Las dos maneras en las que regresa el Señor Jesús

Las profecías bíblicas sobre el regreso del Señor no solo hacen referencia a Su venida de manera pública sobre las nubes, sino también a Su llegada en secreto, como un ladrón. ¿Cómo se cumplirán entonces estas dos profecías? Si únicamente esperamos que el Señor venga sobre las nubes, pero ignoramos las profecías de Su venida como un ladrón, ¿seremos capaces de recibir la llegada del Señor?

Versículos bíblicos como referencia:

“Vosotros también estad preparados, porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no esperéis” (Lucas 12:40).

“He aquí, vengo como ladrón” (Apocalipsis 16:15).

“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo” (Apocalipsis 3:20).

“Pero a medianoche se oyó un clamor: ‘¡Aquí está el novio! Salid a recibirlo’” (Mateo 25:6).

“Porque como el relámpago al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro extremo del cielo, así será el Hijo del Hombre en su día. Pero primero es necesario que Él padezca mucho y sea rechazado por esta generación” (Lucas 17:24–25).

“He aquí, viene con las nubes y todo ojo le verá, aun los que le traspasaron; y todas las tribus de la tierra harán lamentación por Él; sí. Amén” (Apocalipsis 1:7).

“Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del Hombre; y entonces todas las tribus de la tierra harán duelo, y verán al Hijo del Hombre que viene sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria” (Mateo 24:30).

Las palabras relevantes de Dios

Durante varios milenios, el hombre ha anhelado poder presenciar la llegada del Salvador. El hombre ha anhelado contemplar a Jesús el Salvador montado en una nube blanca mientras desciende, en persona, entre aquellos que lo han añorado y anhelado durante miles de años. El hombre ha deseado también que el Salvador regrese y se reúna con ellos; es decir, deseó que Jesús el Salvador, que ha estado separado de la gente miles de años, regrese y lleve a cabo una vez más la obra de redención que Él hizo entre los judíos, que sea compasivo y amoroso con los hombres, que perdone sus pecados y cargue con ellos e incluso que cargue con todas las transgresiones del hombre y lo libre del pecado. Lo que el hombre anhela es que Jesús el Salvador sea el mismo que antes, un Salvador que sea adorable, amable y venerable, que nunca esté airado con el hombre ni le haga reproches, sino que perdone y soporte todos los pecados del hombre y que incluso, como antes, muera en la cruz una vez más por el hombre. Desde que Jesús se marchó, los discípulos que lo siguieron, además de todos los santos que fueron salvos en Su nombre, lo han estado añorando y esperando desesperadamente. Todos aquellos que fueron salvos por la gracia de Jesucristo durante la Era de la Gracia han estado anhelando ese día exultante en el último día, cuando Jesús el Salvador descienda sobre una nube blanca para aparecerse ante todas las personas. Por supuesto, este también es el deseo colectivo de todos aquellos que aceptan el nombre de Jesús el Salvador en el presente. Todo aquel en el universo que sabe de la salvación de Jesús el Salvador ha estado anhelando desesperadamente que Jesucristo llegue repentinamente para cumplir lo que dijo cuando estuvo en la tierra: “Llegaré tal como me fui”. El hombre cree que, después de la crucifixión y la resurrección, Jesús volvió al cielo sobre una nube blanca para ocupar Su lugar a la diestra del Altísimo. De forma parecida, Jesús descenderá de nuevo sobre una nube blanca (esta nube se refiere a la nube sobre la que Jesús cabalgó cuando regresó al cielo) entre aquellos que lo han anhelado desesperadamente durante miles de años, y Él tendrá la imagen y vestimenta de los judíos. Después de aparecerse al hombre, Él le concederá comida y hará que el agua viva brote para él y vivirá en medio de él, lleno de gracia y lleno de amor, vívido y real. Todas esas nociones son lo que cree la gente. Sin embargo, Jesús el Salvador no hizo esto; hizo lo contrario de lo que el hombre concibió. No llegó entre los que habían anhelado Su regreso ni se les apareció a todos los pueblos mientras cabalgaba sobre la nube blanca. Él ya ha llegado, pero el hombre no lo conoce y sigue siendo ignorante de Él. El hombre solamente está esperándolo sin propósito, sin darse cuenta de que Él ya ha descendido sobre una “nube blanca” (la nube que es Su Espíritu, Sus palabras, todo Su carácter y todo lo que Él es) y está ahora entre un grupo de vencedores que Él formará durante los últimos días. El hombre no sabe esto: a pesar de todo el afecto y amor que el santo Salvador Jesús tiene hacia el hombre, ¿cómo puede obrar en esos “templos” habitados por la inmundicia y los espíritus inmundos? Aunque el hombre ha estado esperando Su llegada, ¿cómo podría Él aparecer a aquellos que comen la carne de los injustos, que beben la sangre de los injustos y visten las ropas de los injustos, que creen en Él, pero que no lo conocen y que constantemente lo chantajean? El hombre solo sabe que Jesús el Salvador está lleno de amor y rebosante de compasión y que Él es la ofrenda por el pecado, llena de redención. Sin embargo, el hombre no tiene idea de que Él es Dios mismo, que rebosa de justicia, majestad, ira y juicio, que está dotado de autoridad y lleno de dignidad. Por tanto, aunque el hombre ansiosamente anhela y ansía el regreso del Redentor, y hasta sus oraciones conmueven al cielo, Jesús el Salvador no se aparece a quienes creen en Él, pero no lo conocen.

