Música cristiana 2020 | La humanidad ha dejado de ser la que quiere Dios
I
La humanidad se ha desarrollado por siglos hasta lo que es hoy.
Pero el hombre original que Dios creó
hace mucho tiempo degeneró.
La gente ya no cree que Dios exista,
ni quieren que venga, ni quieren que venga.
Sin ganas hacen lo que Él les pide,
sin compartir las penas y alegrías de la vida con Él.
Dado que consideran a Dios inescrutable,
pretenden sonreírle, colmándolo de falsas lisonjas,
por desconocer Su obra y voluntad.
La humanidad ya no es como quiere Dios.
No merece el nombre de “humanidad”.
Son más bien la escoria que Satanás secuestró,
cadáveres ambulantes donde habita Satanás.
II
Dios dirá francamente, cuando llegue el día,
que quienes lo alaben, que quienes lo alaben
sufrirán menos, menos que tú.
Tu fe es menor que la de Job y los fariseos;
por tanto, cuando llegue el día del fuego,
tu sufrimiento será más fuerte
que el de los fariseos y los enemigos de Moisés,
y que el de Sodoma cuando se destruyó.
La humanidad ya no es como quiere Dios.
No merece el nombre de “humanidad”.
Son más bien la escoria que Satanás secuestró,
cadáveres ambulantes donde habita Satanás.
La humanidad ya no es como quiere Dios.
No merece el nombre de “humanidad”.
Son más bien la escoria que Satanás secuestró,
cadáveres ambulantes donde habita Satanás.
De “Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos”
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Gestionar al hombre es Mi obra y lograr conquistarlo es, más aún, algo que ordené cuando creé el mundo. Es posible que la gente no sepa que Yo los conquistaré íntegramente en los últimos días, y que tampoco sepa que la prueba de que vencí a Satanás es la conquista de los rebeldes entre los humanos. Pero cuando Mi enemigo se trabó en batalla conmigo, Yo ya le había dicho que conquistaría a los que Satanás tenía en cautiverio, convertidos en sus hijos y sirvientes leales que cuidaban su morada. El significado original de conquistar es vencer, someter a humillación. Dicho en el lenguaje de los israelitas, significa vencer, destruir por completo, y volver al otro incapaz de seguir resistiéndose a Mí. Pero en nuestros días, como se usa entre vosotros, su significado es conquistar. Debéis saber que Mi intención es destruir completamente al maligno de la humanidad y hacerlo huir, para que no pueda rebelarse más contra Mí, ni mucho menos tener el aliento para interrumpir o perturbar Mi obra. Por lo tanto, en lo que concierne al hombre, ha venido a significar conquista. Independientemente de las connotaciones del término, Mi obra es vencer a la humanidad. Porque, aunque es cierto que la humanidad es un complemento de Mi gestión, el ser humano, para ser más preciso, no es más que Mi enemigo. El ser humano es el maligno que me confronta y me desobedece. El ser humano no es sino la descendencia del maligno al que maldije. El ser humano no es otra cosa que el descendiente del arcángel que me traicionó. El ser humano es la herencia del diablo al que repudié hace mucho tiempo, quien desde entonces ha sido Mi enemigo irreconciliable. Sobre la raza humana, el cielo desciende, tenebroso y sombrío, sin un atisbo de claridad, y el mundo de los humanos está sumergido en una oscuridad total, de modo que cualquiera que vive en él no puede ni siquiera ver su mano extendida frente a su rostro, ni el sol al levantar la cabeza. El sendero debajo de sus pies, enlodado y lleno de baches, serpentea tortuosamente. Toda la tierra está cubierta de cadáveres. En los oscuros rincones reposan los restos de los fallecidos, y multitudes de demonios residen en los rincones fríos y sombríos. Y en el mundo de los hombres, los demonios van y vienen en hordas por doquier. Las progenies de todo tipo de bestias, cubiertas de inmundicia, se enfrentan en una batalla campal, cuyo sonido llena de espanto el corazón. En estos tiempos, en este mundo, en este “paraíso terrenal”, ¿dónde se buscan las dichas de la vida? ¿A dónde se va para hallar el destino de nuestras vidas? El ser humano, aplastado bajo los pies de Satanás desde hace mucho tiempo, desde el principio ha sido un actor que asume la imagen de Satanás; más aún, la personificación de Satanás, sirviendo como la prueba que da testimonio de Satanás, de forma clara y rotunda. ¿Cómo puede esta raza humana, este montón de escoria depravada, estos descendientes de esta familia humana corrupta, dar testimonio de Dios? ¿De dónde viene Mi gloria? ¿Dónde se puede comenzar a hablar de Mi testimonio? Porque el enemigo que, habiendo corrompido al ser humano, me