haces algunas buenas obras eres compatible con Cristo. ¿Tú crees que tus intenciones caritativas pueden conseguir para ti las bendiciones del cielo? ¿Piensas que llevar a cabo unas cuantas buenas acciones sustituye tu obediencia? Ninguno de vosotros es capaz de aceptar el trato ni recibir la poda, y para todos es difícil abrazar la humanidad normal de Cristo, a pesar de que estáis proclamando constantemente vuestra obediencia a Dios. Una fe como la vuestra tendrá una retribución adecuada. Dejad de entregaros a ilusiones fantasiosas y al deseo de ver a Cristo, porque sois de estatura muy baja, tanto así, que ni siquiera sois dignos de verlo. Cuando estés completamente purgado de tu rebeldía y puedas estar en armonía con Cristo, en ese momento Dios se te aparecerá de una forma natural. Si vas a ver a Dios sin haber pasado por la poda o el juicio, indudablemente te convertirás en un adversario de Dios y estarás destinado a la destrucción. La naturaleza del hombre es inherentemente hostil hacia Dios, porque todos los hombres han sido sometidos a la corrupción más profunda de Satanás. Si el hombre trata de relacionarse con Dios a partir de su propia corrupción, ciertamente nada bueno puede salir de eso; sus acciones y palabras indudablemente expondrán su corrupción a cada paso, y al relacionarse con Dios, su rebeldía se revelará en todos sus aspectos. Inconscientemente, el hombre viene a oponerse a Cristo, a engañar a Cristo y a abandonar a Cristo; cuando eso ocurre, el hombre se encuentra en un estado aún más precario y, si esto continúa, se convertirá en objeto de castigo.
Tal vez algunos crean que, si la relación con Dios es tan peligrosa, quizá sea más sabio mantener a Dios a distancia. ¿Qué pueden obtener las personas como estas? ¿Pueden ser leales a Dios? Ciertamente, la relación con Dios es muy difícil, pero eso se debe a que el hombre está corrompido y no a que Dios no pueda relacionarse con él. Sería mejor que dedicarais más esfuerzo a la verdad de conocer el ser. ¿Por qué no habéis encontrado el favor de Dios? ¿Por qué vuestro carácter es abominable para Él? ¿Por qué vuestro discurso despierta Su odio? Tan pronto como demostráis un poco de lealtad, os elogiáis a vosotros mismos y exigís una recompensa por una pequeña contribución; despreciáis a los demás cuando habéis mostrado una pizca de obediencia y desdeñáis a Dios después de llevar a cabo alguna tarea insignificante. Por recibir a Dios, pides dinero, regalos y halagos. Te duele el corazón cuando das una o dos monedas; cuando das diez, deseas bendiciones y ser tratado con distinción. Resulta extremadamente ofensivo hablar u oír hablar de una humanidad como la vuestra. ¿Hay algo digno de alabanza en vuestras palabras y acciones? Quienes cumplen su deber y quienes no; quienes lideran y quienes siguen; quienes reciben a Dios y quienes no; quienes donan y quienes no; quienes predican y quienes reciben la palabra, etcétera: todos esos hombres se alaban a sí mismos. ¿Acaso no os parece esto risible? Aunque sabéis perfectamente que creéis en Dios, no podéis ser compatibles con Él. Aunque sois plenamente conscientes de que no tenéis ningún mérito, de cualquier modo persistís en alardear. ¿Acaso no sentís que vuestro sentido se ha deteriorado al punto de ya no tener autocontrol? Con un sentido como este, ¿cómo podéis ser aptos para relacionaros con Dios? ¿Acaso no tenéis miedo por vosotros mismos en este momento crítico? Vuestro carácter ya se ha deteriorado hasta el punto en que sois incapaces de ser compatibles con Dios. Siendo esto así, ¿no es risible vuestra fe? ¿No es absurda vuestra fe? ¿Cómo vas a enfrentarte a tu futuro? ¿Cómo vas a elegir la senda por la cual habrás de caminar?
Extracto de ‘Quienes son incompatibles con Cristo indudablemente se oponen a Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”
93. Algunas personas no se regocijan en la verdad y, mucho menos, con el juicio. En cambio, se regocijan en el poder y las riquezas; a tales personas se les llama buscadores de poder. Buscan exclusivamente las denominaciones que tienen influencia en el mundo y solo buscan a pastores y maestros que provienen de seminarios. A pesar de haber aceptado el camino de la verdad, son, en parte, escépticos, e incapaces de entregar todo su corazón y toda su mente, y su boca habla de sacrificarse por Dios, pero sus ojos se enfocan en los grandes pastores y maestros, y no le prestan atención a Cristo. Su corazón está obsesionado con la fama, la fortuna y la gloria. Piensan que no es posible que una persona tan pequeña pueda ser capaz de conquistar a tantos, que alguien tan común y corriente sea capaz de perfeccionar al hombre. Ellos no creen en absoluto que estos “don nadie” que están entre el polvo y el estiércol sean el pueblo escogido por Dios. Ellos creen que si tales personas fueran los objetos de la salvación de Dios, el cielo y la tierra estarían de cabeza y todos los hombres se reirían a mandíbula batiente. Ellos creen que si Dios eligió a tales “don nadie” para ser perfeccionados, entonces esos grandes hombres se convertirían en Dios mismo. Sus perspectivas están manchadas de incredulidad; ciertamente, más que incrédulos, son simplemente bestias absurdas. Y es que solo valoran la posición, el prestigio y el poder, y solo tienen en alta estima a los grandes grupos y denominaciones. No tienen la menor consideración hacia quienes son dirigidos por Cristo; simplemente son traidores que le han dado la espalda a Cristo, a la verdad y a la vida.
Lo que tú admiras no es la humildad de Cristo, sino a esos falsos pastores de destacada posición. No adoras la belleza ni la sabiduría de Cristo, sino a esos licenciosos que se regodean en la inmundicia del mundo. Te ríes del dolor de Cristo, que no tiene lugar donde reclinar Su cabeza, pero admiras a esos cadáveres que cazan ofrendas y viven en el libertinaje. No estás dispuesto a sufrir junto a Cristo, pero te lanzas con gusto a los brazos de esos anticristos insensatos a pesar de que solo te suministran carne, palabras y control. Incluso ahora tu corazón sigue volviéndose a ellos, a su reputación, su estatus, su influencia. Aun así, continúas teniendo una actitud por la cual la obra de Cristo te resulta difícil de soportar y no estás dispuesto a aceptarla. Por eso te digo que no te falta fe para reconocer a Cristo. La razón por la que lo has seguido hasta el día de hoy es solo porque no tenías otra opción. En tu corazón siempre se elevan muchas imágenes altivas; no puedes olvidar cada una de sus palabras y obras ni sus palabras influyentes ni sus manos. En vuestro corazón, ellos son supremos por siempre y son héroes por siempre. Pero esto no es así para el Cristo de hoy. Él permanece por siempre insignificante en tu corazón y por siempre indigno de tu veneración. Porque Él es demasiado ordinario, tiene muy poca influencia y está lejos de ser elevado.
En cualquier caso, Yo digo que todos los que no valoran la verdad son incrédulos y traidores de la verdad. Tales hombres nunca recibirán la aprobación de Cristo. ¿Has identificado ahora cuánta incredulidad hay dentro de ti y cuánta traición a Cristo tienes? Te exhorto: puesto que has elegido el camino de la verdad, debes consagrarte totalmente; no seas ambivalente o poco entusiasta. Debes entender que Dios no pertenece al mundo ni a ninguna persona, sino a todos aquellos que creen verdaderamente en Él, a todos los que lo adoran y a todos aquellos que se consagran a Él y le son fieles.
Extracto de ‘¿Eres un verdadero creyente en Dios?’ en “La Palabra manifestada en carne”
94. Muchos de los que siguen a Dios solo se preocupan por cómo obtener bendiciones o evitar el desastre. Tan pronto como se mencionan la obra y la gestión de Dios, se quedan en silencio y pierden todo interés. Piensan que comprender tales cuestiones tediosas no ayudará a que su vida crezca y que no le brindará ningún beneficio. En consecuencia, aunque hayan oído hablar acerca de la gestión de Dios, le prestan poca atención. No la ven como algo precioso que se debe aceptar y, mucho menos, la reciben como parte de su vida. Esas personas solo tienen un único objetivo al seguir a Dios, y es recibir bendiciones. No pueden tomarse la molestia de prestar atención a nada que no involucre directamente este objetivo. Para ellas, no hay meta más legítima que creer en Dios para obtener bendiciones; es la esencia del valor de su fe. Si algo no contribuye a este objetivo, no las conmueve en absoluto. Esto es lo que ocurre con la mayoría de las personas que creen en Dios actualmente. Su objetivo y su intención parecen legítimos porque, al mismo tiempo que creen en Dios, también se esfuerzan por Él, se dedican a Él, y cumplen su deber. Entregan su juventud, abandonan a su familia y su profesión e, incluso, pasan años ocupados lejos de casa. En aras de su meta máxima, cambian sus intereses, su perspectiva de la vida e, incluso, la dirección que siguen, pero no pueden cambiar el objetivo de su creencia en Dios. Van de acá para allá tras la gestión de sus propios ideales; no importa lo lejos que esté el camino ni cuántas dificultades y obstáculos haya a lo largo del mismo, siguen siendo persistentes y no tienen miedo a la muerte. ¿Qué poder los impulsa a seguir entregándose de esta forma? ¿Es su conciencia? ¿Es su personalidad magnífica y noble? ¿Es su determinación de combatir a las fuerzas del mal hasta el final? ¿Es su fe de dar testimonio de Dios sin buscar recompensa alguna? ¿Es su lealtad al estar dispuestos a abandonarlo todo para cumplir la voluntad de Dios? ¿O es su espíritu de devoción para renunciar a las exigencias personales extravagantes? ¡Que alguien que nunca ha comprendido la obra de gestión de Dios dé tanto es, simplemente, un milagro! Por el momento, no hablemos de cuánto han dado estas personas. Sin embargo, su comportamiento es muy digno de nuestro análisis. Aparte de los beneficios tan estrechamente asociados con ellos, ¿podría existir alguna otra razón para que las personas, que nunca entienden a Dios, den tanto por Él? En esto descubrimos un problema no identificado previamente: la relación del hombre con Dios es, simplemente, de puro interés personal. Es la relación entre el receptor y el dador de bendiciones. Para decirlo con claridad, es similar a la relación entre empleado y empleador. El primero solo trabaja para recibir las recompensas otorgadas por el segundo. En una relación como esta, no hay afecto; solo una transacción. No hay un amar y ser amado; solo caridad y misericordia. No hay comprensión; solo engaño y reprimida indignación. No hay intimidad; solo un abismo que no se puede cruzar. Ahora que las cosas han llegado a este punto, ¿quién puede cambiar ese rumbo? ¿Y cuántas personas son capaces de entender realmente lo grave que se ha vuelto esta relación? Considero que, cuando las personas se sumergen en el gozo de ser bendecidas, nadie puede imaginar lo embarazosa y desagradable que es una relación así con Dios.
Extracto de ‘El hombre sólo puede salvarse en medio de la gestión de Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”
95. Lo más triste acerca de cómo cree la humanidad en Dios es que el hombre lleva a cabo su propia gestión en medio de la obra de Dios y, sin embargo, no presta atención a la gestión de Dios. El fracaso más grande del hombre radica en cómo, al mismo tiempo que busca someterse a Dios y adorarlo, está construyendo su propio destino ideal y tramando cómo recibir la mayor bendición y el mejor destino. Incluso si alguien entiende lo despreciable, aborrecible y patético que es, ¿cuántas podrían abandonar fácilmente sus ideales y esperanzas? Y ¿quién es capaz de detener sus propios pasos y dejar de pensar únicamente en sí mismo? Dios necesita a quienes van a cooperar de cerca con Él para completar Su gestión. Necesita a quienes se someterán a Él a través de dedicar toda su mente y todo su cuerpo a la obra de Su gestión. Él no necesita a las personas que estiran las manos para suplicarle cada día y, mucho menos, a quienes dan un poco y después esperan ser recompensados. Dios desprecia a los que hacen una contribución insignificante y después se duermen en sus laureles. Aborrece a esas personas de sangre fría que se ofenden con la obra de Su gestión y solo quieren hablar sobre ir al cielo y obtener bendiciones. Aborrece aún más a los que se aprovechan de la oportunidad presentada por la obra que Él hace al salvar a la humanidad. Eso es debido a que estas personas nunca se han preocupado por lo que Dios desea conseguir y adquirir por medio de la obra de Su gestión. Solo les interesa cómo pueden usar la oportunidad provista por la obra de Dios para obtener bendiciones. No les importa el corazón de Dios, pues lo único que les preocupa es su propio futuro y destino. Los que se ofenden con la obra de gestión de Dios y no tienen el más mínimo interés en cómo Dios salva a la humanidad ni en Su voluntad, solo están haciendo lo que les place de una forma que está desconectada de la obra de gestión de Dios. Dios no recuerda su comportamiento ni lo aprueba, y ni mucho menos lo ve con buenos ojos.
Extracto de ‘El hombre sólo puede salvarse en medio de la gestión de Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”
96. Mis acciones son mayores en número que los granos de arena en la playa y Mi sabiduría sobrepasa a todos los hijos de Salomón, pero las personas simplemente me consideran como un médico de poca monta y un desconocido maestro del hombre. Muchos creen en Mí solo para que pueda sanarlos. Muchos creen en Mí solo para que use Mis poderes para expulsar espíritus inmundos de sus cuerpos, y muchos creen en Mí simplemente para poder recibir de Mí paz y gozo. Muchos creen en Mí solo para exigir de Mí una mayor riqueza material. Muchos creen en Mí solo para pasar esta vida en paz y estar sanos y salvos en el mundo por venir. Muchos creen en Mí para evitar el sufrimiento del infierno y recibir las bendiciones del cielo. Muchos creen en Mí solo por una comodidad temporal, sin embargo no buscan obtener nada en el mundo venidero. Cuando hice descender Mi furia sobre el hombre y le quité todo el gozo y la paz que antes poseía, el hombre se volvió confuso. Cuando le di al hombre el sufrimiento del infierno y recuperé las bendiciones del cielo, la vergüenza del hombre se convirtió en ira. Cuando el hombre me pidió que lo sanara, Yo no le presté atención y sentí aborrecimiento hacia él; el hombre se alejó de Mí para en su lugar buscar el camino de la medicina maligna y la hechicería. Cuando le quité al hombre todo lo que me había exigido, todos desaparecieron sin dejar rastro. Así, digo que el hombre tiene fe en Mí porque doy demasiada gracia y tiene demasiado que ganar.
Extracto de ‘¿Qué sabes de la fe?’ en “La Palabra manifestada en carne”
97. Esperas que tu fe en Dios no acarree ningún reto o tribulación ni la más mínima dificultad. Siempre buscas aquellas cosas que no tienen valor y no le otorgas ningún valor a la vida, poniendo en cambio tus propios pensamientos extravagantes antes que la verdad. ¡Eres tan despreciable! Vives como un cerdo, ¿qué diferencia hay entre ti y los cerdos y los perros? ¿No son bestias todos los que no buscan la verdad y, en cambio, aman la carne? ¿No son cadáveres vivientes todos esos muertos sin espíritu? ¿Cuántas palabras se han hablado entre vosotros? ¿Se ha hecho solo poco de obra entre vosotros? ¿Cuánto he provisto entre vosotros? ¿Y por qué no lo has obtenido? ¿De qué tienes que quejarte? ¿No será que no has obtenido nada porque estás demasiado enamorado de la carne? ¿Y no es porque tus pensamientos son muy extravagantes? ¿No es porque eres muy estúpido? Si no puedes obtener estas bendiciones, ¿puedes culpar a Dios por no salvarte? Lo que buscas es poder ganar la paz después de creer en Dios, que tus hijos no se enfermen, que tu esposo tenga un buen trabajo, que tu hijo encuentre una buena esposa, que tu hija encuentre un esposo decente, que tu buey y tus caballos aren bien la tierra, que tengas un año de buen clima para tus cosechas. Esto es lo que buscas. Tu búsqueda es solo para vivir en la comodidad, para que tu familia no sufran accidentes, para que los vientos te pasen de largo, para que el polvillo no toque tu cara, para que las cosechas de tu familia no se inunden, para que no te afecte ningún desastre, para vivir en el abrazo de Dios, para vivir en un nido acogedor. Un cobarde como tú, que siempre busca la carne, ¿tiene corazón, tiene espíritu? ¿No eres una bestia? Yo te doy el camino verdadero sin pedirte nada a cambio, pero no buscas. ¿Eres uno de los que creen en Dios? Te otorgo la vida humana real, pero no la buscas. ¿Es que no puedes ser diferente a un cerdo o a un perro? Los cerdos no buscan la vida del hombre, no buscan ser limpiados y no entienden lo que es la vida. Cada día, después de hartarse de comer, simplemente se duermen. Te he dado el camino verdadero, pero no lo has obtenido: tienes las manos vacías. ¿Estás dispuesto a seguir en esta vida, la vida de un cerdo? ¿Qué significado tiene que tales personas estén vivas? Tu vida es despreciable y vil, vives en medio de la inmundicia y el libertinaje y no persigues ninguna meta; ¿no es tu vida la más innoble de todas? ¿Tienes las agallas para mirar a Dios? Si sigues teniendo esa clase de experiencia, ¿vas a conseguir algo? El camino verdadero se te ha dado, pero que al final puedas o no ganarlo depende de tu propia búsqueda personal.