Extracto de “El Salvador ya ha regresado sobre una ‘nube blanca’”

Después de la Era de la Gracia, la era final ha llegado y Jesús ya ha venido. ¿Cómo se le podría llamar aún Jesús? ¿Cómo podría adoptar aún la forma de Jesús entre los hombres? ¿Has olvidado que Jesús fue sólo la imagen de un nazareno? ¿Has olvidado que Jesús fue sólo el Redentor de la humanidad? ¿Cómo podría Él asumir la obra de conquistar y perfeccionar al hombre en los últimos días? Jesús se marchó en una nube blanca, esto es una realidad, pero ¿cómo podría volver entre los hombres en una nube blanca y seguir llamándose Jesús? Si realmente llegara en una nube, ¿cómo no iba a reconocerlo el hombre? ¿No lo reconocerían las personas de todo el mundo? En ese caso, ¿no sería Dios únicamente Jesús? En ese caso, la imagen de Dios sería la apariencia de un judío, y sería la misma eternamente. Jesús dijo que Él llegaría tal como se fue, pero ¿conoces el verdadero significado de Sus palabras? ¿Pudo realmente habérselo dicho a este grupo que formáis? Sólo sabes que Él llegará tal como se fue en una nube, pero ¿sabes exactamente cómo hace Su obra Dios mismo? Si de verdad fueras capaz de ver, entonces ¿cómo deben explicarse las palabras de Jesús? Él dijo: Cuando el Hijo del hombre venga en los últimos días, Él mismo no sabrá, los ángeles no sabrán, los mensajeros en el cielo no sabrán, y las personas no sabrán. Sólo el Padre sabrá, esto es, sólo el Espíritu sabrá. Ni siquiera el propio Hijo del hombre sabe, ¿y tú eres capaz de ver y saber? Si tú fueras capaz de saberlo y verlo con tus propios ojos, ¿acaso estas palabras no se habrán dicho en vano? ¿Y qué dijo Jesús en ese momento? “Pero de aquel día y hora nadie sabe, ni siquiera los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino solo el Padre. Porque como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. […] Por eso, también vosotros estad preparados, porque a la hora que no pensáis vendrá el Hijo del Hombre”. Cuando llegue ese día, el Hijo del hombre no lo sabrá. El Hijo del hombre se refiere a la carne encarnada de Dios, una persona normal y corriente. Ni siquiera el propio Hijo del hombre lo sabe; así pues, ¿cómo podrías saberlo tú? Jesús dijo que llegaría tal como partió. Ni siquiera Él sabe cuándo llegará, ¿cómo podría informarte entonces de antemano? ¿Eres capaz de ver Su llegada? ¿No es eso una broma?

