Reflexión cristiana | ¿Cómo poder obtener el camino de la vida eterna concedido por el Señor?

Al hablar del mayor deseo de los creyentes del Señor, muchos hermanos y hermanas responderían que es entrar en el reino celestial y obtener la vida eterna. Porque el Señor Jesús dijo: “pero el que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le daré se convertirá en él en una fuente de agua que brota para vida eterna” (Juan 4:14). Tras leer estas palabras del Señor Jesús, muchas personas piensan que Él es la fuente del agua de vida y tiene el camino de vida eterna, pues, ya lo han conseguido por la fe en Él, y mientras confiesan y se arrepienten de sus pecados según Sus enseñanzas, trabajan duro y pagan el precio por la predicación de Su evangelio, podrán ser arrebatados al reino de los cielos y lograr la vida eterna. Sin embargo, hay algunos hermanos y hermanas plantean su duda: “Aunque tenemos unas buenas acciones superficiales al creer en el Señor, innegablemente, todavía somos atados por el pecado frecuentemente, vivimos en un círculo de pecar durante el día y confesar por la noche, y como el Señor dijo claramente: ‘En verdad, en verdad os digo que todo el que comete pecado es esclavo del pecado; y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí permanece para siempre’ (Juan 8:34-35). A menudo pecamos, entonces somos esclavos del pecado, no somos cualificados para entrar en el reino de los cielos ni para obtener la vida eterna, así que ¿cómo se puede decir que hemos conseguido el camino de la vida eterna?”. En cuanto a esto, hay gente no puede evitar pensar en por qué no es capaz de ganar la vida eterna ya que ha obtenido el camino del arrepentimiento concedido por el Señor. ¿Cuál es la diferencia entre el camino del arrepentimiento y el de la vida eterna? ¿Cómo podemos conseguir el camino de la vida eterna dado por el Señor? ¡El programa de hoy les va a revelar respuestas! ¡Por favor, presten atención!




La palabra de Dios Todopoderoso dice:

El camino de la vida no es algo que cualquiera pueda tener ni tampoco todos lo pueden conseguir con facilidad. Esto se debe a que la vida sólo puede proceder de Dios, es decir, sólo Dios mismo posee la esencia de la vida; no hay camino de vida sin Dios mismo y por eso sólo Dios es la fuente de la vida y el manantial del agua viva de la vida que siempre fluye. Desde que Él creó el mundo, Dios ha hecho mucha obra que implica la vitalidad de la vida, ha hecho mucha obra que le da vida al hombre y ha pagado un gran precio para que el hombre pueda alcanzar la vida, porque Dios mismo es la vida eterna y Dios mismo es el camino por el cual el hombre resucita. Dios nunca está ausente del corazón del hombre y vive entre los hombres todo el tiempo. Ha sido la fuerza que impulsa la vida del hombre, el fundamento de la existencia del hombre, y un rico depósito para la existencia del hombre después del nacimiento. Él hace que el hombre vuelva a nacer y le permite vivir con constancia en cada función de su vida. Gracias a Su poder y Su fuerza de vida inextinguible, el hombre ha vivido generación tras generación, a través de las cuales el poder de la vida de Dios ha sido el pilar de la existencia del hombre, y por el cual Dios ha pagado un precio que ningún hombre ordinario ha pagado alguna vez. La fuerza de vida de Dios puede prevalecer sobre cualquier poder; además, excede cualquier poder. Su vida es eterna, Su poder extraordinario, y Su fuerza de vida ningún ser creado o fuerza enemiga la puede aplastar fácilmente. La fuerza de vida de Dios existe e irradia su reluciente resplandor, independientemente del tiempo o el lugar. El cielo y la tierra pueden sufrir grandes cambios, pero la vida de Dios para siempre es la misma. Todas las cosas pasan, pero la vida de Dios todavía permanece porque Dios es la fuente de la existencia de todas las cosas y la raíz de su existencia. La vida del hombre proviene de Dios, la existencia del cielo se debe a Dios, y la existencia de la tierra procede del poder de la vida de Dios. Ningún objeto que tenga vitalidad puede trascender la soberanía de Dios, y ninguna cosa que tenga vigor puede librarse del ámbito de la autoridad de Dios. De esta manera, independientemente de quiénes sean, todos se deben someter bajo el dominio de Dios, todos deben vivir bajo el mandato de Dios y nadie puede escapar de Su control.


De ‘Sólo el Cristo de los últimos días le puede dar al hombre el camino de la vida eterna’ en "La Palabra manifestada en carne"

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