Extracto de ‘Las experiencias de Pedro: su conocimiento del castigo y del juicio’ en “La Palabra manifestada en carne”
98. En sus experiencias vitales piensan a menudo: He abandonado a mi familia y mi carrera por Dios, ¿y qué me ha dado Él? Debo sumarlo todo y confirmarlo: ¿He recibido bendiciones recientemente? He dado mucho durante este tiempo, he corrido y corrido, y he sufrido mucho; ¿me ha dado Dios alguna promesa a cambio? ¿Ha recordado mis buenas obras? ¿Cuál será mi final? ¿Puedo recibir Sus bendiciones?… Toda persona hace, constantemente esas cuentas en su corazón, y le ponen exigencias a Dios que incluyen sus motivaciones, sus ambiciones y una mentalidad de transacciones. Es decir, el hombre le está poniendo incesantemente a prueba en su corazón, ideando planes sobre Él, defendiendo ante Él su propio fin, tratando de arrancarle una declaración, viendo si Él puede o no darle lo que quiere. Al mismo tiempo que busca a Dios, el hombre no lo trata como tal. El hombre siempre ha intentado hacer tratos con Él, exigiéndole cosas sin cesar, y hasta presionándolo a cada paso, tratando de obtener mucho dando poco. A la vez que intenta pactar con Dios, también discute con Él, e incluso los hay que, cuando les sobrevienen las pruebas o se encuentran en ciertas circunstancias, con frecuencia se vuelven débiles, pasivos y holgazanes en su trabajo, y se quejan mucho de Él. Desde el momento que empezó a creer en Él por primera vez, el hombre lo ha considerado una cornucopia, una navaja suiza, y se ha considerado Su mayor acreedor, como si tratar de conseguir bendiciones y promesas de Dios fuera su derecho y obligación inherentes, y la responsabilidad de Dios protegerlo, cuidar de él y proveer para él. Tal es el entendimiento básico de la “creencia en Dios” de todos aquellos que creen en Él, y su comprensión más profunda del concepto de creer en Él. Desde la esencia-naturaleza del hombre a su búsqueda subjetiva, nada tiene relación con el temor de Dios. El objetivo del hombre de creer en Dios, no es posible que tenga nada que ver con la adoración a Dios. Es decir, el hombre nunca ha considerado ni entendido que la creencia en Él requiera que se le tema y adore. A la luz de tales condiciones, la esencia del hombre es obvia. ¿Cuál es? El corazón del hombre es malicioso, alberga traición y astucia, no ama la ecuanimidad, la justicia ni lo que es positivo; además, es despreciable y codicioso. El corazón del hombre no podría estar más cerrado a Dios; no se lo ha entregado en absoluto. Él nunca ha visto el verdadero corazón del hombre ni este lo ha adorado jamás. No importa cuán grande sea el precio que Dios pague, cuánta obra Él lleve a cabo o cuánto le provea al hombre, este sigue estando ciego a ello y totalmente indiferente. El ser humano no le ha dado nunca su corazón a Dios, sólo quiere ocuparse él mismo de él, tomar sus propias decisiones; el trasfondo de esto es que no quiere seguir el camino de temer a Dios y apartarse del mal ni obedecer Su soberanía ni Sus disposiciones, ni adorar a Dios como tal. Este es el estado del hombre en la actualidad.
Extracto de ‘La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo II’ en “La Palabra manifestada en carne”
99. Siempre que se menciona el destino, lo tratáis con especial seriedad; es, además, algo en lo que todos sois particularmente sensibles. Algunas personas no pueden esperar a golpearse las cabezas contra el suelo y a postrarse delante de Dios con el fin de obtener un buen destino. Puedo identificarme con vuestro entusiasmo, que no necesita expresarse en palabras. Es solo que no queréis que vuestra carne caiga en desastre y deseáis menos aún hundiros en el castigo infinito en el futuro. Solo esperáis permitiros vivir de un modo un poco más libre y fácil. Y, así, os sentís particularmente inquietos cuando se menciona el destino, pues tenéis un temor profundo de que, si no estáis lo bastante atentos, podéis ofender a Dios y, por consiguiente, estar sujetos a la retribución que merecéis. No habéis dudado en transigir en cosas por el bien de vuestro destino, e incluso muchos de vosotros, que una vez fuisteis taimados y frívolos, os habéis vuelto de repente especialmente amables y sinceros; vuestra aparente sinceridad asusta a la gente hasta la médula. Sin embargo, todos tenéis corazones “honestos” y habéis abierto a Mí los secretos en vuestros corazones de manera consistente, sin guardaros nada, ya fuera la queja, el engaño o la devoción. En general, me habéis “confesado” con gran franqueza las cosas sustanciales que yacen en los escondrijos más profundos de vuestro ser. Por supuesto, nunca he eludido tales cosas, pues se han convertido en algo demasiado familiar para Mí. Preferiríais entrar en el mar de fuego por el bien de vuestro destino final que perder un solo mechón de cabello para obtener la aprobación de Dios. No es que esté siendo demasiado dogmático con vosotros; es que carecéis demasiado de un corazón de devoción para afrontar cara a cara todo lo que Yo hago. Es posible que no entendáis lo que acabo de decir, así que dejadme proporcionaros una simple explicación: lo que necesitáis no es la verdad y la vida, ni los principios de cómo conduciros; mucho menos Mi laboriosa obra. En vez de eso, lo que necesitáis es todo lo que poseéis en la carne: riqueza, estatus, familia, matrimonio y cosas así. Tenéis una actitud totalmente desdeñosa hacia Mis palabras y Mi obra, de manera que puedo resumir vuestra fe en una palabra: superficial. Haríais cualquier cosa por lograr las cosas a las que estáis absolutamente dedicados, pero he descubierto que no haríais lo mismo por el bien de los asuntos concernientes a vuestra creencia en Dios. Más bien, sois relativamente devotos y sinceros. Por esta razón, afirmo que quienes carecen de un corazón de absoluta sinceridad son un fracaso en su creencia en Dios. Pensad con cuidado: ¿Hay muchos fracasados entre vosotros?
Deberíais saber que el éxito en creer en Dios se logra como resultado de las propias acciones de las personas; cuando estas no tienen éxito, sino que fracasan, también se debe a sus propias acciones, y otros factores no desempeñan ningún papel. Creo que haríais todo lo necesario para lograr algo más difícil y que entrañe más sufrimiento que creer en Dios, y que lo trataríais de modo muy serio, tanto que incluso no estaríais dispuestos a tolerar ningún error; estos son los tipos de esfuerzos incansables que todos vosotros ponéis en vuestra propia vida. Incluso sois capaces de engañar a Mi carne en circunstancias en las que no lo haríais con ningún miembro de vuestra propia familia. Esta es vuestra conducta sistemática y el principio por el que vivís. ¿Acaso no seguís proyectando una falsa fachada para engañarme, por amor a vuestro destino, para que vuestro destino pueda ser perfectamente hermoso y todo lo que deseáis? Soy consciente de que vuestra devoción es temporal, como vuestra sinceridad. ¿No son vuestras resoluciones y el precio que pagáis solo en beneficio del momento presente y no para el futuro? Solo queréis hacer un esfuerzo final para luchar por aseguraros un hermoso destino, con el solo objetivo de hacer un trato. No hacéis este esfuerzo para evitar estar en deuda con la verdad, y menos aún para compensarme por el precio que Yo he pagado. En pocas palabras, solo estáis dispuestos a emplear astutas estratagemas para conseguir lo que queréis, pero no para entablar una batalla por ello. ¿Acaso no es este vuestro más sentido deseo? No debéis disfrazaros ni romperos la cabeza respecto a vuestro destino, hasta el punto de ser incapaces de comer o dormir. ¿No es cierto que vuestro desenlace habrá sido ya determinado al final?
Extracto de ‘Acerca del destino’ en “La Palabra manifestada en carne”
100. Me habéis seguido todos estos años; sin embargo, nunca me habéis dado ni un ápice de lealtad. Más bien, habéis estado girando en torno a las personas que amáis y las cosas que os causan placer, tanto así que, en todo momento y dondequiera que vais, las mantenéis cerca de vuestro corazón y nunca las habéis abandonado. Cuando os sentís ansiosos o entusiasmados acerca de cualquier cosa que amáis, sucede mientras me seguís o, incluso, mientras escucháis Mis palabras. Por eso digo que estáis utilizando la lealtad que os pido, más bien, para ser leales a vuestras “mascotas” y para apreciarlas. Aunque quizá sacrifiquéis una o dos cosas por Mí, no representa vuestro todo, y no muestra que es a Mí a quien sois verdaderamente leales. Os involucráis en proyectos que os apasionan: algunas personas son leales a sus hijos e hijas; otras, a su marido, a su esposa, a las riquezas, al trabajo, a sus superiores, al estatus o a las mujeres. Nunca os sentís cansados o molestos por causa de esas cosas a las que sois leales; más bien, anheláis cada vez más poseer una mayor cantidad y calidad de estas y nunca os rendís. Yo y Mis palabras siempre estamos por detrás de las cosas que os apasionan. Y no tenéis más remedio que clasificarlas en último lugar. Hay algunos que incluso dejan este último lugar para las cosas a las que son leales, pero que aún están por descubrir. Nunca han tenido ni una pizca de Mí en su corazón. Tal vez consideráis que os pido demasiado o que os estoy acusando injustamente, pero ¿acaso alguna vez habéis pensado en el hecho de que mientras estáis pasando felizmente tiempo con vuestra familia, nunca, ni una sola vez, habéis sido leales a Mí? En momentos como este, ¿no os causa eso dolor? Cuando vuestro corazón está lleno de alegría y sois recompensados por vuestras labores, ¿acaso no os sentís abatidos por no haberos provisto con suficiente verdad? ¿Cuándo habéis llorado por no haber recibido Mi aprobación? Os devanáis los sesos y hacéis enormes esfuerzos por vuestros hijos e hijas, y, aun así, nunca estáis satisfechos; creéis que no habéis sido diligentes en su beneficio, que no habéis hecho todo lo posible por ellos. Sin embargo, conmigo siempre habéis sido negligentes y descuidados; solo estoy en vuestra memoria, pero nunca permanezco en vuestro corazón. Mi devoción y Mis esfuerzos siempre pasan desapercibidos para vosotros y nunca los habéis apreciado. Tan solo os involucráis en una breve reflexión y creéis que esto es suficiente. Esta “lealtad” no es lo que siempre he anhelado; más bien, lo que he aborrecido durante mucho tiempo.
Extracto de ‘¿A quién eres leal?’ en “La Palabra manifestada en carne”
101. Si en estos momentos colocase dinero en frente de vosotros, y os diera la libertad de escoger, y si no os condenara por vuestra elección, la mayoría escogería el dinero y renunciaría a la verdad. Los mejores de entre vosotros renunciarían al dinero y de mala gana elegirían la verdad, mientras que aquellos que se encuentran en medio tomarían el dinero con una mano y la verdad con la otra. ¿No se haría evidente de esta manera vuestra verdadera naturaleza? Al elegir entre la verdad y cualquier cosa a la que sois leales, todos tomaríais esa decisión, y vuestra actitud seguiría siendo la misma. ¿No es así? ¿Acaso no hay muchos entre vosotros que han fluctuado entre lo correcto y lo incorrecto? En las competencias entre lo positivo y lo negativo, lo blanco y lo negro, seguramente sois conscientes de las elecciones que habéis hecho entre la familia y Dios, los hijos y Dios, la paz y la división, la riqueza y la pobreza, el estatus y lo ordinario, ser apoyados y ser echados a un lado, y así sucesivamente. Entre una familia pacífica y una fracturada, elegisteis la primera, y sin ninguna vacilación; entre la riqueza y el deber, de nuevo elegisteis la primera, aun careciendo de la voluntad de regresar a la orilla;[a] entre el lujo y la pobreza, elegisteis la primera; entre vuestros hijos e hijas, esposa, marido y Yo, elegisteis lo primero; y entre la noción y la verdad, una vez más, elegisteis la primera. Al enfrentarme a toda forma de malas acciones de vuestra parte, simplemente he perdido la fe en vosotros. Estoy absolutamente asombrado de que vuestro corazón se resista tanto a ablandarse. Muchos años de dedicación y esfuerzo al parecer solo me han traído vuestro abandono y desesperación, pero Mis esperanzas hacia vosotros crecen con cada día que pasa, porque Mi día ha sido completamente expuesto ante todos. Sin embargo, continuáis buscando cosas oscuras y malvadas, y os negáis a dejarlas ir. Entonces, ¿cuál será vuestro resultado? ¿Habéis analizado detenidamente esto alguna vez? Si se os pidiera que eligierais de nuevo, ¿cuál sería, entonces, vuestra postura? ¿Seguiría siendo la primera? ¿Seguiríais dándome decepciones y una tristeza miserable? ¿Seguiría vuestro corazón sin tener ni un ápice de calidez? ¿Seguiríais sin ser conscientes de qué hacer para consolar a Mi corazón?
Extracto de ‘¿A quién eres leal?’ en “La Palabra manifestada en carne”
102. Cada día los hechos y pensamientos de todas las personas son considerados por Él y, al mismo tiempo, son una preparación para su propio mañana. Esta es una senda que debe ser transitada por todos los seres vivos; es la senda que he predestinado para todos y de la cual nadie puede escapar o exonerarse. He declarado incontables palabras y, además, las obras que he realizado son incontables. Todos los días observo mientras cada persona lleva a cabo de forma natural todo lo que tiene que hacer de acuerdo con su naturaleza inherente y cómo esto se desarrolla. Sin saberlo, muchos ya se han embarcado en el “camino correcto” que Yo establecí para revelación los diferentes tipos de persona. Ya he colocado a cada clase de persona en diferentes entornos y en su lugar cada una ha expresado sus atributos inherentes. No hay nadie que los ate, nadie que los seduzca. Son libres en su totalidad y lo que expresan sale naturalmente. Solo hay una cosa que los mantiene a raya: Mis palabras. Por lo tanto, algunas personas leen de mala gana Mis palabras, sin nunca practicarlas, haciéndolo solo para evitar la muerte; a otros, por otra parte, se les hace difícil soportar los días sin Mis palabras para guiarlos y proveerlos, por lo que naturalmente sostienen Mis palabras en todo momento. Conforme el tiempo pasa, descubren el secreto de la vida humana, el destino de la humanidad y el valor de ser humano. El hombre no es más que esto en presencia de Mis palabras y Yo simplemente permito que los asuntos sigan su curso. No hago nada que obligue al hombre a tener Mis palabras como fundamento de su existencia. Y así, los que nunca han tenido una conciencia, aquellos cuya existencia nunca ha tenido valor, osadamente desechan Mis palabras y hacen lo que les place después de observar silenciosamente cómo van las cosas. Comienzan a detestar de la verdad y de todo lo que emana de Mí. Además, detestan de estar en Mi casa. Estas personas temporalmente viven dentro de Mi casa por el bien de su destino y para escapar del castigo, incluso si están haciendo un servicio. Sin embargo, sus intenciones y acciones nunca cambian. Esto aumenta su deseo de obtener bendiciones, así como de entrar una sola vez en el reino y permanecer allí eternamente, e incluso de entrar al cielo eterno. Cuanto más anhelan que Mi día venga pronto, más sienten que la verdad se ha vuelto un obstáculo, una piedra de tropiezo en su camino. Apenas pueden esperar para poner un pie en el reino para gozar por siempre de las bendiciones del reino de los cielos, sin necesidad de buscar la verdad o aceptar el juicio y el castigo y, sobre todo, sin necesidad de vivir subordinadamente dentro de Mi casa y hacer lo que Yo ordeno. Estas personas entran en Mi casa, no para satisfacer su deseo de buscar la verdad ni para cooperar con Mi gestión; su objetivo es simplemente estar entre los que no serán destruidos en la era venidera. Por ende, su corazón nunca ha sabido qué es la verdad o cómo aceptarla. Esta es la razón por la que tales personas nunca han practicado la verdad y nunca se han dado cuenta de la profundidad de su corrupción y aun así se han hospedado en Mi casa como “siervos” hasta el fin. “Pacientemente” esperan la llegada de Mi día y no se fatigan mientras son zarandeados por la forma de Mi obra. Pero no importa qué tan grande sea su esfuerzo ni qué precio hayan pagado, ninguno los ha visto sufrir por la verdad ni dar nada por Mí. En su corazón, no pueden esperar a ver el día en que Yo ponga fin a la vieja era y, además, ansiosamente desean conocer qué tan grandes son Mi poder y autoridad. Lo que nunca se han apresurado a hacer es transformarse y buscar la verdad. Aman aquello de lo que Yo estoy cansado y están cansados de aquello que Yo amo. Anhelan lo que Yo odio, pero están temerosos de perder lo que Yo aborrezco. Viven en este mundo perverso, sin embargo, nunca lo odian y están profundamente temerosos de que Yo lo vaya a destruir. Entre sus intenciones conflictivas, les complace este mundo que Yo aborrezco, pero a su vez, anhelan que Yo lo destruya a toda prisa, y que se les exima del sufrimiento de la destrucción y sean transformados en señores de la era venidera antes de desviarse del camino verdadero. Esto es porque no aman la verdad y están cansados de todo lo que viene de Mí. Tal vez se vuelvan “personas obedientes” por poco tiempo para no perder las bendiciones, pero su ansiedad por recibir bendiciones y su temor de perecer y entrar en el lago de fuego ardiente nunca pueden ocultarse. A medida que Mi día se acerca, su deseo se hace cada vez más fuerte. Y entre mayor es el desastre, más los hace impotentes, sin saber por dónde comenzar para hacer que me regocije y evitar perder las bendiciones que por mucho tiempo han anhelado. Una vez que Mi mano comienza su obra, estas personas están ansiosas de actuar para servir como vanguardia. Solo piensan en colocarse en la primera fila de las tropas, profundamente temerosos de que Yo no los vea. Hacen y dicen lo que piensan que es correcto sin nunca saber que sus hechos y acciones nunca han estado relacionados con la verdad y solamente perturban Mi plan e interfieren con él. Aunque hayan hecho un gran esfuerzo y puedan ser sinceros en su voluntad e intención de soportar dificultades, nada de lo que hacen tiene que ver conmigo, y menos aún he visto nunca que sus hechos provengan de buenas intenciones, mucho menos los he visto colocar nada sobre Mi altar. Tales han sido sus acciones delante de Mí a lo largo de estos muchos años.