Extracto de “La visión de la obra de Dios (3)”

Dios ha encarnado en China continental, o, en palabras de los compatriotas de Hong Kong y Taiwán, en el “interior”. Cuando Dios descendió del cielo a la tierra, nadie ni en el cielo ni en la tierra fue consciente de esto, pues este es el verdadero significado de que Dios regrese de un modo oculto. Él ha estado obrando y viviendo en la carne durante mucho tiempo; sin embargo, nadie ha sido consciente de ello. Incluso hasta el día de hoy, nadie lo reconoce. Tal vez esto seguirá siendo un enigma eterno. Esta vez, la venida de Dios en la carne es algo de lo que ningún ser humano puede ser consciente. Independientemente de qué tan grande y poderoso sea el impacto de la obra del Espíritu, Dios siempre permanece impasible, sin revelarse jamás. Se puede decir que es como si esta etapa de Su obra estuviera ocurriendo en el ámbito celestial. Aunque sea algo evidente para todos los que tengan ojos para ver, nadie lo reconoce. Cuando Dios concluya esta etapa de Su obra, la humanidad entera romperá con su actitud habitual[1] y despertará de su largo sueño. Recuerdo que Dios dijo en una ocasión: “Venir en la carne esta vez es como caer en la guarida del tigre”. Lo que esto significa es que, como en esta ronda de la obra de Dios Él viene en la carne y, además, nace en la morada del gran dragón rojo, aún más que antes, se enfrenta a un peligro extremo al venir a la tierra en esta época. Se enfrenta con cuchillos, pistolas, porras y garrotes; se enfrenta a la tentación; se enfrenta a multitudes que tienen rostros con intenciones asesinas. Se arriesga a que lo maten en cualquier momento. Dios vino y trajo ira consigo. Sin embargo, vino para llevar a cabo la obra de perfección; es decir, vino con el fin de llevar a cabo la segunda parte de Su obra, que continúa después de la obra de redención. Por el bien de esta etapa de Su obra, Dios ha dedicado todos sus pensamientos y cuidados, y está usando todos los medios imaginables para evitar los ataques de la tentación, ocultándose con humildad y sin alardear jamás de Su identidad. Al rescatar al hombre de la cruz, Jesús solo estaba cumpliendo la obra de redención; no estaba realizando la obra de perfección. Así, solo se estaba llevando a cabo la mitad de la obra de Dios, y acabar la obra redentora solo fue la mitad de la totalidad de Su plan. Cuando la nueva era estaba a punto de empezar y la antigua comenzaba a desvanecerse, Dios Padre empezó a reflexionar sobre la segunda parte de Su obra y a hacer preparativos para ella. Esta encarnación en los últimos días no fue claramente profetizada en el pasado y, por tanto, sentó las bases para el creciente secretismo que rodeó esta vez la venida de Dios en la carne. Al amanecer, sin que las multitudes lo supieran, Dios vino a la tierra e inició Su vida en la carne. Las personas no fueron conscientes de la llegada de este momento. Quizás todas estaban dormidas; tal vez muchos de los que estaban despiertos y vigilantes esperaban, y es posible que muchos estuvieran orando en silencio a Dios en el cielo. Sin embargo, entre todas estas personas, ni una sola supo que Dios ya había llegado a la tierra. Dios obró así para llevar a cabo Su obra sin contratiempos y para lograr mejores resultados, y, también, para prevenir todavía más tentaciones. Cuando se rompa el sueño primaveral del hombre, la obra de Dios llevará ya mucho tiempo acabada y Él se marchará, poniendo fin a Su vida de vagar por la tierra y residir en ella. Ya que la obra de Dios requiere que Él actúe y hable en Su propia persona, y porque el hombre no tiene forma de intervenir, Dios ha soportado un sufrimiento extremo para venir a la tierra a hacer Él mismo la obra. El ser humano es incapaz de sustituir a Dios en Su obra. Por esta razón, Dios enfrentó peligros varios miles de veces mayores que los de la Era de la Gracia, para bajar a la tierra donde mora el gran dragón rojo con el fin de llevar a cabo Su propia obra, poniendo todo Su pensamiento y cuidado, para redimir a este grupo de gente empobrecida, este grupo de personas envueltas en una montaña de estiércol. Aunque nadie sabe de la existencia de Dios, a Él no le preocupa, porque esto beneficia enormemente Su obra. Ya que todos son crueles y malvados en extremo, ¿cómo habrían de tolerar Su existencia? Esa es la razón por la que Dios siempre viene a la tierra en silencio. No importa que el hombre se haya hundido en los peores excesos de la crueldad, Dios no se lo toma a pecho, sino que solo sigue haciendo la obra que necesita llevar a cabo para cumplir la más importante comisión que el Padre celestial le ha confiado.

