La palabra de Dios | La cuadragésima quinta declaración

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    Dios Todopoderoso dice :

 Una vez escogí los bienes refinados para que permanecieran en Mi casa, de forma que en ella hubiera riquezas sin parangón, y de esta manera estuviera adornada, por ello obtuve disfrute. Pero a causa de la actitud del hombre hacia Mí y de las motivaciones de las personas, no tuve otra elección que dejar esta obra de lado y realizar otra. Yo usaré las motivaciones del hombre para cumplir Mi obra, manejaré todas las cosas para que me sirvan y haré que Mi casa ya no sea sombría y desolada como resultado. Una vez observé en medio de los hombres: todo lo que era de carne y hueso estaba aletargado, ni una sola cosa experimentaba la bendición de Mi existencia. Las personas viven entre bendiciones, pero no saben cuán bendecidas están.
Si Mis bendiciones hacia la humanidad no hubieran existido hasta hoy, ¿quién en medio de ella habría llegado hasta el presente y no habría perecido? Que el hombre viva, es Mi bendición, y significa que él vive entre Mis bendiciones, porque originalmente él no tenía nada, ya que en ese momento carecía del capital para vivir entre el cielo y la tierra; hoy continúo ayudando al hombre y sólo por ello se encuentra ante Mí, con la suerte suficiente de escapar de la muerte. Las personas han recapitulado los secretos de la existencia del hombre, pero nadie ha percibido que esta es Mi bendición. Como consecuencia, todos maldicen la injusticia en el mundo, todos se quejan de Mí por la infelicidad en sus vidas. De no ser por Mis bendiciones, ¿quién podría haber visto el presente? Todas las personas se quejan de Mí, porque no pueden vivir en medio de la comodidad. Si la vida del hombre fuera color de rosas, si se enviara el cálido “soplo de la primavera” a su corazón, produciendo un placer insuperable en todo su cuerpo, y lo dejara sin el menor dolor, ¿quién entre los hombres moriría quejándose? Me es muy difícil obtener la sinceridad absoluta del hombre, porque las personas tienen demasiados planes, los suficientemente astutos como para marear a cualquiera. Pero cuando Yo les presento objeciones, me ignoran, no me prestan atención, porque Mis objeciones han tocado sus almas y las han dejado incapacitadas para ser edificadas de pies a cabeza; por tanto, ellas aborrecen Mi existencia, porque me encanta “atormentarlas” siempre. A causa de Mis palabras, las personas cantan y danzan; a causa de Mis palabras, agachan la cabeza en silencio y, causa de Mis palabras, estallan en llanto. En Mis palabras, las personas se desesperan, en Mis palabras obtienen la luz para la supervivencia; a causa de Mis palabras, dan vueltas en la cama, sin dormir día y noche, y a causa de Mis palabras, corren precipitadamente por todo el lugar. Mis palabras pueden hundir a las personas en el Hades y después en el castigo, pero, sin darse cuenta de ello, la gente también disfruta de Mis bendiciones. ¿Puede lograrlo el hombre? ¿Podría venir como recompensa de los esfuerzos incansables de las personas? ¿Quién puede escapar de las orquestaciones de Mis palabras? Así pues, a causa de los defectos del hombre, Yo concedo Mis palabras a la humanidad, causando que las deficiencias del hombre se nutran por Mis palabras y trayendo riquezas sin parangón a su vida.
   Con frecuencia escudriño las palabras y las acciones de las personas. He descubierto muchos “misterios” en sus conductas y expresiones faciales. En sus interacciones con los demás, las “recetas secretas” prácticamente toman el lugar de honor; y, por tanto, cuando interactúo con el hombre, obtengo las “recetas secretas de la interacción humana”, lo que demuestra que el hombre no me ama. Yo reprendo al hombre a menudo a causa de sus defectos, pero soy incapaz de ganarme su confianza. El hombre no está dispuesto a permitirme matarlo, porque en las “recetas secretas de la interacción humana” del hombre, nunca se ha descubierto que el hombre haya sufrido un desastre fatal; ha sufrido simplemente algunos reveses durante tiempos de infortunio. Las personas claman a causa de Mis palabras y sus plegarias siempre contienen quejas sobre Mi crueldad. Es como si todas ellas estuvieran buscando Mi “amor” verdadero de hombre; pero ¿cómo podrían encontrar Mi amor en Mis duras palabras? Como consecuencia, siempre pierden la esperanza a causa de Mis palabras. Es como si, tan pronto como leen Mis palabras, vieran a la “Parca”, y temblaran de miedo. Esto me entristece: ¿Por qué las personas de la carne, que viven entre la muerte, siempre temen a la muerte? ¿Son el hombre y la muerte enemigos acérrimos? ¿Por qué siempre causa angustia en las personas el miedo a la muerte? A lo largo de las experiencias “excepcionales” de su vida, ¿experimentan sólo un poco de la muerte? ¿Por qué, en lo que dicen, siempre se quejan de Mí? Así pues, resumo el cuarto aforismo