Extracto de ‘Deberíais considerar vuestros hechos’ en “La Palabra manifestada en carne”
103. Muchas personas se aferran a leer las palabras de Dios día tras día, incluso hasta el punto de comprometerse meticulosamente a memorizar todos los pasajes clásicos en ellas como su posesión más valiosa; y, además, predican las palabras de Dios en todas partes, proveyendo y ayudando a los demás con las palabras de Dios. Piensan que hacer esto es dar testimonio de Dios, dar testimonio de Sus palabras; que hacer esto es seguir el camino de Dios, vivir según Sus palabras, traerlas a su vida actual, y que esto les permitirá recibir el elogio de Dios y ser salvos y perfeccionados. Pero, aunque prediquen las palabras de Dios, nunca las cumplen en la práctica ni tratan de alinearse con lo revelado en ellas. En su lugar, utilizan las palabras de Dios para ganarse la adoración y la confianza de los demás con engaños, para entrar en gestión por su cuenta, y para defraudar y robarse la gloria de Dios. Esperan, en vano, aprovechar la oportunidad que les proporciona difundir las palabras de Dios para que se les adjudiquen la obra de Dios y Sus elogios. Cuántos años han pasado, y estas personas no solo han sido incapaces de obtener el elogio de Dios en el proceso de predicar Sus palabras, sino que, también, han sido incapaces de descubrir el camino que deben seguir en el proceso de dar testimonio de las palabras de Dios. No solo no se han ayudado a sí mismos ni han provisto para sí mismos en el proceso de ayudar y proveer a otros con las palabras de Dios ni han sido capaces de conocer a Dios —o de despertar en ellos una veneración genuina hacia Él— en el proceso de llevar a cabo todas estas cosas, sino que, por el contrario, sus malinterpretaciones sobre Dios son cada vez más profundos, su falta de confianza en Él es cada vez más grave, y sus imaginaciones sobre Él son cada vez más exageradas. Provistos y guiados por sus teorías acerca de las palabras de Dios, parece como si estuviesen completamente en su elemento, como si emplearan sus habilidades con gran facilidad, como si hubiesen encontrado su propósito en la vida, su misión, y como si hubiesen obtenido nueva vida y hubiesen sido salvos; como si, al salir las palabras de Dios nítidamente de su boca cual recitación, hubiesen adquirido la verdad, comprendido las intenciones de Dios y descubierto el camino para conocerlo; como si, en el proceso de predicar las palabras de Dios, se hubiesen encontrado frecuentemente cara a cara con Él. También, con frecuencia se ven “movidos” a tener ataques de llanto y, a menudo dirigidos por el “Dios” que está en las palabras de Dios, parecen aferrarse incesantemente a Su ferviente preocupación y Su amable intención; al mismo tiempo parecen haber comprendido la salvación del hombre por parte de Dios y Su gestión, haber llegado a conocer Su esencia, y haber entendido Su justo carácter. Con base en esto, parecen creer aún más firmemente en la existencia de Dios, ser más conscientes de Su estado elevado y sentir aún más profundamente Su grandeza y trascendencia. Impregnados del conocimiento superficial de las palabras de Dios, parecería que su fe ha crecido, que su determinación a resistir el sufrimiento se ha fortalecido y que su conocimiento de Dios se ha profundizado. Poco se imaginan que, hasta que experimenten realmente las palabras de Dios, todo su conocimiento de Él y sus ideas sobre Él surgen de sus propias imaginaciones y conjeturas ilusorias. Su fe no se sostendría bajo ninguna clase de prueba proveniente de Dios, su supuesta espiritualidad y su supuesta estatura simplemente no soportarían la prueba o la inspección por parte de Dios; su determinación no es sino un castillo edificado sobre la arena, y su supuesto conocimiento de Dios no es más que un producto de su imaginación. En realidad, estas personas que han puesto, por así decirlo, mucho esfuerzo en las palabras de Dios, nunca han sido conscientes de lo que es la fe real, la obediencia real, la preocupación real o el conocimiento real de Dios. Toman la teoría, la imaginación, el conocimiento, el don, la tradición, la superstición e, incluso, los valores morales de la humanidad y los convierten en “capital” y en “armamento” para creer en Dios y seguirlo, y los convierten, incluso, en la base para tener fe en Dios y seguirlo. Al mismo tiempo, toman este capital y este armamento y los convierten en talismanes mágicos mediante los cuales conocen a Dios y para afrontar y tratar con las inspecciones, las pruebas, el castigo y el juicio de Dios. Al final, lo que obtienen siguen siendo solo conclusiones acerca de Dios inmersas en connotaciones religiosas, supersticiones feudales y en todo lo que es romántico, grotesco y enigmático. Su forma de conocer y definir a Dios está grabada en el mismo molde que el de las personas que solo creen en el Cielo Arriba o en el Viejo que está en el Cielo, mientras que la realidad de Dios, Su esencia, Su carácter, Sus posesiones, Su ser, etcétera, —todo lo relacionado con el verdadero Dios mismo— son cosas que su conocimiento no ha logrado captar, de las que su conocimiento está completamente divorciado e, incluso, tan separado de ellas como los polos norte y sur. De esta forma, aunque viven bajo la provisión y el nutrimento de las palabras de Dios, son incapaces de recorrer verdaderamente la senda del temor a Dios y apartarse del mal. La verdadera razón de esto es que nunca se han familiarizado con Dios ni han tenido nunca un contacto o una comunión genuinos con Él; por tanto, es imposible que lleguen a un entendimiento mutuo con Dios o que despierte en ellos una fe auténtica en Dios, que sigan de forma auténtica a Dios o que lo adoren de manera genuina. Que consideren de esa forma las palabras de Dios y a Dios mismo son la perspectiva y la actitud que los ha condenado a volver de sus empeños con las manos vacías, a no ser capaces en toda la eternidad de recorrer la senda del temor a Dios y apartarse del mal. El objetivo al que aspiran, y la dirección en la que están yendo, indican que han sido enemigos de Dios a lo largo de la eternidad, y que a lo largo de ella nunca serán capaces de recibir la salvación.
Extracto de ‘Conocer a Dios es la senda para temer a Dios y apartarse del mal’ en “La Palabra manifestada en carne”
104. Durante los muchos años de Mi obra, las personas han ganado mucho y han renunciado a mucho, pero insisto en que no creen verdaderamente en Mí. Esto se debe a que la gente reconoce que soy Dios solamente con sus bocas, pero no está de acuerdo con las verdades que Yo hablo, y practican aún menos las verdades que les exijo. Es decir, las personas solo reconocen la existencia de Dios, pero no la de la verdad; las personas solo reconocen la existencia de Dios, pero no la de la vida; las personas solo reconocen el nombre de Dios, pero no Su esencia. Los desprecio por su fervor, porque solo dicen palabras bonitas para engañarme; ninguno de ellos me adora verdaderamente. Vuestras palabras contienen la tentación de la serpiente; y aún peor, son extremadamente engreídas, una verdadera proclamación del arcángel. Es más, vuestras acciones están desgastadas y harapientas hasta un grado deplorable; vuestros deseos desmesurados e intenciones codiciosas son ofensivas para los oídos. Todos os habéis convertido en polillas en Mi casa, objetos aborrecidos de los que hay que deshacerse. Porque ninguno de vosotros ama la verdad, sino que anheláis recibir las bendiciones, ascender al cielo y contemplar la magnífica imagen de Cristo ejerciendo Su poder en la tierra. Pero ¿os habéis puesto a pensar cómo alguien como vosotros, tan profundamente corrupto, que no tiene ni idea de quién es Dios, podría ser digno de seguir a Dios? ¿Cómo podríais ascender al cielo? ¿Cómo podríais ser dignos de contemplar escenas tan magníficas, cuyo esplendor no tiene precedente? Vuestras bocas están llenas de palabras de engaño y suciedad, de traición y arrogancia. Nunca me habéis dirigido palabras de sinceridad, ni palabras santas, ni palabras de sumisión ante Mí después de experimentar Mi palabra. ¿Cómo es vuestra fe al fin y al cabo? No hay otra cosa que deseo y dinero en vuestro corazón y nada más que cosas materiales en vuestra mente. A diario calculáis cómo conseguir algo de Mí. Todos los días contáis cuánta riqueza y cuántas cosas materiales habéis recibido de Mí. Cada día esperáis que desciendan más bendiciones sobre vosotros para poder disfrutar las cosas que se pueden disfrutar en mayor cantidad y de una mayor calidad. Lo que hay en vuestros pensamientos en todo momento no soy Yo, ni la verdad que proviene de Mí, sino vuestros maridos, esposas, hijos, hijas, o las cosas que coméis o vestís. Pensáis en cómo obtener un disfrute mayor y más alto. Aun cuando vuestro estómago esté lleno hasta reventar, ¿acaso no sois más que cadáveres? Aunque os adornéis por fuera con bellas vestiduras, ¿acaso no seguís siendo cadáveres ambulantes sin vida? Trabajáis para llenar el estómago hasta que tenéis los cabellos salpicados de blanco, pero ninguno de vosotros sacrifica ni un solo pelo por Mi obra. Estáis constantemente caminando de un lado a otro, agotando el cuerpo y devanándoos los sesos por el bien de vuestra propia carne, y por vuestros hijos e hijas, pero ninguno de vosotros muestra ninguna preocupación o interés por Mi voluntad. ¿Qué es lo que todavía esperáis obtener de Mí?
Extracto de ‘Muchos son llamados, pero pocos son escogidos’ en “La Palabra manifestada en carne”
105. He expresado tantas palabras y también he expresado Mi voluntad y Mi carácter, pero aun así, las personas todavía son incapaces de conocerme y de creer en Mí. O se podría decir que las personas todavía son incapaces de obedecerme. Los que viven en la Biblia, los que viven en medio de la ley, los que viven en la cruz, los que viven de acuerdo con las doctrinas, los que viven entre la obra que Yo hago en la actualidad, ¿cuál de ellos es compatible conmigo? Solo pensáis en recibir bendiciones y recompensas, pero nunca habéis pensado en cómo ser realmente compatibles conmigo, o cómo evitar estar en contra de Mí. Estoy tan decepcionado de vosotros porque os he dado tanto, pero he obtenido tan poco de vosotros. Vuestro engaño, vuestra arrogancia, vuestra codicia, vuestros deseos extravagantes, vuestra traición, vuestra desobediencia, ¿qué de esto podría escapar a Mi vista? Sois descuidados conmigo, jugáis conmigo, me insultáis, me aduláis, me exigís y me chantajeáis con sacrificios, ¿cómo podría tal maleficencia eludir Mi castigo? Todas estas fechorías son prueba de vuestra enemistad contra Mí y de vuestra incompatibilidad conmigo. Cada uno de vosotros creéis ser tan compatibles conmigo, pero, si fuese así, ¿a quién se aplicaría esa evidencia irrefutable? Creéis que poseéis la máxima sinceridad y lealtad hacia Mí. Pensáis que sois tan bondadosos, tan compasivos y que me habéis dedicado tanto. Pensáis que habéis hecho más que suficiente por Mí, ¿pero habéis alguna vez comparado esas creencias con vuestras acciones? Digo que sois bastante arrogantes, bastante codiciosos, bastante negligentes; los trucos con los que me engañáis son bastante ingeniosos y tenéis bastantes intenciones despreciables y métodos despreciables. Vuestra lealtad es demasiado pobre, vuestra sinceridad es demasiado miserable y vuestra conciencia es aún más deficiente. Hay demasiada malicia en vuestros corazones y nadie se libra de ella, ni siquiera Yo. Me cerráis la puerta por el bien de vuestros hijos, de vuestros maridos o de vuestra propia protección. En vez de preocuparos por Mí, os preocupáis por vuestra familia, vuestros hijos, vuestro estatus, vuestro futuro y vuestra propia satisfacción. ¿Cuándo habéis pensado en Mí mientras hablabais o actuabais? En los días helados, vuestros pensamientos están ocupados por vuestros hijos, vuestros maridos, vuestras esposas o vuestros padres. En los días de bochorno, tampoco tengo lugar en vuestros pensamientos. Cuando desempeñas tu deber, estás pensando en tus propios intereses, en tu propia seguridad personal o los miembros de tu familia. ¿Qué has hecho que fuera para Mí? ¿Cuándo has pensado en Mí? ¿Cuándo te has dedicado, a cualquier costo, a Mí y Mi obra? ¿Dónde está la evidencia de tu compatibilidad conmigo? ¿Dónde está la realidad de tu lealtad hacia Mí? ¿Dónde está la realidad de tu obediencia a Mí? ¿Cuándo no ha sido tu intención la de obtener Mis bendiciones? Os burláis de Mí y me engañáis, jugáis con la verdad, escondéis la existencia de la verdad y traicionáis la esencia de la verdad. ¿Qué os espera en el futuro al ir en contra de Mí de esta manera? Solo buscáis la compatibilidad con un Dios impreciso y solo buscáis una creencia vaga, pero no sois compatibles con Cristo. ¿Vuestra maleficencia no recibirá la misma retribución que la que merecen los malvados? En aquel momento, os daréis cuenta de que nadie que no sea compatible con Cristo puede escapar del día de la ira, y descubriréis qué clase de retribución vendrá sobre los que están en contra de Cristo.
Extracto de ‘Deberías buscar el camino de la compatibilidad con Cristo’ en “La Palabra manifestada en carne”
106. En vuestra búsqueda tenéis demasiadas nociones, esperanzas y futuros individuales. La obra presente es para tratar con vuestro deseo de estatus y vuestros deseos extravagantes. Las esperanzas, el estatus y las nociones son, todos ellos, representaciones clásicas del carácter satánico. La razón de que estas cosas existan en el corazón de las personas se debe, por completo, a que el veneno de Satanás siempre está corroyendo los pensamientos de las personas, y estas no son nunca capaces de sacudirse esas tentaciones satánicas. Viven en medio del pecado, sin embargo, no creen que sea pecado y siguen pensando: “Creemos en Dios, así que Él debe concedernos bendiciones y disponerlo todo para nosotros de forma adecuada. Creemos en Dios, así que debemos ser superiores a los demás, y tener más estatus y más futuro que cualquier otro. Dado que creemos en Dios, Él debe proporcionarnos bendiciones ilimitadas. De otro modo, no lo denominaríamos creer en Dios”. Durante muchos años, los pensamientos en los que se han apoyado las personas para sobrevivir han corroído sus corazones hasta el punto de volverse astutas, cobardes y despreciables. No solo carecen de fuerza de voluntad y determinación, sino que también se han vuelto avariciosos, arrogantes y obstinados. Carecen absolutamente de cualquier determinación que trascienda el yo, más aun, no tienen ni una pizca de valor para sacudirse la esclavitud de esas influencias oscuras. Los pensamientos y la vida de las personas están tan podridos que sus perspectivas de creer en Dios siguen siendo insoportablemente horribles, e incluso cuando las personas hablan de sus perspectivas de la creencia en Dios, oírlas es sencillamente insufrible. Todas las personas son cobardes, incompetentes, despreciables y frágiles. No sienten repugnancia por las fuerzas de la oscuridad ni amor por la luz y la verdad, sino que se esfuerzan al máximo por expulsarlas. ¿No son vuestros pensamientos y vuestras perspectivas actuales exactamente así? “Como creo en Dios, deberían lloverme las bendiciones y se me tendría que asegurar que mi estatus nunca descenderá y que se va a mantener por encima del de los incrédulos”. No habéis estado albergando ese tipo de perspectiva en vuestro interior solo uno o dos años, sino durante muchos más. Vuestro modo transaccional de pensar está exageradamente desarrollado. Aunque habéis llegado hoy hasta esta etapa, seguís sin renunciar al estatus, y en su lugar estáis luchando constantemente por investigarlo y observarlo a diario, con el profundo temor de que un día vuestro estatus se pierda y se arruine vuestro nombre. Las personas nunca han dejado a un lado su deseo de comodidad. […] Cuanto más busques de esta forma, menos recogerás. Cuanto mayor sea el deseo de estatus en la persona, mayor será la seriedad con la que sea tratada y mayor refinamiento el que tendrá que experimentar. ¡La gente así no vale nada! Tiene que ser tratada y juzgada lo suficiente como para que renuncie a estas cosas por completo. Si buscáis de esa manera hasta el final, nada recogeréis. Aquellos que no buscan la vida no pueden ser transformados, y aquellos que no tienen sed de la verdad no pueden ganar la verdad. No te centras en buscar la transformación personal ni en la entrada, sino que en su lugar te concentras en deseos extravagantes y en las cosas que limitan tu amor por Dios y previenen que te acerques a Él. ¿Pueden transformarte esas cosas? ¿Pueden introducirte en el reino?