Extracto de “La obra y la entrada (4)”

Dios hecho carne únicamente se manifiesta a una parte de las personas que lo siguen durante este período en el que Él lleva a cabo Su obra personalmente y no a todas las criaturas. Se volvió carne sólo para completar una fase de Su obra y no con el fin de mostrar Su imagen al hombre. Sin embargo, Su obra debe llevarla a cabo Él mismo, por lo tanto es necesario que lo haga en la carne. Cuando esta obra concluya, partirá del mundo humano; no puede permanecer a largo plazo entre la humanidad para no interferir en la obra futura. Lo que le manifiesta a la multitud es únicamente Su justo carácter y todas Sus acciones, y no la imagen de cuando Él se hizo carne dos veces, pues la imagen de Dios únicamente se puede mostrar por Su carácter y no se puede reemplazar con Su imagen hecha carne. La imagen de Su carne únicamente se muestra a una cantidad limitada de personas, únicamente a quienes lo siguen según obra en la carne. Por esta razón, la obra actual se realiza en secreto. De la misma manera, Jesús se mostró únicamente a los judíos cuando hizo Su obra y no se mostró públicamente a ninguna otra nación. Por lo tanto, una vez hubo completado Su obra, rápidamente partió del mundo humano y no se quedó; más adelante no fue Él, esta imagen humana, quien se mostró a las personas, sino el Espíritu Santo quien llevó a cabo la obra directamente. Una vez que la obra de Dios hecho carne se finaliza por completo, partirá del mundo mortal y nunca más volverá a hacer ninguna obra similar a como lo hizo cuando estaba en la carne. Después de esto, la obra la hace toda directamente el Espíritu Santo. Durante este período, el hombre apenas puede ver la imagen de Su cuerpo carnal; Él no se muestra en absoluto al hombre, sino que permanece oculto para siempre. El tiempo de la obra de Dios hecho carne es limitado. Se lleva a cabo en una era, un período, una nación específicos y entre personas concretas. Esta obra representa únicamente la obra del período de la encarnación de Dios y es particular a esa era; representa la obra del Espíritu de Dios en una era específica y no la totalidad de Su obra. Por lo tanto, la imagen de Dios hecho carne no se mostrará a todos los pueblos. Lo que se muestra a la multitud es la justicia de Dios y Su carácter en su totalidad, en vez de Su imagen de las dos veces que se hizo carne. No se muestra a las personas una imagen única ni las dos imágenes combinadas. Por lo tanto, es imperativo que la carne encarnada de Dios parta de la tierra tras completar la obra que necesita hacer, pues viene únicamente a hacer el trabajo que ha de hacer y no a mostrar Su imagen a las personas. Aunque Dios ya cumplió la relevancia de la encarnación al convertirse en carne dos veces, todavía no se manifestará abiertamente a ninguna nación que no lo haya visto antes. Jesús nunca más se mostrará a los judíos como el Sol de la justicia ni subirá al monte de los Olivos para aparecer ante todos los pueblos; todo lo que los judíos vieron fue la imagen de Jesús durante Su tiempo en Judea. Esto es porque la obra de Jesús en Su encarnación finalizó hace dos mil años; no regresará a Judea con la imagen de un judío, y menos aún se mostrará Él con esa imagen a ninguna de las naciones gentiles, ya que la imagen de Jesús hecho carne es apenas la imagen de un judío y no la del Hijo del hombre que vio Juan. Aunque Jesús les prometió a Sus seguidores que regresaría, no se mostrará simplemente con la imagen de un judío a todos los que están en naciones gentiles. Habéis de saber que la obra de Dios hecho carne consiste en inaugurar una era. Esta obra está limitada a unos pocos años y Él no puede completar toda la obra del Espíritu de Dios. De igual manera, la imagen de Jesús como judío puede representar únicamente la imagen de Dios según obró en Judea y únicamente pudo hacer la obra de la crucifixión. Durante el período en que Jesús estuvo en la carne, no pudo realizar la obra de finalizar la era o destruir a la humanidad. Por lo tanto, cuando hubo terminado la crucifixión y concluido Su obra, ascendió a lo más alto y para siempre se ocultó del hombre. Desde entonces, los creyentes fieles de las naciones gentiles no pudieron ver la manifestación del Señor Jesús, sino únicamente una imagen de Él que tenían en la pared. Esta imagen es apenas un dibujo del hombre y no la imagen que Dios mismo le mostró al hombre. Dios no se mostrará abiertamente a la multitud en la imagen de cuando se volvió carne dos veces. La obra que realiza entre los seres humanos es permitirles entender Su carácter. Todo esto se muestra al hombre mediante la obra de las diferentes eras; se consigue mediante el carácter que Él dio a conocer y la obra que Él realizó en vez de por la manifestación de Jesús. Es decir, la imagen de Dios se da a conocer al hombre no mediante la imagen encarnada, sino mediante la obra realizada por el Dios encarnado que tiene tanto imagen como forma y, a través de Su obra, Su imagen se muestra y Su carácter se da a conocer. Esta es la relevancia de la obra que Él desea realizar en la carne. Una vez finalice la obra de las dos encarnaciones de Dios, empezará a mostrar Su justo carácter por todas las naciones gentiles y le permitirá a la multitud ver Su imagen. Manifestará Su carácter y de esta manera dejará claro el final de las diferentes categorías de hombre, dando fin por completo a la era antigua. La razón por la que Su obra en carne no se extiende a un gran alcance (como Jesús únicamente obró en Judea y actualmente Yo obro únicamente entre vosotros) es que Su obra en carne tiene límites. Únicamente lleva a cabo una obra durante un período reducido en la imagen de carne normal y corriente; no usa esta encarnación para la obra de la eternidad o la de aparecer ante los pueblos de las naciones gentiles. La obra en la carne únicamente puede tener un alcance limitado (como trabajar únicamente en Judea o entre vosotros) y, entonces, mediante la obra realizada dentro de estos límites, su alcance se puede expandir posteriormente. Por supuesto, la obra de expansión la debe realizar directamente Su Espíritu y ya no será tarea de Su carne encarnada, pues la obra en la carne tiene limitaciones y no se extiende a todos los rincones del universo; esto es algo que no puede lograr. Mediante la obra en la carne, Su Espíritu lleva a cabo la obra que viene a continuación. Por lo tanto, la obra realizada en la carne es de una naturaleza inaugural que se lleva a cabo dentro de ciertos límites; después de esto, es Su Espíritu quien continúa con esta obra y además lo hace con un mayor alcance.

