Yongxin, Ciudad de Yibin, Provincia de Sichuan
Nunca antes habíamos creído en Dios. En el 2005, levantados por Dios, mi esposo, mi suegro, mi tío y yo, todos aceptamos la obra de Dios de los últimos días. Al poco tiempo, la iglesia dispuso para mí el deber de custodiar los libros. Más adelante, nuestra casa sufrió un incendio y durante este fuego recibimos la protección milagrosa de Dios. ¡Dios en verdad es todopoderoso!
Un día de marzo de 2006, después del almuerzo, sobre la una de la tarde, estaba nevando fuertemente. Mi esposo, mi hija y yo estábamos dentro, calentándonos junto al fuego y pelando maíz cuando oímos de repente una voz que gritaba desde fuera: “¡Tu casa está en llamas! ¡Rápido, sal a apagar el fuego!”. Corrimos hacia afuera apresuradamente y vimos que el fuego ya había quemado el techo de la cocina y de la pocilga. Tres incrédulos nos ayudaron a combatir el fuego y gritaron: “¡Venid y ayudadnos a combatir el fuego!” Nuestros gritos se oyeron en dos aldeas vecinas e inmediatamente 30 o 40 personas vinieron a ayudarnos a combatir el fuego. En ese momento, oí a alguien decir: “¿No cree esta familia en Dios? ¿Cómo puede ocurrirles un incendio? Ahora que su casa se ha quemado, veremos si todavía creen en Dios”. En ese instante no me importaba lo que estaban diciendo. Vi que el fuego se estaba haciendo más violento. Un fuerte viento condujo las furiosas llamas directamente hacia la parte principal de nuestra casa. Sentí que mi corazón se llenaba de ansiedad porque en la casa estaban los libros de la iglesia y el grano de nuestra familia. En este momento de desesperación sólo pude clamar constantemente a Dios: “¡Oh Dios! Cuida y protege los libros de la iglesia y nuestro grano, no permitas que se quemen”. Después que oré, ocurrió un milagro. El viento cambió repentinamente de dirección; sólo entonces sentí mi corazón un poco menos ansioso, ya que sabía que todas las cosas dentro de nuestra casa estaban protegidas. Al oír a las personas que estaban combatiendo el fuego hablando de cuánto dinero valían las cosas que se habían quemado, de repente recordamos que había dos cerdos en la pocilga. Mi esposo corrió para salvarlos; tan pronto como entró, de golpe cayó un fragmento ardiente de escombros y bloqueó la puerta. Al ver esto el corazón me subió a la garganta y clamé desesperadamente a Dios en mi corazón, suplicándole que cuidara y protegiera a mi esposo. Todos los incrédulos se preocuparon de que mi esposo corría gran peligro. Sin embargo, a la vista de todos, mi esposo finalmente salió del fuego sano y salvo, empujando hacia fuera a dos cerdos de 50 kg cada uno. En este momento, mi corazón finalmente se calmó. El incendio continuó durante una hora o más, en total quemó la cocina y dos pocilgas, lo que resultó en una pérdida aproximada de más de cuatro mil yuanes.