Extracto de ‘¿Por qué no estás dispuesto a ser un contraste?’ en “La Palabra manifestada en carne”
107. El hombre vive en medio de la luz, pero no es consciente de lo preciosa que es. Ignora la esencia de la luz, su fuente y, además, a quién pertenece. Cuando otorgo la luz entre los hombres, examino inmediatamente las condiciones que prevalecen entre ellos: gracias a la luz, todas las personas están cambiando y creciendo y han dejado la oscuridad. Observo cada rincón del universo y veo que las montañas están envueltas en neblina, que las aguas se han congelado con el frío y que, debido a la venida de la luz, las personas miran al Oriente con el fin de poder descubrir algo más precioso, pero el hombre sigue siendo incapaz de discernir una dirección clara dentro de la bruma. Como el mundo entero está cubierto de neblina, cuando observo desde las nubes, no hay un solo hombre que descubra Mi existencia. El hombre está buscando algo en la tierra, parece estar buscando comida; al parecer, pretende esperar Mi llegada, pero no conoce Mi día y sólo puede mirar con frecuencia el destello de luz en el Oriente. Entre todos los pueblos, busco a aquellos que verdaderamente sean conforme a Mi corazón. Camino entre todos los pueblos y vivo entre ellos, pero el hombre está sano y salvo en la tierra, y, por tanto, no hay nadie que sea verdaderamente conforme a Mi corazón. Las personas no saben cómo cuidar de Mi voluntad, no pueden ver Mis acciones y no pueden moverse dentro de la luz y que esta brille sobre ellos. Aunque el hombre siempre valore Mis palabras, es incapaz de ver a través de los ardides engañosos de Satanás; como la estatura del hombre es demasiado pequeña, es incapaz de hacer lo que su corazón desea. El hombre nunca me ha amado sinceramente. Cuando lo exalto, se siente indigno, pero esto no hace que intente satisfacerme. Simplemente mantiene en sus manos la “posición” que le he dado y la analiza; insensible a Mi belleza, persiste en llenarse con las bendiciones de su posición. ¿No es esta la deficiencia del hombre? Cuando las montañas se mueven, ¿podrían desviarse por causa de tu posición? Cuando las aguas fluyen, ¿podrían detenerse ante la posición del hombre? ¿Podría esta posición revertir los cielos y la tierra? Una vez fui misericordioso hacia el hombre, una y otra vez, pero nadie aprecia o valora esto. Simplemente lo escucharon como una historia o lo leyeron como una novela. ¿En verdad Mis palabras no tocan el corazón del hombre? ¿En verdad no tienen ninguna repercusión Mis declaraciones? ¿Podría ser que nadie cree en Mi existencia? El hombre no se ama a sí mismo; en cambio, se une a Satanás para atacarme y lo usa como un “activo” con el cual servirme. Yo penetraré todos los ardides engañosos de Satanás y evitaré que las personas de la tierra acepten sus engaños, de forma que no se opongan a Mí debido a su existencia.
Extracto de ‘Capítulo 22’ de Las palabras de Dios al universo entero en “La Palabra manifestada en carne”
108. Muchas personas, a Mis espaldas, codician la bendición del estatus, se dan atracones de comida, aman dormir y se preocupan por la carne, siempre temerosas de que la carne no tenga salida. No desarrollan su función correcta en la iglesia, sino que gorronean de la iglesia, o bien amonestan a los hermanos y hermanas con Mis palabras, tratan despóticamente a los demás desde posiciones de autoridad. Estas personas siguen diciendo que están haciendo la voluntad de Dios y siempre dicen que son íntimas de Dios; ¿no es esto absurdo? Si tienes las intenciones correctas, pero eres incapaz de servir de acuerdo con la voluntad de Dios, entonces estás siendo insensato, pero si tus intenciones no son correctas, y sigues diciendo que sirves a Dios, eres alguien que se opone a Dios, ¡y deberías ser castigado por Él! ¡No tengo simpatía por tales personas! En la casa de Dios gorronean, codiciando siempre las comodidades de la carne, y no consideran los intereses de Dios. Siempre buscan lo que es bueno para ellas y no prestan atención a la voluntad de Dios. No aceptan el escrutinio del Espíritu de Dios en nada de lo que hacen. Siempre están maniobrando y engañando a sus hermanos y hermanas, y son falsas, como un zorro en una viña, siempre robando uvas y pisoteando la viña. ¿Pueden ser tales personas íntimas de Dios? ¿Eres apto para recibir las bendiciones de Dios? No asumes cargas para tu vida y para la iglesia; ¿eres apto para recibir la comisión de Dios? ¿Quién se atrevería a confiar en alguien como tú? Cuando sirves así, ¿podría atreverse Dios a confiarte una tarea mayor? ¿No causaría esto retrasos en la obra?
Extracto de ‘Cómo servir en armonía con la voluntad de Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”
109. La mayoría de las personas hablan, incluso, de poner condiciones para su servicio a Dios: no les importa si Él es Dios o un hombre, y solo hablan de sus propias condiciones y solo buscan satisfacer sus propios deseos. Cuando cocináis para Mí, exigís una cuota por concepto de servicio; cuando corréis para Mí, pedís honorarios de corredor; cuando trabajáis para Mí, demandáis honorarios de trabajo; cuando laváis Mi ropa, exigís tarifas de lavandería; cuando proveéis para la iglesia demandáis cuotas de recuperación; cuando habláis, exigís pagos como conferencista; cuando distribuís libros, demandáis cuotas de distribución, y, cuando escribís, demandáis honorarios de escritor. Aquellos con quienes he tratado, incluso me han exigido una recompensa, mientras que aquellos que han sido enviados a su casa, exigen reparaciones por los daños a su nombre; aquellos que no están casados exigen una dote o una compensación por su juventud perdida; los que matan un pollo piden honorarios de carnicero; los que fríen alimentos demandan honorarios por el freído; los que hacen la sopa también exigen un pago por ello… Esta es vuestra noble y poderosa humanidad, y estas son las acciones que dicta vuestra tibia conciencia. ¿Dónde está vuestro razonamiento? ¿Dónde está vuestra humanidad? ¡Os lo diré! Si seguís así, dejaré de realizar obra entre vosotros. No voy a obrar entre una manada de bestias vestidas de humanos; no voy a sufrir así por un grupo de personas cuyo pálido rostro esconde un corazón salvaje; no voy a padecer por tal manada de animales que no tiene la más mínima posibilidad de salvación. El día en que os dé la espalda, será el día en que moriréis; será el día en que la oscuridad venga sobre vosotros y el día en que os abandonará la luz. ¡Dejadme deciros esto! Nunca seré benevolente con un grupo como el vuestro, ¡un grupo que está incluso por debajo de los animales! Hay límites a Mis palabras y acciones, y tal y como están vuestra humanidad y vuestra conciencia, no llevaré a cabo más obra, porque tenéis una gran carencia de conciencia, me habéis causado demasiado dolor y vuestro despreciable comportamiento me disgusta demasiado. Las personas que carecen tanto de humanidad y conciencia nunca tendrán oportunidad de ser salvas; nunca salvaría a personas tan desalmadas e ingratas como estas. Cuando llegue Mi día, haré llover Mis abrasadoras llamas por toda la eternidad sobre los hijos de la desobediencia que una vez provocaron Mi feroz ira; impondré Mi castigo eterno sobre aquellos animales que una vez lanzaron improperios sobre Mí y me abandonaron; quemaré con el fuego de Mi ira por toda la eternidad a los hijos de la desobediencia que una vez comieron y vivieron junto conmigo, pero que no creyeron en Mí, y me insultaron y traicionaron. Someteré a Mi castigo a todos aquellos que provocaron Mi ira; desataré toda Mi ira sobre esas bestias que una vez desearon estar junto a Mí como iguales, pero que no me adoraron ni obedecieron; la vara con la que golpeo al hombre caerá sobre aquellos animales que una vez disfrutaron de Mi cuidado y de los misterios que pronuncié, y que intentaron obtener disfrute material de Mí. No seré indulgente con ninguna persona que trate de tomar Mi lugar; no perdonaré a ninguno de los que traten de arrebatarme la comida y la ropa.
Extracto de ‘Tener un carácter inalterado es estar enemistado con Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”
110. Lo que hoy veis es meramente la afilada espada de Mi boca. No habéis visto la vara en Mi mano ni la llama con la que quemo al hombre, y por ello seguís siento altivos y desmedidos en Mi presencia. Es por eso que todavía peleáis conmigo en Mi casa, negando con vuestra lengua humana lo que Yo he pronunciado con Mi boca. El hombre no me teme y, aunque sigue enemistándose conmigo hasta el día de hoy, sigue sin sentir ningún temor. Tenéis la lengua y los dientes de los injustos en vuestra boca. Vuestras palabras y vuestras acciones son como las de la serpiente que incitó a Eva a pecar. Os exigís unos a otros ojo por ojo y diente por diente, y lucháis en Mi presencia para arrebatar estatus, fama y fortuna para vosotros mismos, pero no sabéis que Yo observo en secreto vuestras palabras y acciones. Antes siquiera de que vengáis ante Mí, Yo ya habré explorado el fondo mismo de vuestro corazón. El hombre siempre quiere escapar del agarre de Mi mano y eludir la observación de Mis ojos, pero Yo nunca he esquivado sus palabras o sus acciones. En lugar de eso, deliberadamente permito que esas palabras y acciones entren en Mis ojos para poder castigar la injusticia del hombre y ejecutar el juicio sobre su rebeldía. Así, las palabras y acciones secretas del hombre permanecen siempre ante Mi trono de juicio y Mi juicio no ha abandonado nunca al hombre, porque su rebeldía es excesiva. Mi obra consiste en quemar y purificar todas las palabras pronunciadas y las acciones realizadas por el hombre en presencia de Mi Espíritu. De este modo,[b] cuando Yo abandone la tierra, las personas seguirán siendo leales a Mí y continuarán sirviéndome como hacen Mis siervos santos en Mi obra, permitiendo que Mi obra prosiga en la tierra hasta el día en que quede completada.
Extracto de ‘La obra de difundir el evangelio es también la obra de salvar al hombre’ en “La Palabra manifestada en carne”
111. Valoro en gran manera a aquellos que no sospechan de los demás y me gustan los que aceptan de buena gana la verdad; a estas dos clases de personas les muestro gran cuidado, porque ante Mis ojos, son personas sinceras. Si eres muy deshonesto, entonces te protegerás y sospecharás de todas las personas y asuntos y por esta razón, tu fe en Mí estará edificada sobre un cimiento de sospecha. Esta clase de fe es una que jamás podría reconocer. Al faltarte la fe verdadera, estarás incluso más lejos del verdadero amor. Y si puedes dudar de Dios y especular sobre Él a voluntad, entonces sin duda eres la persona más engañosa de todas. Especulas si Dios puede ser como el hombre: imperdonablemente pecaminoso, de temperamento mezquino, carente de imparcialidad y de razón, falto de un sentido de justicia, entregado a tácticas despiadadas, traicioneras y arteras, y que se deleita en el mal y la oscuridad y ese tipo de cosas. ¿Acaso el hombre no tiene tales pensamientos porque no conoce a Dios en lo más mínimo? ¡Esta forma de fe no se diferencia del pecado! Es más, hay incluso quienes creen que los que me agradan son precisamente los más aduladores y lisonjeros, y que todo aquel que carezca de estas habilidades no será bienvenido y perderá su lugar en la casa de Dios. ¿Es este el único conocimiento que habéis cosechado en todos estos años? ¿Es esto lo que habéis obtenido? Y vuestro conocimiento de Mí no termina en estas malas interpretaciones; peor aún es vuestra blasfemia contra el Espíritu de Dios y la calumnia sobre el cielo. Por eso afirmo que esta fe como la vuestra solo hará que os alejéis cada vez más de Mí y que os opongáis cada vez más a Mí. A lo largo de muchos años de trabajo, habéis visto muchas verdades, pero ¿sabéis lo que han oído Mis oídos? ¿Cuántos entre vosotros estáis dispuestos a aceptar la verdad? Todos vosotros creéis que estáis dispuestos a pagar el precio por la verdad, pero ¿cuántos habéis sufrido verdaderamente por la verdad? Lo único que hay en vuestros corazones es iniquidad y, por lo tanto, creéis que cualquiera, no importa quién sea, es tan engañoso y torcido como vosotros, hasta el punto en que creéis que el Dios encarnado podría, como cualquier persona normal, carecer de un corazón bondadoso o de amor benevolente. Más aún, creéis que el temperamento noble y la naturaleza misericordiosa y benevolente solo existen en el Dios del cielo. Creéis que un santo así no existe, y que solo la oscuridad y el mal reinan sobre la tierra, mientras que Dios es algo donde se alberga el anhelo humano de lo bueno y lo hermoso, una figura legendaria inventada por el hombre. En vuestra mente, el Dios del cielo es sumamente recto, justo y grandioso, digno de adoración y admiración, pero este Dios en la tierra es apenas un sustituto y un instrumento del Dios del cielo. Creéis que este Dios no puede ser equivalente al Dios del cielo, mucho menos mencionarse junto con Él. En lo que respecta a la grandeza y el honor de Dios, estos le pertenecen a la gloria del Dios en el cielo, pero en cuanto a la naturaleza y la corrupción del hombre, estos son atributos que forman parte del Dios en la tierra. El Dios del cielo es eternamente sublime, mientras que el Dios en la tierra es para siempre insignificante, débil e incompetente. El Dios del cielo no es dado a las emociones, tan solo a la justicia, mientras que el Dios en la tierra tan solo tiene motivos egoístas y carece de justicia y razón alguna. El Dios en el cielo no tiene ni la más mínima tortuosidad y es siempre fiel, mientras que el Dios en la tierra tiene siempre un lado deshonesto. El Dios en el cielo ama profundamente al hombre, mientras que el Dios en la tierra le ofrece al hombre un cuidado deficiente, incluso abandonándolo por completo. Hace mucho tiempo que este conocimiento erróneo está guardado en vuestros corazones y quizás también continúe en el futuro. Consideráis todas las acciones de Cristo desde el punto de vista de los injustos y evaluáis toda Su obra, así como Su identidad y Su esencia, desde la perspectiva de los malvados. Habéis cometido un grave error y hecho lo que los que vinieron antes que vosotros jamás hicieron. Es decir, solo servís al Dios sublime en el cielo con una corona sobre Su cabeza, pero jamás le prestáis atención al Dios al cual consideráis tan insignificante, al punto de que os resulta invisible. ¿No es acaso este vuestro pecado? ¿No es este un ejemplo clásico de vuestra ofensa contra el carácter de Dios? Vosotros adoráis al Dios del cielo. Adoráis imágenes sublimes y estimáis a aquellos que se distinguen por su elocuencia. Te dejas mandar con alegría por el Dios que te llena las manos de riquezas y languideces por el Dios que puede satisfacer todos tus deseos. El único al que no adoras es a este Dios que no es sublime; lo único que detestas es asociarte con este Dios a quien ningún hombre puede tener en alta estima. Lo único que no estás dispuesto a hacer es servir a este Dios que nunca te dio ni un centavo y el único que no puede hacer que lo anheles es este Dios sin encanto. Esta clase de Dios no puede permitirte que amplíes tus horizontes, que te sientas como si hubieses encontrado un tesoro, mucho menos satisfacer tus deseos. Entonces, ¿por qué lo sigues? ¿Has considerado preguntas como estas? Lo que haces no ofende solo a este Cristo; lo más importante es que ofende al Dios del cielo. ¡Creo que este no es el propósito de vuestra fe en Dios!
Extracto de ‘Cómo conocer al Dios en la tierra’ en “La Palabra manifestada en carne”
112. Mucha gente preferiría ser condenada al infierno que hablar y actuar con honestidad. No es de extrañar que Yo tenga otro trato reservado para aquellos que son deshonestos. Por supuesto, sé muy bien lo difícil que es para vosotros ser honestos. Como todos sois tan inteligentes, tan buenos para juzgar a la gente con vuestra mezquina vara de medir, esto hace Mi obra mucho más simple. Y puesto que cada uno de vosotros alberga secretos en su corazón, entonces os enviaré uno por uno al desastre para ser “instruidos” por el fuego, para que a partir de ese momento creáis a muerte en Mis palabras. Por último, arrancaré de vuestra boca las palabras “Dios es un Dios fiel”, tras lo cual os golpearéis el pecho y os lamentaréis, diciendo: “¡Tortuoso es el corazón del hombre!”. ¿Cuál será vuestro estado de ánimo en ese momento? Me imagino que no seréis tan triunfantes como sois ahora y que, mucho menos, seréis tan “profundos y abstrusos”. En presencia de Dios, algunas personas son mojigatas y decentes, se esfuerzan por ser “bien educados”, pero sacan los colmillos y blanden sus garras en presencia del Espíritu. ¿Contaríais a esas personas en las filas de los honestos? Si eres un hipócrita, alguien con habilidad para las “relaciones interpersonales”, entonces Yo te digo que definitivamente eres alguien que intenta jugar con Dios. Si tus palabras están llenas de excusas y justificaciones que nada valen, entonces Yo te digo que eres alguien muy poco dispuesto a practicar la verdad. Si tienes muchas confidencias que eres reacio a compartir, si eres tan reticente a dejar al descubierto tus secretos, tus dificultades, ante los demás para buscar el camino de la luz, entonces digo que eres alguien que no logrará la salvación fácilmente ni saldrá de las tinieblas.