para la vida humana: las personas sólo me obedecen lo menos posible y, por tanto, siempre me odian. Yo me marcho con frecuencia a causa del odio del hombre. ¿Por qué debo someterme a esto? ¿Por qué debo provocar siempre aborrecimiento en las personas? Ya que ellas no acogen bien Mi existencia, ¿por qué debo poner buena cara y vivir en la casa del hombre? No tengo más elección que recoger Mi “equipaje” y dejar al hombre. Pero las personas no pueden soportar dejarme ir; nunca quieren dejarme marchar, lloran y sollozan, profundamente temerosas de que me vaya y de perderse así aquello de lo que dependen para vivir. Al ver su mirada suplicante, Mi corazón se enternece. Entre los mares del mundo, ¿quién es capaz de amarme? El hombre está cubierto de agua inmunda, engullido por la fuerza del mar. Yo detesto la desobediencia del hombre, pero también siento compasión por todo el infortunio de la humanidad, porque el hombre, después de todo, sigue siendo una víctima. ¿Cómo puedo echar al hombre a las aguas cuando él es débil y está indefenso? ¿Soy tan cruel como para patearlo cuando está por los suelos? ¿Es tan despiadado Mi corazón? A causa de Mi actitud hacia la humanidad el hombre entra en esta era junto a Mí; a causa de esto, él ha pasado días y noches excepcionales conmigo. Hoy, las personas están en una agonía de gozo, tienen un mayor sentido de Mi afecto y me aman con gran vigor, porque hay vitalidad en sus vidas y dejan de ser hijos pródigos que vagan hasta los confines de la tierra.
  En Mis días viviendo con el hombre, las personas se apoyan en Mí, y como soy considerado con el hombre en todas las cosas, a la vez que meticuloso en Mi cuidado de él, la gente vive siempre en Mi cálido abrazo, sin soportar el fuerte viento, la lluvia torrencial o el sol abrasador; las personas viven en la felicidad y me tratan como a una madre amorosa. Son como flores en un invernadero, totalmente incapaces de resistir la embestida de los “desastres naturales”, siempre incapaces de mantenerse firmes. Así pues, las coloco en medio de las pruebas de mares embravecidos, y no pueden evitar “titubear” sin cesar; prácticamente no tienen poder para resistir y, como su estatura es demasiado deficiente y su cuerpo demasiado débil, Yo tengo un sentimiento de carga. Por tanto, sin darse cuenta, las personas están sujetas a Mis pruebas, porque son demasiado frágiles e incapaces de resistir los vientos huracanados y el sol abrasador. ¿No es esto Mi obra del presente? ¿Por qué, cuando se enfrentan a Mis pruebas, las personas siempre rompen a llorar? ¿Estoy cometiendo una injusticia con ellas? ¿Estoy matándolas deliberadamente? ¿Por qué muere el estado del hombre que es adorable, para no resucitar nunca más? Las personas siempre me sujetan y no me dejan ir; como nunca han sido capaces de vivir por sí mismas, siempre han permitido que Mi mano las guíe, profundamente temerosas de que cualquier otro se las lleve. ¿No guío Yo toda su vida? Durante su tumultuosa vida, cruzando picos y valles, han experimentado mucho alboroto; ¿no vino esto de Mi mano? ¿Por qué no son nunca capaces las personas de entender Mi corazón? ¿Por qué malinterpretan siempre Mis buenas intenciones? ¿Por qué no se puede emprender con éxito Mi obra en la tierra? A causa de la debilidad del hombre, siempre lo he evitado, lo cual me llena de tristeza: ¿Por qué no puedo llevar a cabo en el hombre el siguiente paso de Mi obra? Así pues, me quedo en silencio y lo sopeso detenidamente: ¿Por qué estoy siempre constreñido por los defectos del hombre? ¿Por qué existen siempre obstrucciones a Mi obra? Hoy, aún tengo que encontrar una respuesta completa en el hombre, porque él siempre juega con dos barajas, nunca es normal, o me odia a muerte, o me ama sumamente. Yo, el Dios mismo normal, no puedo soportar semejante tormento del hombre. Como las personas siempre son mentalmente anormales, aparentemente temo un poco al hombre, y de esta forma vigilar cada uno de sus movimientos me hace pensar en su anormalidad. He descubierto involuntariamente el misterio del hombre: resulta que hay una mente maestra detrás de él; como consecuencia, las personas siempre son atrevidas y confiadas, como si hubieran hecho algo justificado. Así pues, siempre fingen ser adultas y hablar dulcemente al “niño pequeño”. Al ver la pantomima del hombre, no puedo evitar indignarme: ¿Por qué las personas son tan indiferentes e irrespetuosas de sí mismas? ¿Por qué no se conocen a sí mismas? ¿Han pasado Mis palabras? ¿Son Mis palabras las enemigas del hombre? ¿Por qué, cuando leen Mis palabras, las personas se vuelven rencorosas conmigo? ¿Por qué añaden siempre las personas sus propios pensamientos a Mis palabras? ¿Soy demasiado poco razonable con el hombre? Todas las personas deberían pensar detenidamente en ello, sobre lo que contienen Mis palabras.
24 de mayo de 1992

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