Fue sólo después que llegamos a saber que el incendio había sido iniciado por un niño que jugaba con fuego. Entonces recordé las palabras de Dios: “En cada paso de la obra que Dios hace en las personas, externamente parece que se producen interacciones entre las personas, como nacidas de disposiciones humanas, o de la interferencia humana. Sin embargo, entre bambalinas, cada etapa de la obra, y todo lo que acontece, es una apuesta hecha por Satanás delante de Dios, y exige que las personas se mantengan firmes en su testimonio de Dios. Mira cuando Job fue probado, por ejemplo: detrás de la escena, Satanás estaba haciendo una apuesta con Dios, y lo que aconteció a Job fue obra de los hombres, y la interferencia de estos. Detrás de cada paso que Dios da en vosotros está la apuesta de Satanás con Él, detrás de todo ello hay una batalla […]. Cuando Él y Satanás luchan en el ámbito espiritual, ¿cómo deberías satisfacer a Dios? ¿Y cómo deberías mantenerte firme en tu testimonio de Él? Deberías saber que todo lo que te ocurre es una gran prueba y el momento en que Dios necesita que des testimonio […]. Si puedes obtener la admiración de tus hermanos y hermanas, tus familiares, y todos a tu alrededor; si un día llegan los incrédulos, y admiran todo lo que haces, y ven que todo lo que Dios hace es maravilloso, habrás dado testimonio” (‘Sólo amar a Dios es realmente creer en Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”). En las palabras de Dios entendí que hoy, cuando mi familia se enfrentó al incendio de nuestra casa, en apariencia había sido iniciado por un niño jugando con fuego, pero en el reino espiritual en realidad se trataba de Satanás y Dios librando una apuesta. Satanás quería usar esto para hacerme culpar, traicionar y negar a Dios. Cuando los incrédulos dijeron: “La casa de esta familia se está quemando, veamos si todavía creen en Dios”, esto era la tentación de Satanás que me enfrentaba. Si hubiera hecho caso a los incrédulos en culpar y juzgar a Dios, entonces hubiera perdido el testimonio. Una vez que entendí la voluntad de Dios, oré a Dios: “¡Oh Dios! Lo que enfrenté hoy fue Tu prueba para mí y también fue la tentación de Satanás. Dame fe y fortaleza y apártame de las quejas sobre este asunto para que yo pueda dar testimonio de Ti ante Satanás. Creo que todos los asuntos y cosas están en Tus manos. Mi destino está en Tus manos y obedeceré Tu soberanía y Tus arreglos”.
Esa noche nuestra familia se reunió como de costumbre para comer y beber las palabras de Dios y le pregunté a mi esposo: “Tu madera se ha quemado, ¿culpas a Dios?”. Él dijo: “¿De qué hay que quejarse? Cuando fui a la pocilga para liberar a los cerdos, todos estabais preocupados por mi vida y temerosos de que algo me pasara, pero en mi corazón yo no estaba asustado y, al final, salí sano y salvo. ¿Acaso no es esto la protección de Dios? Si no fuera por la protección de Dios, toda nuestra casa se habría quemado y, respecto a mi vida, es difícil de decir. Tenemos lo que tenemos hoy y debemos dar gracias a Dios por Su cuidado y protección, y darle gracias por Su amor por nosotros”. Desde luego, durante esta experiencia realmente vi a Dios cuidándonos y protegiéndonos. Después de que nuestra casa se quemó, de no ser porque Dios movilizó a varias docenas de personas para que vinieran y apagaran el fuego, y si nosotros hubiésemos confiado sólo en la fuerza de nuestra familia, no habría habido manera de apagar el fuego. Cuando el viento empujaba el fuego sobre la parte central de nuestra casa, de no ser porque Dios usó Su gran poder para cambiar la dirección del viento, entonces los libros de la iglesia, nuestro grano y nuestra casa se habrían quemado. Cuando mi esposo desafió las llamas para salvar a los cerdos, de no haber sido por la protección de Dios, muy probablemente mi esposo habría muerto quemado por la intensidad de un fuego tan grande, no habría simplemente salido sin un solo rasguño. Cuanto más compartíamos en comunión, más veíamos el gran poder y amor de Dios. No sólo no nos quejamos, sino que nuestros corazones se llenaron de gratitud infinita a Dios.
De esta experiencia vi con mis propios ojos la omnipotencia de Dios y Sus acciones milagrosas, y también sentí Su bondad y Su hermosura. Aunque después del incendio la situación de nuestra familia estaba ligeramente peor que antes, eso no cambió en absoluto mi corazón que sigue a Dios. Independientemente de lo que digan los demás, creo firmemente que no importa cómo Dios actúe, siempre lo hace para salvar a las personas y perfeccionarlas. Sé que, según mi propia estatura, era simplemente imposible que yo fuera testimonio para Dios. Durante esta prueba, fui capaz de ser testimonio y de humillar a Satanás, y todo ello es resultado de la obra de Dios. De ahora en adelante, leeré más de las palabras de Dios, me equiparé con más verdad y, durante toda clase de pruebas, seré testimonio de Dios con mi verdadera estatura. ¡Que toda gloria sea dada a Dios Todopoderoso!
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