Extracto de ‘Tres advertencias’ en “La Palabra manifestada en carne”
113. Yo entiendo profundamente el engaño que existe en vuestro corazón; la mayoría de vosotros me seguís por curiosidad y habéis venido a buscarme porque sentís un vacío. Cuando se destruye vuestro tercer deseo —vuestro deseo de una vida apacible y feliz— vuestra curiosidad también se disipa. El engaño que existe en el corazón de cada uno queda al descubierto a través de vuestras palabras y acciones. Francamente, solo tenéis curiosidad respecto a Mí, pero no me teméis; no cuidáis vuestra lengua y, menos aún, restringís vuestra conducta. Entonces, ¿qué tipo de fe tenéis en realidad? ¿Es genuina? Sencillamente usáis Mis palabras para disipar vuestras preocupaciones y aliviar vuestro aburrimiento; para llenar los espacios vacíos que quedan en tu vida. ¿Quién de entre vosotros ha puesto Mis palabras en práctica? ¿Quién tiene una fe genuina? Seguís gritando que Dios es un Dios que ve lo profundo del corazón de las personas, pero ¿de qué forma es compatible conmigo el Dios del que gritáis en vuestro corazón? Si estáis gritando así, ¿por qué actuáis, pues, de esa forma? ¿Será ese el amor con el que queréis retribuirme? No hay escasez de dedicación en vuestros labios, pero ¿dónde están vuestros sacrificios y vuestras buenas obras? Si no fuera porque vuestras palabras llegan hasta Mis oídos, ¿cómo podría Yo odiaros tanto? Si creyerais realmente en Mí, ¿cómo podríais caer en semejante estado de angustia? En vuestro rostro hay miradas de depresión, como si estuvierais en el Hades siendo juzgados. No tenéis ni una pizca de vitalidad, y habláis débilmente sobre vuestra voz interior; incluso estáis llenos de quejas y maldiciones. Hace mucho que perdisteis la fe en lo que Yo hago, y hasta vuestra fe original ha desaparecido; ¿cómo podéis entonces seguir hasta el final? Dado que esto es así, ¿cómo podéis ser salvados?
Extracto de ‘Palabras para los jóvenes y los viejos’ en “La Palabra manifestada en carne”
114. Aunque el hombre cree en Dios, Él no está en su corazón; no sabe cómo amarlo ni quiere hacerlo, porque su corazón nunca se acerca a Dios y siempre lo evita. Como consecuencia, el corazón del hombre está lejos de Dios. ¿Dónde está entonces su corazón? En realidad, el corazón del hombre no ha ido a ninguna parte: en lugar de entregárselo a Dios o revelarlo para que Dios lo vea, lo ha guardado para sí. Esto es así, a pesar de que algunas personas oren a menudo: “Oh Dios, mira mi corazón, Tú sabes todo lo que pienso”, y algunos incluso juran diciendo que Dios los escudriñe, que sean castigados si quebrantan su juramento. Aunque el hombre le permita a Dios que ver el interior de su corazón, esto no significa que el hombre sea capaz de obedecer las orquestaciones y disposiciones de Dios ni que haya dejado su destino, su porvenir y su todo bajo el control de Dios. Por tanto, independientemente de los juramentos que le hagas a Dios o lo que le declares a Él, a los ojos de Dios tu corazón sigue cerrado a Él, porque sólo le permites a Dios observar tu corazón pero no le permites controlarlo. En otras palabras, no le has entregado tu corazón en absoluto, y solo pronuncias palabras agradables para que Él las oiga; entretanto, escondes de Él tus diversas intenciones astutas, junto con tus intrigas, confabulaciones y planes, y te aferras con las manos a tus expectativas y tu destino, profundamente temeroso de que Dios te los quite. Así, Él nunca ve la sinceridad del hombre hacia Él. Aunque Dios observa las profundidades del corazón humano, puede ver lo que el hombre está pensando y desea hacer en su corazón, y qué cosas se mantienen dentro del mismo, este no le pertenece a Dios: el hombre no lo ha entregado a Su control. Es decir, Dios tiene el derecho de observar, pero no de controlar. En la conciencia subjetiva del hombre, este no quiere ni pretende entregarse a los arreglos de Dios. No solo se ha cerrado a Dios, sino que incluso hay personas que piensan en formas de envolver su corazón, mediante un lenguaje suave y la adulación, para crear una falsa impresión y ganarse la confianza de Dios, ocultando su verdadero rostro de Su vista. Al no permitir que Dios vea, pretenden que no pueda percibir cómo son en realidad. No quieren darle su corazón, sino guardarlo para sí. El trasfondo de esto es que el hombre mismo tiene planeado, calculado y decidido lo que hace y lo que quiere. No requiere la participación ni la intervención de Dios, y mucho menos necesita Sus orquestaciones y disposiciones. Así pues, con respecto a los mandatos divinos, Su comisión, o Sus exigencias para el hombre, las decisiones de este están basadas en sus propios propósitos, intereses, estado y circunstancias del momento. El hombre siempre usa el conocimiento y las percepciones con las que está familiarizado, y su propio intelecto, para juzgar y seleccionar la senda que debería tomar, sin permitir la interferencia ni el control de Dios. Este es el corazón del hombre que Dios ve.
Extracto de ‘La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo II’ en “La Palabra manifestada en carne”
115. Muchas personas desean amarme de verdad, pero a causa de que su corazón no les pertenece, no tienen control sobre sí mismas. Muchas personas realmente me aman cuando experimentan las pruebas que les impongo; sin embargo, son incapaces de entender que en verdad existo, y simplemente me aman de manera vana y no a causa de Mi verdadera existencia. Muchas personas, ponen su corazón delante de Mí y entonces no le prestan atención a su corazón y, por tanto, este es arrebatado por Satanás cada vez que este tiene la oportunidad de hacerlo, y entonces me abandonan. Muchas personas genuinamente me aman cuando les doy Mis palabras, sin embargo, no las atesoran en su espíritu, sino que las usan descuidadamente como propiedad pública y las lanzan de vuelta al lugar de donde vinieron cada vez que les da la gana. El hombre me busca en medio del dolor y me mira en medio de las pruebas. En tiempos de paz me disfruta; cuando está en peligro me niega; cuando está ocupado, se olvida de Mí, y en momentos de ocio se limita a cumplir con la rutina por Mí; sin embargo, nunca nadie me ha amado durante toda su vida. Deseo que el hombre sea sincero ante Mí; no le pido que me dé nada, sólo pido que todas las personas me tomen en serio, que, en lugar de adularme, me permitan traer de vuelta la sinceridad del hombre. Mi esclarecimiento, iluminación y el costo de Mis esfuerzos penetran en todas las personas; sin embargo, también el hecho real de cada acción del hombre penetra en todas las personas, igual que el engaño que me profieren. Es como si los ingredientes del engaño del hombre hubiesen estado dentro de él desde el vientre materno; como si él hubiese poseído estas habilidades especiales para engañar desde su nacimiento. Es más, él nunca ha revelado su secreto ni nadie ha podido penetrar hasta el origen de estas habilidades engañosas. Como resultado, el hombre vive en medio del engaño sin darse cuenta, y es como si se perdonara a sí mismo, como si fuesen los planes de Dios y no su engaño deliberado hacia Mí. ¿No es esta la fuente misma del engaño del hombre hacia Mí? ¿No es este su astuto plan? Nunca me he sentido desconcertado por los halagos y las argucias del hombre, ya que Yo me percaté de su sustancia hace mucho tiempo. ¿Quién sabe cuánta impureza hay en su sangre, y cuánto veneno de Satanás está presente dentro de su médula ósea? El hombre se va acostumbrando cada vez más a esto con el pasar de los días, de tal manera que no siente el daño que causa Satanás, y, por tanto, no tiene ningún interés en conocer el “arte de una existencia saludable”.
Extracto de ‘Capítulo 21’ de Las palabras de Dios al universo entero en “La Palabra manifestada en carne”
116. Todos los seres humanos son criaturas que no tienen conocimiento de sí mismas y son incapaces de conocerse a sí mismos. Sin embargo, conocen a todos los demás como la palma de su mano, como si todo lo que los demás han hecho y dicho hubiera sido “inspeccionado” primero por ellos, justo frente a ellos, y hubiera recibido su aprobación antes de que se hiciera. Por ende, es como si ellos hubieran medido a todas las demás personas, incluyendo su estado psicológico. Todos los seres humanos son así. Aunque han entrado hoy en la Era del Reino, su naturaleza se mantiene inmutable. Siguen haciendo frente a Mí lo que Yo hago, mientras, a Mis espaldas, comienzan a dedicarse a su propio “negocio”. Sin embargo, posteriormente, cuando vienen delante de Mí, son personas completamente diferentes, aparentemente calmadas e impasibles, con un semblante sereno y pulso firme. ¿No es esto, precisamente, lo que hace que los seres humanos sean tan despreciables? Muchas personas tienen dos caras completamente diferentes, una ante Mí y otra distinta a Mis espaldas. Muchas actúan como corderos recién nacidos en Mi presencia, pero a Mis espaldas se convierten en tigres salvajes y terminan por actuar como pajarillos revolotean felizmente por las montañas. Muchos muestran propósito y determinación ante Mí. Muchos vienen delante de Mí buscando Mis palabras, sedientos y ansiosos, pero, a Mis espaldas, se hartan de ellas y renuncian a ellas, como si Mis declaraciones fuesen un estorbo. Tantas veces, al ver a la raza humana corrompida por Mi enemigo, he renunciado a poner Mis esperanzas en los seres humanos. Muchas veces, al ver que vienen delante de Mí buscando el perdón con lágrimas en los ojos, debido a su falta de respeto hacia sí mismos y a su incorregible terquedad, he cerrado los ojos a sus acciones con enojo, aun cuando su corazón es genuino y sus intenciones son sinceras. Muchas veces he visto a las personas con la suficiente confianza como para cooperar conmigo, y, cuando están delante de Mí, parecen estar en Mis brazos, disfrutando su calor. Muchas veces, habiendo sido testigo de la inocencia, la vivacidad y la belleza de Mi pueblo elegido, ¿cómo podría no sentir gran placer en Mi corazón debido a estas cosas? Los seres humanos no saben cómo disfrutar de sus bendiciones predestinadas en Mis manos, porque no saben exactamente qué significan las “bendiciones” y el “sufrimiento”. Por esta razón, los seres humanos están muy lejos de ser sinceros cuando me buscan. Si el mañana no existiera, ¿quién de vosotros, en Mi presencia, sería tan blanco como la nieve, sin mancha como el jade puro? ¿Podría ser que vuestro amor por Mí sea simplemente algo que pueda intercambiarse por una deliciosa comida, un traje elegante o un alto cargo con una atractiva remuneración? ¿Puede intercambiarse por el amor que otros tienen por ti? ¿Podría ser que, de hecho, pasar por pruebas incentivará a las personas a que abandonen su amor por Mí? ¿Acaso el sufrimiento y las tribulaciones harán que se quejen de Mis disposiciones? Nadie nunca ha apreciado verdaderamente la espada afilada que está en Mi boca; ellos sólo conocen su significado superficial y no comprenden realmente lo que implica. Si los seres humanos en verdad fuesen capaces de ver el filo de Mi espada, correrían como ratas hacia sus agujeros. Debido a su insensibilidad, los seres humanos no entienden nada sobre el verdadero significado de Mis palabras y, así, no tienen la menor idea de cuán formidables son Mis declaraciones o cuánto revelan de la naturaleza humana y cuánto de su propia corrupción ha sido juzgado por esas palabras. Por esta razón, como resultado de sus ideas sin madurar respecto a lo que Yo digo, la mayoría de la gente ha asumido una tibia actitud.
Extracto de ‘Capítulo 15’ de Las palabras de Dios al universo entero en “La Palabra manifestada en carne”
117. A lo largo de las eras, muchos han partido decepcionados y con renuencia de este mundo, y muchos han llegado a él con esperanza y fe. He dispuesto que muchos vengan y he despedido a muchos. Innumerables personas han pasado por Mis manos. Muchos espíritus han sido lanzados al Hades, muchos han vivido en la carne y muchos otros han muerto y renacido en la tierra. Sin embargo, ninguno de ellos ha tenido la oportunidad de disfrutar de las bendiciones del reino hoy. He dado mucho al hombre y, sin embargo, él ha obtenido poco debido a que las arremetidas de las fuerzas de Satanás lo han dejado incapacitado para disfrutar de todas Mis riquezas. Solo ha tenido la buena suerte de contemplarlas, pero nunca ha sido capaz de disfrutarlas plenamente. El hombre nunca ha descubierto el cofre del tesoro oculto en su cuerpo para recibir las riquezas del cielo, por lo que ha perdido las bendiciones que he derramado sobre él. ¿Acaso no es el espíritu del hombre la facultad misma que lo conecta a Mi Espíritu? ¿Por qué el hombre nunca me ha involucrado con su espíritu? ¿Por qué se acerca a Mí en la carne, pero es incapaz de hacerlo en espíritu? ¿Es Mi verdadero rostro un rostro de la carne? ¿Por qué el hombre no conoce Mi esencia? ¿En verdad no ha habido nunca ningún rastro de Mí en el espíritu del hombre? ¿He desaparecido por completo del espíritu del hombre? Si el hombre no entra en el reino espiritual, ¿cómo puede comprender Mis intenciones? ¿Existe algo en los ojos del hombre que pueda penetrar directamente el reino espiritual? Muchas han sido las veces que he llamado al hombre con Mi espíritu; sin embargo, el hombre actúa como si Yo lo hubiera pinchado, mirándome desde la distancia, muy temeroso de que Yo lo lleve a otro mundo. Muchas han sido las veces que he indagado en el espíritu del hombre; sin embargo, él ha permanecido completamente ajeno, con un profundo temor de que Yo entre en su morada y aproveche la oportunidad de despojarlo de todas sus pertenencias. Por lo tanto, me cierra las puertas y me deja sólo una puerta fría y herméticamente cerrada. Muchas han sido las veces en las que el hombre ha caído y Yo lo he salvado, pero después de despertar, de inmediato me deja y, sin haber sido tocado por Mi amor, me lanza una cautelosa mirada; nunca he calentado el corazón del hombre. El hombre es un animal sin emociones y de sangre fría. A pesar de que ha sido calentado por Mi abrazo, nunca se ha emocionado profundamente por ello. El hombre es como un salvaje de la montaña. Nunca ha atesorado todos los cuidados que le he prodigado a la humanidad. Está reacio a acercarse a Mí, prefiriendo vivir en las montañas, donde soporta las amenazas de bestias salvajes, y, aun así, permanece reacio a refugiarse en Mí. No obligo a ningún hombre: Yo simplemente llevo a cabo Mi obra. El día llegará cuando el hombre nade hacia donde Yo me encuentro desde el centro del poderoso océano para poder disfrutar de toda la riqueza de la tierra y dejar atrás el riesgo de ser tragado por el mar.
Extracto de ‘Capítulo 20’ de Las palabras de Dios al universo entero en “La Palabra manifestada en carne”
118. Vuestra fe es muy hermosa; decís que estáis dispuestos a dedicar vuestra vida a Mi obra, y que estáis dispuestos a sacrificar vuestras vidas por ella, pero vuestro carácter no ha cambiado mucho. Solo ha habido palabras arrogantes, a pesar de que vuestras acciones reales son muy miserables. Parece que la lengua y los labios están en el cielo, pero las piernas lejos en la tierra, por lo que las palabras, los hechos y la reputación siguen estando hechos jirones. Vuestra reputación ha sido destruida, vuestro comportamiento es degradante, vuestra forma de hablar es pobre, vuestra vida despreciable, e incluso toda vuestra humanidad es inferior. Sois estrechos de miras con los demás y regateáis por toda cosa pequeña. Discutís por vuestra propia reputación y estatus, incluso hasta el punto de estar dispuestos a descender al infierno, al lago de fuego. Vuestras palabras y hechos actuales son suficientes para Yo poder determinar que sois pecadores. Vuestra actitud hacia Mi obra es suficiente para que Yo determine que sois injustos, y todas vuestras actitudes son suficientes para señalar que sois almas inmundas llenas de abominaciones. Vuestras manifestaciones, y lo que reveláis, son suficiente para decir que sois personas que os habéis llenado de la sangre de los espíritus inmundos. Cuando se habla de entrar en el reino no dejáis ver vuestros sentimientos. ¿Creéis que la forma en que sois ahora es adecuada para que entréis por la puerta de Mi reino de los cielos? ¿Creéis que podéis obtener la entrada en la tierra santa de Mi obra y palabras, sin que vuestras palabras y hechos pasen por Mi prueba? ¿Quién es capaz de engañar Mis ojos? ¿Cómo podrían escapar de Mi vista vuestras conductas y vuestras conversaciones despreciables y miserables? Yo he determinado vuestra vida sea una en la que se bebe la sangre de esos espíritus inmundos, y se come su carne, porque los imitáis ante Mí cada día. Vuestra conducta ha sido particularmente mala delante de Mí, ¿cómo no ibas a sentir repugnancia por ti? Las impurezas de los espíritus inmundos están en lo que decís: sonsacáis, ocultáis y aduláis, igual que lo hacen quienes participan en brujería y como quienes son traidores y beben la sangre de los injustos. Todas las manifestaciones del hombre son extremadamente injustas; ¿cómo se puede colocar a todas las personas en la tierra santa donde están los justos? ¿Piensas que esa conducta despreciable tuya puede distinguirte como santo de esos injustos? Esa lengua de serpiente tuya arruinará finalmente tu carne que causa destrucción y lleva a cabo abominaciones; y esas manos tuyas que están cubiertas con la sangre de espíritus inmundos también empujarán finalmente a tu alma al infierno. ¿Por qué no aprovechas esta oportunidad de purificar tus manos cubiertas de inmundicia? ¿Y por qué no aprovechas esta oportunidad de cortar esa lengua tuya que habla palabras injustas? ¿Podría ser que estés dispuesto a sufrir bajo las llamas del infierno por tus dos manos, tu lengua y tus labios? Yo vigilo el corazón de todas las personas con Mis dos ojos, porque mucho antes de crear la raza humana, había agarrado su corazón con Mis manos. Hace mucho comprendí el corazón del hombre, ¿cómo podrían escapar a Mis ojos los pensamientos del corazón del hombre? ¿Y cómo podrían estar a tiempo de escapar del fuego de Mi Espíritu?
