Dios encarnado es el más amado | Himnos de la Palabra de Dios

Los himnos de La Iglesia de Dios Todopoderoso | Dios encarnado es el más amado
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Tras Su encarnación, entre los hombres Él vivió; vio la depravación del hombre y la situación de su vida. Dios encarnado sintió el desamparo del hombre, y lo penosos que son; sintió su dolor. Dios ganó más compasión por la condición humana, y más preocupación por Sus seguidores por Sus instintos en la carne. 


II 
En el corazón de Dios, los que quiere gestionar y salvar significan todo para Él; los valora por encima de todo. Un gran precio ha pagado; a traición y dolor Él resistió. Pero nunca se rinde, y incesante en Su obra es Dios, sin arrepentimientos, sin reclamación. Dios ganó más compasión por la condición humana, y más preocupación por Sus seguidores por Sus instintos… Dios ganó más compasión por la condición humana, y más preocupación por Sus seguidores por Sus instintos en la carne. 

 De "La Palabra manifestada en carne"

Dios Todopoderoso dice :" La primera es la parábola del sembrador. Es realmente interesante; sembrar semillas es un acontecimiento común en las vidas de las personas. La segunda es la del trigo y la cizaña. En lo que respecta a esta, cualquiera que haya plantado cultivos y adultos lo sabrá. La tercera es la parábola del grano de mostaza. Todos vosotros sabéis lo que es la mostaza, ¿verdad? Si no lo sabéis, podéis echar un vistazo a la Biblia. Para la cuarta, la de la levadura, la mayoría de las personas sabe que esta se usa para la fermentación; es algo que las personas utilizan en su vida cotidiana. Todas las parábolas siguientes, incluyendo la sexta, la del tesoro escondido, la séptima, la de la perla, y la octava, la de la red, se sacan de las vidas de las personas; todas vienen de las vidas actuales de ellas. ¿Qué tipo de cuadro pintan estas parábolas? Es una imagen de Dios convirtiéndose en una persona normal y viviendo junto a la humanidad, usando el lenguaje de una vida normal, el lenguaje humano para comunicar con los hombres y proveerles lo que necesitan. Cuando Dios se hizo carne y vivió en medio de la humanidad durante mucho tiempo, después de haber experimentado y presenciado los diversos estilos de vida de las personas, estas experiencias pasaron a ser Su manual para transformar Su lenguaje divino en humano. Por supuesto, estas cosas que Él vio y oyó en la vida también enriquecieron la experiencia humana del Hijo del Hombre. Cuando Él quería que las personas llegaran a entender algunas verdades, algo de la voluntad de Dios, podía usar parábolas parecidas a las anteriores para hablar a las personas acerca de la voluntad de Dios y Sus exigencias para la humanidad. Estas parábolas tenían, todas, relación con la vida de las personas; no había una sola que no estuviese en sintonía con las vidas humanas. Cuando el Señor Jesús vivió con la humanidad, vio a campesinos cuidando sus campos, sabía lo que eran la cizaña y la levadura; entendió que los humanos aman los tesoros, por lo que usó las metáforas del tesoro escondido y la perla; con frecuencia vio a pescadores echando sus redes; etc. El Señor Jesús observó estas actividades en las vidas de los hombres, y también experimentó ese tipo de vida. Él fue igual que cualquier otra persona normal, comía tres veces al día y seguía las rutinas cotidianas de los seres humanos. Experimentó personalmente la vida de una persona corriente, y fue testigo de la vida de otros. Cuando presenció y experimentó todo esto en persona, no pensó en cómo tener una buena vida o vivir con mayor libertad y comodidad. Cuando estuvo experimentando una vida humana auténtica, el Señor Jesús vio las dificultades en la vida de las personas, el sufrimiento, el infortunio, y la tristeza de las personas bajo la corrupción de Satanás, existiendo bajo su campo de acción, y en pecado. Mientras experimentaba personalmente la vida humana, también comprobó cuán desamparadas estaban las personas que vivían en medio de la corrupción, y vio y experimentó la desgracia de quienes vivían en pecado, los que estaban perdidos en la tortura de Satanás, del mal. Cuando el Señor Jesús vio estas cosas, ¿las vio con Su divinidad o con Su humanidad? Su humanidad existió realmente, estaba completamente viva; Él pudo experimentar y ver todo esto y, por supuesto, Él también lo vio en Su esencia, en Su divinidad. Esto es, Cristo mismo, el Señor Jesús hombre vio esto, y todo lo que observó le hizo sentir la importancia y la necesidad de la obra que había acometido, en ese momento, en la carne. Aunque Él mismo sabía que la responsabilidad que debía asumir en la carne era inmensa, y lo cruel que sería el dolor que afrontaría, cuando vio a la humanidad desamparada en el pecado, el infortunio de sus vidas y sus luchas ineficaces bajo la ley, sintió cada vez mayor tristeza, y más inquietud por salvar a la humanidad del pecado. Independientemente del tipo de dificultades que afrontaría o del dolor que sufriría, estuvo cada vez más decidido a redimir a la humanidad que vivía en pecado. Durante este proceso, se podría decir que el Señor Jesús comenzó a entender con mayor claridad la obra que necesitaba hacer y lo que se le había encomendado. También se sintió cada vez más deseoso de completar la obra que debía acometer: cargar con todos los pecados de la humanidad, hacer expiación por ella para que no viviera más en pecado y que Dios fuera capaz de olvidar los pecados del hombre, gracias a la ofrenda por el pecado, permitiéndole impulsar Su obra de salvar a la humanidad. Se podría decir que, en Su corazón, el Señor Jesús estaba dispuesto a ofrecerse por la humanidad, a sacrificarse. También lo estaba a actuar como ofrenda por el pecado, a ser clavado en la cruz, y estaba ansioso por completar esta obra. Cuando vio las condiciones miserables de las vidas humanas, todavía quiso cumplir Su misión a la mayor rapidez posible, sin el retraso de un solo minuto o segundo. Cuando tuvo ese sentimiento de urgencia, no estaba pensando en lo grande que sería Su dolor ni en cuanta humillación tendría que soportar; sólo tenía una convicción en Su corazón: mientras Él se ofreciera, mientras fuera clavado en la cruz como ofrenda por el pecado, la voluntad de Dios se llevaría a cabo y Él podría comenzar una nueva obra. La vida de la humanidad y su estado de existencia en el pecado, cambiarían por completo. Su convicción y lo que estaba decidido a hacer guardaban relación con salvar al hombre, y sólo tenía un objetivo: llevar a cabo la voluntad de Dios, de manera que pudiese iniciar, con éxito, la siguiente etapa en Su obra. Esto es lo que había en la mente del Señor Jesús en aquella época. " De "La Palabra manifestada en carne (Continuación)"


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