La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo (III) Parte 4


La palabra de Dios Todopoderoso dice: "Viviendo en la carne, el Dios encarnado poseía una humanidad normal; poseía las emociones y el raciocinio de una persona normal. Sabía lo que era la felicidad, el dolor, y cuando vio a la humanidad en este tipo de vida, sintió en lo más profundo que simplemente dándoles a las personas algunas enseñanzas, proveyéndoles algo o instruyéndolas en algo no las sacaría del pecado. Tampoco las redimiría de este haciéndoles obedecer solamente los mandamientos; sólo cuando cargara con el pecado de la humanidad y se convirtiera en la semejanza de carne pecadora podría intercambiarlo por la libertad del hombre y por el perdón de Dios para este. Así, después de que el Señor Jesús experimentara y presenciara la vida de pecado de los hombres, un intenso deseo se manifestó en Su corazón: permitir que se libraran de su vida de lucha en el pecado. Este deseo hizo que sintiera cada vez más que debía ir a la cruz y cargar con los pecados de la humanidad lo antes posible, lo más rápido que pudiera. Estos fueron los pensamientos del Señor Jesús en ese momento, después de haber vivido con personas y haber visto, oído y sentido la desgracia de sus vidas en el pecado. Que el Dios encarnado pudiera tener esta clase de voluntad para el hombre, que pudiera expresar y revelar esta clase de carácter, ¿es algo que una persona normal pudiera poseer? ¿Qué vería una persona corriente en este tipo de entorno? ¿Qué pensaría? Si una persona normal afrontase todo esto, ¿consideraría los problemas desde una perspectiva elevada? ¡Definitivamente no! Aunque el aspecto del Dios encarnado sea exactamente igual al de un ser humano, Él aprende el conocimiento humano, habla el lenguaje humano y, en ocasiones, hasta expresa Sus ideas a través de los medios o las expresiones del hombre, Su modo de ver a los seres humanos y la esencia de las cosas es absolutamente distinto a como las personas corruptas ven estas mismas cosas. Su perspectiva y la altura en la que se halla es algo inalcanzable para una persona corrupta. Esto se debe a que Dios es la verdad, Su carne también posee la esencia de Dios, y Sus pensamientos así como lo que expresa Su humanidad también son la verdad. Para las personas corruptas, lo que Él expresa en la carne son provisiones de la verdad y de la vida, y no sólo es para una persona, sino para toda la humanidad. En el caso de cualquier persona corrupta, en su corazón solamente se hallan las pocas personas relacionadas con ella. Sólo hay aquel grupo de personas que ella aprecia y por las que se preocupa. Cuando el desastre está en el horizonte piensa primero en sus propios hijos, su cónyuge, o sus padres, y una persona más filantrópica pensaría como mucho en algún familiar o en un buen amigo; ¿piensa en alguien más? ¡Nunca! Porque los seres humanos son, después de todo, humanos, y sólo pueden ver algo desde la perspectiva y la altura de una persona. Sin embargo, Dios encarnado es totalmente diferente de una persona corrupta. Independientemente de lo corriente, normal y humilde que sea la carne del Dios encarnado, o de la cantidad de desprecio con que lo mire la gente, Sus pensamientos y Su actitud hacia la humanidad son cosas que ningún hombre podría poseer ni imitar. Él siempre observará a la humanidad desde la perspectiva de la divinidad, desde la altura de Su posición como Creador. Siempre la contemplará a través de la esencia y de la mentalidad de Dios. No puede verla en absoluto desde la altura de una persona normal ni desde la perspectiva de una corrupta. Cuando las personas miran a la humanidad, lo hacen con una visión humana, y usan cosas como el conocimiento, las normas y las teorías humanos como punto de referencia. Esto se halla dentro del ámbito de lo que las personas pueden ver con sus ojos, de lo que unos seres corruptos pueden lograr. Cuando Dios mira a la humanidad, lo hace con visión divina; usa como medida Su esencia y lo que Él tiene y es. Este ámbito incluye cosas que las personas no pueden ver, y en esto es en lo que Dios encarnado y los humanos corruptos son totalmente diferentes. Esta divergencia viene determinada por la esencia de los seres humanos que es distinta a la de Dios y que determina las identidades y las posiciones, así como la perspectiva y la altura desde la que ven las cosas. ¿Veis la expresión y la revelación de Dios mismo en el Señor Jesús? Podrías decir que lo que Él hizo y dijo guardaba relación con Su ministerio y con la obra de gestión de Dios mismo, que todo ello era la expresión y la revelación de Su esencia. Aunque tuvo una manifestación humana, Su esencia divina y la revelación de Su divinidad no pueden negarse. ¿De verdad era esta manifestación humana una expresión de la humanidad? Por su propia esencia, fue Su manifestación humana totalmente diferente de la de las personas corruptas. El Señor Jesús fue Dios encarnado, y si hubiera sido realmente una persona normal, corrupta, ¿habría podido contemplar la vida de la humanidad, en pecado, desde una perspectiva divina? ¡En absoluto! Esta es la diferencia entre el Hijo del Hombre y las personas corrientes. Todas las personas corruptas viven en pecado, y cuando alguien ve el pecado, no tiene ningún sentimiento particular respecto al mismo; son todas iguales, como un cerdo que vive en el fango y no se siente en absoluto incómodo ni sucio; come bien y duerme profundamente. Si alguien limpia la pocilga, el cerdo no se sentirá a gusto ni se mantendrá limpio. Pronto estará revolcándose de nuevo en el fango, y sintiéndose por completo a gusto, porque es una criatura sucia. Cuando los seres humanos ven un cerdo, sienten que es sucio; y si lo limpias, no se sentirá mejor. Por esta razón nadie tiene un cerdo en casa. La forma en que los humanos ven a los cerdos siempre será diferente de cómo se sienten ellos, porque humanos y cerdos no son de la misma especie. Y como el Hijo del Hombre encarnado no es de la misma especie que los seres humanos corruptos, sólo el Dios encarnado puede alzarse desde una perspectiva divina, y desde la altura de Dios para contemplar a la humanidad, y verlo todo."

Fuente: Iglesia de Dios Todopoderoso  

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