Extracto de ‘¡Sois todos muy básicos en vuestro carácter!’ en “La Palabra manifestada en carne”
119. Tus labios son más bondadosos que las palomas, pero tu corazón es más siniestro que la serpiente antigua. Tus labios son tan hermosos como una mujer libanesa, pero tu corazón no es tan amable como el de ellas y, desde luego, no puede compararse con la belleza de las cananeas. ¡Tu corazón es demasiado engañoso! Yo solo aborrezco los labios y el corazón de los inicuos. Mis exigencias a las personas no son más elevadas que las de los santos, es solo que siento aborrecimiento por las obras malvadas de los injustos, y espero que estos puedan ser capaces de desechar su inmundicia y escapar de su apuro actual, de forma que se les pueda diferenciar de esos injustos, y que puedan vivir con los que son justos, y ser santos con ellos. Vosotros estáis en las mismas circunstancias que Yo, pero estáis cubiertos de inmundicia; ni siquiera hay en vosotros un poco de la semejanza de los seres humanos creados en el principio, y como imitáis cada día la semejanza de esos espíritus inmundos, hacéis lo que ellos hacen, y decís lo que ellos dicen, cada parte de vosotros e incluso vuestra lengua y labios están empapados de su agua pestilente hasta el punto de estar totalmente cubiertos de esas manchas, y no hay una sola parte de vosotros que pueda usarse para Mi obra. ¡Es tan doloroso! Vivís en semejante mundo de caballos y ganado, con todo, realmente no os sentís preocupados; y estáis llenos de alegría, vivís libre y fácilmente. Estáis nadando en esta agua pestilente, pero no sabéis realmente que habéis caído en esta clase de circunstancias. Te juntas cada día con espíritus inmundos, y tienes tratos con “excrementos”. Tu vida es muy vulgar, pero no sabes en absoluto que no existes en el mundo humano, y que no tienes el control de ti mismo. ¿No sabes que hace mucho que los espíritus inmundos pisotearon tu vida, que el agua pestilente ensució tu personalidad? ¿Piensas que estás viviendo en el paraíso terrenal, que estás en medio de la felicidad? ¿No sabes que has vivido una vida con los espíritus inmundos, y con todo lo que ellos han preparado para ti? ¿Cómo podría tener sentido alguno tu forma de vida? ¿Cómo podría tener valor alguno tu vida? Has estado haciendo diligencias afanosamente para tus padres, que son de espíritu inmundo, pero no tienes ni idea de que los que te atrapan son esos padres con espíritus inmundos, que te dieron a luz y te criaron. Además, no sabes que ellos te dieron realmente toda tu inmundicia; lo único que sabes es que ellos te pueden dar “disfrute”, no te castigan ni te juzgan y, especialmente, no te maldicen. Ellos nunca han estallado en ira contra ti, sino que te tratan con afabilidad y amabilidad. Sus palabras nutren tu corazón, y te cautivan de forma que te desorientas y, sin darte cuenta, te absorben y estás dispuesto a servirlos, a ser su válvula de escape, así como su siervo. No tenéis queja alguna, pero estáis dispuestos a trabajar para ellos como perros o caballos; ellos te engañan. Por esta razón, no reaccionas en absoluto ante la obra que Yo hago; no es de extrañar que siempre quieras escaparte en secreto de Mis manos, y usar dulces palabras para sacarme Mi favor. Resulta que ya tenías otro plan, otro arreglo. Puedes ver un poco de Mis acciones, las del Todopoderoso, pero no conoces un ápice de Mi juicio y castigo. No sabes cuándo empezó Mi castigo; solo sabes cómo engañarme. Sin embargo, no sabes que Yo no toleraré ninguna violación por parte del hombre. Como ya te has decidido a servirme, no te dejaré ir. Yo soy un Dios que odia el mal y soy un Dios que es celoso del hombre. Como ya has colocado tus palabras sobre el altar, no toleraré que huyas ante Mis propios ojos ni que sirvas a dos señores. ¿Piensas que podrías tener otro amor después de colocar tus palabras sobre Mi altar, después de colocarlas ante Mis ojos? ¿Cómo podría Yo permitir que las personas hicieran de Mí un necio así? ¿Pensabas que podías hacer votos a la ligera, hacer juramentos de boca hacia Mí? ¿Cómo podrías hacer juramentos junto a Mi trono, el trono del Altísimo? ¿Pensabas que tus juramentos ya habían pasado? Yo os digo: aunque vuestra carne pase, vuestros juramentos no lo harán. Al final, os condenaré en base a vuestros juramentos. Sin embargo, pensáis que podéis colocar vuestras palabras ante Mí para lidiar conmigo, y que vuestro corazón puede servir a los espíritus inmundos y malignos. ¿Cómo podría tolerar Mi ira a esas personas que son como perros y cerdos, y que me engañan? Yo debo llevar a cabo Mis decretos administrativos, y arrebatar de las manos de los espíritus inmundos a todos esos remilgados, “piadosos” que tienen fe en Mí para poder “atenderme” de forma disciplinada, para ser Mi buey, Mi caballo, y estar a merced de Mi matanza. Yo haré que retomes tu determinación anterior, y me sirvas una vez más. Yo no toleraré que nadie de la creación me engañe. ¿Pensabas que podías simplemente formular peticiones, y mentir de forma caprichosa ante Mí? ¿Pensabas que Yo no había oído o visto tus palabras y obras? ¿Cómo no iban a estar tus palabras y tus obras ante Mi vista? ¿Cómo podría Yo permitirles a las personas engañarme de esa forma?
Extracto de ‘¡Sois todos muy básicos en vuestro carácter!’ en “La Palabra manifestada en carne”
120. Yo he estado entre vosotros, asociándome con vosotros durante varias primaveras y otoños, he vivido entre vosotros durante mucho tiempo, he vivido con vosotros; ¿cuánta de vuestra conducta despreciable se ha escapado justo delante de Mis ojos? Esas palabras sinceras vuestras resuenan constantemente en Mis oídos; millones y millones de vuestras aspiraciones se han colocado en Mi altar; ni siquiera pueden contarse. Pero en cuanto a vuestra dedicación y lo que erogáis, no hay ni siquiera un poco. Ni siquiera hay una pequeña gota de vuestra sinceridad en Mi altar. ¿Dónde están los frutos de vuestra creencia en Mí? Habéis recibido gracia infinita de Mí, y visto infinitos misterios del cielo, e incluso os he enseñado las llamas del cielo, pero no podría soportar quemaros, ¿y cuánto me habéis dado a cambio? ¿Cuánto estáis dispuestos a darme? Con la comida que Yo te di en la mano, te giras y me la ofreces, e incluso dices que fue algo que conseguiste a cambio del sudor de tu frente, que me estás ofreciendo todo lo que tienes. ¿Cómo es posible que no sepas que todas tus “contribuciones” a Mí no son más que cosas robadas de Mi altar? Y ahora me estás ofreciendo esto; ¿no me estás haciendo trampa? ¿Cómo es posible que no sepas que todo lo que Yo estoy disfrutando hoy son las ofrendas de Mi altar, y no lo que tú has ganado a cambio de tu duro trabajo, y que me ofreces después? Os atrevéis realmente a engañarme de esta forma, ¿cómo puedo perdonaros entonces? ¿Cómo puedo soportar esto más tiempo? Yo os lo he dado todo. Yo lo he abierto todo para vosotros, he provisto para vuestras necesidades, y he abierto vuestros ojos, pero me engañáis de esta forma, e ignoráis vuestra conciencia. Yo os lo he concedido todo con abnegación, de forma que, aunque sufrís, habéis obtenido de Mí todo lo que he traído del cielo. Pero no tenéis en absoluto dedicación, y aunque hagáis una pequeña contribución, tratáis de “ajustar cuentas” conmigo después de eso. ¿No equivaldrá a nada tu contribución? Lo que tú me has dado no es sino un único grano de arena, pero me has pedido una tonelada de oro. ¿No estás siendo simplemente poco razonable? Yo obro entre vosotros. No hay absolutamente ningún rastro del diez por ciento que Yo debería recibir, y menos aún algún sacrificio adicional. Aún más, los malvados se quedan con el diez por ciento contribuido por los piadosos. ¿No estáis todos alejados de Mí? ¿No sois todos adversarios míos? ¿No estáis todos destruyendo Mi altar? ¿Cómo podrían Mis ojos ver como un tesoro a este tipo de persona? ¿No son cerdos, perros que aborrezco? ¿Cómo podría hacer Yo referencia a vuestras maldades como un tesoro?
Extracto de ‘¡Sois todos muy básicos en vuestro carácter!’ en “La Palabra manifestada en carne”
121. Hay muchos caminos que no entendéis, muchos asuntos sobre los que no tienes conocimiento. Sois muy ignorantes; conozco totalmente vuestra estatura y vuestras deficiencias. Por tanto, aunque hay muchas palabras que sois incapaces de entender, Yo aún estoy dispuesto a deciros todas estas verdades a las que antes nunca habéis estado receptivos; porque me sigue preocupando si vosotros, en vuestra estatura actual, sois capaces de dar un firme testimonio de Mí. No es que os ningunee, sois todos bestias que todavía tienen que pasar por Mi entrenamiento formal y no puedo ver en absoluto cuánta gloria hay en vosotros. Aunque he gastado mucha energía obrando en vosotros, prácticamente carecéis de elementos positivos, y los negativos pueden contarse con los dedos y sirven solamente como testimonios para causar vergüenza a Satanás. Casi todo lo demás en vosotros es veneno de Satanás. Os miro como si estuvieseis más allá de la salvación. Estando las cosas donde están ahora, miro vuestros diversos comportamientos y expresiones, y finalmente conozco vuestra verdadera estatura. Esa es la razón por la que sigo preocupándome por vosotros: abandonados a vivir por su cuenta, ¿realmente acabarán los seres humanos mejor de cómo están ahora o de una manera similar? ¿No os inquieta vuestra estatura infantil? ¿De verdad podéis ser como el pueblo escogido de Israel, leal a Mí y sólo a Mí todo el tiempo? Lo que se revela en vosotros no son las travesuras de los niños que se han alejado de sus padres, sino la bestialidad que estalla de los animales que están fuera del alcance del látigo de sus amos. Deberíais conocer vuestra naturaleza, que es también la debilidad que todos compartís, es una enfermedad común a todos vosotros. Así pues, Mi única exhortación para vosotros hoy es que os mantengáis firmes en vuestro testimonio de Mí. No permitáis, bajo ninguna circunstancia, que la vieja enfermedad brote de nuevo. Lo más importante es dar testimonio, ese es el núcleo de Mi obra. Deberíais aceptar Mis palabras del mismo modo que María aceptó la revelación de Jehová que vino a ella en un sueño: creyendo y después obedeciendo. Sólo esto cumple los requisitos de ser casto. Porque vosotros sois los que más oís Mis palabras, los que Yo más bendigo. Os he dado todas Mis posesiones valiosas, os lo he concedido todo, sin embargo sois de un estatus tan enormemente diferente al del pueblo de Israel; sois como de mundos distintos. Pero en comparación con ellos habéis recibido mucho más; mientras ellos aguardan desesperadamente Mi aparición, vosotros pasáis días agradables conmigo, compartiendo Mi recompensa. Con esta diferencia, ¿qué os da el derecho de graznar y reñir conmigo y exigir una parte de Mis posesiones? ¿Acaso no habéis ganado mucho? Os doy tanto, pero lo que me dais vosotros a cambio es sólo tristeza desgarradora y ansiedad, resentimiento incontenible y descontento. Sois tan repugnantes, pero también sois dignos de compasión, así que no tengo otra opción que tragarme todo Mi resentimiento y expresar Mis objeciones una y otra vez. A lo largo de varios miles de años de obra, nunca le he reprochado a la humanidad, porque he descubierto que a lo largo de su desarrollo, sólo los “engaños” entre vosotros se han convertido en lo más renombrado, como herencias valiosas que los famosos antepasados de la antigüedad os dejaron. Cómo aborrezco a esos cerdos y perros inhumanos. ¡Os falta mucha conciencia! ¡Vuestra personalidad es demasiado inferior! ¡Vuestros corazones están demasiado endurecidos! Si hubiera llevado estas palabras y esta obra mías a los israelitas, hace mucho que ya habría obtenido la gloria. Pero entre vosotros es inalcanzable, entre vosotros sólo hay descuido cruel, trato frío y excusas. ¡Sois demasiado insensibles y completamente inútiles!
Extracto de ‘¿Cuál es tu entendimiento de Dios?’ en “La Palabra manifestada en carne”
122. Recordad el pasado: ¿Cuándo Mi mirada ha sido airada y Mi voz severa hacia vosotros? ¿Cuándo he discutido nimiedades con vosotros? ¿Cuándo os he reprendido sin razón? ¿Cuándo os he reprendido en vuestra cara? ¿Acaso no ha sido por el bien de Mi obra que he instado a Mi Padre a que os guarde de toda tentación? ¿Por qué me tratáis así? ¿Alguna vez he utilizado Mi autoridad para abatir vuestra carne? ¿Por qué me retribuís de esta manera? Después de expresaros con incongruencia hacia Mí, no sois ni fríos ni calientes, y entonces intentáis adularme, coaccionarme y me ocultáis cosas, y vuestra boca está llena de la saliva de los injustos. ¿Pensáis que vuestras lenguas pueden engañar a Mi Espíritu? ¿Creéis que vuestras lenguas pueden escapar de Mi ira? ¿Creéis que vuestras lenguas pueden emitir juicio sobre las acciones de Mí, Jehová, a su antojo? ¿Soy Yo el Dios a quien el hombre juzga? ¿Podría Yo permitir que un pequeño gusano blasfeme contra Mí de esta manera? ¿Cómo podría situar a tales hijos de desobediencia entre Mis bendiciones eternas? Hace mucho tiempo que vuestras palabras y acciones os han expuesto y condenado. Cuando Yo extendí los cielos y creé todas las cosas, no permití que ninguna criatura participara a su antojo, y mucho menos que ninguna cosa perturbara Mi obra y Mi gestión como les viniera en gana. No toleré a ningún hombre u objeto; ¿cómo podría perdonar a los que han sido crueles e inhumanos hacia Mí? ¿Cómo podría Yo perdonar a los que se rebelan contra Mis palabras? ¿Cómo podría perdonar a los que me desobedecen? ¿Acaso no está el destino del hombre en las manos de Mí, el Todopoderoso? ¿Cómo podría Yo considerar santas tu injusticia y tu desobediencia? ¿Cómo podrían tus pecados profanar Mi santidad? Yo no soy contaminado por la impureza de los injustos ni tampoco disfruto las ofrendas de los injustos. Si fueras leal a Mí, Jehová, ¿podrías tomar para ti mismo los sacrificios en Mi altar? ¿Podrías utilizar tu lengua venenosa para blasfemar contra Mi santo nombre? ¿Podrías rebelarte contra Mis palabras de esta manera? ¿Podrías tratar Mi gloria y santo nombre como una herramienta con la cual servir a Satanás, el maligno? Mi vida es suministrada para el disfrute de los santos. ¿Cómo podría permitirte jugar con Mi vida como te parezca y utilizarla como una herramienta para el conflicto entre vosotros? ¿Cómo podéis ser tan insensibles y tan carentes en el camino del bien, en vuestra forma de comportaros conmigo? ¿Acaso no sabéis que ya he escrito vuestras acciones malvadas en estas palabras de vida? ¿Cómo podéis escapar del día de la ira cuando Yo castigue a Egipto? ¿Cómo podría permitiros que os opongáis a Mí y me desafiéis de esta manera una y otra vez? ¡Yo os digo con toda claridad que cuando llegue el día, vuestro castigo será más insoportable que el de Egipto! ¿Cómo podéis escapar de Mi día de ira?