confronta, ha tomado a la humanidad –el ser humano que Yo creé hace mucho tiempo, el que estaba lleno de Mi gloria y Mi vivir– y lo ha manchado. Ha arrebatado Mi gloria, y todo lo que le ha inyectado ha sido veneno, lo ha mezclado con la fealdad de Satanás, y el jugo del fruto del árbol del conocimiento del bien y el mal. En el principio creé al género humano, es decir, al ancestro de la humanidad, Adán. Se le dotó de forma e imagen, rebosaba de vigor y de vitalidad y, además, estaba en compañía de Mi gloria. Ese fue el día glorioso en el cual creé al hombre. Después de eso, Eva fue creada del cuerpo de Adán, siendo ella también ancestro del hombre, y así, las personas que creé fueron llenadas de Mi aliento y desbordadas de Mi gloria. Adán nació originalmente de Mi mano y fue la representación de Mi imagen. Por consiguiente, el significado original de “Adán” era un ser creado por Mí, impregnado de Mi energía vital, saturado de Mi gloria, con forma e imagen, espíritu y aliento. Él fue el único ser creado poseedor de un espíritu, capaz de representarme, portar Mi imagen y recibir Mi aliento. En el principio, Eva fue el segundo ser humano dotado de aliento, cuya creación Yo había ordenado, así que el significado original de “Eva” era un ser creado que daría continuidad a Mi gloria, estaría llena de Mi vitalidad y además investida de Mi gloria. Eva provino de Adán, así que también portaba Mi imagen, ya que fue el segundo ser humano creado a Mi imagen. El significado original de “Eva” era un ser viviente, con espíritu, carne y huesos, Mi segundo testimonio, así como también Mi segunda imagen entre los seres humanos. Ellos fueron los ancestros de la humanidad, el tesoro puro y preciado del hombre, y desde el principio, fueron seres vivientes dotados de espíritu. Pero el maligno tomó las progenies de los ancestros del ser humano y las pisoteó, y las puso en cautiverio, hundiendo el mundo de los humanos en una oscuridad total, para que la descendencia de ellos ya no creyera en Mi existencia. Aún más abominable es el hecho de que, al tiempo que el maligno corrompe y pisotea a las personas, está arrebatándolos cruelmente Mi gloria, Mi testimonio, la vitalidad que les conferí, el aliento y la vida que soplé en ellas, toda Mi gloria en el mundo humano y todo Mi ser, que Yo he entregado a la humanidad. El hombre ya no está en la luz y ha perdido todo aquello con lo cual lo doté, desechando la gloria que le concedí. ¿Cómo pueden reconocer que Yo soy el Señor de todos los seres creados? ¿Cómo pueden seguir creyendo que Yo existo en el cielo? ¿Cómo pueden descubrir las manifestaciones de Mi gloria sobre la tierra? ¿Cómo pueden estos nietos y nietas considerar al Dios que sus propios ancestros veneraban como el Señor que los creó? Estos nietos y nietas patéticos le han “presentado” generosamente al maligno la gloria, la imagen, el testimonio que les conferí a Adán y Eva, así como la vida que les otorgué a los seres humanos y de la cual estos dependen para existir, y, sin importarle en lo más mínimo la presencia del maligno, le han dado a él toda Mi gloria. ¿No es este el origen del apelativo “escoria”? ¿Cómo pueden estos seres humanos, estos demonios malvados, estos cadáveres ambulantes, estas figuras de Satanás, estos enemigos míos, poseer Mi gloria? Yo recobraré Mi gloria, recuperaré Mi testimonio entre los hombres, y todo aquello que una vez me perteneció y que le entregué al hombre hace mucho tiempo. Yo conquistaré a la humanidad por completo. Sin embargo, debes saber que los humanos que Yo creé eran hombres santos que llevaban Mi imagen y Mi gloria. No le pertenecían a Satanás, ni estaban sometidos bajo sus pies, sino que eran puramente una manifestación de Mí, sin el más mínimo rastro del veneno de Satanás. Y así le hago saber a la humanidad que sólo quiero lo que he creado con Mi mano, los santos que Yo amo y que no le pertenecen a otra entidad. Además, me complaceré en ellos y los consideraré Mi gloria. Pero no quiero al ser humano que ha sido corrompido por Satanás, que actualmente le pertenece a él y que ya no es Mi creación original. Porque tengo la intención de recobrar Mi gloria en el mundo humano, conquistaré completamente a los sobrevivientes que queden entre los seres humanos, como prueba de Mi gloria al vencer a Satanás. Sólo tomo Mi testimonio como una cristalización de Mí mismo, como el objeto de Mi deleite. Esta es Mi voluntad.
De ‘Lo que significa ser una verdadera persona’ en "La Palabra manifestada en carne"
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