Extracto de “El misterio de la encarnación (2)”

Os digo, aquellos que creen en Dios por las señales son sin duda la categoría que será destruida. Los que son incapaces de recibir las palabras de Jesús, que ha vuelto a la carne, son sin duda la progenie del infierno, los descendientes del arcángel, la categoría que será sometida a la destrucción eterna. Muchas personas pueden no preocuparse por lo que digo, pero aun así quiero decirle a cada uno de estos llamados santos que siguen a Jesús que, cuando lo veáis descendiendo del cielo sobre una nube blanca con vuestros propios ojos, esta será la aparición pública del Sol de justicia. Quizás será un momento de gran entusiasmo para ti, pero deberías saber que el momento en el que veas a Jesús descender del cielo será también el momento en el que irás al infierno a ser castigado. Ese será el momento del final del plan de gestión de Dios, y será cuando Él recompense a los buenos y castigue a los malos. Porque Su juicio habrá terminado antes de que el hombre vea señales, cuando sólo exista la expresión de la verdad. Aquellos que acepten la verdad y no busquen señales, y por tanto hayan sido purificados, habrán regresado ante el trono de Dios y entrado en el abrazo del Creador. Sólo aquellos que persisten en la creencia de que “El Jesús que no cabalgue sobre una nube blanca es un falso Cristo” se verán sometidos al castigo eterno, porque sólo creen en el Jesús que exhibe señales, pero no reconocen al Jesús que proclama un juicio severo y manifiesta el camino verdadero de la vida. Y por tanto, sólo puede ser que Jesús trate con ellos cuando Él vuelva abiertamente sobre una nube blanca. Son demasiado tozudos, confían demasiado en sí mismos, son demasiado arrogantes. ¿Cómo puede recompensar Jesús a semejantes degenerados? El regreso de Jesús es una gran salvación para aquellos que son capaces de aceptar la verdad, pero para los que son incapaces de hacerlo es una señal de condenación.

Extracto de “En el momento que contemples el cuerpo espiritual de Jesús, Dios ya habrá vuelto a crear el cielo y la tierra”

Te recomiendo leer:  Profecias de la segunda venida de Cristo

Las escrituras tomadas de LA BIBLIA DE LAS AMERICAS® (LBLA) Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation usado con permiso. www.LBLA.com.

No hay comentarios:

Publicar un comentario