Extracto de ‘Nadie que sea de la carne puede escapar del día de la ira’ en “La Palabra manifestada en carne”
123. El hombre falla en ganar a Dios, no porque Dios tenga emociones o porque Dios no esté dispuesto a ser ganado por el hombre, sino porque el hombre no desea ganar a Dios y no lo busca con urgencia. ¿Cómo podría alguien que en verdad busque a Dios ser maldecido por Dios? ¿Cómo podría alguien que posea un razonamiento sólido y una conciencia sensible ser maldecido por Dios? ¿Cómo podría alguien que realmente adora y sirve a Dios ser consumido por el fuego de Su ira? ¿Cómo podría alguien que está dispuesto a obedecer a Dios ser expulsado de la casa de Dios? ¿Cómo podría vivir castigado por Dios alguien que no fue capaz de amarlo lo suficiente? ¿Cómo podría alguien que se siente feliz de renunciar a todo por Dios ser dejado sin nada? El hombre no está dispuesto a buscar a Dios, no está dispuesto a gastar sus posesiones por Dios y no está dispuesto a dedicar un esfuerzo de por vida a Dios, sino que dice que Dios ha ido demasiado lejos, que mucho sobre Dios contradice las nociones del hombre. Con una humanidad como esta, aun cuando no hayáis escatimado en vuestros esfuerzos, seríais incapaces de ganaros la aprobación de Dios, por no decir nada del hecho de que vosotros no buscáis a Dios. ¿No sabéis que sois las mercancías defectuosas de la humanidad? ¿No sabéis que no existe una humanidad inferior a la vuestra? ¿No sabéis cómo os llaman los demás para honraros? Los que verdaderamente aman a Dios os llaman el padre del lobo, la madre del lobo, el hijo del lobo, y el nieto del lobo; sois los descendientes del lobo, la gente del lobo, y vosotros debéis conocer vuestra propia identidad y nunca olvidarla. No penséis que sois alguna figura superior: vosotros sois el grupo más atroz de no humanos dentro de la humanidad. ¿Acaso no sabéis nada de esto? ¿Sabéis cuánto me he arriesgado al obrar entre vosotros? Si vuestro razonamiento no puede ser normal nuevamente y vuestra conciencia no puede funcionar normalmente, entonces nunca os liberaréis del apelativo “lobo”, nunca escaparéis al día de la maldición y nunca escaparéis al día de vuestro castigo. Vosotros habéis nacido inferiores; una cosa sin ningún valor. Vosotros sois, por naturaleza, una manada de lobos hambrientos, un montón de escombros y basura, y, a diferencia de vosotros, Yo no obro sobre vosotros con el fin de obtener favores, sino por la necesidad de la obra. Si continuáis siendo rebeldes de esta manera, entonces detendré Mi obra, y no obraré nunca más sobre vosotros; por el contrario, transferiré Mi obra a otro grupo que me complazca, y de esta manera os dejaré para siempre, porque Yo no estoy dispuesto a mirar a los que están enemistados conmigo. Así pues, ¿queréis ser compatibles conmigo o estar enemistados conmigo?
Extracto de ‘Tener un carácter inalterado es estar enemistado con Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”
124. A medida que avanzas por la senda actual, ¿cuál es la modalidad de búsqueda más adecuada? En tu búsqueda, ¿qué clase de persona deberías considerarte? Te corresponde saber cómo abordar todo aquello que te acontece hoy, sean pruebas o adversidades o un castigo y una maldición despiadados. Al enfrentarte a todas estas cosas, debes reflexionar cuidadosamente sobre ellas en todos los casos. ¿Por qué lo digo? Lo digo porque las cosas que hoy te acontecen son, después de todo, pruebas de corta duración que suceden una y otra vez; quizá en lo que a ti respecta, no son especialmente agotadoras para el espíritu, y entonces dejas que sigan su curso natural, y no crees que esto sea una virtud valiosa en la búsqueda del progreso. ¡Qué imprudente! Tanto que imaginas esta virtud valiosa como si fuera una nube que flota ante tus ojos y no aprecias estos duros golpes que te llueven una y otra vez —golpes breves, y que te parecen de poco peso—, sino que los consideras con un frío distanciamiento, sin tomártelos a pecho, y los tratas como un simple golpe casual. ¡Qué arrogante! Respecto a estos feroces ataques, similares a tormentas, que recibes de vez en cuando, solo muestras una indiferencia impertinente; a veces llegas hasta a sonreír con frialdad, revelando una expresión de total indiferencia, pues jamás has pensado para tus adentros por qué sigues padeciendo semejantes “desgracias”. ¿Es posible que sea enormemente injusto con el hombre? ¿Acaso me dedico yo a buscarte faltas? Aunque los problemas de tu mentalidad no sean tan graves como los he descrito, te has creado hace tiempo, mediante tu compostura externa, una imagen ideal de tu mundo interior. No hace falta que te diga que lo único que ocultas en el fondo de tu corazón son pequeños restos de tristeza apenas discernibles de otros. Como te parece muy injusto haber padecido semejantes pruebas, las maldices; y porque estas pruebas te hacen sentir la desolación del mundo, estás lleno de melancolía. Lejos de considerar estos golpes y actos de disciplina reiterados la mejor protección, los consideras problemas sin sentido que vienen del cielo o una represalia adecuada para ti. ¡Qué ignorante! Confinas despiadadamente los buenos momentos a las tinieblas; una vez tras otra, ves las maravillosas pruebas y actos de disciplina como ataques de tus enemigos. No sabes cómo adaptarte al entorno, y menos aún estás dispuesto a intentarlo, pues no quieres aprender nada de este castigo reiterado y, para ti, cruel. No haces ningún intento por buscar o analizar, y simplemente te resignas al destino, vas dondequiera que te lleve. Esos que a ti te pueden parecer salvajes actos de castigo no han transformado tu corazón ni lo han conquistado; por el contrario, te lo apuñalan. Ves este “cruel castigo” solo como tu enemigo en esta vida, y entonces no has ganado nada. ¡Qué santurrón! Rara vez crees que padeces esas pruebas por ser tan despreciable; antes bien, te consideras muy desventurado y dices además que siempre te estoy buscando faltas. Y ahora que las cosas han llegado a este paso, ¿cuánto sabes realmente de lo que digo y hago? No te creas un prodigio nato, sólo algo un poco por debajo del cielo pero infinitamente por encima de la tierra. Estás lejos de ser más listo que nadie y hasta podría decirse que es sencillamente adorable lo imbécil que eres comparado con cualquiera de las personas que poseen la razón en la tierra, pues te tienes en una posición demasiado elevada y jamás has tenido sensación de inferioridad; como si vieras Mis actos hasta el más ínfimo detalle. De hecho, eres una persona fundamentalmente carente de razón, ya que no tienes ni idea de lo que pretendo hacer, y menos todavía de lo que estoy haciendo ahora. Y por eso digo que ni siquiera eres como un viejo agricultor que labra la tierra, un agricultor sin la más mínima idea de la vida humana y que, sin embargo, pone toda su confianza en las bendiciones del cielo cuando cultiva la tierra. Ni por un segundo piensas en tu vida, no sabes nada notorio, y menos aún tienes autoconocimiento. ¡Qué “por encima de todo” estás!
Extracto de ‘Los que no aprenden y siguen siendo ignorantes, ¿acaso no son unas bestias?’ en “La Palabra manifestada en carne”
125. Algunas se acicalan de forma vistosa pero superficial: las hermanas se adornan como bellas flores y los hermanos se visten como príncipes o jóvenes señoritos ricos. Solo se preocupan por las cosas externas, como las que comen y visten; por dentro están en la indigencia y no tienen el menor conocimiento de Dios. ¿Qué puede significar esto? Luego hay quienes se visten como pobres mendigos; ¡realmente parecen esclavos asiáticos! ¿De verdad no entendéis lo que os pido? Conversad entre vosotros: ¿Qué habéis ganado en realidad? Lleváis creyendo en Dios todos estos años y, sin embargo, esto es todo lo que habéis cosechado; ¿no os da vergüenza? ¿No estáis abochornados? Habéis buscado por el camino verdadero todos estos años, ¡pero vuestra estatura actual es incluso más pequeña que la de un gorrión! Las jóvenes, tan bonitas con vuestra ropa y vuestro maquillaje, comparándoos entre vosotras, ¿qué comparáis? ¿Vuestro placer? ¿Vuestras exigencias? ¿Pensáis que he venido a contratar a modelos? ¡No tenéis vergüenza! ¿Dónde está vuestra vida? Lo que buscáis, ¿no es simplemente vuestro extravagante deseo? Te crees muy hermosa, pero aunque te vistas con todo tipo de galas, ¿no eres, de hecho, un retorcido gusano nacido en un montón de estiércol? Actualmente tienes la suerte de disfrutar de estas bendiciones celestiales, no por tu cara bonita, sino porque Dios está haciendo una excepción al encumbrarte. ¿Todavía no tienes claro de dónde vienes? Cuando te mencionan la vida, callas y no dices nada, muda como una estatua, ¡pese a lo cual tienes el descaro de engalanarte! ¡Todavía tiendes a ponerte colorete y maquillaje en la cara! Y vosotros, señoritos, hombres incorregibles que os pasáis el día por ahí, díscolos y con gesto despreocupado. ¿Así debe comportarse una persona? ¿A qué dedica su atención todo el día cada uno de vosotros, sea hombre o mujer? ¿Sabéis de quién dependéis para alimentaros? Mira tu ropa, mira lo que has cosechado en tus manos, frótate el vientre; ¿qué provecho has sacado del precio que has pagado en sangre y sudor en todos estos años de fe? Todavía piensas en hacer turismo, en embellecer tu carne apestosa, ¡en ocupaciones inútiles! Te pido que seas una persona normal, pero ahora no eres simplemente anormal: eres aberrante. ¿Cómo puede tener una persona así la osadía de presentarse ante Mí? Con esta calidad humana, alardeando de tus encantos y de tu carne, siempre inmerso en los deseos carnales, ¿no eres descendiente de demonios inmundos y malos espíritus? ¡No permitiré que siga existiendo un demonio tan inmundo durante mucho tiempo! Y no creas que no sé lo que piensas dentro de tu corazón. Podrías mantener tu lujuria y tu carne bajo un férreo control, pero ¿cómo no habría de conocer Yo los pensamientos que alberga tu corazón? ¿Cómo no habría de saber qué desean tus ojos? Las jóvenes, ¿no os ponéis tan bonitas para alardear de vuestra carne? ¿En qué os benefician los hombres? ¿Realmente pueden salvaros del océano de aflicción? Y vosotros, señoritos, os vestís para parecer caballerosos y distinguidos, pero ¿no es esta una artimaña ideada para llamar la atención hacia vuestro elegante estilo? ¿Para quiénes lo hacéis? ¿En qué os benefician las mujeres? ¿No son el origen de vuestro pecado? Hombres y mujeres, os he dicho muchas palabras, pero solamente habéis acatado algunas. Sois duros de oído, se os han empañado los ojos y tenéis un corazón tan duro que no hay más que lujuria en vuestro cuerpo, de manera que estáis atrapados en él sin escapatoria. ¿Quién quiere acercarse a vosotros, gusanos que os retorcéis en la inmundicia y la mugre? No olvidéis que no sois sino aquellos a quienes he levantado del montón de estiércol y que al principio no poseíais una humanidad normal. Lo que os pido es la humanidad normal que no poseíais al principio, no que alardeéis de lujuria ni que deis rienda suelta a vuestra carne rancia, adiestrada por el diablo durante tantos años. Al vestiros así, ¿no teméis quedaros atrapados más a fondo? ¿No sabéis que al principio erais del pecado? ¿No sabéis que vuestro cuerpo rebosa tanta lujuria que incluso traspasa vuestra ropa para revelar vuestro estado de demonios insoportablemente feos e inmundos? ¿Acaso no lo tenéis más claro que nadie? Vuestro corazón, vuestros ojos, vuestros labios, ¿no han sido profanados por demonios inmundos? ¿No son inmundas estas partes vuestras? ¿Crees que, mientras no actúes, tú eres el más santo? ¿Crees que ataviarse con ropa bonita puede ocultar vuestras almas sórdidas? ¡Eso no funciona! Os aconsejo más realismo: no seáis engañosos y falsos ni alardeéis de vosotros mismos. Hacéis alarde de vuestra lujuria entre vosotros, pero lo único que recibiréis a cambio será el sufrimiento eterno ¡y un castigo despiadado! ¿Qué necesidad tenéis de poneros ojitos y andaros con amoríos? ¿Es esta la medida de vuestra integridad, la dimensión de vuestra rectitud? Odio a los que os interesáis por la medicina maligna y la brujería; odio a los jóvenes que amáis vuestra propia carne. Más os vale que os contengáis, pues ahora os exijo una humanidad normal, y no se os permite que alardeéis de lujuria, aunque aprovecháis cualquier oportunidad que tenéis, ya que ¡vuestra carne es demasiado desbordante y vuestra lujuria, demasiado grande!
Extracto de ‘Práctica (7)’ en “La Palabra manifestada en carne”
126. Aquellos que solo piensan en la carne y disfrutan de la comodidad; aquellos que parecen creer, pero realmente no creen; aquellos que se dedican a la medicina maligna y la brujería; los promiscuos y harapientos; aquellos que roban sacrificios y posesiones a Jehová; los amantes de los sobornos; aquellos que sueñan ociosamente con ascender al cielo; los arrogantes y vanidosos, que únicamente persiguen su fama y fortuna; aquellos que difunden impertinencias; aquellos que blasfeman contra el propio Dios; aquellos que no hacen sino juzgarlo y difamarlo; aquellos que forman corrillos y buscan la independencia; aquellos que se enaltecen por encima de Dios; los hombres y mujeres frívolos jóvenes, de mediana edad y ancianos atrapados en el libertinaje; los hombres y mujeres que disfrutan de su fama y fortuna y persiguen su estatus personal en medio de los demás; los impenitentes atrapados en el pecado… ¿No son todos ellos imposibles de salvar? El libertinaje, la pecaminosidad, la medicina maligna, la brujería, la blasfemia y las impertinencias se desbocan entre vosotros, entre quienes quedan pisoteadas la verdad y las palabras de vida y adulterado el lenguaje sacro. ¡Vosotros, gentiles, repletos de inmundicia y desobediencia! ¿Cuál será vuestro resultado final? ¡Cómo pueden tener la osadía de seguir viviendo aquellos que aman la carne, los hechizados por ella y los que están atrapados en pecados libertinos! ¿No sabes que las personas como tú son unos gusanos imposibles de salvar? ¿Qué te da derecho a exigir esto y aquello? Hasta la fecha no se ha producido la menor transformación en aquellos que no aman la verdad y solo aman la carne; ¿cómo van a poder salvarse esas personas? Aquellos que no aman el camino de la vida, que no enaltecen a Dios ni dan testimonio de Él, que maquinan por su estatus, que se ensalzan, ¿no siguen siendo los mismos, incluso hoy en día? ¿Qué valor tiene salvarlos? Que puedas salvarte no depende de tu antigüedad ni de cuántos años lleves trabajando, y ni mucho menos de cuántas referencias hayas acumulado. Más bien depende de si tu búsqueda ha dado fruto. Debes saber que quienes se salvan son los “árboles” que dan fruto, no los árboles con follaje exuberante y abundantes flores que aún no dan fruto. Aunque hayas pasado muchos años vagando por las calles, ¿qué importa eso? ¿Dónde está tu testimonio? Tu veneración por Dios es mucho menor que tu amor propio y tus deseos lujuriosos; ¿esto no es ser una persona degenerada? ¿Cómo va a ser ejemplo y modelo de salvación? Tu naturaleza es incorregible, eres demasiado rebelde, ¡imposible de salvar! ¿No serán esas personas las descartadas? ¿Acaso cuando termine Mi obra no será el momento en que llegará tu último día? He llevado a cabo una gran obra y pronunciado muchísimas palabras entre vosotros; ¿cuánto de esto os ha entrado de veras en los oídos? ¿Cuánto habéis obedecido? Cuando termine Mi obra será el momento en que dejarás de oponerte a Mí, de estar en contra de Mí. A medida que obro, actuáis constantemente contra Mí; jamás acatáis Mis palabras. Yo llevo a cabo Mi obra y tú realizas tu propia “obra” de crear tu pequeño reino. ¡No sois más que una manada de zorros y perros que todo lo hacen para oponerse a Mí! Siempre procuráis atraer a aquellos que os ofrecen su amor sin reservas; ¿dónde está vuestra veneración? ¡Todo lo que hacéis es engañoso! ¡No tenéis obediencia ni veneración y todo lo que hacéis es engañoso y blasfemo! ¿Se pueden salvar unas personas así? Los hombres sexualmente inmorales y lascivos siempre quieren atraer a rameras coquetas para su disfrute. De ningún modo salvaré a esos demonios sexualmente inmorales. Os odio, inmundos demonios, y vuestra lascivia y coquetería os sumirán en el infierno. ¿Qué tenéis que decir? ¡Vosotros, inmundos demonios y malos espíritus, sois repulsivos! ¡Sois repugnantes! ¿Cómo podría salvarse semejante basura? ¿Todavía pueden salvarse aquellos que están atrapados en el pecado? Hoy en día, esta verdad, este camino y esta vida no os atraen; por el contrario, os atraen la pecaminosidad, el dinero, la posición, la fama, la ganancia, el disfrute de la carne, el atractivo de los hombres y los encantos de las mujeres. ¿Qué os hace aptos para entrar en Mi reino? Vuestra imagen es aún más grande que la de Dios y vuestro estatus es incluso superior al suyo, por no hablar de vuestro prestigio entre los hombres: os habéis convertido en ídolos de la gente. ¿Tú no te has convertido en arcángel? Cuando revele los resultados de las personas, que también será cuando la obra de salvación se acerque a su fin, muchos de vosotros seréis cadáveres imposibles de salvar y deberéis ser descartados.
Extracto de ‘Práctica (7)’ en “La Palabra manifestada en carne”
127. Los seres humanos son unos miserables inútiles, porque no se valoran a sí mismos. Si ni siquiera se aman a sí mismos, sino que se pisotean a sí mismos, ¿no muestra esto que son inútiles? La humanidad es como una mujer inmoral que se engaña a sí misma y se entrega voluntariamente a otros para ser ultrajada. Aun así, las personas siguen sin reconocer lo inferiores que son. Hallan placer en trabajar para otros o en hablar con otros, poniéndose bajo el control de los demás; ¿no es esta precisamente la inmundicia de la humanidad? Aunque Yo no he experimentado una vida entre la humanidad y no he experimentado realmente la vida humana, he obtenido un entendimiento muy claro de cada movimiento, cada acción, cada palabra y cada acción de los seres humanos. Soy incluso capaz de exponerlos a su vergüenza más profunda, al punto de que ya no se atrevan a mostrar sus propios artilugios ni a dar paso a su lujuria. Como hacen los caracoles, se esconden en su caparazón y ya no se atreven a mostrar su horrible estado. Como los seres humanos no se conocen a sí mismos, su mayor defecto es que están dispuestos a exhibir sus encantos delante de los demás, mostrando su horrible rostro; esto es algo que Dios detesta al máximo. Esto se debe a que las relaciones entre las personas son anormales y hay una carencia de relaciones interpersonales normales entre las personas, y, más aún, de relaciones normales entre ellas y Dios.
Extracto de ‘Capítulo 14’ de Interpretaciones de los misterios de las palabras de Dios al universo entero en “La Palabra manifestada en carne”
128. Mientras las personas no hayan experimentado la obra de Dios y hayan obtenido la verdad, la naturaleza de Satanás es la que toma las riendas y las domina desde el interior. ¿Qué cosas específicas conlleva esa naturaleza? Por ejemplo, ¿por qué eres egoísta? ¿Por qué proteges tu propia posición? ¿Por qué tienes emociones tan fuertes? ¿Por qué te gustan esas cosas injustas? ¿Por qué te gustan esas maldades? ¿Cuál es la base para que te gusten estas cosas? ¿De dónde proceden? ¿Por qué las aceptas de tan buen grado? Para este momento, todos habéis llegado a comprender que esto se debe, principalmente, al veneno de Satanás que hay dentro de vosotros. En cuanto a qué es el veneno de Satanás, se puede expresar por completo con palabras. Por ejemplo, si les preguntas a algunos malvados por qué cometieron el mal, te responderán: “Cada hombre por sí mismo y sálvese quien pueda”. Esta sola frase expresa la raíz del problema. La lógica de Satanás se ha convertido en la vida de las personas. Puede que hagan las cosas con un propósito u otro, pero solo lo hacen para sí mismas. Todos piensan que ya que el plan es cada hombre por sí mismo y sálvese quien pueda, deben vivir para ellos mismos, hacer todo lo que esté en su mano para asegurarse una buena posición y la comida y ropa de calidad. “Cada hombre por sí mismo y sálvese quien pueda”: esta es la vida y la filosofía del hombre y también representa la naturaleza humana. Estas palabras de Satanás son precisamente el veneno de Satanás, y cuando la gente lo internaliza, se convierte en su naturaleza. La naturaleza de Satanás queda expuesta a través de estas palabras; lo representan por completo. Este veneno se convierte en la vida de las personas y en el fundamento de su existencia, y la humanidad corrompida ha sido sistemáticamente dominada por este veneno durante miles de años. Todo lo que Satanás hace es para sí mismo. Quiere superar a Dios, liberarse de Él, ejercer el poder y poseer todas las creaciones de Dios. Por lo tanto, la naturaleza del hombre es la de Satanás. En realidad, los lemas de muchas personas pueden representar y reflejar su naturaleza. Independientemente de cómo traten de disfrazarse, en todo lo que hacen y dicen no pueden esconder quién son. Hay algunas personas que nunca dicen la verdad y a las que se les da muy bien fingir; sin embargo, una vez que los demás hayan interactuado con ellas durante un tiempo, su naturaleza engañosa y su total deshonestidad quedan al descubierto. Al final, otros llegan a la siguiente conclusión: esa persona nunca dice una palabra de verdad y es deshonesta. Esta declaración representa la naturaleza de esa persona; es la mejor muestra y prueba de su esencia-naturaleza. Su filosofía de vida consiste en no decirle la verdad a nadie y, también, en no confiar en nadie. ¡La naturaleza satánica del hombre contiene una gran cantidad de esta filosofía! En ocasiones, tú mismo no eres consciente de ello y no lo entiendes, pero vives basándote en ello cada momento de tu vida. Además, piensas que esta filosofía es muy correcta y razonable y que no está equivocada en absoluto. Esto es suficiente para ilustrar que la filosofía de Satanás se ha convertido en la naturaleza de las personas, y que las personas viven completamente de acuerdo con esa filosofía, y no se rebelan contra ella en lo más mínimo. Por tanto, el hombre constantemente está revelando su naturaleza satánica y, en todos los aspectos, sigue rigiéndose por la filosofía de Satanás. La naturaleza de Satanás es la vida de la humanidad.
Extracto de ‘Cómo caminar por la senda de Pedro’ en “Registros de las pláticas de Cristo”
129. La naturaleza del hombre es muy diferente a Mi esencia; esto se debe a que la naturaleza corrupta del hombre tiene su origen completamente en Satanás, a que la naturaleza del hombre ha sido procesada y corrompida por Satanás. Es decir, el hombre vive bajo la influencia de la maldad y fealdad de este. El hombre no crece en un mundo de la verdad o en un ambiente santo y, mucho menos, vive en la luz. Por lo tanto, no es posible que alguien posea la verdad en su naturaleza desde el momento de su nacimiento, y, mucho menos, se puede nacer con una esencia que tema y obedezca a Dios. Por el contrario, las personas son poseedoras de una naturaleza que se resiste a Dios, desobedece a Dios y no tiene amor por la verdad. Esta naturaleza es el problema del que quiero hablar: la traición.
Extracto de ‘Un problema muy serio: la traición (2)’ en “La Palabra manifestada en carne”
130. El comportamiento que no puede obedecerme de manera absoluta es traición. El comportamiento que no me puede ser leal es traición. Defraudarme y usar mentiras para engañarme es traición. El estar llenos de nociones y esparcirlas por todos lados es traición. No poder defender Mis testimonios e intereses es traición. Fingir una sonrisa cuando se está lejos de Mí en el corazón es traición. Todos estos son actos de traición de los que siempre habéis sido capaces y también son comunes entre vosotros. Puede que ninguno de vosotros piense que esto es un problema, pero eso no es lo que Yo pienso. No puedo tratar la traición hacia Mí como un asunto sin importancia, y, ciertamente, no lo puedo ignorar. Ahora que estoy obrando entre vosotros, os comportáis de esta forma. Si llega el día en el que no haya nadie para cuidaros, ¿no seréis como bandidos que se proclaman reyes? Cuando eso suceda y causéis una catástrofe, ¿quién arreglará el desorden que habéis hecho? Pensáis que algunos actos de traición sólo son incidentes esporádicos, no vuestro comportamiento persistente, y que no ameritan ser abordados de una manera tan severa, de una forma que hiera vuestro orgullo. Si realmente creéis eso, carecéis de sensatez. Pensar así es una muestra y un arquetipo de rebeldía. La naturaleza del hombre es su vida, es un principio del que depende para sobrevivir y es incapaz de cambiarlo. La naturaleza de la traición es la misma: si puedes hacer algo para traicionar a un pariente o amigo, esto prueba que es parte de tu vida y la naturaleza con la que naciste. Esto es algo que nadie puede negar.
Extracto de ‘Un problema muy serio: la traición (1)’ en “La Palabra manifestada en carne”
131. Cualquiera puede usar sus propias palabras y acciones para que representen su verdadero rostro. Este verdadero rostro es, por supuesto, su naturaleza. Si tú eres alguien que habla con muchos rodeos, entonces tienes una naturaleza tortuosa. Si tu naturaleza es astuta, entonces actúas de una forma muy taimada y es fácil para ti engañar a las personas. Si tu naturaleza es siniestra, tus palabras podrían ser agradables al oído, pero tus acciones no pueden ocultar tus trucos siniestros. Si tu naturaleza es floja, entonces todo lo que dices busca eludir la responsabilidad por tu superficialidad y flojera y tus acciones serán lentas y superficiales y muy buenas para esconder la verdad. Si tu naturaleza es empática, entonces tus palabras serán razonables y tus acciones también estarán de acuerdo con la verdad. Si tu naturaleza es leal, entonces tus palabras ciertamente son sinceras y la manera en la que actúas es con los pies en la tierra, sin nada que pueda inquietar a tu maestro. Si tu naturaleza es lujuriosa o codiciosa hacia el dinero, entonces tu corazón a menudo estará lleno de estas cosas y, sin darte cuenta, cometerás actos desviados e inmorales que a las personas les será difícil olvidar y que les repugnarán. Tal como lo he dicho, si tienes una naturaleza de traición entonces difícilmente puedes escapar de ella. No os confiéis de que no tenéis una naturaleza de traición solo porque no habéis hecho daño a nadie. Si eso es lo que piensas, entonces eres realmente repugnante. Todas Mis palabras, cada vez que hablo, están dirigidas a todas las personas, no sólo a una persona o a un tipo de persona. Solo porque no me has traicionado en una cosa no prueba que no me puedas traicionar en otra. Al buscar la verdad, algunas personas pierden la confianza durante los reveses en su matrimonio. Algunas personas abandonan su obligación de serme leales durante una ruptura familiar. Algunas personas me abandonan en aras de buscar un momento de alegría y emoción. Algunas personas preferirían caer en un barranco oscuro que vivir en la luz y obtener el deleite de la obra del Espíritu Santo. Algunas personas ignoran el consejo de sus amigos en aras de satisfacer su deseo de riqueza e incluso ahora no pueden reconocer su error ni cambiar su rumbo. Algunas personas sólo viven temporalmente bajo Mi nombre con el fin de recibir Mi protección, mientras que, otras, solo se dedican en parte a Mí bajo presión, porque se aferran a la vida y temen a la muerte. ¿No son estas y otras acciones inmorales —y, además, indignas— solo comportamientos con los cuales las personas por mucho tiempo me han traicionado desde lo profundo de su corazón? Por supuesto, sé que las personas no planean con antelación traicionarme, pero su traición es una revelación natural de su naturaleza. Nadie quiere traicionarme y nadie está feliz por haber hecho algo para traicionarme. Por el contrario, tiemblan de miedo, ¿no es verdad? Así pues, ¿estáis pensando cómo redimir estas traiciones y cómo cambiar la situación actual?
Extracto de ‘Un problema muy serio: la traición (1)’ en “La Palabra manifestada en carne”
132. Vosotros fuisteis separados del lodo y, pase lo que pase, erais de esa materia que fue seleccionada de entre la escoria, lo inmundo y lo odiado por Dios. Pertenecíais a Satanás y, alguna vez, este os pisoteó y os contaminó. Por esta razón se dice que fuisteis separados del lodo y, lejos de ser santos, sois cosas no humanas que han sido objeto de las artimañas de Satanás desde hace tiempo. Esta es la valoración más apropiada de vosotros. Debéis saber que, originalmente, erais impurezas encontradas en el agua estancada y el lodo, y no capturas deseables como el pescado y los camarones, porque ningún disfrute puede derivarse de vosotros. Para decirlo sin rodeos, vosotros sois las bestias más corruptas de una sociedad baja, peores que cerdos y perros. Hablando con franqueza, dirigirme a vosotros en tales términos no es excesivo ni una hipérbole, sino que simplifica el asunto. Podría decirse que dirigirme a vosotros en tales términos es, incluso, una forma de ofreceros respeto. Vuestra perspectiva, vuestro discurso, vuestra conducta como hombres y todos los aspectos de vuestra vida —incluido vuestro estado en el lodo— son suficientes para demostrar que vuestra identidad está “fuera de lo ordinario”.
de ‘La identidad inherente al hombre y su valor: ¿cómo son realmente?’ en “La Palabra manifestada en carne”
133. La humanidad no es más que Mi enemigo. La humanidad es el maligno que me confronta y me desobedece. La humanidad no es sino la descendencia del maligno al que maldije. La humanidad no es otra cosa que el descendiente del arcángel que me traicionó. La humanidad no es otra cosa que la herencia del diablo al que repudié hace mucho tiempo, quien desde entonces ha sido Mi enemigo irreconciliable. Sobre la raza humana, el cielo es tenebroso y sombrío, sin un atisbo de claridad, y el mundo de los humanos está sumergido en una oscuridad total, de modo que cualquiera que vive en él no puede ni siquiera ver su mano extendida frente a su rostro, ni el sol al levantar la cabeza. El sendero debajo de sus pies, enlodado y lleno de baches, serpentea tortuosamente. Toda la tierra está cubierta de cadáveres. En los oscuros rincones reposan los restos de los fallecidos, y multitudes de demonios residen en los rincones fríos y sombríos. Y en el mundo de los hombres, los demonios van y vienen en hordas por doquier. Las progenies de todo tipo de bestias, cubiertas de inmundicia, se enfrentan en una batalla campal, cuyo sonido llena de espanto el corazón. En estos tiempos, en este mundo, en este “paraíso terrenal”, ¿dónde se buscan las dichas de la vida? ¿A dónde debe ir uno para hallar el destino de la propia vida? La humanidad, aplastado bajo los pies de Satanás desde hace mucho tiempo, desde el principio ha sido un actor que asume la imagen de Satanás; más aún, es la personificación de Satanás, y sirve como prueba que da testimonio de Satanás, de forma clara y rotunda. ¿Cómo puede una raza humana así, un montón de escoria depravada como esa, estos descendientes de esta familia humana corrupta, dar testimonio de Dios? ¿De dónde viene Mi gloria? ¿Dónde se puede comenzar a hablar de Mi testimonio? Porque el enemigo que, habiendo corrompido a la humanidad, me confronta, ha tomado a la humanidad —la humanidad que Yo creé hace mucho tiempo, la que estaba llena de Mi gloria y Mi vivir— y la ha manchado. Ha arrebatado Mi gloria, y todo lo que ha inyectado al hombre ha sido veneno, lo ha mezclado con la fealdad de Satanás, y el jugo del fruto del árbol del conocimiento del bien y el mal.
Extracto de ‘Lo que significa ser una persona verdadera’ en “La Palabra manifestada en carne”
134. Vuestros muchos años de conducta ante Mí me han dado una respuesta sin precedentes, y la pregunta a esta respuesta es: “¿Cuál es la actitud del hombre ante la verdad y el Dios verdadero?”. El esfuerzo que he dedicado al hombre prueba Mi esencia de amar al hombre y cada una de las acciones y hechos del hombre ante Mí prueban su esencia de aborrecer la verdad y oponerse a Mí. En todo momento me preocupo por todos los que me siguen; sin embargo, los que me siguen en ningún momento son capaces de recibir Mis palabras; son completamente incapaces de aceptar siquiera Mis sugerencias. Esto es lo que más me entristece de todo. Nadie ha sido capaz de entenderme y, más aún, ninguno ha sido capaz de aceptarme, aunque Mi actitud es sincera y Mis palabras son amables. Todos intentan hacer el trabajo que les he encomendado de acuerdo con sus propias ideas; no buscan Mis intenciones y mucho menos preguntan por Mis exigencias. Siguen afirmando que me sirven con lealtad al tiempo que se rebelan contra Mí. Muchos creen que las verdades que les son inaceptables o que no pueden practicar no son verdades. Para tales personas, Mis verdades se vuelven algo que debe ser negado y desechado. Al mismo tiempo, me reconocen como Dios de palabra, pero también me consideran un extraño que no es la verdad, el camino o la vida. Nadie conoce esta verdad: Mis palabras son la verdad que jamás cambia. Soy el suministro de vida para el hombre y la única guía para la raza humana. El valor y el significado de Mis palabras no se determinan basándose en si son reconocidas o aceptadas por el hombre, sino en la esencia de las palabras mismas. Incluso aunque ni una sola persona en esta tierra pudiera recibir Mis palabras, el valor de Mis palabras y su ayuda para el hombre son inestimables para cualquier persona. Por lo tanto, cuando me enfrento con las muchas personas que se rebelan en contra de Mis palabras, las refutan o las desdeñan por completo, Mi posición es simplemente esta: dejar que el tiempo y los hechos sean Mis testigos y muestren que Mis palabras son la verdad, el camino y la vida. Dejar que muestren que todo lo que he dicho es correcto y que eso es de lo que el hombre debe estar provisto y, además, que eso es lo que el hombre debe aceptar. Voy a dejar que todos los que me siguen conozcan este hecho: los que no pueden aceptar completamente Mis palabras, los que no pueden practicar Mis palabras, los que no pueden encontrar un propósito en Mis palabras y los que no pueden recibir la salvación por causa de Mis palabras, son los que han sido condenados por Mis palabras y, además, han perdido Mi salvación y Mi vara nunca se apartará de ellos.
Extracto de ‘Deberíais considerar vuestros hechos’ en “La Palabra manifestada en carne”
Notas al pie:
a. Regresar a la orilla: un dicho chino, que significa “regresar de los malos caminos por los que se ha caminado”.
b. El texto original no contiene la frase “De este modo”.
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